Archivo por meses: septiembre 2012

Mi espiritualidad: el pequeño

A mis nietas, Andrea, Alejandra, Maite e Isabela, las niñas de mis sueños
Cuando parta del dulce reino de la Tierra, solo quiero decir: noche oscura, fue el pequeño quien me guío más que la luz del medio día en mi aventura humana.

Entre las luces y sombras de nuestra condición humana, de un combate espiritual sin fin, los que tuvimos una historia de sufrimiento y esperanza encontramos el sentido de nuestra existencia en esa espiritualidad, cuya inspiración se halla en la inversión mesiánica central de Jesús de Nazaret: “Yo te agradezco, Padre, porque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes, y se las has revelado a pequeños”. Mateo 11: 25.

Un clamor se ha oído en Nazaret, mucho llanto y lamento: es Jesús que llora por los niños heridos de alma, “Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Pero el que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y lo hundan en lo profundo del mar”. Mateo, 18: 5-6.

Este es el único testimonio, que les dejo a mis hijos amados, Soledad, Emmanuel e Ignacio.

Que la tranquilidad y la paz esté con nosotros.

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En el nombre de Soraida Caso, por Patricia del Río

Desde estas Páginas Libres, publicamos este escrito de Patricia del Río Labarthe, en el nombre de Soraida Caso, niña asesinada por la espalda, a secas. La periodista y escritora nos ofrece un bello y hondo texto en la frontera entre el microrelato y la poesía en prosa, verdadero y valiente, fuerte y delicado a la vez.

Si te llamas Soraida, por Patricia del Río.

Si te llamas Soraida Caso, y naciste en un pueblo perdido de la región Junín, llamado Ranrapata, un día te puedes morir de un balazo en la espalda, sin que a nadie le interese siquiera recoger tu cuerpo.

Si te llamas Soraida Caso y tienes ocho años, tu cadáver puede aparecer días después, tirado en un barranco; y nadie se tomará el trabajo de hacer un minuto de silencio por tu muerte.

Si te llamas Soraida Caso, el ministro de Defensa, Pedro Cateriano, le echará la culpa a los ladridos de los perros, y el ministro del Interior señalará a tu madre de insensible por no avisar (no sabemos muy bien a quién) que te habían matado por la espalda en un operativo confuso, torpe, al parecer improvisado.

Si te llamas Soraida Caso, la ministra de la Mujer y la señora Nadine Heredia, que tiene por esposo al presidente, irán a recibir a tus hermanitos al aeropuerto, dirán que los rescataron de las garras de Sendero Luminoso, no se tomarán el trabajo de corroborar los hechos y, por supuesto, ignorarán tu muerte, porque claro, eso les malograría la foto.

Si te llamas Soraida Caso, te enterrarán en un ataúd blanco, sin que una sola de esas autoridades que insisten en insinuar que tus padres son terrucos sin presentar una sola prueba, se dignen asistir a tu entierro, mandar una corona de flores, ofrecer siquiera unas disculpas.

Si te llamas Soraida Caso, el congresista oficialista Freddy Otárola dirá que el operativo que te mató fue impecable.

Si te llamas Soraida Caso, el cardenal Juan Luis Cipriani pedirá que recemos por ti, pero también nos recordará que en lugares como Ranrapata hay que entrar a matar, sin mayor cuidado, y no con mandil y guantes blancos, porque ahí todos son pobres como tú, y segurito que todos son terrucos.

Si te llamas Soraida Caso, y te moriste solita, en medio del campo, con tu carita contra el suelo, mientras todos corrían aterrorizados por las balas, tu muerte llenará titulares solo una semana, los políticos la usarán para atacarse, y luego alguna otra noticia te mandará al olvido.

Si te llamas Soraida Caso, y naciste en Ranrapata, lo más probable es que no acabes el colegio, que te embaraces a los quince años, que trabajes desde tus primeros años de vida, que te rapte un senderista, o que presentes altos índices de desnutrición. Pero también existe la posibilidad, que un día mientras juegas en tu chacra, ladre un perro, entren hombres disparando, y a ti te mate una bala por la espalda, y te quedes ahí tirada, agonizando y solita. Y ese día nadie se avergonzará de tu muerte, ningún ministro renunciará, la Primera Dama no se parará en la foto de tu entierro. No habrá pésame ni condolencias para tus padres.

Porque te llamas Soraida, porque te apellidas Caso, porque naciste en Ranrapata y hace años que nos acostumbramos a que muertes como la tuya no le importen a nadie.”.

El Comercio.com, Jueves 20 de setiembre de 2012. Leer más »

Albert Camus: la memoria del pobre entre el absurdo y la rebelión

“Le seul moyen d’affronter un monde sans liberté est de devenir si absolument libre qu’on fasse de sa propre existence un acte de révolte.” Albert Camus, L’Homme révolté
Albert Camus (1913-1960), despliega la fuerza de su pensamiento poético en su obra maestra, El hombre rebelde (1952). En su ensayo filosófico Camus “se propone proseguir, ante el asesinato y la rebelión, una reflexión comenzada alrededor del suicidio y de la noción de absurdo”, expuesta en su obra filosófica germinal, El mito de Sísifo (1942). En los ciclos camusianos de creación, el absurdo se vuelca en la rebelión y al final gira en el amor. Entre el primer y ultimo ensayo, el pensador poético plantea: “Desde la memoria del pobre, en la luz (del absurdo y la rebelión), el mundo sigue siendo nuestro primer y último amor”. Este manifiesto camusiano, tiene una actualidad absoluta en este tiempo de tragedia y esperanza.

