Aunque no estoy en capacidad de explicarlo, ya se sabe que el tiempo (o el espacio-tiempo) es una dimensión relativa. A mí, por ejemplo, frente al hecho que Cuestiones de la Polis haya cumplido tres años (el pasado 6 de noviembre), a veces me parece que fuera ayer que lo concebí, pero a veces me parece que fue hace una eternidad. Se me podrá objetar que lo que vengo diciendo no es una prueba de la relatividad del tiempo, sino sólo de lo relativa que puede ser la percepción o la sensación del transcurso del tiempo. Pero, como lo adelanté, no soy Einstein para comprenderlo; mucho menos para explicarlo.
En cualquier caso, lo cierto es que esta aventura ciberespacial, que empezó casi como jugando, se convirtió prontamente en una cuestión seria, a la que he dedicado y dedico, de manera casi ininterrumpida, parte de mi tiempo, de mis esfuerzos, de mis reflexiones y hasta de mis devaneos. Este post, por ejemplo, es una prueba de lo último.
Siento, por tanto, un afecto especial por esta mi creación; tanto que, considerando la edad a la que ha llegado, me dan ganas de decir, en diminutivo, que ha cumplido “tres añitos”, como decimos cariñosamente los peruanos cuando nos preguntan por la edad de nuestros retoños.
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