Archivo por meses: octubre 2009

¿Quién juzga al Tribunal de la Tele?

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Sobre la independencia de los conductores de RBC y una desacertada pregunta

El último sábado, vi el programa que Ángel Ganoza y Mónica Cabrejos conducen en RBC: el Tribunal de la tele. La pregunta de la noche decía textualmente: “¿Le parece correcto que algunos conductores de TV utilicen sus programas para hacer apología a la homosexualidad?”. Interesante pregunta si es que se pretendía establecer el grado de rechazo que existe en nuestra sociedad frente al tema de homosexualidad con la finalidad de criticar dicha actitud aunque fuera mayoritaria. SIn embargo, tal como fueron analizados los resultados (18% – Sí / 82% – NO) solo sirvió para respaldar la posición que Ganoza (me cuesta pensar que Mónica Cabrejos también la sostenga) y por supuesto Ricardo Belmont asumen frente a la participación de homosexuales en los medios de comunicación. Ambos dijeron al final antes del cierre musical, que “el pueblo ha hablado, ha dado su veredicto, y ello lo deberían considerar muchos conductores…”, como si el criterio de la mayoría fuera suficiente para establecer una verdad, es decir, como si las mayorías estuvieran exentas de equivocarse. Este tipo de preguntas cerradas al televidente no deja espacio para analizar los matices o los problemas que contiene. Me recuerda a las descabelladas preguntas que se formulaban en La Ventana Indiscreta de Cecilia Valenzuela.

Buenas intenciones le sobran a Ángel Ganoza, pero no solo tiene que lidiar con las limitaciones propias de su impericia como conductor, sino con el afán intervencionista de Ricardo Belmont. Desde que Luis Alfonso Morey, primero, y Fernando Anchorena, segundo, dejaron RBC, al “hermanón” le cuesta convencerse de que el mayor obstáculo para el desarrollo de su canal es él mismo. No le bastó con forzar la salida de Hildebrandt, cuyo programa era el de mayor sintonía en RBC; no dudó en hacerlo para lucir disuesto ante el Congreso y servir como canal (en todos sentidos) para levantar la alicaída imagen de los parlamentarios (debería primero preocuparse por levantar la suya). Ahora que fue designado como reemplazo de Andrade en el congreso esta inquietud se ha revelado con mucha fuerza. En lugar de Hildebrandt, continúa conservando a los periodistas más leales (mejor dicho, más dóciles al pensamiento único errebecista) como Rafael Romero, encargado del análisis político.

Volvamos al punto anterior. La pregunta formulada al público televidente en ese programa del sábado es abiertamente discriminatoria y tendenciosa, además de que parte de un supuesto equivocado: la posibilidad de considerar incorrecta la apología a la homosexualidad supone también la posibilidad de considerar correcta o incorrecta la apología a la heterosexualidad. ¿Alguien en sus cabales podría preguntar si se considera correcto hacer apología a la muerte, injusticia, la envidia o el dolor; o incorrecto hacerla a la vida, solidaridad, justicia, felicidad o el amor?

La pregunta que alegremente leyó Ángel Ganoza a los televidentes ubica, según las definiciones académicas sobre apología, a la homosexualidad como una actividad censurable. La Real Academia nos ofrece, como siempre, definiciones neutrales y asépticas, usualmente desprovistas de ideología. Consigna para apología lo siguiente: “Discurso de palabra o por escrito, en defensa o alabanza de alguien o algo”. Hasta aquí no habría problema, en el sentido de que se podría hacer apología hacia causas nobles. El asunto es que tal apología tendría que estar enmarcada en un contexto adverso que la convierta en un acto controversial, es decir, si realizo una apología al amor, debo suponer que la situación que rodea tal apología considera al amor como un valor muy venido a menos. En otras palabras, se hace apología para defender o justificar una idea o a alguien (recordemos, sino, la Apología a Sócrates) que es controversial o que está en desventaja. Este es el sentido que le da el lenguaje jurídico al término “apología” al cual no desvincula de la noción de delito: “elogio o alabanza de hecho delictivo”; “(«defensa», «justificación») es un argumento generalmente escrito (aunque puede ser hablado), en el que se defiende, elogia o justifica a una persona, idea, acción o inacción que está usualmente bajo controversia y que es, o puede ser un delito. La aclaración formal de un problema, creencia u opinión”. Una causa noble o legítima no tendría necesidad de justificarse, puesto que es en sí misma un valor que no lesiona la integridad humana. Solo tendría que hacerlo siempre y cuando vea amenazada su existencia. En consecuencia, ¿es lógico asumir la posibilidad de considerar incorrecta la homosexualidad o la heterosexualidad? ¿Es incorrecto un terremoto, un tsunami o una gripe?

