Por GABRIEL ICOCHEA RODRÍGUEZ
(filósofo y sociólogo)
Desde hace algunas décadas, Boaventura de Sousa Santos viene produciendo un material bibliográfico que combina la epistemología y el ideal emancipador. Esta búsqueda ha derivado en la formulación rigurosa de una teoría crítica que sigue la impronta de Max Horkheimer. Aunque a diferencia de éste, Boaventura -ubicándose en la contemporaneidad- inicia su discurso con una pregunta: ¿Por qué en un contexto mundial en el que las diversas injusticias se han multiplicado se hace más difícil formular una teoría crítica?
Precisamente el sociólogo portugués pretende responder a estas y a otras interrogantes en su libro Conocer desde el sur (Fondo editorial de la Facultad de ciencias sociales UNMSM – Unidad de pos grado, Lima- Perú, 2006). Una obra en la que marca sus distancias tanto con el eurocentrismo moderno como con el pensamiento poscolonial.
El autor no soslaya los antecedentes críticos que están presentes en la Escuela de Francfort o en Michel Foucault. Aunque estos pensadores hayan sostenido presupuestos superados como la industrialización (sin prever la ruptura del equilibrio ecológico). Pero más que una lucha centrada en las diferencias clasistas, el autor percibe la coexistencia de diversas luchas (raza, género, multiculturalismo, ecología). Se requiere, por tanto, más que una teoría crítica común, una teoría de la traducción, es decir, una teoría que traduzca el fundamento de cada movimiento y que permita una comunicación entre diversas causas. Obviamente, la traducción presupone el diálogo entre desplazados. Ya en este propósito está presente la influencia hermenéutica. El criterio de validez ya no está determinado por la existencia de un concepto superior, ahistórico de verdad; sino que proviene del diálogo y de la posibilidad implícita del acuerdo.
Para ello es imprescindible entender, además, el conocimiento no sólo como principio regulador sino como ideal emancipador. Los hombres no conocemos tan sólo para establecer un mayor dominio de la naturaleza sino para liberarnos de atávicas ataduras. En la modernidad, el ideal emancipador ha sido compartido por corrientes contrarias como el liberalismo o el marxismo. En el primero, se pretendía liberar a los hombres de tutores y en el segundo, se prometía una liberación de la mano invisible del mercado.
Pero nada más cuestionado por los posmodernos que el ideal emancipador. Boaventura hace distinciones entre dos formas de posmodernismo . Al primero le denomina el posmodernismo celebratorio en el cual se incluyen todos los pensadores que suscriben un abandono de la utopía y una difusión de la fragmentación. La segunda corriente es denominada posmodernismo de oposición, postura apoyada por el autor. En ésta se observa que los valores modernos aún permanecen inconclusos y requieren “una reinvención de la emancipación social”. Dicha iniciativa se efectuaría en la medida en que se tome en cuenta la voz de los desplazados por la modernidad. Este es precisamente el significado del título: conocer desde el sur; conocer desde la exclusión; conocer teniendo en cuenta la voz de todos aquellos que han sido negados.
El sur no es sólo una imagen; es una metáfora.
Desde una posición cuestionadora del orden establecido, se tienden puentes con el poscolonialismo. Éste considera primordiales las relaciones entre norte y sur, las cuales se habrían instalado en la vida social más allá del dominio político que ejercieron los países del norte en estas tierras. Para los colonialistas, las relaciones de dominación explican en gran medida aspectos culturales y de mentalidad. Un exceso culturalista reprochado por el mismo Boaventura, ya que las relaciones de dominación deben ser vistas, básicamente, como relaciones políticas y económicas.
A partir de un diagnóstico crítico el sociólogo propone enfrentar algunos desafíos. El primero sería librar una lucha emancipatoria sin una teoría general de la emancipación; pero viendo a ésta como un ideal deseable. El segundo desafío está en considerar la filosofía política eurocéntrica como indispensable para reinventar la emancipación social. Debemos interrogarnos hasta qué punto dicho legado constituye un patrimonio universal y sirve al mismo tiempo para fundamentar cuestiones de ciudadanía, de sociedad civil o de derechos humanos y el tercer desafío está en aprovechar el multiculturalismo sin caer en el relativismo cultural. Todos los desafíos están basados en la negativa de establecer criterios absolutos.
De esta manera, Boaventura precisa con exactitud los tópicos intelectuales que desde hace dos décadas venimos discutiendo. Un discurso cuya revisión se torna imprescindible.