LA VIOLENCIA QUE VENDRA

[Visto: 1519 veces]

Publicado en Letralia y Crítica.cl

20130429-el_nido_de_la_tempestad.jpg

En su artículo  «¿Literatura de la violencia política o la política de violentar la literatura?» (2007), Miguel Ángel Huamán, profesor de la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, advirtió la restringida noción de violencia política asumida por un amplio sector de la crítica literaria peruana, pues dejaba al margen discursos como el feminicidio, represión estudiantil y sindical, violencia familiar, discriminación racial, entre otros,  que también son manifestaciones de violencia política. 

En este sentido, El nido de la tempestad (Lima, 2012), primera novela de Yuri Vásquez (Arequipa, 1963) inaugura un nuevo enfoque sobre la violencia política en el Perú. Su breve pero consistente trayectoria de comprende además el libro de cuentos Cortometraje (Arequipa, 2010) y distinciones como el primer lugar en la VIII Bienal de Cuento Premio COPÉ 1994 con el relato «Cuando las últimas luces se hayan apagado». 

Esta novela narra varias historias paralelas que poco a poco se entrecruzan. La de Mauro Apaza Páucar, estudiante de Educación en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa y militante de una facción del Partido Comunista; la de Mariela Velarde Muñoz, hija de una distinguida familia arequipeña pero venida a menos durante su generación; la de su primo Marco Velarde Gómez, delincuente y renegado, dispuesto a enmendar su vida a toda costa;  la de Olga Zapana Mendoza, hermanastra de Mauro, atractiva, arribista e inescrupulosa, también dispuesta a todo a fin de ascender socialmente; y de sucesivas generaciones de una aristocrática familia arequipeña desde la Independencia hasta los años setenta en que se ubica el presente de la novela. El argumento central se articula en torno al drama de Mauro Apaza quien, luego de experimentar continuas y variadas formas de racismo, transforma su resignación en odio. 

La historia no se desarrolla en Ayacucho ni en Lima ni en la selva, típicos escenarios del conflicto armado interno, sino en Arequipa, donde la acción bélica del MRTA y Sendero Luminoso no fue trascendente. La Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, una de las más importantes universidades públicas del sur del Perú, fue centro de adoctrinamiento senderista, de confrontaciones ideológico-políticas entre diversas facciones de la izquierda y de una gran efervescencia estudiantil por el activismo político. Tampoco acontece en el periodo de mayor intensidad del conflicto armado interno, sino durante el último quinquenio del gobierno militar, iniciado por el general Juan Velasco Alvarado y luego concluido por el general Francisco Morales Bermúdez. Por ello, ejecuciones arbitrarias, juicios populares, torturas, violaciones, masacres de comunidades y confrontaciones bélicas entre subversivos y Fuerzas Armadas  están ausentes en la narración. 

Características que le imprimen a El nido tempestad una singularidad muy especial en comparación con el modo en que novelas precedentes como Lituma en los andes (1993), Rosa cuchillo (1997), Retablo (2004), La hora azul (2005), Abril rojo (2006) o El camino de regreso (2007) entre muchas otras, narraron la violencia política, porque se desmarca de una representación circunscrita a la insurrección armada de los movimientos subversivos o a la represión de las Fuerzas Armadas sobre la población civil atrapada en medio del conflicto. La novela de Yuri Vásquez expone un vasto panorama de las variables que componen la violencia política: racismo, desigualdad socioeconómica, autoritarismo, conservadurismo, machismo, violencia de género y pugnas ideológicas, todas estas superpuestas entre sí, las cuales fueron germinando históricamente la violencia demencial que irrumpió en los ochenta y noventa hasta un punto de no retorno, a partir del momento en que los más perjudicados por la violencia estructural decidieron subvertir las relaciones de poder mediante la violencia armada. 

Si en Conversación en la Catedral, Zavalita se preguntaba «¿En qué momento se había jodido el Perú?», la gran interrogante de Mauro Apaza que abre la novela es «¿Dónde está Basadre?». Pregunta que en la previa al inicio del conflicto armado interno desatado por Sendero Luminoso supone otras preguntas: ¿Podrían sobrevenir sucesos más violentos de los que la historia del Perú ha registrado hasta el momento? ¿La historia podría advertir lo que está por venir? ¿Somos conscientes de lo que estamos creando? ¿Dónde están hoy aquellos que nos ofrecieron un amplio panorama de la realidad nacional? ¿Está vigente su análisis?  A diferencia de la gran mayoría de novelas sobre el conflicto armado interno, El nido de la tempestad no es un balance sino una antelación, una puesta en escena de las condiciones que lo hicieron posible. 