La miseria periodística de un conductor fanatizado

Es frecuente que aquellos que enarbolan ideales nobles y los defiendan con entusiasmo transiten con facilidad hacia el lado oscuro. La línea divisoria entre el idealista y el fanático es muy tenue. Esto se agrava en la medida que estos individuos actúan convencidos de que lo que guía sus actos tiene como finalidad el bien común, es decir, que lo hacen por el bienestar del grupo. Ángel Ganoza está absolutamente convencido de que él encarna la cruzada moralista contra la TV basura; por ello, no duda en utilizar los mismos recursos repudiables que censura cuando critica a Magaly Medina. Señalar esto no significa estar a favor de esta periodista a la que, ciertamente, no se puede justificar en ninguna circunstancia; significa establecer lo contradictorio de una actitud que termina cometiendo lo mismo que critica. En su cruzada contra la TV basura, Ángel Ganoza ha sido partícipe de la misma al exhibir y exponer a su co-conductora a una situación incómoda. Observen Uds. como es que Mónica Cabrejos de una manera cordial y prudente le sugiere no propalar un video que podría comprometerla con una denuncia legal. A pesar de ello y en aras, nuevamente, de “lo que le gusta a la gente” Ganoza propaló el video. Muchas veces oí tanto de él como de Belmont que no les importaban las mediciones, sino la calidad de programas que producían. El argumento de que el gusto general manda fue muchas veces rebatido en sus intervenciones. A ello se agrega la ofensiva falta de solidaridad para con una compañera de trabajo, de quien es obvio que cometió una imprudencia al anunciar anteladamente que tenía un video con imágenes de otro personaje de la TV que levantarían escándalo (nuevamente, asumen que será un éxito escandaloso porque son fotografías de un joven con amistades gay). A mi parecer, Ganoza aprovechó la oportunidad para forzar la salida de la Cabrejos quien tiene más dominio de escena y quien le venía quitando protagonismo (no faltaban momentos tensos en los que se notaban abiertas discrepancias entre ambos). Rectificarse públicamente, no es cobardía ni falta de convicción, señor Ganoza, es un acto que enaltece a una persona y Ud. muchas veces lo ha exigido de Magaly. ¿Por qué no facilitó la rectificación de su co-conductora? ¿Por qué contra la voluntad de ella y Ud. propaló el video y forzó su retiro del programa? ¿Lo hizo realmente porque la gente lo pedía (algo que siempre criticó) o para deshacerse de la Cabrejos? ¿Por qué no pregunta a los televidentes si prefieren que vuelve Ok tv o que se quede RBC? ¿También propondrá que Belmont abandone el canal porque la gente así lo quiere? Solo Ud. lo sabe.

En fin, se trata de una más de las fallidas intervenciones de Ángel Ganoza en la cual se nota la injerencia de Ricardo Belmont, quien hace mucho debería dar un paso al costado si es que se da cuenta que él es el mayor obstáculo para el despegue de su canal. Sin embargo, resulta comprensible que periodistas como Rafael Romero y conductores como Ángel Ganoza laboren con él: la gente se junta por afinidad.

