Me dijo bajito: “Amor mío, mírame en los ojos.”
Le reñí, agria, y le dije: “Vete.” Pero no se fue.
Se vino a mí y me cogía las manos… Yo le dije: “Déjame.”
Pero no se fue.Puso su mejilla en mi oído. Me aparté un poco,
me quedé mirándolo, y le dije: “¿No te da vergüenza?”
Y no se movió. Sus labios rozaron mi mejilla. Me estremecí,
y le dije: “¿Cómo te atreves, di?” Pero no le dio vergüenza.Me prendió una flor en el pelo. Yo le dije: “¡Es en vano!”
Pero no cedía. Me quitó la guirnalda de mi cuello, y se fue.
Y lloro y lloro, y le pregunto a mi corazón:
“¿Por qué, por qué no vuelve?”Rabindranath Tagore
«Cuando sonríes, tus ojos me salpican alegría por toda el alma…» «Dímelo quedito al oído»
La foto corresponde al preciso instante en que Catherine se disfraza de Thomas y se pinta el bigote en «Jules et Jim» de François Truffaut
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