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Columnas

UN PAIS FRACTURADO, FRAGMENTADO Y POLARIZADO

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Sinesio López Jiménez

Los electores de las regiones que ahora han votado por Pedro Castillo son casi los mismos que votaron por Verónica en el 2016, por Humala en el 2011 y en el 2006 y por Toledo en el 2001. Es el mapa de los electores insatisfechos y contestarios que, además, se han sentido traicionados por los gobiernos de Toledo y por Humala.

Los electores de las regiones costeñas desde Ica hacia el norte que ahora han votado por KF, Hernando de Soto y López Aliaga son casi los mismos que, con porcentajes mayores, votaron por KF y por la coalición García-Flores en 2016, por KF y por Lourdes Flores en 2011, por García y Lourdes Flores en 2006 y en 2001. Es el mapa de los electores satisfechos y conservadores.

La práctica desaparición de los partidos históricos y de los outsiders y la crisis de las actuales empresas políticas privadas han incrementado la fragmentación política, han intensificado la competencia electoral y han entregado la responsabilidad de las campañas electorales a los candidatos y a las candidatas y a sus pequeños entornos.

Para entender los resultados electorales hay que considerar el contexto coyuntural de polarización política y de inestabilidad que el Perú ha vivido estos últimos cinco años, agravado por la feroz pandemia que ha mostrado la incapacidad de los gobiernos y del Estado para combatirla.

Lo que vengo sosteniendo en varios artículos es que, cuando se tiene una profunda crisis de representación que llega a cero (Tanaka dixit), no hay que concentrar toda la atención y toda la responsabilidad en los actores políticos, en este caso, los candidatos, sino que es necesario examinar los entornos económicos y sociales que no son fácilmente representables en el campo de la política.

Los invito a observar varios mapas que muestran una estrecha asociación con los mapas electorales: El índice de competitividad regional, el mapa de la pobreza, el IDH, el mapa de la ciudadanía y el mapa de capacidades del Estado. Es claro que, para entender los resultados electorales, hay que prestar atención obviamente a los aciertos y a los errores de los candidatos y de sus entornos. Es un error, por ejemplo, jugar al centro en un contexto coyuntural y estructural polarizado, profundizado por la pandemia.

Es un error no haber apostado, desde un inicio, a mantener la lealtad de los electores que, en anteriores procesos, habían apostado a su candidatura. Ese error inicial favoreció el despliegue de otros candidatos. Es un error afirmar que, cuando sea gobierno, no va comprar las vacunas contra la pandemia sino que las comprarán las empresas privadas. Es un error pensar que el candidato tiene que ofrecer sólo propuestas. Es necesario encarnar también la protesta y la ira de la gente.

MANUEL DAMMERT EGOAGUIRRE (1949-2021)