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Incursión culinaria #1

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Este fin de semana salí a comer y ya que nuestra comida peruana es cada vez más reconocida por propios y extraños, pensé en fotografiar los platos que me han dejado satisfecho al punto de que vuelvo constantemente, tal como tal vez a Uds. les sucede cuando hallan algún “huequito”. Alguna vez Carlos Cacho dijo algo inteligente: “en el Perú, con 5 lucas se come bien en cualquier huarique”. Por ello, recomiendo ir a estos restaurantes. En adelante, comprometo a publicar más fotos tanto de los sitios recomendables como de los que sugeriría no ir nunca (los cuales son muchos). Estas fotos son muy artesanales, nada artísticas, solo pretenden retratar la inmediatez del momento.

Parrillada Presidente: chuleta de cerdo, filete de res y pechuga de pollo a la parrilla. Viene acompañada de una porción abundante de papas fritas y otro plato igualmente abundante en de ensalada. Esquina de la cuadra 14 de la Av. Arenales – Lince. (Grato descubrimiento de salida dominguera)

Combinado de cebiche y arroz con mariscos. Deliciosa combinación que puede ser bien acompañada por una Inka Kola helada. Restaurant “A lo macho”, esquina de Av. La Mar con Universitaria – San Miguel. (todos los domingos me apunto con el mismo plato con la Inca Kola de rigor)

Jugo de fresa con leche.Restaurant “Benny´s”. Frente al Hospital Rebagliatti. (No tiene nada que envidiarle a Frutix).


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La muerte de un artista

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La muerte de un artista suele ser motivo para rendirle un merecido homenaje. En lo que va del año, sobran motivos para escribir semblanzas sobre aquellos personajes que han llenado parte de nuestras vidas con lo mejor que supieron hacer: mostrarse tal como son a través de su arte. A medida que avanza este año, la lista de celebridades que son objeto de un homenaje póstumo, que da cuenta de su trayectoria, va en aumento. Dependiendo del momento y del lugar donde los sorprendió la muerte, la cobertura establece jerarquías, discrimina y selecciona el interés de la opinión pública acerca de tal o cual personaje.

No es lo mismo que Farrah Fawcett partiera de este mundo luciendo su blonda cabellera de Ángel de Charlie en los 80’s que ahora a finales de la primera década del siglo XXI víctima de cáncer; que Michael Jackson mientras luchaba por recuperar el brillo de su carrera, con el rostro cayéndosele a pedazos, a diferencia de hace 25 años cuando todo el mundo se rendía ante su paso lunar; que Patrick Swayze cantando y bailando en Dirty dancing o interpretando al nostálgico fantasma enamorado en Ghost, en contraste con el hombre que hasta hace unas semanas luchaba contra el cáncer al mismo tiempo que sacaba fuerzas para seguir actuando en la serie The Beast; de un Mario Benedetti, a quien la muerte llamó en el ocaso de su vida y no cuando escribía versos sinceros y transparentes al amor, a las mujeres y a la vida misma en la flor de juventud madura; de Alicia Delgado, cuyo asesinato no hubiera cubierto tantas primeras planas en la prensa si hubiera tenido lugar cuando era una modesta empleada doméstica y no la Princesa del folklore que se ganó la admiración de tanta gente; de Marco Antonio, un discreto estilista de belleza convertido en exitoso empresario, también asesinado cuando disfrutaba de la fama y el glamour de las celebridades que lo rodeaban; que una Mercedes Sosa en el apogeo de la nueva canción latinoamericana, exilida, perseguida política, que décadas después cuando la canción protesta no le dice mucho o muy poco a las nuevas generaciones. La semana pasada le tocó el turno Arturo “Zambo” Cavero, cuya muerte despertó del letargo a los seguidores de la música criolla peruana. Tal cual parece, la muerte imprime a la fama un aura particular, ya que la desaparición de un artista en la cúspide de su carrera, lo eterniza para la posteridad, o tal vez, devuelve el protagonismo a una figura olvidada. A veces, la muerte retorna la fama perdida a un ser entrañable, quien, a pesar de su decadencia, siempre ocupará un lugar especial en el corazón del pueblo.

