La palabra precisa, la frecuencia perfecta
Arturo Caballero Medina
Entre los diarios Correo y La Razón de Perú y España existe más que una similitud de nombres; existe, además, una indecente complicidad mediática por sabotear todo intento de reforma progresista y de discusión alturada. Ambos diarios mantienen una línea de intransigencia, insulto, intolerancia e ignorancia en lo referente a ciertas materias de interés nacional. Salvo honradas excepciones, la mayoría de sus periodistas —comenzando por los encargados de la página editorial— si es que no se dedican a atacar a los “caviares”, a las ONGs, a la Pontificia Universidad Católica o a la Comisión de la Verdad, alaban a Fujimori (la Razón, vocero explícito del fujimorismo anuncia diariamente en letras de hecatombe que Fujimori va ganando el juicio), promueven el antichilenismo —y no recuerdan que el actual conflicto fronterizo con Chile se origina en el gobierno de Fujimori y tampoco comentan nada en absoluto sobre las inversiones chilenas que se incentivaron durante su gobierno— o encienden la pradera al alentar una campaña belicista con reportajes dirigidos a mostrar las supuestas ventajas de nuestras fuerzas armadas. En resumen, destilan en sus páginas lo peor de la excrecencia mental de la que puede ser autor un periodista carente de formación e información. A todo esto no tiene acostumbrados Aldo Mariátegui en Correo —cuya fuente de información parece ser wikipedia debido a lo insustancial y ramplón de sus editoriales— y Andrés Bedoya Ugarteche. ¡Ni una pizca de análisis, sino más bien, denodados insultos contra aquellos que discrepan de ellos! (léase la editorial que escribió Aldo Mariátegui a propósito de Miguel Grau y la protesta del partido nacionalista en la frontera y los agravios racistas de Andrés Bedoya). Qué diferencia de calidad humana y académica entre Aldo y su abuelo José Carlos, quien a pesar de no haber asistido a la universidad, poseía una pluma ágil, clara y nutrida. En cambio, los artículos de Aldo se caracterizan por sus cero ideas y cero argumentos.
Sin embargo, al otro lado del río el panorama no es más auspicioso. La Primera, diario dirigido por César Lévano, se adhiere a la vertiente periodística más cercana a la antigua izquierda peruana, aquella izquierda cavernaria, jurásica y para nada, autocrítica respecto, por ejemplo, a lo que significó Sendero Luminoso o lo que representa actualmente las FARC. La presencia de Hildebrandt levanta lo levanta un poco; sin embargo, prefiero a un César Hildebrandt incisivo en la televisión —aunque no voy a negar que el artículo dedicado a su media hermana Martha fue de antología— más que al gacetillero hepático y atrabiliario en que se ha convertido este gran periodista. Sus artículos diarios en La Primera son desiguales, gozan sí, de la palabra picante, del estilo mordaz y la metáfora irónica y juguetona, pero no siempre son suficientes, más cuando se es un periodista de opinión obligado a decir algo revelador todos los días.
En este contexto, leer un periódico como Le monde diplomatique, “El dipló”, provoca un placer análogo al de escuchar “una voz clara en medio del ruido”. La edición peruana dirigida por Harold Forsyth lleva casi un año en nuestro país. Debo confesar que postergué algunos meses su adquisición, pero ya desde sus primeros números, llamó mi atención no solo el precio —seamos sinceros, es caro— sino el estilo monotemático en el que están estructuradas sus ediciones mensuales. Un mismo tema es abordado por diversos especialistas en materias como sociología, ciencias políticas, antropología, derecho, psicoanálisis, economía y demás ramas afines a las ciencias sociales, lo cual brinda al lector un abanico variado de posibilidades de aproximación hacia un mismo tema. Periodistas nacionales y extranjeros componen, mes a mes, un dossier notablemente documentado y con análisis de la coyuntura política y cultural tanto nacional como internacional.
La reciente edición de marzo tiene un dossier dedicado a los 80 años del Partido Aprista Peruano y otro a las elecciones en España. Todos los artículos destacan por la rigurosidad en la investigación, el dato preciso sustentado por fuentes verificables, profundidad en el análisis con didactismo —sin llegar a la jerga del especialista porque se trata de hacerse entender por el lector y no formar séquitos de iluminados en ciertos temas— y alturada discusión académica, lo menos que se puede esperar en un debate intelectual. En este sentido, la lectura de “El dipló” logra integrar al lector en un circuito de reflexión poco frecuente en el Perú, es decir, en un espacio donde habitualmente solo discutían el especialista y los seguidores en perjuicio del “gran lector” bombardeado diariamente por los discursos oficiales con apariencia de neutralidad, trato superficial y pocas veces analítico. (El “Domingo” de La República hace tiempo que dejó de ser un suplemento cultural, hoy es un magazine al estilo de “Ayer y hoy”; “El Dominical” de El Comercio no es lo que era antes, hay veces que suelen ocupar el 80% del suplemento con minireseñas de libros como para salir del paso además de que sus contenidos son muy inconstantes respecto al nivel).
En materia de contenidos y de colaboradores, de lejos “El dipló” supera al resto de revistas y diarios peruanos. El reto al que se enfrentan es llegar a cada vez a más lectores. Bien vale la pena invertir en la lectura de este periódico a pesar de que su precio es elevado —el común de los consumidores de diarios máximo invertirá 3,50 en El Comercio los domingos, ni hablar de los que compran diarios “chicha”— y me parece que tampoco está en sus planes competir con los pasquines sensacionalistas que imperan en el medio. A pesar de esto, el efecto que puede generar un medio como este que apuesta por la discusión académica y didáctica realizada por entendidos en la materia es prometedor: fomentar el espíritu crítico en la ciudadanía y cambiar el concepto de lo que significa hacer periodismo escrito en el Perú.
Por todo esto, recomiendo la lectura del último número de “El dipló”, especialmente el dossier dedicado al APRA, la contaminación ambiental en China y los Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano editados por CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) donde se trata las conflictivas relaciones entre el indianismo y el marxismo. Puede también leerlo en su versión electrónica —salvo algunas restricciones solo para suscritos— en www.eldiplo.com.pe. Léalo y notará la diferencia.
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