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Manuel Dammert fue un hombre de varios registros en los que se movió siempre con mucha solvencia. Tuvo una gran sensibilidad y una inteligencia destacada. Fue político, sociólogo, poeta. Fue la política, sin embargo, la que más le apasionó desde la juventud. Estudió en el colegio La Salle en el que compartió las aulas con Alberto Flores Galindo, Manuel Córdova, Manuel Iguíñiz, entre otros. Fue dirigente de la Juventud de Estudiantes Católicos (JEC).
A mediados de los 60 ingresó a la Facultad de Letras de la UNMSM en la que, luego de los estudios generales, estudió Sociología desde la Licenciatura hasta el Doctorado, alternando con éxito los estudios con la política. En el 2003 ingresó por concurso de méritos como docente de la Facultad de Ciencias Sociales. A comienzos de los 70 coincidimos unos dos años en París. Fueron los años en los que profundizó sus estudios de El Capital, de las corrientes marxistas de esa época, de Gramsci. Frente al entonces predominante estructuralismo marxista, liderado por Althusser, Manuel optó por el historicismo gramsciano, en la misma línea de Mariátegui.
Paris de los 70 era una hermosa ventana desde la que se podía mirar el mundo. En ella residían, con un status de refugiados, los políticos revolucionarios que, ocasionalmente, habían perdido alguna batalla en sus respectivos países. En sus frecuentes diálogos con ellos, Manuel aprendió mucho de las diversas experiencias revolucionarias del mundo.
Manuel cultivó con esmero su afición por la literatura. Era un lector voraz de la novela y de la poesía de América Latina sobre todo. Pero fueron las musas a las que prestó mayor atención y tiempo. No había lugar en donde no lo visitaran con frecuencia. Si lo visitaban mientras tomaba un café y no tenía un cuaderno en donde escribir, no dudaba en pergeñar sus versos en una servilleta de papel.
Manuel Dammert no fue un empírico de la política sino un político cultivado. Fue un intelectual y un político a la vez. Trató de darle a la política práctica un fundamento racional. Detrás de las decisiones políticas que tomaba como dirigente político escribía siempre un documento que las explicaba y justificaba. Como toda la izquierda latinoamericana, la peruana pasó también por dos épocas: la revolucionaria y la democrática. La estrategia revolucionaria era una respuesta a la dominación oligárquico-imperialista, basada en la represión permanente y en la exclusión de las clases medias y populares. Desde los 60, Manuel Dammert vivió con intensidad esta etapa. Ingresó con algunos jóvenes de su generación a una de las fracciones del MIR, editó la revista Crítica Marxista Leninista, engrosó las filas de Vanguardia Revolucionaria (VR), fundó y dirigió el PCR.
En la década del 80 las dictaduras de AL y del mundo se desmoronaron y se abrió una etapa de transición democrática que involucró a diversas fuerzas políticas, incluidas las izquierdas que cambiaron las formas de lucha, pero mantuvieron los objetivos estratégicos de defensa de los intereses populares y de lucha por el socialismo. Manuel participó activamente en esta etapa, unificando la izquierda, primero en la UDP y en UNIR, luego en la Alianza Revolucionaria de Izquierda (ARI) que involucraba a casi todas izquierdas, pero fracasó. Luego participó en la formación de la IU que lideró Alfonso Barrantes quien llegó ser elegido como el primer alcalde socialista de Lima. Dammert formó parte del estado mayor de la IU. Fue elegido diputado en 1980, en 1985, en 1990 y en 2011 como accesitario.
En 1989 cayó el muro de Berlín y se rompió la IU. Desde el 80 el terrorismo de SL y del MRTA produjo un miedo generalizado, desdemocratizó al país y lo convirtió en una sociedad conservadora. La izquierda desapareció como fuerza política y sus diversos cuadros dispersos trataron de seguir luchando por las causas populares colocándose en el lado bueno o en lado menos malo de la historia. Es la época de más intensa reflexión de Manuel. Escribe varios libros en los que analiza los diversos problemas del país, los cambios en el capitalismo y en las relaciones internacionales y repiensa la política de la izquierda en las nuevas condiciones del mundo globalizado.
La muerte inesperada ha interrumpido la reflexión y la acción de uno de los dirigentes más lúcidos de la izquierda peruana. Descansa en paz, querido Manuel.

UNA SOCIEDAD (CASI) INVIABLE Y UN ESTADO (CASI) FALLIDO

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                                   Sinesio López Jiménez

Somos el país del casi que no ha logrado una realización plena. En estos doscientos años de vida republicana no hemos sabido enfrentar bien y a tiempo los desafíos que hemos tenido por delante. Los hemos dejado pasar o los hemos enfrentado a medias. Hasta ahora no hemos podido resolver el gran desafío que nos planteó la independencia: Acabar con la herencia colonial, construir una sociedad integrada y forjar un Estado-nación.

La herencia colonial sigue en pie. Seguimos organizando la economía en función de los intereses de las metrópolis y del capital internacional, dejando de lado los intereses y las exigencias de la inmensa mayoría de los peruanos. A las élites económicas y a los gobernantes no les ha interesado promover una economía que sea capaz de atender la demanda de empleo, ingresos y bienes de todos los peruanos. No hemos podido organizar una economía con un motor propio, abierta al mundo.

La sociedad peruana está conformada por el 80% de informales, la mayoría de los cuales son pobres y muy pobres. Es una sociedad atomizada, desintegrada, discriminadora, racista y muy desigual. No reconocemos nuestra situación pluricultural y no hemos logrado construir un nosotros. No nos sentimos una comunidad nacional porque no tenemos bienes públicos compartidos. Desconocemos el bien común. Ir a las mismas escuelas y a los mismos centros de salud y sentir que la ley y la justicia son iguales para todos, independientemente de las diferencias económicas, sociales, culturales, ayudan a construir una comunidad política nacional. Este no es nuestro caso.

Somos un Estado (casi) fallido. No hemos podido forjar un Estado-nación en el que el Estado se identifique con la nación (imaginada) y esta se sienta representada y protegida por el Estado. En el siglo XIX las élites liberales fracasaron en construir un estado en forma. Vivimos en la anarquía permanente.  Tampoco pudieron organizar un nosotros con la mayoría del mundo indígena (59%). En el siglo XX las élites organizaron tres formas de Estado que acompañaron sendos proyectos de desarrollo económico: El Estado oligárquico (1895-1968), el Estado nacional-corporativo (1968-1990) y el Estado neoliberal (1990-2021).

