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Soy un mestizo, por Manuel Piqueras

Conjunto escultorico La Patria, Manuel Piqueras CotolíPensamiento poético
El punto de visión de Libro de Emmanuel es la contemplación de lo bello como consumación de la libertad. Significa que el juicio del gusto es opuesto al juicio lógico, que la lógica del corazón es contraria a la lógica calculadora, la contemplación de lo bello es siempre personal y no universal. Desde René Descartes, Blas Pascal e Immanuel Kant en los siglos XVII y XVIII hasta Martin Heidegger, Walter Benjamin y Hannah Arendt en el siglo XX, cuando se pretende demostrar por el juicio lógico que una obra del gran arte es bella, “soy ciego y sordo”. No existe en la lógica racional calculadora posibilidad alguna de demostrar nada sobre la obra de arte que surge de la lógica del corazón, es interior y es invisible, gratuita e inútil.
Recojo en estas páginas intuiciones que se hallan en un recorrido de más de dos décadas en mis libros: Lectura del siglo XX: tiempo de tragedia y esperanza (1999), La edad de la utopía (2001), Solidaridad frente a homicidio: ensayos sobre la no violencia militante en el siglo veintiuno (2003), Las paradojas de la soledad (2012), y en mis artículos: “En busca de la tierra de padre” (2004) y “Hablar de Dios desde las Indias y las Américas” (2008). Así también, el pensamiento y la acción antecedente y precedente, que se transparentan en mis textos, contra la violencia extrema como siniestra producción cultural humana.
Las guerras internacionales y civiles, los campos de concentración y exterminio de inocentes dejaron orfandad en mis ancestros e hirieron desde el alma a mi propia familia. Este horror de la violencia puede regresar en una nueva y aún desconocida edad.
La contemplación de lo bello como condición sine qua non de la libertad existencial por la paz auténtica se manifiesta en la historia y filosofía del arte, como una exploración en lo más hondo y bello de la tragedia de la condición humana que no se desliga de la esperanza. Constituye el significado y el significante de estas páginas. Soy un peregrino en busca del significado de los insignificantes.
Ancestros hispanos, andinos y universales
En tiempo de crisis, a horcajadas entre la historia personal y la circunstancia histórica, mis fuentes culturales familiares (excepcionales) −paternas y maternas− (Piqueras Luna), generacionales (La generación de 1968) e históricas (el advenimiento de una y aún desconocida edad en el cambio de milenio, la Iglesia y la sociedad contemporánea que se debaten entre la felicidad y la redención, y su contrario, etcétera) se vuelcan en la remembranza, el despertar y la vigilia, intrínsecos a mi vida y obra, nutrida de la memoria viva.
Bebiendo del pozo de los ancestros y descendientes en la Tierra del llanto, de la que surge la risa y en la que el cielo se abre, encuentro en vivos y muertos una voz que clama desde las paradojas de la soledad, una pasión intelectual y vital donde la cultura como producción humana adquiere una altura que es su principio y fundamento. Estamos ante una autoficción personal, familiar, generacional e histórica.
Paradigmas culturales: la trascendencia de sus obras
¿Qué es cultura en su sentido integral? El gran arte arquitectónico y escultórico del Pabellón del Perú en Sevilla, obra genial de Manuel Piqueras Cotolí, mi abuelo paterno. El artificio científico técnico del reservorio que surgió de la irrigación del Hornito en el Valle de Jequetepeque, obra del talento de Roberto Luna Vargas, mi bisabuelo materno. La gastronomía en la ciudad de Nueva York que se extiende a todo el mundo hispano en USA, obra del chef y artista, Emmanuel Piqueras Villarán, mi hijo, quien se desgajó de esta tierra y se vio arrastrado a una región extraña. Pensadores y científicos, narradores y poetas entre nuestros sucesores y vínculos familiares. En busca de la tierra del padre y de la tierra del hijo, hispana y andina, provinciana y universal, rescato desde el pensamiento poético un tesoro de sabiduría. Libro de Emmanuel, tensión existencial entre Lima y Pakatnamu, entre el Perú y el mundo, se revela en su espíritu más íntimo.
Manuel Piqueras, Libro de Emmanuel, en proceso de publicación. Corrección Carmen Ollé. Lima: 2016

Mi voto, por Jorge Secada

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Pensamiento y acción que comparto con Jorge Secada, peruano, doctor en Filosofía, profesor de la Universidad de Virginia, USA.

“No necesito repetir las razones por las que considero que quien sea heredero político de Alberto Fujimori no debe ser nunca presidente del Perú.

Keiko Fujimori tiene el lugar que tiene porque es su hija y porque es y ha sido su representante política. Si realmente asumiera los crímenes de su padre, pediría perdón y se alejaría de la luz pública. Por ella o por quien de alguna manera represente a su padre, no votaré jamás.

