LA EDUCACIÓN SENTIMENTAL

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Publicado en Semanario Vistaprevia, Arequipa, lunes 11 de enero de 2016, p.

Escribir una novela supone una mirada integral sobre algún proceso personal, social, político o histórico que el autor elige narrar. En los últimos años del boom editorial en el sur del país, no ha sido frecuente que un joven escritor debute con una novela. En la mayoría de casos, la poesía y el cuento fueron los géneros más cultivados por quienes se animaron a publicar por primera vez.

Este detalle merece ser destacado si nos referimos a El dilema del erizo (Texao, Arequipa, 2015), de Renato Amat y León (Arequipa, 1994), novela corta que narra las experiencias de un grupo de adolescentes durante el viaje de promoción al norte del Perú.

La estructura de la historia es singular. Los capítulos se dejan leer como pistas («tracks») de un álbum musical. Por ello, es una novela que se lee y se oye. La primacía de la acción dramática (diálogos) refuerza su oralidad narrativa. También mantiene relaciones intertextuales con la cultura de masas (cine, series de TV, anime, manga, rock y pop) y la poesía.

El dilema del erizo es una novela de personajes, es decir, una novela narrada a partir de las experiencias y vicisitudes que aquejan a los protagonistas, y donde si bien es posible identificar a uno principal, los vínculos entre ellos aportan las bases de la historia. De este modo, Leo, Arlet, Marco, Paulo, Sofía, Carlos y Milagros son los pilares de una trama estructurada en torno al sexo, el licor, la indiferencia, el machismo y los roles de género. No obstante, la escasa profundidad psicológica de los personajes enfocados a través de la mirada de Leo (narrador-protagonista) impide delinear una novela con caracteres contrastantes. Los personajes masculinos y los femeninos son casi iguales entre sí, por lo cual no hay individualidades definidas ni cautivantes, a excepción de Leo, quien dispone de un contexto muy favorable, ya que lo rodea un grupo de personajes bastante medianos que observan la vejez con pavor. Ninguna de las jovencitas es una femme fatale adolescente, salvo Milagros en algunas escenas donde se perfila como una atractiva excepción dentro de los personajes femeninos porque transgrede el remordimiento femenino socialmente aprendido cuando se trata de valorar su propia conducta sexual, a diferencia de otras quienes, aunque no reprimen su sexualidad, ofrecen explicaciones para atenuar la culpa por haber actuado de ese modo.

El sexo aporta la cuota de aprendizaje sentimental que les sirve como entrenamiento ante la inminencia de la primera juventud, como si su presente fuera una continua proyección de lo que les depara el porvenir. Sin embargo, los planes futuros están ausentes en ellos, pues vivir intensamente el presente los libra de esa pesada carga. Aunque no se percatan de ello, la rebeldía que manifiestan ante lo convencional, como en el caso de Leo, forma parte del repertorio de roles sociales existentes: solitario, indiferente, pero sensible, cultivado en cine y ávido lector. Leo luce como un novato renegado en medio de muchachos y muchachas ansiosos por vivir como adultos, pero sin abandonar la adolescencia. Leo los desprecia, pero, al mismo tiempo, los necesita para autoafirmarse. Su actitud iconoclasta es proporcional al grado de admiración, directa o aparente, que le profesan sus amigos y amigas. Ellos son la comparsa que otorga brillo al protagonismo de Leo.

El título condensa el concepto que articula la novela. En su parábola «El dilema del erizo», el filósofo alemán Arthur Schopenhauer trazó una de las reflexiones más sucintas y profundas acerca de las relaciones afectivas entre los seres humanos, las cuales se resumen en una búsqueda existencial en torno a la distancia menos dolorosa que podemos mantener cuando de amor se trata. Los personajes de la novela de Renato Amat y León están atrapados en este dilema existencial: hasta los más desenfadados como Leo necesitan de afecto; las jovencitas más desprejuiciadas sobre su vida sexual no pueden escapar del estigma social que las define como «perras», al punto que matizan su libertinaje sexual con supuestas manifestaciones de amor. Algunas no aman, pero quisieran ser amadas incondicionalmente.

El dilema del erizo contiene algunos elementos de la novela de formación (Bildungsroman) debido al aprendizaje a través de la experiencia, a los personajes como cuadro representativo de la vida social y al carácter contraejemplar del narrador-protagonista, quien, a pesar que no aspira a constituirse en modelo para otros, es el referente inmediato de sus compañeros de ruta.

Una publicación que entusiasma porque podría marcar, al menos en la región sur, un giro hacia la escritura de novelas.

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