El neoliberalismo  de los 90 instaló al mercado como el eje organizador de la vida económica, social y política, desvalorizó al Estado, le asignó un rol subsidiario de los intereses del capital y transformó los bienes públicos en negocios privados. El Estado que hoy tenemos es débil y deficitario. No tiene la fuerza ni la capacidad para desempeñar bien las funciones que tiene. La ley no es igual para todos, la burocracia es ineficiente (salvo en las pequeñas islas de modernidad), la seguridad ciudadana es un bien escaso, la provisión de bienes públicos (salud y educación) es un desastre, la penetración estatal en la población y en el territorio es muy limitada. No sabe ni cobrar impuestos. Tener 14% de presión tributaria es una vergüenza.

El candidato o candidata que triunfe en las próximas elecciones del 11 de Abril tiene unos desafíos inmensos cuyo enfrentamiento requiere el concurso de todos. Y los peruanos tenemos la enorme responsabilidad de elegir al mejor candidato o candidata que tenga una consciencia clara del pasado que hay que superar y un proyecto nuevo que nos abra las puertas a un futuro mejor.

FOTO POLITICA DEL PERU EN EL BICENTENARIO

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                                               Sinesio López Jiménez

Estas elecciones generales pueden ser tomadas y pensadas como una fotografía política del Perú en el Bicentenario. En ella están apareciendo la sociedad y las diversas opciones políticas que asume eligiendo a los candidatos presidenciales y congresales de su preferencia. Pero hay un tercio de los peruanos que no quiere aparecer en la foto.

Para entender esta fotografía política, tanto a los que aceptan aparecer en ella como a los que se niegan, es necesario examinar no sólo a los candidatos que salen en la foto representando a las diversas opciones políticas sino también a la sociedad misma que es fotografiada y representada.

El Perú del siglo XIX fue una sociedad de castas y etnias, en su mayoría indígena. El Perú del siglo XX fue lo que más se aproxima a una sociedad de clases. El Perú del siglo XXI es una sociedad de informales: el 75% de la PEA, en su mayoría pobres y muy pobres. El Perú del Bicentenenario debió construir una sociedad y una democracia de ciudadanos, pero ha fracasado. Es otra promesa incumplida.

Si el Perú de hoy no es una sociedad de ciudadanos como soñó el republicanismo, ni es una sociedad de clases como pensó el marxismo, entonces ¿qué es?. El Perú actual se aproxima a la sociedad de individuos que pensaron Hobbes y Locke como situación originaria en el siglo XVII. Hay una diferencia central: En nuestro caso no es una sociedad originaria sino el punto terminal de la historia de dos siglos del Perú independiente.

La nuestra no es tampoco la versión idílica de Locke: una sociedad de individuos libres, iguales, soberanos y con derecho a la propiedad. El Perú de hoy se parece más a la versión dramática de Hobbes: Una sociedad de individuos que, guiados por apetitos materiales desmedidos en busca de la felicidad, se sienten con derechos absolutos a todo y desatan una guerra de todos contra todos. Hay una diferencia, sin embargo. La sociedad guerrera de Hobbes busca la felicidad; la nuestra, la sobrevivencia.

Los politólogos examinan con lupa la crisis de representación o de representatividad y se concentran en la incapacidad de los actores políticos para recoger las demandas de la gente, articularlas y canalizarlas al sistema político para resolverlas. Eso está bien, pero es una versión parcial de la crisis porque no se pregunta sobre los representados. Entonces entran a tallar los sociólogos como Alan Touraine quien se pregunta sobre la crisis de representabilidad, esto es, sobre las dificultades de una sociedad o de una parte de ella para ser representada en el campo de la política.

¿Es viable una sociedad de informales, en su mayoría pobres y muy pobres?. ¿Es representable una sociedad de informales pobres y muy pobres en el campo de la política?. Mis hipótesis son que tal sociedad no es viable y que es muy difícil representarla políticamente. Este el gran desafío que tienen los políticos en esta coyuntura electoral del bicentenario: ¿Qué hacer para construir una sociedad económica y socialmente integrada y políticamente representable y viable?. Volveremos para intentar responder estas preguntas.