Recuerdo que para un partido entre Perú y Argentina en Lima por las eliminatorias para el mundial de EEUU, César Luis Menotti, el recordado “filósofo del fútbol” que dirigiera a la selección argentina campeona del mundo en 1978, llegó a nuestra ciudad para comentar este encuentro. El marco era espectacular; como siempre la sufrida hinchada peruana colmó las graderías del Estadio Nacional. Durante la previa, Óscar Avilés y el Zambo Cavero, guitarra y cajón respectivamente, deleitaron a la afición con canciones interpretadas con mucho sentimientos, las cuales nos convencían de que ser peruano es motivo de orgullo.

Perú y Argentina empataron sin hacerse daño en un partido marcado por la apatía entre ambos seleccionados. Del lado peruano, no se entendía cómo esa energía que el maestro Avilés y el Zambo Cavero transmitieron a todos los presente, se esfumó en cuanto dejaron el seleccionado dejó de oírla durante el juego. Curiosas circunstancias las de la semana pasada: Argentina y Perú vuelven a encontrarse, pero esta vez en Buenos Aires después de los sentidos fallecimientos del Zambo Cavero y de la Negra Sosa, dos iconos de la música popular en sus países. Al final del partido, Menotti subrayó que lo mejor del encuentro fue la presentación de Avilés y el Zambo Cavero.

El año pasado, navegando por Internet, encontré un video en Youtube en el que Homero del Perú interpretaba el conocido vals de Augusto Polo Campos, “Cada domingo a las doce”. Se trataba de una interpretación muy emotiva y singular de este cantante peruano quien posee un dominio de escena impecable, acompañado de un potente registro vocal, cualidades ante las cuales difícilmente puede sustraerse un auditorio. El video data de 1997 y fue realizado en los estudios del desaparecido programa “Mediodía criollo” en cuya primera etapa era conducido por Ellen Burhum, cantante peruana de ascendencia alemana. Luego de verlo una y otra vez, leí los comentarios y uno de ellos destacaba las cualidades vocales e interpretativas de Homero, pero, a su modo de ver, le parecía mejor la versión del Zambo Cavero porque aunque este no se movía ni poseía el desenvolvimiento escénico de Homero, su voz era más sentida y cadenciosa.

Participar brevemente en este debate virtual en favor de la absoluta libertad de interpretación fue mi más cercana aproximación a la obra del Zambo Cavero. Anteriormente, todos los peruanos fuimos testigos del aprecio que el presidente García sentía por el cantante criollo cuando lo invitó a formar parte de su estrategia de campaña a la presidencia en las dos últimas elecciones. Sin embargo, el Zambo supo mantenerse prudentemente distante de la política, lo suficiente como mantener una buena amistad con el actual presidente.

Cuando muere un hombre, parte de la humanidad muere con él, sobre todo cuando su imagen concentró la admiración de varias generaciones. Condolerse por el sufrimiento ajena es un signo de humanidad, porque, de esa manera, damos fe de que somos capaces de experimentar lo que siente el otro, es decir, de que hay algo de nosotros en él y viceversa. Prueba de ello ha sido la gran cantidad de personas que espontáneamente asistieron a los homenajes y que siguieron el cortejo fúnebre que conducía los restos del gran Arturo “Zambo” Cavero. Las intensidad de las emociones que despierta en la sociedad la muerte de un artista es un signo del reconocimiento de nuestra dignidad como seres humanos; lo contrario, la indiferencia, no es más que inhumanidad. Todos aquellos que ya no están también se llevaron algo de nosotros, pero después de su partida y al recordarlos, nos dieron la oportunidad de reconocernos en nuestros semejantes. Grande o pequeño, famoso u olvidado, la muerte de un artista siempre será una gran pérdida.