Tampoco puedo votar por quien ve la presidencia del Perú como un asunto de gestión empresarial, por quien cree que el desarrollo de mi patria es cuestión de crear un gran mercado capitalista, libre y equitativo pero mercado al fin. No votaré por quien en algún momento prefirió ignorar los crímenes de Fujimori antes que darle una oportunidad, riesgosa pero en su momento real, a nuestra historia, y ahora ofrece sacha kambio para continuar administrando un Estado excluyente.

Por todo eso no votaré por Kuczynski. No tengo razones para pensar que no es un hombre honesto con buenas intenciones. Pero para ser mi presidente no basta con tener experiencia en gestión pública. Y para mi país quiero mucho más que lo que ofrecen sus buenas intenciones.

Cuando veo las propuestas de PPK sobre educación, veo énfasis en inversión y tecnología, pero veo también falta de imaginación y coraje. Coraje para enfrentar el legado de Alberto Fujimori, un legado mercantilista de horror y espanto, un cáncer que está destruyendo todas nuestras universidades. Y falta de imaginación para reconocer que lo mucho que hemos mejorado en los colegios no basta para tener una educación que combine excelencia con verdadera inclusión.

Mi voto será para quien le hable a las múltiples sangres del Perú, para quien quiera refundar nuestro Estado y crear una patria grande en donde todos los peruanos tengan voz e igualdad de oportunidades y de derechos efectivos. Y eso me deja con dos candidatos: Verónika Mendoza o Alfredo Barnechea.

Lamentablemente, no tengo confianza en la capacidad del Frente Amplio para llevar a cabo la transformación que necesitamos. Y eso por razones que van desde lo más filosófico hasta lo más concreto y práctico.

No se me ocurre descalificar a nadie por sus creencias de juventud. El problema para mí con muchos amigos del Frente Amplio no es lo que pensaron, sino lo que piensan.

El marxismo fue una perversión del socialismo. Lo fue en la teoría y en la práctica. Y lo fue consistentemente y desde sus orígenes. El quehacer humano no es obra ni objeto de ciencia alguna. ¿Con qué derecho me puedo ungir en vanguardia iluminada, en pensamiento guía, en consciencia de mis hermanos? Ya se lo dijo hace casi un siglo el príncipe Kropótkin a Lenin: quien no valora a cada persona, quien instrumentaliza a un solo ser humano, no puede designarse socialista sin corromper el término. Solamente la denuncia sin peros ni matices del marxismo, de esa larga y oscura noche, puede ser origen del renacimiento del pensamiento político socialista, el pensamiento que abonaron Tomás de Aquino y Las Casas, Proudhon y Tolstoi.

Al poder que corrompe no se le combate con más poder que corrompe. El control de precios, los atisbos de control, aunque sea mínimo, de la absoluta libertad de expresión, la denuncia desinformada y sin inteligencia de la minería, nada de eso es deseable ni en principio ni en sus efectos. Proponer el uso del aparato de un Estado excluyente, inefectivo y corrupto como vehículo del cambio es muestra de la orfandad de ideas que aqueja al Frente Amplio.

Dudo además de su capacidad de convocatoria, sin la que no podría gobernar. Los procesos históricos son de muy largo plazo: después de la revoluciones siempre vienen las restauraciones. Los cambios que quiero para mi país nacerán de su pueblo, en libertad, y no impuestos”, desde arriba.

Mendoza ya dio muestras de incapacidad para gobernarnos al comprarse un pleito gratuito con la iglesia católica. Nuevamente recurro a lo que tengo más cerca. ¿Conoce Mendoza lo que hace la iglesia en educación en el Perú? ¿Conoce los colegios de Fe y Alegría, colegios que demuestran que puede haber excelencia sin el incentivo del mercado? ¿Piensa cerrarlos o pasarlos a gestión directa del Estado?

Proponer el Perú como doctrina no es un eslogan vacío. Votaré por alguien a quien conozco desde siempre y que desde siempre sueña con un Perú diferente, inclusivo y justo. Como yo mismo y todos mis amigos, Alfredo Barnechea tiene defectos personales. Pero entre ellos no están la corrupción, ni su falta de compromiso con los pueblos del Perú. Ha dicho y repetido que saldrá de palacio más pobre que cuando entre. Y buscará construir un país de oportunidad, bienestar y justicia para todos los peruanos, una patria grande que honre su historia y su riqueza humana.

Tiene además la capacidad y la modestia para convocar a todos los que honestamente quieran colaborar con su gobierno. Ya ha enfatizado que trabajará con congresistas y técnicos comprometidos con el Perú de todos los partidos y bancadas.

Finalmente, he aceptado ser parte de su equipo consultor en educación porque creo que con Barnechea sí podremos dar el salto hacia la inclusión con excelencia que nos merecemos.”.

Fotografía: Hannah Arendt, por amor al mundo, gran filósofa política (1906-1975).

Amor y pasión/Piel con piel, por Manuel Piqueras

Gustave Klimt,Los amantes del circo, dibujoNo hay remedio niña antigua entre el otoño y el invierno te eternizaste en mi columna vertebral, en mi médula, en mi sueño espinal, el rictus de un rostro de dolor amor apasionado, niña antigua, solo queda morir para vivir mañana en el clímax de una noche de placer, morir uno dentro del otro, en la esperanza.