 

ELECCIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA

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                                               Sinesio López Jiménez*

En la historia del Perú, hemos tenido elecciones en coyunturas críticas (1931, 1980, 1990), pero es la primera vez que las tenemos en medio de una pandemia. Los procesos electorales generan por sí mismos grandes movilizaciones políticas: campañas, marchas, mítines en la plaza pública, debates políticos, confrontaciones callejeras.

Las coyunturas críticas, al visibilizar las grandes contradicciones estructurales y ensanchar la conciencia de la gente, potencian y polarizan las movilizaciones electorales. A contracorriente, la pandemia y la lucha desplegada para combatirla (temor de la gente al contagio, cuarentenas, prohibición de las aglomeraciones, la mantención de la distancia, etc.) contrarrestan las características movilizadoras de las elecciones en coyunturas críticas.

Los medios han jugado un papel decisivo en los procesos electorales. Los historiadores que han estudiado los procesos electorales en el siglo XIX (Sobrevilla, Chiaramonti, Aljovin, Mc Evoy) han señalado que, además de las cartas, la prensa escrita fue relevante en las campañas electorales después de 1850. En el siglo XX su importancia aumentó a medida que crecía el alfabetismo. A partir de 1930 entró a tallar la radio que mantiene su influencia sobre todo en las zonas rurales.

En los 60 interviene la TV que, al mostrar la imagen de los políticos, cambia la forma de representación y hace muy costosas a las campañas electorales, menos competitivas y más injustas.  Su peso ha disminuido sensiblemente con la prohibición de la publicidad electoral en ella. Sólo hay franjas electorales en la radio y en la TV para todos los candidatos que son, sin embargo, desigualmente distribuidas.

Con la revolución de las comunicaciones, una de las características de la globalización, el internet y el celular irrumpen en todos los procesos electorales del mundo, disminuyendo la importancia de los medios tradicionales. Manuel Castells ha dicho que Obama ganó las elecciones gracias al internet y que el celular hizo triunfar a Zapatero en España.

En tiempos de pandemia, las redes sociales están jugando un papel decisivo como en ninguna elección anterior. La imagen de los candidatos, sus desplazamientos en el territorio, la exposición de sus programas de gobierno y de sus discursos, su ideología, la definición de los adversarios y sus confrontaciones, las caricaturas y los memes, el troleo, en resumen toda la parafernalia electoral se produce y se difunde en las redes sociales. Exhibe al mismo tiempo los grandes problemas estructurales de una coyuntura crítica, reproduce las polarizaciones sociales y políticas y ayuda a definir las relaciones de fuerza.

Salvo KF, los candidatos que aparecen primeros en las encuestas no son los favoritos de los medios. La última encuesta de IEP señala un alto porcentaje (31%) que no vota por ningún candidato, confirma el hundimiento del centro, muestra un cierto estancamiento de Verónica Mendoza y de KF en el segundo y tercer lugar y el ascenso de Lescano y de Rafael López. Pese al entusiasmo que el ascenso de López ha suscitado en la derecha y en la ultraderecha sobre todo, mi hipótesis es que la fragmentación de la derecha le impide pasar a la segunda vuelta y que el escenario más probable es la confrontación entre Lezcano y Verónica Mendoza.

  • El que escribe esta columna es asesor externo de JP.

LAS MOVIDAS DEL TABLERO ELECTORAL

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Sinesio López Jiménez

El tablero electoral ha comenzado a moverse, pero el porcentaje de los electores que aún no han decidido su voto o van a votar viciado o blanco sigue siendo alto. Ambos llegan al 29% por ciento en febrero, según IPSOS. Todas las encuestadoras, tanto las vinculadas a intereses comerciales e ideológicos  como la única académica (IEP), constatan este movimiento electoral, pero difieren en la ubicación de los candidatos que están en los primeros lugares.

No se puede comparar Febrero porque el IEP aún no ha realizado su encuesta, pero sí se pueden comprar los resultados de Enero. En estos IPSOS pone a Forsyth primero con 17% mientras el IEP lo coloca también primero, pero con 13.3%. IPSOS ubica a KF segunda con 8% mientras el IEP la pone cuarta con 6.7%. IPSOS coloca a Verónica en cuarto lugar con el 7%, el mismo porcentaje que obtiene Guzmán al que pone tercero, mientras el IEP la coloca segunda con el 8.2%. A Lescano y a Urresti IPSOS los ubica en el quinto lugar con 6% mientras el IEP pone a Lescano tercero con 7.1% y a Urresti, sexto con 5.6%.