El horror ante el asesinato y el despojo lógico

En la gran crisis mundial del Siglo XX largo, tiempo de asesinato y despojo de inmensas masas de víctimas inocentes, se conmovieron los cimientos más profundos de la humanidad. Ante esta realidad, Camus se pregunto: “¿La vida tiene sentido de ser vivida?”. Su primera respuesta fue el absurdo, seguida luego por la rebelión y, antes de su muerte, por el amor.

La porción inocente consciente de la humanidad vivió el siglo en la compleja combinación de estas tres respuestas. Camus encontró su fuerza en la “memoria de los pobres”, en “ese secreto de luz cálida, (…) que lo había ayudado a vivir y a vencerlo todo” .

El encuentro de la inocencia con experiencia

Las relaciones de amistad y de admiración intelectual entre Hannah Arentd y Albert Camus son notorias, se asemejan a las que Arendt tuvo con Walter Benjamín. Terminada la Segunda Guerra Mundial, entre 1945 y 1949, Karl Jaspers y Hannah Arendt volvieron a reunirse en la empresa común: “La filosofía debería volverse concreta y práctica, sin olvidar por ello ni un solo momento su origen”.

La revista Die Waltung, fundada por Jaspers, fue un lugar significativo de la reforma intelectual y moral del pensamiento de nuestra civilización, Albert Camus fue uno de sus más importantes colaboradores. En este proyecto Arendt se aproxima a Camus y a su obra, señalando que dentro de la filosofía de la existencia francesa, Camus, en particular, era “un nuevo tipo de persona, alguien que sencillamente y sin nacionalismo europeo alguno era un europeo”.

En 1952, Arendt realizó un viaje desde Nueva York hasta el viejo continente, llevando su obra maestra Los orígenes del totalitarismo, publicada en inglés. En su estadía en Paris quedo muy decepcionada del “hegelianismo organizado” de los intelectuales franceses, salvo de Camus “Ayer vi a Camus; sin duda, el mejor hombre que hoy tiene Francia. Esta muy por encima del resto de los intelectuales (franceses). “

Ese mismo año Camus publico El hombre rebelde, el “hegelianismo organizado” —Jean Paul Sartre, Simone de Beauvioir, etc.— reaccionaron ideológicamente y sin escrúpulos para aislarlo. Camus conoció tiempos de soledad, Arendt le envió una carta que expresaba su reconocimiento “He leído El hombre rebelde, me gusta mucho” .

En 1957, Camus recibió el Premio Nobel en Literatura, preparaba una novela que llamaba El primer hombre. A la mitad del camino, el 4 de enero de 1960, Camus encontró la muerte en un accidente de automóvil.

En los años sesenta, dos obras maestras, Sobre la revolución de Hannah Arendt y El hombre rebelde de Albert Camus, fueron la lectura obligatoria en la rebelión del discurso libre de los estudiantes de Berkeley.

El absurdo

La existencia humana, en tiempo de mega crisis, de asesinato y despojo lógico, se precipita al abismo del absurdo. En el imaginario se produce una catástrofe de sentido, las representaciones colectivas se pueblan de guerras y de campos, y de sus víctimas en masa. En la mitología, la leyenda antigua de Sísifo, la maldición ritual de subir y bajar de una montaña sin propósito alguno, es el sin sentido mismo.

El pensamiento poético de Camus, bebe del pozo de su tiempo, mas allá del nihilismo de Andre Gide, plantea la única pregunta significante ante esta trágica concreción: “¿Vale la pena la vida de ser vivida?. ” El suicidio colectivo se torna una respuesta metafísica hipotética frente a una catástrofe del sentido de la existencia humana.

La rebelión

El asesinato y el despojo lógico se incrementan rompiendo todo límite humano y moral. El problema de la rebelión adquiere sentido preciso en el pensamiento occidental con el cristianismo. Camus propone una rebelión con sentido —opuesta al resentimiento, a la dominación y a la violencia—.

La rebelión metafísica, la rebelión histórica, y la rebelión y el arte se encuentra escindidas entre el bien y el mal, y el mal radical. La crítica demoledora de Camus a las rebeliones históricas más importantes por su extensión e intensidad en el mundo, el bolchevismo y el nazismo, posee un sorprendente parecido con la de Walter Benjamín en sus notables “Tesis sobre la filosofía de la Historia”.

La rebelión del medio día que plantea Camus, se halla en el polo opuesto de la rebelión en nombre de la ideología y el terror. En el imaginario, el mito y el pensamiento del medio día, a la mitad del camino, entre los extremos racionales, cínicos y violentos de la criba de la modernidad, se revela la luz del amor al mundo del hombre en rebelión.

Desde la memoria del pobre, el secreto de luz cálida

Los ciclos simbólicos y conceptuales de la creación camusiana, conducen al misterio del soplo del secreto de luz cálida en el mundo, desde la memoria del pobre: “La solidaridad de los hombres se funda en el movimiento de rebelión y éste, a su vez, no encuentra justificación sino en esa complicidad. Tendremos, por lo tanto, derecho a decir que toda rebelión que se autoriza a negar o a destruir esa solidaridad pierde por ello el nombre de rebelión y coincide en realidad con un consentimiento homicida” .

“Apocalipsis: el amor nunca muere”, en Solidaridad frente a homicidio: ensayos sobre la no violencia militante en el siglo veintiuno. Ideele. Lima: 2003.

Camus

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