Manuel Piqueras, Libro de Emmanuel, en proceso de publicación. Corrección Carmen Ollé. Lima: 2016

Arte y utopía: opresión y liberación

Ilustración de la Divina Comedia, de Dante Alighieri.

Ilustración de la Divina Comedia, de Dante Alighieri, por Salvador Dalí.

A San Romero de América, testigo de la vida, la muerte y la resurrección de los Cristos azotados de la Patria grande de nuestros dolores y alegrías.

1.   El Rostro del Ángel 

El mar es

el Lucifer del azul.

El cielo caído…

por querer ser la luz.

Federico García Lorca, Mar.

La imaginación simbólica revela la lucha sin fin en la Tierra y en el universo, entre ángeles y demonios, entre la opresión y la liberación, entre el infierno y el paraíso del amor. Paradoja de la aventura de la existencia, que irrumpe en el mundo interno y externo a la vez, de toda la especie humana.

Lucifer

La tormenta del ángel Lucifer, el lado de la oscuridad, representado por la civilización del dinero: pobreza y violencia amalgamadas. La pregunta sobre cuál de estas identidades satánicas, únicas y excluyentes, es más peligrosa y letal no tiene respuesta, porque todas ellas están inexorablemente relacionadas entre sí, como causa y efecto, en el infierno terrenal.

La visión de Lucifer, de Salvador Dalí con sus acuarelas y litografías que ilustran la  Comedia de Dante Alighieri es magnífica en la belleza de su fealdad extrema, es el infierno moderno y posmoderno de la civilización del dinero cuyas víctimas en masa se insinúan en la creación del poeta Luis Buñuel, en sus películas Los olvidados  y El ángel exterminador.

Gabriel

La suave brisa del ángel Gabriel, el lado de la luz, el Dios humilde, en un sentido poético: “el gran arte poético que la humanidad ha creado, la mayor lucidez de la que es capaz la especie humana en la Tierra y el universo”[i]. Una gran espiritualidad y un gran realismo político han interrumpido la historia como un haz de luz, un conjunto de iluminaciones plurales, nunca únicas y excluyentes, en confrontación con la civilización del dinero, la pobreza y la violencia: el triángulo de la muerte, donde la humanidad naufraga.

 2,   Arte y utopía 

La historia del arte es una dimensión esencial de un hondo y bello insight de la condición humana. Podemos indagar en tres grandes creadores del arte moderno: Salvador Dalí, Luis Buñuel y Federico García Lorca, y vincularlos con una reflexión que se mueve en torno a un triángulo, dentro del triángulo hay dos bandos.

El triángulo del arte abstracto que contiene las dos facciones del Bhagavad Gita, el libro sagrado más antiguo del hinduismo, el príncipe Arjuna combatiendo al bando del mal, y los dos bandos en los Ejercicios Espirituales, de Ignacio de Loyola, donde hay un combate entre el bien y el mal. Metáforas maravillosas de la espiritualidad surgidas de la literatura universal.

Salvado Dalí, Luis Buñuel y Federico García Lorca exploran a Lucifer y a Gabriel en la Comedia, con una belleza sin igual, cada uno con su propia fuerza y delicadeza creadora, los dos bandos dentro del triángulo. Me interrogo si una pregunta sin respuesta, la hegemonía y dominación del dinero, la pobreza y la violencia en el mundo son realidades triangulares enlazadas una con la otra, no hay causa, no hay efecto, porque las tres son causa y efecto una de la otra. Esta tensión de la condición humana contemporánea nos coloca en dos filas, la de la opresión y la de la liberación.

Es un relato trágico. No sé adónde llegaré, no importa, pero tengo una pasión intelectual y vital que me empuja hacia adelante, inspirativamente, sin intención o como diría Walter Benjamin, gran pensador poético, solo acompañado por la “muerte de la intención” de una obra acabada.

[i] Manuel Piqueras, Las paradojas de la soledad, 2012.

Corrección: Carmen Ollé.

El invisible, por Elias Canetti

El bello, hondo y genial escrito de Elías Canetti, El invisible, Premio Nobel de Literatura 1981, nos conduce al misterio, a lo impenetrable: “ Sí, me sentía orgulloso de aquel bulto porque estaba vivo. Nunca sabré qué pensaba al respirar allí abajo en medio de tanta gente. El sentido de su llamada seguía siendo para mi tan oscuro como toda su existencia. Pero vivía y cada día estaba allí a su hora. Jamás lo vi recoger las monedas que le echaban, y eran pocas, nunca más de dos o tres. Quizás no tenía brazos para cogerlas. Quizás no tenía lengua para formar la «l» de «Alá» y el nombre de Dios lo reducía para él a esa «ae – ae-ae-ae-ae-ae-ae- ae». Pero vivía, y con un celo y una obstinación sin igual repetía su único sonido y lo repetía durante horas y horas, hasta que, en aquella inmensa plaza, acababa siendo el único sonido, el sonido que sobrevivía a todos los demás.”.