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¿Qué premia realmente el Nobel de Literatura?

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Cuando la ceguera es síntoma de distinción.

Mario Vargas Llosa señaló en diversas oportunidades que no haber obtenido el Premio Nobel de Literatura era para él una distinción, puesto que se sentía “muy bien acompañado” por aquellas grandes figuras de la literatura mundial que, muchos no nos explicamos por qué, no fueron distinguidos con este premio por la Academia Sueca. Vargas Llosa se refería a escritores como Tolstoi, Marcel Proust o Borges, a quienes ningún crítico literario podría mezquinarles algún elogio y que, de estar vivos, no necesitarían justificar ante ninguna instancia académica el merecimiento de algún galardón; más bien quienes los ignoraran deberían justificarse ante la historia por tamaño descuido. Esta ha sido una de las críticas más reiteradas contra la Academia Sueca que, año tras año, emite un veredicto que tiene el poder de consolidar la carrera de un escritor hasta ese momento desconocido, convertirlo en best seller y sacarlo del anonimato y otorgarle un protagonismo planetario que lo eleva por encima de la victoria moral que ha significado dedicarse a un oficio tan errático como el de ser escritor.

Año tras año, durante las semanas previas al anuncio, la crítica especializada baraja a algunos posibles candidatos, en cuyas listas casi siempre figuran escritores que la crítica considera imprescindibles por su calidad literaria, pero que, a menudo, son ignorados por completo por la Academia Sueca. Esto sucede porque los patrones en los que se basa esta institución son diametralmente opuestos a los de la crítica. El Premio Nobel, en todas sus categorías, es un premio humanístico que pretende galardonar, en primer lugar, la trayectoria vital de un individuo quien, desde su especialidad, haya aportado al beneficio de la humanidad. Es decir, lo singular de cada producción intelectual no es tan importante como el conjunto de ella, aunado a la figura que como intelectual posee el posible candidato: reconocimiento de su comunidad, ascedencia sobre la opinión pública y, aunque no quieran reconocerlo, filiación política. En las ciencias físicas y químicas, por supuesto que es muy importante el descubrimiento y los aportes a la humanidad, tanto como el individuo que hace posible su realización; sin embargo, en una disciplina artística como la Literatura, lo que ha sucedido en las últimas décadas es que aquellos que tienen a su cargo la elección del premio que para muchos equivale a elegir al mejor escritor del mundo han antepuesto las cualidades personales del candidato a los merecimientos estrictamente literarios vinculados con su obra. Tal es así que cuando la crítica señala que el próximo Nobel de Literatura debería ser otorgado a un escritor como Mario Vargas Llosa, la Academia Sueca decide otorgarlo a otro escritor que fuera de su comunidad o del circuito europeo es un completo desconocido, pero, luego del premio, es asediado por megacorporaciones editoriales que pondrán en circulación su obra por todos los rincones más rentables del planeta.

Un escritor como Mario Vargas Llosa no tiene nada que demostrarle a ningún crítico o institución académica mundial. Es más, si los miembros de la Academia Sueca consideran que aún no lo merece porque le falta una obra maestra, pues se equivocan rotundamente: ¿Cuál fue la obra maestra de Gabriela Mistral? ¿Qué vieron literariamente hablando en Orhan Pamuk, Imre Kertezs o Herta Müller por mencionar a algunos ejemplos, que no estuviera presente en las novelas del escritor peruano? Alfredo Bryce Echenique cuenta que una vez tuvo la oportunidad de conversar con uno de los integrantes de la Academia Sueca en quienes recae la responsabilidad de elegir al Nobel de Literatura. Conversaron acerca de la vida y obra de Julio Cortázar ante lo cual el distinguido académico no dudo en agendar dicho nombre para evaluar la posibilidad de premiarlo al año siguiente. Bryce tuvo que señalarle en ese instante que el autor de Rayuela había fallecido hacía y algunos años. Esto motivo una jocosa reflexión en Bryce: ¿cómo unos señores que habitan en un país que muchos desconocen y que hablan un idioma poco conocido en el mundo pueden estar encargados de elegir a un escritor que después será conocido por todo el mundo?