Las tendencias mostradas por IPSOS en la evolución de las encuestas de Diciembre a Febrero son las siguientes: hundimiento del centro o que juega al centro (Fortsyth y Guzmán), estancamiento de la derecha autoritaria (KF) y de la derecha neoliberal(De Soto), ascenso acelerado del populismo de izquierda (Lescano) y lento del populismo de derecha (Urresti) y ascenso lento de la izquierda democrática y social (Verónica Mendoza).

Si el margen de error de IPSOS es 2.8%, entonces hay un empate técnico entre los 4 primeros candidatos: Fortsyth, Lescano, KF y Verónica Mendoza. Urresti está en la antesala con 7% (quinto lugar). Teniendo en cuenta estas tendencias, mis hipótesis son las siguientes: 1) Forsyth sale de este club exclusivo de 4 y lo reemplaza Urresti, 2) el 29% de los indecisos y de los que votan viciado y blanco se van a reducir al 20%, 3) la fragmentación que aún es alta (19% de los candidatos con menos de 4%) se va a reducir un poco más y 4) todos los votos desplazados van a ir a Lescano, Verónica Mendoza y KF.

Esas tendencias electorales muestran que la mayoría de los electores están descontentos e irritados y que, por eso, tienden hacia la izquierda populista (Lescano) y hacia la izquierda democrática y social (Verónica Mendoza). Si esto es así, entonces es probable que, ante este desplazamiento mayoritario de los electores hacia la izquierda, los electores asustados de derecha tiendan a concentrar sus votos en KF.

¿Qué escenarios se dibujan en la segunda vuelta? Si las tendencias se mantienen es probable que Verónica y Lescano se enfrenten en la segunda vuelta.  El escenario preferido de las derechas es, sin embargo, una disputa entre Lescano y KF. ¿Por qué? Porque Verónica Mendoza es la única candidata que presenta un programa alternativo al neoliberalismo  y porque cuenta con equipo técnico-político con experiencia de gestión.

Pienso que Lescano haría unos ajustes sociales al modelo neoliberal y que gobernaría con un partido que desde el 80 es un partido neoliberal y que cuenta con los mismos técnicos neoliberales con los que ha gobernado la derecha neoliberal estas tres últimas décadas. No tiene un equipo tecno-político alternativo.

¿ES AUTONOMO EL BCR?

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Sinesio López Jiménez

Las derechas (la liberal y la autoritaria) se escandalizan y se rasgan las vestiduras porque Verónica Mendoza, la candidata de Juntos por el Perú (JP), ha sostenido que ya es hora de renovar el directorio del BCR, incluido su presidente que lleva ya varios años a la cabeza de esa institución. Sostienen que el BCR es autónomo y asustan a la población con el infierno de la hiperinflación al estilo de García en 1989-1990 si se produjera un cambio en el BCR.

Pero, ¿es autónomo el actual BCR?. ¿Es autónoma una institución cuyo presidente se mantiene en el cargo durante varios años gracias a las presiones de la CONFIEP y de la prensa concentrada?. ¿Es autónomo el actual BCR cuyo directorio está integrado por representantes de grupos de poder económico como el señor Chlimper? ¿De qué autonomía se habla si otro miembro del directorio integra una consultora al servicio de los grandes empresarios?.

Pocas veces en su historia el BCR ha sido autónomo. Desde el año (1930) en el que la misión Kremerer transformó el Banco de Reserva en Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) los grupos de poder económico lo capturaron. Su primer presidente, Manuel Augusto Olaechea, y su primer vicepresidente, Pedro Beltrán, eran grandes terratenientes. Pedro Beltrán (el señor de los mil agros lo llamaba Sofocleto) y Manuel Prado, vinculado a los grupos financieros, fueron presidentes del BCR durante varios años. Su directorio estaba integrado por los representantes de la Sociedad Nacional Agraria (SNA), de la Sociedad Nacional de Industrias (SIN), del Club de la Banca y otros grupos de poder económico.

Cuando Belaúnde triunfa en las elecciones de 1963 sobre los candidatos de la oligarquía (Odría y Haya de la Torre) se inician algunos tímidos cambios en el agonizante estado oligárquico que era un estado patrimonial en manos de los terratenientes modernos y tradicionales. Belaúnde renueva parcialmente el directorio del BCR sacando a los representantes de la SNA, de la SIN, del Club de la banca. Los 100 primeros días del gobierno de Belaúnde fueron de movilización y de cambios, pero luego se transformó en un gobierno de transacción con la oligarquía que mantenía intacto su poder económico.