Leyendo esta magnífica prosa poética durante años, gracias al gran traductor del alemán al español de Elías Canetti, Juan José del Solar, no puedo dejar de evocar a otro gran pensador poético, Walter Benjamin, en su intuición de la interrupción mesiánica de la historia, que irrumpe sorpresivamente en un instante, como una brisa suave, como el invisible de Elias Canetti.

“Al atardecer me dirigía a la plaza mayor del centro de la ciudad, no en busca de su pintoresca animación, que ya resultaba familiar, sino de un pequeño fardo marrón que yacía en el suelo y ni siquiera constaba de una voz, sino a un único sonido. Un sonido vocálico a medio camino en la a y la e, un sonido profundo, prolongado y susurrante «ae – ae – ae – ae – ae – ae – ae – ae». No aumentaba ni disminuía de volumen, pero no cesaba y siempre era perceptible detrás de los miles y miles de gritos y clamores de la gran plaza de Xemaá El Fnáa; era el más invariable de sus sonidos, el que permanecía siempre idéntico al anochecer y de una tarde a otra.

Yo prestaba oído desde lejos, impulsado hacia él por un desasosiego que no consigo explicarme. Hubiera ido a la plaza de todos modos ¡tantas eran las cosas que en ella me atraían!, y jamás puse en duda que volvería a encontrarlo, con todo cuanto le pertenecía. Tan solo aquella voz, reducida a un único sonido, me hacía sentir algo parecido a la angustia. Se hallaba en los límites de lo vivo. La vida que la producía no constaba más que de aquel sonido vocálico. Yo prestaba oído con una mezcla de avidez y de temor y llegaba siempre a un punto, exactamente el mismo, en mi camino, en el que de pronto lo percibía , como el zumbido de un insecto: «ae-ae-ae-ae-ae-ae-ae- ae».

Sentía que una calma indefinible iba invadiendo mi cuerpo, y s hasta entonces mis pasos habían sido vacilante e inseguros, de pronto echaba a andar con decisión hacia el sonido. Sabía de dónde provenía. Conocía el pequeño bulto marrón en el suelo, un bulto del que no había visto más que un burdo trozo de tela marrón. Jamás había visto la boca de la cual salía aquel «ae – ae – ae – ae – ae – ae – ae – ae», ni el ojo, ni la mejilla, ni parte alguna del rostro. No hubiera podido decir si ese rostro de un ciego o de alguien que veía. La tela marrón y sucia le caía como una capucha y lo ocultaba todo. La criatura —pues alguna tenía que ser— estaba acuclillada en el suelo y con la espalda curvada bajo la tela; era poco lo que había de la criatura misma, parecía ser liviana y débil, y eso era todo lo que podía suponerse. No sabría decir cuánto medía, pues nunca la había visto de pie. El fardo que yacía en el suelo era tan bajo que uno habría podido tropezar con el sin darse cuenta, si el sonido hubiera cesado un momento. Nunca lo vi llegar ni irse. No sé si alguien lo traía y lo dejaba allí, o si andaba con sus propias piernas.

El lugar que había escogido no estaba en protegido en absoluto. Era la zona más abierta de la plaza y un incesante ir y venir de gente rodeaba por todas partes al pequeño bulto marrón. En tardes animadas desaparecía entre las piernas del gentío, y aunque yo sabía dónde estaba exactamente, y siempre oía la voz, me era fácil encontrarlo. Pero luego la gente se dispersaba y el fardo permanecía en su sitio, cuando en torno a él la plaza estaba totalmente vacía. Ahí yacía en la oscuridad como una prenda de vestir vieja y muy sucia, de la que alguien quería desprenderse y dejaba caer a escondidas para que nadie reparase en ella. La gente ya se había retirado y el fardo seguía allí. Yo nunca esperaba a que se levantase o alguien lo recogiera. Me escabullía directamente en la oscuridad con una agobiante sensación de impotencia y orgullo.

La impotencia era un asunto mío: sentía que jamás haría nada para esclarecer el fondo del enigma del fardo. Su apariencia mi inspiraba un temor respetuoso; y como podía darle otra, lo dejaba yacer sobre el suelo. Cuando me acercaba, me cuidaba mucho de de no tropezar con él, como si pudiese herirlo y ponerlo en peligro. Cada tarde estaba allí y cada tarde el corazón apenas me daba un vuelco en cuanto percibía el sonido, y otro vuelco apenas lo divisaba. Su camino de ida y vuelta era para mí más sagrado que el mío propio. Jamás lo seguí y no sé dónde desaparecía el resto de la noche y del día siguiente. Varias veces tuve la tentación de tocar muy suavemente la capucha marrón con mi dedo — la criatura tendría que sentirlo—, y poseyera un segundo sonido con el que hubiera replicado. Pero esta aspiración se desvanecía siempre entre mi impotencia.