En lo literario, estoy más que seguro, no vieron nada que no mereciera ser distinguido; lo que sucede es que al momento de valorar a Vargas Llosa pesa más el ensayista político-cultural que quincenalmente publica en El País de España, que el célebre novelista autor de La casa verde, Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo o La fiesta del chivo. Lo cual no es totalmente injusto, ya que Vargas Llosa conserva gran parte de su actualidad y vigencia a través de sus columnas de opinión. (No en vano, bastó un artículo suyo para pulverizar la opinión del ministro de Defensa del Perú, Ántero Florez-Araoz, quien sostenía que los museos no eran útiles y obligar al actual gobierno aprista a retroceder sobre su negativa a implementar el Museo de la Memoria). También es cierto que Vargas Llosa suele incurrir en exabruptos imperdonables para un intelectual de su talla. Llamar a Evo Morales “ardilla trepadora” o burlarse de su peinado tipo “fraile campanero” seguramente fueron frases que, traducidas al ignoto sueco, chirriaban de tal manera en las mentes de los ilustres académicos nórdicos que los obligaba a pensar más de dos veces la posibilidad de otorgarle el Nobel de Literatura. A ello se agrega la lamentable postura asumida por Vargas Llosa luego de la invasión a Irak por parte de EEUU y Gran Bretaña. Desde su perspectiva, la invasión militar se justificaba porque derrocarían a un tirano como Sadam Hussein y, en consecuencia, de la ocupación militar surgiría la democracia. Hoy sabemos que esa no fue la premisa que guió el accionar de las tropas de ocupación y que llevar la democracia tampoco estuvo en su lista de prioridades.

Particularmente, considero que este fue un hecho que le restó puntos para la mirada progresista de la Academia Sueca que suele estimar mucho el reconocimiento que un intelectual tiene en su nación (después de que perdió las elecciones en el 90, Vargas Llosa criticó abiertamente al sector de la población que le negó el voto y cuando Fujimori dio un autogolpe de Estado, no dudo en exigir un bloqueo económico contra el Perú) y el lugar que ocupa en el concierto político-cultural mundial. A Vargas Llosa, muchas veces, injustamente, se le identifica con la derecha más reaccionaria o con el neoliberalismo capitalista más salvaje, cuando en realidad, se trata de un intelectual más fiel a sus convicciones éticas que a las ideológicas. Prueba de ello es que cuando muchos conservadores en el Perú esperaban apoyarse en él para denostar el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, Vargas Llosa sorprendió a propios y extraños brindando su adhesión al informe la necesidad de su difusión.

¿Le quita el sueño a Vargas Llosa el Premio Nobel de Literatura? Él dice que no, pero a todos los que admiramos su trayectoria literaria, muy aparte de los yerros o aciertos como político, nos complacería tanto como el Oso de Oro de la Berlinale a La teta asustada, la Copa Sudamericana a Cienciano o la medalla de plata en Seúl para nuestro vóley, que por fin, la Academia Sueca haga justicia no solo con distinguir a Vargas Llosa, sino con premiar a la literatura peruana en su nombre, ya que, cuando se lo den a Mario, en realidad, se lo estarán dando a Arguedas, Ciro Alegría, Scorza, Ribeyro, Vallejo, Chocano, etc. De lo contrario, Mario puede sentirse muy bien acompañado por ellos.
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Adiós a Mercedes Sosa

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“Cuando tenga la tierra, la tendrán los maestros, los hacheros, los obreros…”

La primera vez que la oí tenía 11 años y no entendía qué le veían de interesante los cientos de asistentes a su concierto. La nueva canción latinoamericana no me decía nada aún. Tuve que esperar un par de años más para comprender a cabalidad lo que aquella generación de cantautores latinoamericanos deseaba transmitir con sus melodías y letras. “Gracias a la vida”, “Volver a los 17”, “Estrella azul”, “Alfonsina y el mar”, “Qué será, qué sera”, “Cuando tenga la tierra” y tantas otras canciones de la Negra entrañable fueron ocupando viejas cintas que acomodaba en los cajones de mi mesa de noche. La calidad del sonido era lo de menos, lo más importante era disfrutar de la canción y de las emociones que suscitaban en ese momento.

