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Partido de Julio Guzmán asegura que sí respalda la Unión Civil y la Consulta Previa

Noticia de EXITOSA (Radio, diario, TV, web), Lima 26 de enero de 2016.

Fuente: Exitosa.

Fuente: Exitosa.

El vocero de Todos por el Perú, Carlo Magno Salcedo, aseguró que la Unión Civil sí está incluida en su Plan de Gobierno y aclaró la postura de Julio Guzmán en la Consulta Previa.

En ese sentido, aclaró que su líder Julio Guzmán no ha tenido diferentes posturas sobre el tema sino que la primera vez que habló al respecto obedecía a un contexto determinado cuando  en el partido aún no se ha había tomado una decisión sobre qué hacer con un tema tan espinoso y que genera tantas pasiones, considerando, que dentro de Todos por el Perúhay un sector vinculado al movimiento evangélico que tiene una postura crítica a la Unión Civil. » Leer más

Carlo Magno: “La Consulta Previa y la Unión Civil están en el Plan de Gobierno de Todos por el Perú”

Carlo Magno Salcedo, vocero de TODOS POR EL PERÚ, en entrevista realizada en Radio Exitosa por Ángel Arévalo y David Flores, el 18 de enero pasado, precisa las posiciones del partido respecto de la consulta previa y la unión civil, entre otros asuntos.

Carlo Magno señala que la consulta previa está expresamente recogida en el Plan de Gobierno de TODOS POR EL PERÚ; y que la apuesta del partido es más bien por que la consulta previa sea realmente efectiva. Precisa que la confusión puedo haberse originado al ponerse énfasis en otros mecanismos complementarios de solución de controversias a cargo de la PCM. Asimismo, saluda el hecho que se haya originado un intenso debate sobre este derecho. Sin embargo, critica el hecho que la candidata a vicepresidenta de PPK, Mercedes Araoz, ahora pretenda subirse al carro de la consulta previa, cuando ella fue responsable del Baguazo. » Leer más

La lucha por la Unión Civil no es cosa de maricones

Monseñor Luis Bambarén, otrora sacerdote progresista y en teoría ubicado en las antípodas del cardenal Juan Luis Cipriani, dio unas lamentables declaraciones la semana pasada al señalar que el congresista Carlos Bruce, principal promotor del proyecto de ley de la Unión Civil para las personas del mismo sexo, estaba haciendo un papelón con todo eso, apareciendo como un “maricón” en medio de todo. El sacerdote pretendió justificar sus expresiones refiriendo que el propio Bruce había reconocido que es gay, pero que gay no es una palabra peruana ya que aquí decimos “maricón”.

Con el término maricón pasa algo parecido a lo que ocurre con el término “cholo”. Hay quienes lo usan como un insulto racista (“cholo de mierda”), pero hay otros que, sin complejos, lo usamos como una expresión de afecto (“cholo lindo”, “vamos mi cholo”). Pienso que el problema de las declaraciones de Bambarén no es que haya empleado el término “maricón” para calificar a Bruce, sino el sentido peyorativo y homofóbico de su expresión. Por cierto, hay países como España en que el término “maricón”, incluso entre algunos sectores homosexuales, no tiene la carga peyorativa que el sacerdote le dio a la palabra.

Pero hay más problemas, además del agravio personal contra Bruce, en las declaraciones de Bambarén. Lo que se puede leer entre líneas de las mismas es que, según este “hombre de Dios”, quienes apoyan una causa como la de la unión civil son unos maricones, en el sentido de homosexuales, y que por serlo son dignos de agravio. Seguro, en su fuero interno, el obispo emérito de Chimbote piensa que quienes están a favor de la unión civil son unos “maricones de mierda” a los que por su condición homosexual no hay problema en insultar.

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Estrategia y táctica en la lucha por la unión civil

 

“Conmigo o contra mí”

¡Qué difícil es mantener la ecuanimidad, la ponderación y el equilibrio en un tema como la propuesta de establecer la unión civil para las personas del mismo sexo! Lo que más bien cunde es la extrema polarización e intolerancia sobre este particular, que lleva a que quienes no vemos las cosas en los extremos blanco o negro, sino con los matices propios de la complejidad que es la vida misma, terminemos siendo cuestionados por ambos bandos, al punto que para unos terminas siendo casi tan homofóbico como el cardenal de Lima y para otros casi tan inmoral como se supone sería un típico vecino de Sodoma o Gomorra.

Como bien señala el mulero Daso: “Todo comienza con la polarización. Estamos en un punto donde o estás completamente de acuerdo con un bando o perteneces al otro. ¿No podemos haber personas parcialmente de acuerdo?

Esta situación ya la había señalado antes, cuando hice notar el cargamontón que sufrió el dirigente izquierdista Marco Arana, quien luego que el congresista Carlos Bruce presentó su proyecto de ley sobre la “unión civil no matrimonial para personas del mismo sexo”, y demostrando un gran sentido de oportunidad política, expresó con meridiana claridad su postura a favor del derecho de las personas homosexuales a unirse civilmente, catalogándolo como algo fundamental, aunque –¡horror de horrores! – haciendo la atingencia sobre la necesidad de debatir si a esa unión civil (que tendría prácticamente todas las consecuencias jurídicas de un matrimonio) habría que denominarla “matrimonio” o no.

¡Para qué lo hizo! Arana recibió tan furibundos ataques de ciudadanos ubicados a la izquierda del espectro político que parecía que Arana era tan enemigo de la causa LGTB como el propio Cipriani. Es decir, lo que en una coyuntura determinada y concreta era una manera estratégica de sumarse a una causa que implica un gran avance en el reconocimiento de derechos de las personas LGTB, fue paradójicamente asumido como una traición.

Actitudes fundamentalistas e intolerantes como esa poco ayudan a una causa legítima como la unión civil y demuestran la subsistencia de un viejo vicio de cierta izquierda, ya diagnosticada por Lenin hace casi un siglo: la “enfermedad infantil del izquierdismo”, caracterizado por el dogmatismo que no acepta más que un camino recto, por la incapacidad de actuar con estrategia y flexibilidad táctica, por la inmadurez política, siendo sus síntomas las actitudes ultraizquierdistas y maximalistas.

Aparentemente, esos que casi condenaron a la hoguera a Marco Arana, se han percatado de su error estratégico (asumo que no es por inconsecuencia) y ahora apoyan con entusiasmo el proyecto de la unión civil. Ciertamente, lo estratégico es no insistir en llamar a dicho contrato “matrimonio”, ya que, como he sostenido antes, el empecinamiento en denominarla así generaría que muchos sectores que podrían apoyar esta justa reivindicación, terminen oponiéndose a la misma. Aunque no es algo totalmente seguro, es mucho más probable, viable y realista que se apruebe una ley de unión civil, que una de matrimonio igualitario.

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¿Se puede someter a referéndum la unión civil entre personas del mismo sexo? Depende

Congresista Bruce y cardenal Cipriani, nuevamente confrontados por la cuestión de la unión civil de personas del mismo sexo.

Empiezo señalando que, personalmente, a pesar de ser católico, apostólico y romano, estoy a favor de que se apruebe la denominada “unión civil no matrimonial entre personas del mismo sexo”, propuesto en su oportunidad por el congresista Carlos Bruce a través del Proyecto de Ley N.º 2647/2013-CR. Esta postura ya la he sostenido antes (aquí y aquí).

Hago tal precisión para que no se piense que mi opinión respecto de lo que ha propuesto el cardenal Juan Luis Cipriani, en el sentido que este asunto se someta a referéndum, podría estar sesgada por una postura en contra de la unión civil.

Sobre la propuesta del cardenal de someter tal cuestión a referéndum, el congresista Bruce retrucó señalando que el artículo 32 de la Constitución Política del Perú dice textualmente que no puede someterse a referéndum la supresión o la disminución de los derechos fundamentales de las personas. Por tanto, según el parlamentario, en lo que se refiere a la unión civil, lo que el cardenal propone sería inconstitucional.

Considero que, sobre la posibilidad de someter a referéndum la propuesta de establecer la unión civil no matrimonial entre personas del mismo sexo, hay cierta confusión que es necesario aclarar.

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La unión (o la guerra ) civil

Editorial de la Web de Noticias Spacio Libre del 18 de setiembre de 2013

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Todos los seres humanos de por sí somos sujetos de derecho. Por ello, el Estado tiene la obligación de asegurarnos la garantía de nuestros derechos fundamentales: la vida, la salud, la educación y la posibilidad de heredar, compartir un seguro de salud, de vida o simplemente garantizar la posibilidad de vivir.

Y eso, sólo desde el ámbito puramente civil y legal. Amparado en leyes y normas fundamentales como la Constitución, en sus partes social y económica. Hasta ahí todo bien, pero ¿qué pasa cuando un sector de la población, históricamente marginado, rechazado y vilipendiado pretende hacer respetar sus derechos en igualdad de condiciones? pues inmediatamente viene el bolondrón, la censura y la persecución.

Ejemplos hay de sobra en la historia. En nuestro presente, estamos viviendo más de una polémica por la lucha de los derechos de la comunidad LGTB. El capítulo más reciente ha sido la propuesta del congresista Carlos Bruce de promover la unión civil (no matrimonial) para garantizar a las parejas gais que puedan ejercer sus derechos tras años de convivencia, esta vez, reconocida.

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Matrimonios y algo más. A propósito de la polémica generada por la “Ley Bruce”

Publicado en la web de noticias Spacio Libre (18 de setiembre de 2013)

La presentación del Proyecto de Ley N.° 2647/2013-CR que plantea establecer la “unión civil no matrimonial para personas del mismo sexo”, realizada la semana pasada por el congresista Carlos Bruce, como era de esperarse, motivó la iracunda reacción de los sectores más conservadores de nuestra sociedad.

La iniciativa legislativa, en esencia, propone otorgar a las parejas homosexuales diversos derechos hasta ahora reservados exclusivamente a los parejas heterosexuales casadas o cuya unión de hecho (concubinato) haya sido reconocida: herencia, seguridad social, pensiones, entre otros. Sin embargo, de manera expresa precisa que no se trata de un contrato matrimonial.

El cardenal Juan Luis Cipriani fue de los primeros en disparar contra el proyecto de ley y, de pasadita, contra su autor (al pretender descalificarlo insinuando su supuesta homosexualidad, lo que resulta una falacia ad hominen que uno no esperaría del alto jerarca de la Iglesia), utilizando para ello la privilegiada tribuna (o trinchera) que tiene en su programa Diálogo de Fe de RPP.

Sobre la iniciativa manifestó que “es parte de una vieja estrategia que ya se ha dado en países como España, Italia y Francia, en que se empieza poniendo el zapato en la puerta con esta ley, y se acaba pidiendo el matrimonio entre los homosexuales”.

Suponemos que en un esfuerzo de tolerancia, el cardenal manifestó que “quien quiera tener su relación tiene el derecho civil para realizar contratos”. Sin embargo, precisó, “no es necesario hacer una caricatura del matrimonio para luego destrozarlo”.

Al respecto, me sumo a quienes aclaran que esta no es una discusión religiosa; que acá nadie está hablando del sacramento del matrimonio. Se trata de una discusión jurídica, de derechos civiles, de contratos legales, y las consideraciones de orden moral basadas en la fe o en dogmas religiosos deberían estar de lado.

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