Archivo por meses: enero 2009

Los intelectuales de izquierda frente al poder mediático

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La izquierda en la era del karaoke
Fondo de Cultura Económica, 1997

Norberto Bobbio / Giancarlo Bossetti / Gianni Vattimo

¿Qué función pueden cumplir los intelectuales en una sociedad cuya agenda política está orientada por los medios de comunicación? Tal como lo exponen Bobbio, Bossetti y Vattimo, los intelectuales, en especial los de izquierda, deben replantear su actuación en una sociedad dominada por las tecnologías de información. Esta discusión cobra actualidad en contextos como el peruano donde hemos pasado de la intervención estatal de los medios de comunicación, durante el gobierno militar de Velazco, a la compra de sus líneas periodísticas, a través de Montesinos y compañía, hasta la entrega voluntaria —y, por supuesto, vergonzosa— de la mayoría de medios periodísticos a la causa del oficialismo. A diferencia del fujimorato que los compró, ahora muchos periodistas y medios de comunicación prefieren sacar ventaja del poder allanándose a toda propuesta proveniente del Ejecutivo. En contraste, son muy pocos los medios que mantienen una postura crítica y, claro está, pocas las voces disidentes que logran persuadir a la opinión pública de que, parafraseando Hamlet, “algo se pudre en Dinamarca”.

En la introducción, Bossetti comenta algunas ideas de Umberto Eco respecto a los medios de comunicación. Según el semiólogo italiano, una política cultural prudente sería aquella que encuentre un equilibrio entre la información visual y escrita. La televisión debería enseñar al televidente a que no sea dependiente de ella, a que esté alerta, a que ponga en práctica su juicio crítico y a formarse una opinión sobre la base de información diversa (y no monocorde como parece que es la tendencia mundial de las megacorporaciones de telecomunicaciones, las cuales adquieren varios tipos de medios, pero que mantienen una misma línea, lo que perjudica la variedad informativa).

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La canción social latinoamericana – La nueva trova cubana

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Los años 60 y 70 fueron de gran agitación política y social en el mundo, en general, y en América Latina, en particular. La Revolución Cubana; la matanza de estudiantes en la Plaza de Tlatelolco, México; las dictaduras militares latinoamericanas, muchas de ellas solventadas por los EEUU en su lucha contra la expansión del comunismo en Latinoamérica; la elección de Salvador Allende -que rompió la tesis de que la izquierdo solo podría tomar el poder por el fusil- y el posterior golpe de estado del general Pinochet; además del mayo francés del 68; el movimiento hippie y las marchas en San Francisco y Washington contra la guerra de Vietnam son todos ellos algunos de los acontecimientos más significativos de aquellas décadas.

En este contexto, se forjó en nuestro continente un género musical denominado como canción testimonial, canción revolucionaria o nueva canción latinoamericana. Este movimiento musical se vio reforzado por la impronta de la Revolución Cubana y de las diferentes luchas sociales que tenían lugar en las naciones latinoamericanas, cuyos gobiernos atravesaban una creciente crisis económica. Este género musical se desarrolló como una manifestación dentro de un marco mayor de propuestas artísticas como la literatura, la pintura y las artes plásticas. Especial relevancia tuvo en Cuba el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos)conformado durante los primeros años de la Revolución por músicos de primer nivel con el objetivo de investigar en el ámbito artístico musical y la creación de música para documentales y películas. De esta manera, se pretendía relanzar la música cubana fuera de los criterios del mercado (aunque también es cierto que funcionó como un órgano al servicio del castrismo, puesto que sus miembros difìcilmente pudieron formular alguna crítica al régimen). Noel Nicola, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez son algunas de las figuras más notables de este proyecto musical que a la postre, dio origen a la nueva trova cubana.

Cuando digo que pretendían relanzar la música cubana al mundo me refiero a que se quería tomar distancia de aquellos géneros que desde el mercado y de la cultura de masas se tomaban como tradicionalmente cubanos,tales como el guaguanco, la guaracha, la salsa, el son, el cha cha cha y otros géneros musicales considerados contrarrevolucionarios, ya que solían ejecutarse en los clubes nocturnos más célebres de La Habana como el Tropicana, que a parte de otros centros nocturnos, fueron calificados como símbolos de la decadencia moral y corrupción social. Esta censura a ciertos géneros musicales se extendió también a los intérpretes y agrupaciones cubanas que desde el extranjero no apoyaron la Revolución: Olga Guillot, Gloria Stefan y la finada Celia Cruz figuran entre las cantantes que en el exilio consolidaron sus carreras, pero abiertamente censuradas por el régimen castrista en la isla. Por todo ello, no sería exagerado afirmar que el ICAIC y el Grupo de Experimentación Sonora (GESI) formaron parte de un proyecto político que utilizó el arte musical como vehículo para difundir los ideales de la revolución.

Sin embargo, de esto último no debe seguirse que todas las composiciones del GESI apuntaron a convertirse en panfletos musicales de la Revolución. Lo que sucedió es que estos compositores viajaban auspiciados por el Gobierno cubano a diversos eventos en el mundo, sobre todo en los países de Europa Oriental, donde participaban en festivales organizados por universidades, sindicatos, gremios laborales, centros estudiantiles, etc., en los que estos músicos cubanos podían expresar con “libertad” sus creaciones. Dudo mucho que alguien como Silvio Rodríguez o Pablo Milanés hayan creado temas por encargo, más bien me parece que, más allá que estemos de acuerdo o no con su postura política, sus creaciones son valiosas, además de las virtudes musicales, porque se nota en ellas una real convicción por lo que creían (o que siguen creyendo).

En este contexto, la nueva trova cubana se convirtió en un movimiento musical con una propuesta artística y política que tomaría impulso a la luz de los acontecimiento sociales que sacudían a América Latina por aquellos años.(Un fenómeno análogo sucedía en los Estados Unidos con Bob Dylan y Joan Báez por mencionar dos nombres notables dentro de una gama mayor de artistas que dieron nuevo aliento a la musica folk). Si bien mantuvo la esencia de la trova cubana de fines del siglo XIX, la nueva trova cubana se enriqueció con los aportes de la música contemporánea como el jazz, el feeling, así como de la música popular. Esto demuestra que los músicos del GESI no apelaron en ningún momento a reinvindicaciones nacionalistas que desdeñaran aquello que se hacía fuera de la isla, incluso en los países donde el capitalismo dictaminara la valoración de la cultura de masas.

Los ecos de la nueva trova cubana se dejaron sentir en toda Latinoamérica, pero en Chile y Argentina hubo una recepción muy especial debido a la situación política que atravesaban ambos países: dictaduras militares, represión, crisis económica y un creciente rechazo de los sectores populares contra la política exterior estadounidense. Fuera de la isla, algunos músicos que cultivaron la nueva trova o géneros afines fueron perseguidos y/o exiliados (Víctor Jara fue torturado y asesinado en el Estadio Nacional de Chile durante los primeros días de la dictadura pinochetista). Los contenidos de las canciones adquirieron cada vez más un tono contestatario y testimonial y sirvieron para demostrar el rechazo que determinado sector de la sociedad sentía frente a la represión social. A pesar de esto, y salvando las características particulares de los compositores, en la mayoría de casos no se sacrificaba el gusto estético ante la protesta radical, algo que para muchos creadores es una conciliación difícil de realizar: era posible protestar y cantarle al amor de pareja, de hijo, de padres, a la patria y en fin, a cualquier tema sin renunciar a la estética.

Más de 30 años después de la formación de la nueva trova cubana y 50 de la Revolución, mucha agua ha corrido bajo el puente. A Silvio y Pablo le han sucedido tres generaciones de trovadores cubanos cada uno con su estilo particular. Se habló durante algún tiempo de la novísima y de la novisisíma trova. Entre ellos destacan, a mi gusto, Carlos Varela, Alejandro Filio y Liuba María Hebia entre otros.

Desde la perspectiva de un seguidor de la trova como este blogger, también muchas cosas han cambiado sobre todo respecto a la manera de obtener los álbumes de alguno de estos compositores. Recuerdo que a principios de los 90 en Arequipa solo existían dos discotiendas que importaban muy de vez en cuando algunas cintas y otras muy escasas algun CD de Silvio o Pablo. Abundaban sí cintas copiadas de muy mala calidad que pero que en algo suplían la ausencia del original. Fue gracias a una amiga que viajo a Santiago el año 93 que pudo obtener tres cintas originales de Silvio Rodríguez. También recuerdo que otro amigo, metalero él, me vendió a un precio de regalo 6 cintas originales de Silvio Rodríguez de lo cual creo ahora se arrepiente! Encontrar amigos que compartieran la misma afición era algo muy casual: formaban círculos muy cerrados y solo cuando compartíamos alguna velada musical tocando guitarra se traslucían las preferencias musicales de cada quien. Ahora la trova no es un género que digamos de culto, sino más bien, masivo; basta con un click para bajar toda la música que se quiera. Sin embargo, creo que la experiencia de buscar no siempre con la expectativa de éxito, un libro o un álbum, encontrarlo, escucharlo o leerlo mil veces, jamás podrá ser reemplazado por la facilidad que nos brinda la tecnología actual.

“Aunque no esté de moda…” la nostalgia queda…

Aquí los dejo con algunos videos que encontré

Para el pueblo lo que es del pueblo

Yo pisaré las calles nuevamente

Flor de retama

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