La novela de Yuri Vásquez se aproxima a la célebre novela de Mario Vargas Llosa por la pretensión de totalidad. La narración indaga en los intersticios de la vida cotidiana de los personajes, en sus grandezas y miserias materiales y psicológicas. Ninguno de los personajes es invulnerable a la mirada introspectiva del narrador omnisciente que acompaña la mayor parte de la historia. Muy aparte de su condición social, cultural o económica, el advenimiento de una tragedia individual, familiar y generacional compromete a toda la sociedad. Así como en Conversación en la Catedral, la decadencia moral de la clase política y de la burguesía tiene como correlato el ascenso del autoritarismo, en El nido de la tempestad la decadencia moral marcha paralelamente al incremento de la microviolencia diversificada en los resquicios más íntimos de la vida social. 

Las tribulaciones de Mauro Apaza evocan el abatimiento de Raskolnikov en Crimen y castigo, pero con diferencias que matizan al personaje. Apaza estudia Educación, tiene inquietudes intelectuales, pero no es un alumno brillante, más bien es algo limitado en sus lecturas; es muy cercano a su madre, vive en un cuarto próximo a su casa, pero su hermanastra Olga dista mucho de ser sacrificada como Dunia. Sin embargo, la penetración psicológica del narrador sobre Mauro es semejante al enfoque de la novela de Dostoievski sobre Raskolnikov, con el agregado que en El nido de la tempestad tal indagación se distribuye entre los tres principales protagonistas: Mauro, Mariela y Marco. Mientras el protagonista de Crimen y castigo vive acongojado por el peso de un crimen, Mauro lo está por la discriminación racial y el resto de exclusiones que la acompañan. A diferencia de Raskolnikov, el gran «crimen» de Apaza está por venir. 

La técnica narrativa empleada despliega una variedad de recursos que ayudan al desarrollo de la historia. Flashbacks no muy distantes en tiempo, sino casi inmediatos y situados en el mismo lugar; anticipaciones que complementan información sobre el pasado; diálogos telescópicos unidos por un mismo tema; enfoque narrativo múltiple: narrador personaje en primera persona, segunda persona, tercera persona omnisciente, extensos monólogos interiores, y narraciones paralelas distantes en tiempo y espacio que progresivamente confluyen en el presente. Frecuentemente combinados en una misma secuencia, constituyen recursos que intensifican el ritmo de la narración. 

La historia de la familia Velarde es narrada mediante una escritura que incorpora la oralidad característica del hablar loncco. Este relato atraviesa la trama principal, hilvanando el resto de historias de los tres personajes principales, y sirviendo como telón de fondo para comprender el soporte histórico de la violencia política. La tradición —que para conservarse invoca el autoritarismo y una identidad impermeable al contacto cultural— es presentada como el mayor discurso generador de violencia y el más difícil de remover del imaginario local, paradójicamente, muy arraigado en los sujetos más perjudicados por la exclusión. El vínculo de este relato con el resto de la novela radica en que la conservación del tradicional habitus colonial, en lo que atañe al trato dispensado entre la aristocracia y las clases más bajas permite que subsista una sociedad estamental como Arequipa donde el racismo se mantiene como el mecanismo de dominación más efectivo, configurando así un escenario propicio para la violencia que vendrá. 

Al respecto, es muy significativo que el nombre de los tres protagonistas principales comience con «M». Esto puede sugerir que, a pesar de sus diferencias (culturales, intelectuales, sociales, económicas, ideológicas) no hay posibilidad de que escapen al influjo de la violencia en algunas de sus manifestaciones: racismo, violación sexual o desadaptación social. O tal vez establece la marca de un destino fatal que inexorablemente se cumplirá, pues las condiciones están dadas para ello. Mauro, Mariela y Marco son individuos atormentados de distinto modo. En consecuencia, cada uno busca una manera diferente para resolver sus conflictos; no obstante, los tres adoptan decisiones radicales. 

Hacia los tramos finales, la caracterización de dos personajes me motiva ciertos reparos.  El giro de Mariela —firme, segura y bastante desenvuelta al inicio, sin mediar mucho tiempo aparece luego apocada, insegura y temerosa— no luce muy verosímil. Asimismo, la explicación de cómo Marco se fue convirtiendo en un forajido no resulta convincente sino más bien ingenua. En este pasaje, la seductora prosa del comienzo declina ante otra contrastantemente reiterativa y poco audaz. 

El nido de la tempestad exige una atenta y urgente lectura, puesto que actualiza y discute el canon de la novela de la violencia política. Yuri Vásquez ha logrado lo que Ribeyro, Vargas Llosa, Bryce y los narradores de la generación del 50 con Lima, pero en su primer intento: construir un universo novelístico sobre Arequipa trazando una genealogía de la violencia desde la Independencia hasta bien avanzada la República. Esta genealogía nos sugiere que la respuesta a la pregunta por las causas de la violencia política se halla en la microviolencia, en la violencia al menudeo, esa que contemplamos a diario cada vez más sin mayor asombro, y de la cual somos partícipes y a veces agentes. Y nos recuerda que la hipótesis de la violencia estructural no habría que descartarla tan pronto. 

Puntuación: 5 / Votos: 2

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *