Archivo de la categoría: Cosas que pasan

Esas cosas que te pasan en el mundo de la vida

Ese bosque de palabras felices

– Se llama así, exactamente como suena.
– ¿Cómo más podría pronunciarse?
– Y no sé… con tanto inglés por aquí.

Imagen tomada de miraryver.wordpress.com

 

Te acercaste determinado con el propósito muy bien definido. “¿Podemos almorzar juntos?” “Why not?” pensé. Últimamente me había sentido como ese personaje interpretado por Jim Carrey al que le recetan que debe decir absolutamente “sí” a todas las propuestas locas que le podrían plantear. Entonces ahí aparece Zooey Deschanel con todo su encanto sublime de la ingenuidad primaria que encontraríamos en ese eterno disco “Amor Amarillo” de Cerati. Pero aquí, ¿quién es mi Zooey Deschanel?

Ambos, diestros maestros de la conversación, comenzamos a hablar de lo que nos apasionaba y nos conmovía con la transparencia y la honestidad de sabernos ‘inmediatos’, casi íntimos, más que por la confianza que pudiéramos habernos tenido, porque nos podíamos leer mutuamente. Y ambos éramos conscientes de ello. Sin necesidad de hablar, ya sabíamos cómo andábamos en la vida, cuáles podrían ser las tendencias en nuestros pensamientos, emociones y acciones. Alguien no iniciado en nuestro arte podría argumentar que siempre existiría esa libertad y esa posibilidad del ‘podría ser’. Y tendría razón. Y nosotros también.
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Margaritas en anticucho

« Te tengo presente de sol a sol
Estás en mi mente y en mi corazón»
Salserín

Imagen tomada de
Fanpop Little Manhattan

 

Esta es mi historia de amor. Mejor dicho, es la historia de amor de cuando tenía 9 años, justo antes de cumplir irremediablemente y por la eternidad, una edad conformada por dos dígitos.

Veo mis fotos cuando tenía 9 años y descubro mis orejas enormes, mis ojos chinos y brillantes – siempre me brillaron los ojos, es una gran bendición, lo sé -, y mi sonrisa frente al asombro de ver las lombrices en el jardín o las pequeñas margaritas que se podían hacer anticuchos para armar una bonita corona de flores.

Por esos tiempos sonreía mucho – ahora también sonrío mucho, no lo niego -, y también tuve mi primer novio, sin haber sido conciente de eso. Antonio por alguna extraña razón tuvo un crush conmigo – vamos, admitámoslo, las orejas grandes no son un sex-appeal necesariamente… no para los no-entendidos -. Entonces me escribió la primera notita de “Hola Diana. Tienes ojos muy bonitos. Me gusta cómo brillan”.

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Logos

– Entonces nosotros somos el Absoluto que se realiza.
– O no.
– No te entiendo.
– Es la libertad, mi querida Diana. La libertad.

Foto tomada de F13.net

Encontré muy difícil conservar la promesa de no escrutar en tu pasado ni velar por lo que sueles hacer en tu presente. Me seducía la idea de mirarte secretamente, atravesar esa ventana de tu privacidad y felicidad, o infelicidad, para saber qué hacías, cómo estabas, qué querías ahora que ya no estaba en tu vida.

Mis miradas del mundo cambiaron desde que decidimos separar nuestros universos, mejor dicho desde que decidí hacerlo; porque a pesar de que quería insistir en que fue un diálogo mutuo, en realidad fue una proposición unilateral -dictatorial si quieres-, completamente mía.

Tú eras mi creación. Eras mi imagen anhelada de ti desde que te pensé y te hice carne. Luego me desbordaste completamente y me enamoré de ti – o de lo que había hecho -. Te amé intensamente, te odié más aún, te deseé carnalmente y también te admiré en espíritu y verdad. Así de situación infinita.

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El Tchad no es Enseña Perú

«Algunas veces me pregunto si es mejor borrar todos los malos recuerdos – porque precisamente hoy, a pesar del tiempo transcurrido, aún me siguen haciendo daño -. Luego me aterra pensar que quizás al borrarlos, también se me vayan de la vida las buenas cosas… y finalmente no me quede nada. Ni aprendizajes, ni cariños, ni resentimientos, ni alegrías, ni dolor, ni nada de nada. En fin…»

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En noviembre del 2009, hace más de tres años, escribí lo siguiente: Leer más »

#Gutierrez

Es difícil no “caer en la fe” si es que hablamos del aporte – cultural, social, político, etc – de Gutierrez, precisamente porque su vocación es la de teólogo, sacerdote, pastor y catedrático universitario. Evitar “caer en el tema de la fe” cuando hablamos de Gutierrez sería algo tan contraproducente como evitar hablar del “quehacer filosófico y político” de Sartre, o de la “esencia cinematográfica” de Truffaut cuando nos referimos a su aporte a la sociedad y cómo enriquecieron la cultura con su obra. Me parece que cuando intentemos entender las otras dimensiones de estos intelectuales, éstas siempre estarán inmersas en su vocación y en su opción fundamental porque este es el tejido infinito con el cual hicieron su obra. A través de este “legein” juntaron las manos dispersas de lo sensible, en su aporte.

Intentaré ir un poco más allá y haré el esfuerzo por vislumbrar los motivos de tu cuestionamiento. ¿Será quizás alguna gran disconformidad con que un premio de carácter social -referido a la cultura- sea concedido tomando “criterios cristianos” antes que referidos a “la cultura” propiamente dicha? ¿Será que el desasosiego es porque no vislumbramos que llegaremos a ser una sociedad laica, sin intervención de ningún “vicio de carácter religioso”? De ser esa la situación, creo que también me cuestionaría lo mismo. Sin embargo, esta desazón no tendría por qué desmerecer el aporte a la sociedad del intelectual – sea este creyente o no, de mi misma sintonía política o no, o del mismo compromiso intelectual que el mío -, precisamente porque es esta diversidad la que aporta al diálogo en sociedad. Leer más »

Carta número uno

« (Ignacio, ¿habrá una carta número dos?)»
DKHH

Mi muy apreciada Señorita,

Me pregunto dónde comenzará a leer esta primera carta. ¿En su escritorio junto a su biblioteca llena de papeles en estado eterno de entropía bibliófila? ¿En su reino lleno de sábanas y peluches de burritos, gatitos, ositos y muñequitas Peloncitas? ¿En el cómodo sillón de su sala, que en ciertas ocasiones suele convertirse en esa gran nave – escondite secreto para mirar films de todos los tiempos? ¿En ese rinconcito de cielo al que usted recurre cuando quiere llenarse de esperanzas? ¿En el aposento de lo intangible y trascendente, quizás? Perdone mi atrevimiento mi humana señorita, no quise sonrojarla…

Usted comenzará a leer estas sinceras lineas que este extraño – pero no peligroso – caballero le envía con el auténtico deseo de hacerla mi amiga por correspondencia.

No se asombre por favor, tampoco se asuste de encontrar esta misiva en el buzón del condominio en el que vive. Por un momento piense en que ahora las personas ya no suelen escribirse cartas a mano. Ese es un antiguo hábito olvidado, un gesto de cariño anacrónico, una práctica que se ha vuelto obsoleta gracias al Twitter – al que usted es acérrima (soy su “follower” mi apreciada señorita) -, al Facebook – no tengo el placer de ser su “amigo en el Facebook”, porque por más que la busco, no la encuentro; y la Señorita que tiene su mismo nombre vive en Quebec. Le escribí, pero me indicó que ella no es usted, sino su prima, la más querida. No quise insistir más y me consolé diciendo que si no podía contactarla por el Facebook, era por alguna razón buena -. Leer más »

Super Eight and a half

(o de los amigos que perdí)

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Foto tomada de Flickr de Zerno Roli

Soñé con la historia de mi vida, en forma de una hermosa espiral de arcoiris con ese sabor incapturable de panadería que acaba de hornear pan. Estaba llena de personas amadas, y de personas que me amaron. Y cada una de ellas tenía una intensidad de colores, sabores y olores. ¡Cómo me habían marcado! Entonces me pregunté qué había sido de ellas.

¿Las perdí acaso?
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