Ya he dicho que, mientras me alejaba discretamente, me embargaba otro sentimiento: el orgullo. Sí, me sentía orgulloso de aquel bulto porque estaba vivo. Nunca sabré qué pensaba al respirar allí abajo en medio de tanta gente. El sentido de su llamada seguía siendo para mí tan oscura como toda su existencia. Pero vivía y cada día estaba allí a su hora. Jamás lo vi recoger las monedas que le echaban, y eran pocas, nunca más de dos o tres. Quizás no tenía brazos para cogerlas. Quizás no tenía lengua para formar la «l» de «Alá» y el nombre de Dios lo reducía para él a esa «ae – ae-ae-ae-ae-ae-ae- ae». Pero vivía, y con un celo y una obstinación sin igual repetía su único sonido y lo repetía durante horas y horas, hasta que, en aquella inmensa plaza, acababa siendo el único sonido, el sonido que sobrevivía a todos los demás. “.

Elias Canetti, El invisible, en Las voces de Marrakesch. Apuntes después de un viaje, Galaxia Gutemberg, Edición dirigida por Juan José del Solar, Obras Completas III. Barcelona: 2003.

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Los jóvenes movilizados en las calles logran la derogatoria de la Ley Pulpín

El poder de los jóvenes movilizados por el derecho a su dignidad, por el derecho a una formación de calidad para el trabajo  y el por el derecho a un ingreso decente para un futuro donde puedan sustentarse con sus familias, se impuso en las calles. Un gobierno débil  tuvo que retroceder, convocar a una legislatura extraordinaria de Congreso de la República y derogar la Ley Pulpín, porque la norma excluía de beneficios profesionales a los ciudadanos de 18 a 24 años. Jacqueline  Fowks, desde el País Internacional de España, informa de este acontecimiento significativo y esperanzador.      

 

“Miles de jóvenes peruanos han tomado el centro de Lima desde las ocho de la mañana de este lunes mientras 10.000 policías se desplegaban en cuatro anillos de seguridad en torno al Congreso. A mitad de la tarde, los manifestantes han conseguido su objetivo: el congreso de Perú ha derogado la polémica Ley Laboral Juvenil tras más de cinco horas de debate y después de haber sido convocado a una legislatura extraordinaria por el presidente Ollanta Humala. La norma ha generado cinco marchas, la primera el pasado 18 de diciembre, por considerar que excluye de varios beneficios laborales a los jóvenes de 18 a 24 años.

La ley, aprobada el 16 de diciembre, ofrecía un salario mínimo y seguridad social para los jóvenes, pero reducía las vacaciones de 30 a 15 días, y no consideraba el pago de gratificaciones, ni la compensación por tiempo de servicios. La norma ha sido bautizada por los jóvenes como Ley Pulpín. El nombre ha sido tomado de una bebida con sabor a fruta en envase para niños. Pulpín se ha convertido en sinónimo de aniñado o tonto, aunque algunos políticos han utilizado el término para referirse a los jóvenes.

“Ha sido una victoria moral contra este Gobierno”, ha manifestado a la prensa local Jorge Rodríguez, miembro del Foro Juvenil de Izquierda, uno de los colectivos organizadores de las movilizaciones.

Luego de la segunda movilización del 22 de diciembre, varios congresistas que habían votado a favor de la norma han reconocido que no estuvieron bien informados y han criticado el nuevo régimen laboral destinado a jóvenes con educación secundaria, técnica y universitaria completa o incompleta. Desde el segundo recorrido, los manifestantes colapsaron la capital por cerca de tres horas en varios distritos, e incluso llegaron, por primera vez en una protesta de este tipo, a la Confiep, la sede del principal gremio empresarial.

Ha sido una victoria moral contra este Gobierno

Jorge Rodríguez, miembro del Foro Juvenil

Además de las marchas, varios congresistas firmaron una petición para que la norma se volviese a discutir. Estos acontecimientos orillaron a la presidenta del Congreso, Ana María Solórzano, a convocar a una sesión de la Comisión Permanente para el 28 de enero. Allí discutirían seis proyectos de ley para su suspensión, modificación o anulación. Sin embargo, un par de días después, cuando los medios reportaron que en la Comisión Permanente había votos suficientes para la derogatoria, el presidente convocó a una legislatura extraordinaria para que los representantes debatieran la ley este lunes 26 de enero. Después de más de cinco horas de debate, 91 congresistas votaron a favor de la derogatoria, 18 en contra y cinco se abstuvieron.

“Los jóvenes hemos despertado. Hemos logrado esto con el apoyo de nuestros padres, abuelos y de los sindicatos. Queremos un país con dignidad”, ha añadido Rodríguez, a unos 400 metros del Congreso, donde los jóvenes esperaban pacíficamente los resultados de la votación.

