Arturo Caballero Medina
acaballerom@pucp.edu.pe
En el artículo titulado “Los autobombos del canal 11” expuse mi postura frente a los elogios que Ricardo Belmont dedica a su propio canal en las “reuniones televisadas de gerencia” junto a los periodistas y al gerente general del canal en el programa Habla El Pueblo, conducido por Wilder Orbegoso. Varias semanas después, el canal 11 ha adquirido un inesperado protagonismo debido al supuesto beneficio publicitario de parte del Estado, habida cuenta que Miguel Del Castillo, miembro del directorio, es hijo del primer ministro Jorge Del Castillo. En un país como el nuestro donde los congresistas contratan personal fantasma que nunca labora, donde a los candidatos al Tribunal Constitucional nos son elegidos de acuerdo a méritos académicos —y comparten un opíparo almuerzo con Agustín Mantilla—, y donde un asesor de inteligencia compraba la línea periodística de los canales de señal abierta, hechos como el mencionado no pasan desapercibidos.
Luis Alfonso Morey, gerente general de RBC, fue entrevistado anteayer por Rosa María Palacios, quien acuciosa como de costumbre, emplazó al directivo de RBC para que explicara la posición de su canal frente a la denuncia sobre el referido caso de favoritismo en la publicidad estatal. El directivo afirmó que existe una campaña mediática de la televisión basura que pretende contrarrestar la televisión limpia por la que apuesta RBC. Además, agregó que si en el congreso desean investigar este caso, en aras de la transparencia se deberían revisar los contratos de publicidad que mantienen el resto de canales y medios de comunicación con el Estado. Finalmente, aseguró que Miguel Del Castillo no tuvo que ver en la negociación del contrato de publicidad entre RBC y el Estado Peruano.
En la emisión del martes, como es habitual, Luis Alfonso amplió su explicación aprovechando el espacio del que dispone en Habla El Pueblo, conducido aquella noche por Rafael Romero periodista del diario Expreso. Como invitado se encontraba José Alejandro Godoy, administrador de “Desde el tercer piso”, conocido y frecuentado blog cuyos contenidos sobre análisis de actualidad política y cultural recomiendo leer. Esta vez me sorprendieron los argumentos que Luis Alfonso sostenía para invalidar a otros canales y a Ibope Time. Según él, el resto de canales, a diferencia de RBC, tienen un pasado que los condena porque estuvieron vinculados a la mafia fujimontesinista, por lo cual, carecen de autoridad moral para referirse a su televisora. O sea, en la lógica de Luis Alfonso son los canales en su integridad, y no solo los dueños, quienes cargan con el pasivo de la corrupción, es decir, gerentes, administrativos, periodistas y técnicos. Que las administraciones de canal 2, 4, (el 5 es una historia aparte) y 9 sean actualmente otras, no significa nada para Luis Alfonso: como canal recibieron dinero y punto. Su argumento falla en que no distingue entre el ente abstracto “canal de televisión” y la representación concreta de una determinada administración que dirige el canal. Darle la razón sería, para ponerles un ejemplo cercano a los amigos de RBC, como afirmar que su alianza estratégica (como ellos mismos la llaman) con Expreso los sindica como aliados de la corrupción ya que ese medio en la época que fue dirigido por Eduardo Calmell Del Solar, —el mismo que postuló a una senaduría por FREDEMO y que hoy vive prófugo en Santiago de Chile— puso línea periodística de su diario al servicio del fujimorato y apoyó deliberadamente la segunda reelección de Fujimori. Visto así ¿seguirá Luis Alfonso convencido de que los canales son sospechosos de corrupción porque sus antiguos dueños lo fueron? Aunque para ser honestos, la alianza estratégica RBC-Expreso, más que beneficiar, perjudica al canal del “hermanón”. Expreso no se ha distanciado mucho de la mediocridad periodística y de la cacería de brujas de sus mejores tiempos. Constantemente, ataca a la PUCP, a las ONGs y a la CVR en artículos donde destilan lo peor de su estrechez mental, haciendo gala de su habitual y atrevida ignorancia al momento de emitir opiniones sobre algo que se desconoce, lo cual es un mal sintomático en este país donde existe la mala costumbre de hablar al caballazo: todos se creen con el derecho de hablar de todo y lo peor es que hablan de lo que menos saben.
Ejemplo de lo anterior lo vimos en esta emisión de Habla El Pueblo. José Alejandro Godoy expuso su parecer de manera clara y sencilla sin concesiones. Rafael Romero demostró no estar a la altura de ciertos temas puesto que intervenía con lugares comunes: los caviares, las ONG reciben dinero y no son fiscalizados, los miembros de ONGs en la prensa salieron a criticar la ley que los quería regular, la CVR recibió dinero del Estado… Increíble. ¿Qué pensaba? ¿Qué Backus, Coca-Cola o la Telefónica financiaran la investigación de la CVR? José Alejandro Godoy brindó una lección de mesura, conocimiento y precisión, tal como debe ser cuando se abordan temas confusos, no tanto porque lo sean de veras, sino por la distorsión que sufren en boca de quienes menos saben. ¿Habrá leído Rafael Romero al menos la versión abreviada del Informe de la Comisión de la Verdad?