“Volver a los 17” fue una canción que particularme me marcó, toda vez que se trata de una edad en la que uno está seguro de que el mundo le pertenece, que tiene toda vida por delante y que nada es imposible. Después de muchos años, vuelvo a oírla por completo (son bastantes estrofas) en las voces de Mercedes y Milton Nascimento. Mis primeros acordes los aprendía al son de Silvio, Pablo y Mercedes con “Estrella azul”.

Sin embargo, siempre me pregunté por qué Mercedes nunca se animó a componer temas propios y por qué se dedicaba a interpretar, eso sí con un sello muy personal, los temas de otros cantantes o autores a los que peremnizó e incluso prolongó su vigencia: Chico Buarque, Charly García, Fito Páez, León Gieco, Joaquín Sabina, Milton Nascimento y tantos otros compartieron sus temas y escenarios con esta mujer que se convirtió en un símbolo de la nueva canción latinoamericana.

Cuando aún no disfrutábamos de las ventajas del youtube o de las descargas gratuitas de música y hallar un original era una proeza y más todavía comprarlo, muchos nos conformábamos con intercambiar cintas y regrabar hasta donde el casete diera. Tengo impreso en mi memoria, aunque solo lo oí mas no lo vi, el concierto de “Silvio y Pablo en Argentina” donde también participara Mercedes; luego, otro gran concierto, el de Quito, “Todas las voces, todas” donde interpretó el tema que Chabuca Granda compuso al Puente de los Suspiros de Barranco. Era yo muy joven, pero muchos me hablaron del SICLA en 1986 al que vinieron Silvio y Pablo, allí también estuvo la Negra.

Al igual que muchos artistas que no se alinearon y que desde su arte combatieron las dictaduras, Mercedes se exilió en Europa luego de que en un concierto en La Plata fuera detenida en 1978 lo mismo que los asistentes. Volvería a la Argentina en 1982 después de que el gobierno militar cediera el paso a un gobierno civil.

Los 80 fueron una extensión de los 70, pero lo 90´s ya eran otra época. Las nuevas generaciones desconfiaban de las utopías y de los cambios sociales; la canción protesta no tenía la misma cantidad de seguidores que en antaño, pero ello no desanimó a Mercedes quien en esta década anónima obtuvo la consagración mundial. Andrea Bocelli, Luciano Pavarotti, Shakira, Sting, Tania Libertad, entre muchos más invitaron a Mercedes a grabar temas o compartir escenarios.

Estoy convencido de que cuando desaparece un hombre también desaparece con él una parte de todos los hombres. Y esto es más nítido cuando se trata de una persona que formó parte de una época y que concentró la admiración de varias generaciones en momentos muy críticos para su sociedad. En este año, nos han dejado grandes y pequeñas celebridades, seres humanos al final, a los que se une Mercedes. La muerte no distingue galardones ni hace jerarquías, pero coloca en la historia, en un lugar muy especial a quienes desde su arte entregaron todo por un ideal de cambio, a pesar de que las circunstancias no fueran las más propicias.

Vive por siempre, Mercedes, en tus canciones y en nuestra memoria.

SOLO LE PIDO A DIOS. MERCEDES SOSA Y LEÓN GIECO

TODO CAMBIA

CUANDO TENGA LA TIERRA – CONCIERTO EN MANAGUA, NICARAGUA

QUÉ SERÁ, QUÉ SERÁ. MERCEDES SOSA Y JULIA ZENKO

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