Las cinco marchas contra la Ley Laboral Juvenil han significado un aprendizaje de movilización ciudadana y el surgimiento de colectivos jóvenes que antes de la norma no existían. Los manifestantes procedentes de más de 30 distritos de Lima se dividieron en 12 zonas con responsables del orden y las comunicaciones, e incluso en la quinta marcha de este lunes había delegados de primeros auxilios. También participaron sindicatos de trabajadores del Estado y de empresas privadas, y estudiantes de por lo menos diez universidades particulares y públicas e institutos técnicos de Lima, a pesar del receso de verano que empezó en diciembre.”.

 http://internacional.elpais.com/internacional/2015/01/27/actualidad/1422314229_791533.html

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LOS JÓVENES Y LA LEY “PULPÍN”, POR FERNANDO VILLARÁN

Los jóvenes, como muestran los estudios más serios, aspiran desde hace décadas a una educación de calidad para lograr capacidades y habilidades competitivas en el mercado laboral, los jóvenes quieren tener un trabajo que les permita sustentarse  con dignidad a ellos y a sus familias, los jóvenes exigen se les respete en su dignidad contra toda etiqueta, estigmatización o criminalización de la pobreza, de sus rasgos étnicos o de su edad.

No saben en lo que se han metido los autores intelectuales y operativos de la llamada Ley “Pulpín”, que precariza aún más el régimen laboral juvenil peruano, torpemente  incendiaron la pradera. El artículo de Fernando Villarán, exministro de Trabajo y Promoción Social, aporta una propuesta solvente y alternativa a esta ley de marras.   

“(Columna de La República del 24 de Dic pasado, con algunos cambios en la edición)

“Había decidido no hacer nada en estos días, es decir, tomarme en serio el derecho laboral sagrado a mis vacaciones; pero las imágenes de los jóvenes protestando contra la Ley de empleo juvenil me han llenado de entusiasmo y esperanza, convenciéndome de que uno no puede quedarse al margen.

Pienso que la juventud peruana necesita:

 1. Empleos de mayor calidad, más sofisticados y mejor pagados, a través de la diversificación productiva del país.

 2. Promoción y financiamiento (no reembolsable) para la creación de nuevas empresas (Start-up), sobre todo de alta tecnología, orientada a jóvenes con estudios superiores.

 3. Apoyo a las Pequeñas y Medianas empresas (PYME), que son las mayores creadoras de empleo decente en todo el mundo.

 4. Formalización y apoyo a las microempresas urbanas, la pequeña propiedad agropecuaria, y trabajadores independientes, con capacitación, transferencia de tecnología, información, ampliación de mercados.

 5. La mejor calidad de la educación en todos los niveles, colegio, institutos tecnológicos y universidades.

 6. Potenciar programas ya probados, como Jóvenes a la Obra (antes Pro-joven), dirigidos a jóvenes de bajos ingresos, baja calificación; programas que hoy están sin recursos.

La  juventud no necesita más leyes inspiradas en la ideología del “libre mercado” que fomentan el capitalismo salvaje; ideología que está en retirada en muchos países por sus desastrosas consecuencias. Los del MEF y los legisladores deberían aprender de otros países que han logrado el mayor empleo juvenil (según la OIT), como por ejemplo Alemania, Noruega y Japón, porque tienen estructuras productivas diversificadas, mercados de trabajo flexibles, adecuada regulación laboral y sindicatos.”.

http://www.larepublica.pe/columnistas/enfoque/los-jovenes-necesitan-24-12-2014

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La Generación de 1968: las peras del olmo

Trío de relatos breves que inspira la soledad iluminada de las fiestas de Navidad y de Año Nuevo, un recorrido de la adolescencia a la madurez; fragmentos del diario de un alma.

I. Soy un inconformista

Somos seres humanos libres, nada nos sostiene sino nuestras propias alas de, El pájaro de fuego, en remembranza de Igor Stravinski. Desde muy joven renuncié a toda coacción interna o externa, viniera de donde viniera: partidos, ideologías o iglesias. Y lo más difícil, busque dar cara a las luces y sombras propias de nuestra alma mortal. El hombre rebelde, de Albert Camus, La verdad de Gandhi, de Erik H. Erikson y Sobre la revolución, de Hannah Arendt, fueron un haz de luz, un conjunto misterioso de luces luminosas que me llevaron a un inconformismo de hombre libre, intelectual y vitalmente, contra viento y marea.

Esta fue siempre mi andadura, discernimiento y elección que venía de vertientes personales, familiares y generacionales diversas. El pos Concilio Vaticano II y el papa Juan XXIII, la influencia temprana del mahatma Gandhi y mi liderazgo en la Generación del 68 en el Perú. Manuel Piqueras Cotolí, mi abuelo, marcó este derrotero, tanto por su vida, como sobre todo por su obra. Siempre fui la pera del olmo, como titula el maravilloso libro de Octavio Paz, un marginal. En la edad de los extremos, mi trayecto ha sido el del Gautama Buda: “A la mitad del camino, frente a extremos”. Mucho del inconformismo viene de esta posición singular, de esa soledad, de esa marginalidad, que mantendré hasta mi partida del reino de la Tierra. No es racional, es mi alma, es el pensamiento de mi corazón y los afectos de mis entrañas.