Sobre Ibope Time, empresa que realiza encuestas de sintonía, en repetidas ocasiones es aludida como el monstruo tras bambalinas por el hecho de ser una empresa chilena que, en opinión de Luis Alfonso —la de Belmont y demás conductores— peligrosamente establece la pauta de la televisión que debe producirse en nuestro país. De refilón, menciona a la Chola Chabuca, a Jaime Bayly y a Magaly Medina como preclaros ejemplos de televisión sin valores. Respecto a Ibope Time, afirmar que solo por su procedencia se justifica sostener que dicha encuestadora maneja la programación en nuestro país y que, además, es la punta de lanza de una invasión extranjera más parece un recurso para encubrir la baja sintonía. Apelar al supuesto “enemigo común” puede resultar útil si se pretende ganar adeptos fácilmente, pero, de todas maneras, en ningún momento exhibieron las pruebas de una acusación tan seria. Acerca de la Chola Chabuca, Bayly y Magaly no es difícil descalificarlos ya que reúnen todas las condiciones que justifican esos programas tipo “esto es lo que le gusta a la gente”, como diría Ferrando. Sin embargo, separemos la paja del trigo: Bayly me resulta desagradable no porque sea gay sino por el bajo vuelo que le da a los programas que realiza en el Perú y por el talento desperdiciado de quien fuera, alguna vez, un notable entrevistador en Telemundo y promesa de novelista; hay cierto aliento homofóbico en las declaraciones de Belmont al señalar a Pimentel y Bayly como modelos de “televisión sin valores” ¿en qué radica ello? No lo precisan ni el hermanón ni los jotitas del 11; sobre Magaly, sería ocioso abundar en argumentos…
En una democracia liberal funcional, la sociedad civil adquiere una gran importancia ya que es ella quien debe vigilar que las instituciones que la representan no distorsionen el derecho a la libertad de expresión. Una sociedad civil organizada delibera, dialoga, refuta y debate sobre aquello que la afecta directamente; el mayor pecado que puede cometer es la indiferencia. Fue la opinión pública quien decidió el retiro de las tropas estadounidenses de Vietnam; la que se opuso en todo el mundo a la invasión de Irak el 2003, la que protesta por la represión en Birmania y el Tíbet. Lamentablemente, nuestra sociedad civil peruana es aún muy tibia, timorata, acomodaticia y oportunista. De cuando en cuando despierta de su letargo (Marcha de los Cuatro Suyos, Arequipazo, Cienciano campéon de la Sudamericana, etc.) pero cuando debe enfrentar los problemas de interés nacional, mira hacia otro lado, “nos hacemos el muertito” para que no nos pase nada. Es por ello, que diarios como La Razón, Correo, Expreso y toda la prensa chicha, los programas de los cómicos ambulantes, Laura Bozzo, China en Acción, el reencauchado Fuego Cruzado, Qué tal mañana y demás por el estilo, campean en el medio. Es por la indiferencia, por la apatía de la sociedad civil que un programa como el de Laura Bozzo se mantuvo tanto tiempo en el aire (¿acaso era nuevo esto de los panelistas falsos?, 1999 señores). Esta actitud es la misma que la gran mayoría de peruanos tuvimos luego del 5 de abril de 1992: celebramos la dictadura de Fujimori, fuimos cómplices por acción u omisión, reclamamos “mano dura” y ya vemos, La Cantuta, Barrios Altos…Aldo Mariátegui o Andrés Bedoya Ugarteche, quienes no tienen la valentía de publicar sus libelos en las ediciones provincianas de Correo, seguirán destilando lo peor de sus plumas.
Todo ello no ocurriría si los consumidores mantuviéramos una actitud crítica frente a lo contenidos difundidos por los medios de comunicación. Son ingenuos aquellos que sostienen que el círculo vicioso de la televisión basura será roto por los medios de comunicación. Si en verdad deseamos que Laura Bozzo no vuelva a denigrar la dignidad de los peruanos, tampoco debemos permitir el insulto ni la acusación sin pruebas ni la silenciosa complicidad del silencio. Es la sociedad civil quien mediante una razonada elección basada en una formación crítica, la que debe sentenciar a los que utilizan la libertad individual para sabotear la democracia. Tomen nota de esto los partidarios del “rating”: su derecho a la libertad de expresión debe respetar nuestro derecho a no ser estupidizado.
Post data: revisen la version online de La Razón. Aquí cito un fragmento.
la guerra contra el terrorismo demandó lo que fuera necesario para ganarla, incluyendo operaciones especiales cuyos responsables, al actuar en defensa de la Nación, no deberían ser tratados como criminales sino condecorados. Cita textual de Uri Ben Schmuel. Más adelante, menciona como diarios ejemplares a Correo y Expreso. Sigue leyendo