II. “Como una brisa suave”

No hace mucho tiempo, tras un largo viaje atravesando continentes y cielos bellísimos, calmados y tomentosos, el patito feo asistió con su bandada de patos salvajes a una reunión multitudinaria de patos en un lugar de la Costa Oeste de Estados Unidos, de cuyo nombre no quiero acordarme.

Reservado y amigable, quedó sorprendido desde un rincón de la granja, donde se llevaba a cabo la gran reunión de los patos salvajes, por la maravilla de la música rock, por las vestimentas estrafalarias tan coloridas, por los cabellos largos hasta la cintura, por el amor libre sin barreras; incluso, observó que fumaban yerbas exóticas que probó apenas y vomitó inmediatamente, curándose en salud.

Woodstock, este gran concierto duró tres días, reunió a más de medio millón de patos, pero además de la música magistral de importantes músicos poetas que nunca había visto ni oído, lo que más le llamó la atención fueron los símbolos y mensajes de paz y amor que lo conmovieron como una brisa suave. Le recordaron las huellas sólidas y la estela de arte, que como una “roca de ser” protegían, cuando se desataban las tempestades, a sus hermanos y primos patos pequeños, en el jardín secreto de Malambito.

En su búsqueda, sin medir el riesgo, los patos rebeldes encontraron en el teatro de la generación del 68 del pájaro de fuego, una “iglesia primitiva”. Por primera vez en su existencia de animal humano supo de oídas de la existencia de dos cisnes soberbios y sabios: uno se llamaba Mahatma Gandhi y otro era el papa Juan XXIII. El patito feo comenzó a tomar conciencia de que era un tiempo de grandes cambios, el mensaje era el mismo que en Woodstock, de paz auténtica y amor sin límites, aunque sin amor libre, ni marihuana ni LSD.

Un cisne joven adulto, brillante y bondadoso, amigo del papa Juan XXIII, hizo amistad con el patito feo y con sus amigos patos, se fue transformando en un maestro que lo acogió con una amistad sin límites y le abrió el continente de la sabiduría del amor. El patito feo era agnóstico, pero se volvió creyente en el Dios-Amor.

En el trasfondo, en busca de la tierra del padre, el patito feo comenzó a tomar conciencia de la vida y la obra de gran creador de su abuelo. ¡El abuelo era un magnifico cisne! Para el abuelo cisne, la belleza nos hace libres. Esta experiencia, con su mensaje de paz y amor, tardaría mucho en llegar al pensamiento del corazón y a las entrañas del patito feo. Tuvo que hacer una terapia universal para cisnes en los rincones enigmáticos de curación de lo más profundo de su intimidad herida. Y ya como cisne emprendió un camino de alta educación, para dirigir un proyecto fundacional de paz y amor que decidió, con método y pasión, que sería el sentido de su existencia: la desmesura del amor por el Rostro del Prójimo, por los olvidados y maltratados de la Tierra y el universo.

Las marchas y contramarchas inconscientes marcaron el itinerario posterior del patito feo, sabía ahora que era un cisne soberbio y humilde a la vez. Fuerza-débil-fuerte. La espina en el alma siempre fue el obstáculo a vencer con valentía y creatividad, como cuenta Hans Christian Andersen en el inspirado relato “El soldadito de plomo”. Simbólica y real, el patito feo, aún guarda su arma secreta de peleador callejero. 

III. Los patos salvajes

En su viaje al exilio, fuera de la granja, hacia el ancho mundo, el patito feo se unió a una bandada de patos salvajes, machos y hembras. Formaban una tribu adolescente. De ellos recibió afecto. Con ellos vivió el despertar sexual y la complicidad en las peleas brutales, arrastrando su rebelión frente al mundo de los patos adultos.

Llevaba una espina en el alma que lo hacía agresivo y violento. Por ese milagro que solo se encuentra en los cuentos maravillosos de Hans Christian Andersen o de Oscar Wilde, dos singulares patos adultos, un maestro de judo y un maestro de boxeo le enseñaron que el combate debe ser únicamente defensivo, es el principio y el fundamento. El patito feo adolescente admiraba a sus maestros, aunque entendería sus enseñanzas muchos años después.

El patito feo procedía de un linaje de aves hispano-limeñas. Por una parte, fue estigmatizado en su rebeldía, porque donde iba actuaba como un pato salvaje, y por otra, su linaje y su astucia lo protegían en sus conflictos con la ley.

Cuando se sentía en peligro se metamorfoseaba en un gallo navajero. Un día, saliendo de una corrida de toros en la Plaza de Acho, −que frecuentaba porque formaba parte de su cultura−, tendió en la arena de un golpe certero a otro gallo grande y fuerte, mayor que él, al que le tenía miedo pues lo venía retando hacia tiempo.

El patito feo, victorioso en esta pelea breve y feroz, recordó confusamente el mensaje de sus maestros: el combate es defensivo, el valor de la vida humana y natural está por encima de todo. En el claroscuro de la culpa de animal humano, por haber herido a su adversario y haberlo dejado tumbado en un charco de sangre, se abrían paso las enseñanzas de los maestros del combate defensivo. 

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San Juan de la Cruz y César Vallejo: una luz de esperanza en la noche oscura

Noche oscura, de San Juan de la Cruz, uno de los poemas más bellos de la literatura, nos conduce a una experiencia de contemplación del misterio del sufrimiento humano, de su naturaleza paradojal: “la noche oscura me guiaba más cierta que la luz del mediodía”.

“Voy a hablar de la esperanza”, remembranza y despertar, el excepcional poema en prosa de César Vallejo. Es sorprendente la trasposición poética de la realidad de este gran poeta universal, en que la esperanza se teje, con firmeza y delicadeza, desde el sufrimiento humano, limpio de calificativos, solo sustantivo.

Como en el poema de César Vallejo, Juan de la Cruz nos revela el gran arte poético que la humanidad ha creado, la mayor lucidez de que es capaz la especie humana en la Tierra y el universo. El pensador poético, tal como nos lo manifestó Walter Benjamin, permite mirar lejos, como un Amadeus de la lengua de La Mancha. Juan de la Cruz y César Vallejo, entre unas Indias y Américas mejores, son el principio y el fin.

Noche oscura y Voy a hablar de la esperanza, tejidos poéticos de San Juan de la Cruz y de César Vallejo, son un collage maravilloso de dos grandes clásicos. Intuyo que esta amalgama abre espacios maduros y originales en la poética hispanoamericana. Más allá de su publicación, los poemas tocan fibras íntimas del lector. Estos textos, desde mi juventud, estuvieron en mi imagen mental fragmentados; la articulación se produjo por inspiración en un punto crítico de mi existencia madura, como interrumpido por la idea de Henri Bergson sobre “[el] instinto esclarecido por la inteligencia”.

Manuel Piqueras, VII. Epílogo, en Las Paradojas de la soledad. Lima: 2012. Biblioteca virtual Amazon.

http://blog.pucp.edu.pe/blog/wp-content/uploads/sites/157/2014/12/20140303-las_paradojas_de_la_soledad.pdf

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El mito del progreso en los jóvenes de las universidades César Vallejo

A finales de los años 90 del siglo pasado, era impensable que el proyecto de los jóvenes urbanos de Lima y de las ciudades intermedias del Perú, tuviera posibilidad alguna de concretarse. Su mito del progreso era que los respeten en su dignidad como jóvenes contra la estigmatización, que les den la oportunidad de capacitarse para el trabajo, y finalmente, el lograr obtener un puesto de trabajo y unos ingresos que les permitieran salir adelante en la vida con su familia. Su desapego total de la política era notable en las voces de los jóvenes, mujeres y varones, en los grupos focales. El entorno en ese tiempo no lejano, era el de la gran crisis y el del terrorismo que lego el alanismo (1990-1992), y el del régimen fujimorista después del golpe del 2 de abril de 1992. 

Es en ese momento cerrado de la vida peruana, en base a ocho notables Focus Groups, escribí sobre estos jóvenes, titulando el estudio, El inconformismo de los jóvenes populares de Lima: del mito del progreso al mito de Sísifo.                     

 http://issuu.com/manuelpiquerasluna/docs/el_inconformismo_ok__3_

A inicios del siglo XXI, a menos de dos décadas de su arranque, en un contexto sociocultural de crecimiento económico con crisis institucional, el mito del progreso de los jóvenes populares urbanos de Lima y de las ciudades intermedias del país adquiere posibilidades de concretarse.

El Instituto de Estudios Peruanos (IEP), ha publicado recientemente el libro, Becas, bases y votos: Alianza para el Progreso y la política subnacional en el Perú, del sociólogo Rodrigo Barrenechea, “que analiza el caso del partido que lidera César Acuña y los factores que explican su éxito electoral en los últimos años.”. 

En otro estudio que se está realizando en la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la PUCP, empleando Focus Groups, sobre los jóvenes de las universidades César Vallejo, revela una alta motivación de los jóvenes para ser formados en las capacidades y habilidades que les permitan acceder a un trabajo en la empresa privada con alta rentabilidad, mostrando por medio de los grupos focales, una fuerte identificación con el empresario trujillano exitoso de la educación superior, César Acuña.

Esta novedad que comienzan a mostrar los estudios cualitativos más serios, sobre el mito del progreso en los jóvenes en las universidades César Vallejo, obligan a enfrentar dos retos urgentes aquí y ahora:

1. De un lado, es esencial la relación entre los jóvenes emprendedores, con sus derechos y con sus deberes.

2. De otro, es un momento adecuado que genera la nueva Ley universitaria, haciendo  de la Maestría una exigencia para fortalecer la calidad docente (se deberá tener maestría como mínimo para ejercer docencia), acorde con la fuerte motivación de los jóvenes emprendedores vallejianos.       

                    

 

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