El BCR fue plenamente autónomo en el estado velazquista cuya autonomía ha sido subrayada por Alfred Stepan y Theda Skócpol, destacados politólogos norteamericanos. En el estado neoliberal la autonomía del BCR ha sufrido algunos vaivenes. Algunos directorios defendieron su autonomía y otros fueron más bien sumisos a las exigencias de los poderes fácticos interesados en mantener la captura del MEF y del BCR, especialmente cuando perdían los candidatos a la presidencia que respaldaban. El caso de Ollanta ha sido el más escandaloso pues, luego de haber derrotado a KF, lograron someterlo y ponerlo a su servicio, colocando al ministro de Economía y manteniendo a Julio Velarde, presidente del BCR.

El estado y sus aparatos son autónomos cuando sus políticas públicas no están sometidas a las presiones de los grandes grupos de interés. Eso solo es posible cuando el estado no es débil ni enclenque como el nuestro sino fuerte y eficiente. El estado neoliberal es un estado capturado por la CONFIEP y otros grupos de interés.

CARLOS TAPIA O EL SENTIDO LUDICO DE LA POLITICA

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Sinesio López Jiménez

Una de las cosas más crueles que nos impone la pandemia es no poder despedirnos de las personas que queremos. La muerte se las lleva en silencio sin dejar siquiera una huella física que nos permita visitar su tumba. A contracorriente de la crueldad pandémica, Carlos Tapia (1941-2021) deja una huella histórica imborrable en la política peruana.

Desde la juventud fue un hombre de izquierda que se mantuvo fiel a esa apuesta hasta su muerte. Cambiaron las formas de la lucha política, pero el objetivo estratégico  de defender la causa de los pobres siguió en pie. Como la trayectoria de la mayoría de los cuadros de la izquierda peruana y latinoamericana, la de Carlos Tapia pasó por dos grandes etapas: la de la revolución y la de la democracia.

En la etapa revolucionaria Carlos fue marcado por la revolución cubana que nos hizo pensar a  los jóvenes de la generación de los 60 que otro mundo era posible. Era la época heroica del ataque frontal para acabar con la dominación imperialista y el atraso feudal. En ese contexto, la revolución se justifica. Las guerrillas del 65 dirigidas por Luis de la Puente y otros intentos guerrilleros seguían el camino abierto por Cuba. Carlos fue dirigente de una de las fracciones en las que se dividió el MIR luego del fracaso guerrillero.

Otro acontecimiento que marcó la trayectoria de Carlos Tapia y de la izquierda peruana y latinoamericana es el conflicto ideológico chino-soviético que fragmentó más aún a la débil izquierda de entonces. El impacto fue mayor en algunas universidades de provincias como la de Huamanga en la que Carlos estudió ingeniería agrícola y luego fue profesor. Allí conoció a destacados intelectuales limeños y extranjeros y también a Abimael Guzmán y a Osmán Morote, dirigentes de SL, con quienes entabló un debate ideológico que se prolongó hasta su muerte.

La etapa democrática de Carlos y de la izquierda peruana y latinoamericana comienza en los 78-80. Es el paso del paradigma de la revolución al de la democracia (Lechner dixit). Carlos y la mayoría de los dirigentes de la izquierda peruana entendieron que, luego de la reforma agraria de Velazco y la emergencia de una nueva ciudadanía, la lucha por el socialismo y por la realización de los grandes cambios en el Perú había que librarla en el campo democrático y a través de métodos democráticos. La apuesta democrática se reforzó con la caída del muro de Berlín en 1989. Una de las tareas centrales era la construcción de un partido democrático. Carlos se propuso entonces organizar la confluencia de las fracciones del MIR y participó en la formación de la UDP, del PUM y de la IU. Combate todo tipo de violencia y, en particular, el terrorismo. Asume que la conquista del poder tiene que librarse en la competencia política y en el terreno electoral. Fue diputado por la IU entre 1985-1990. Con Carlos Iván Degregori, su amigo entrañable, y otros destacados intelectuales y políticos integró la CVR.

Una de sus últimas apuestas fue la conformación de coalición de centro-izquierda. Pensaba que si la izquierda quería llegar al poder tenía que conquistar al centro. A Carlos Tapia no le gustaba la política martirológica. Detestaba también la política de la solemnidad. Asumía más bien la política como una actividad lúdica en la que desplegaba la ironía y el humor democrático. En la línea de Alfonso Barrantes.

 

EL MITO DE LA CONSTITUCION ETERNA DEL 93

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Sinesio López Jiménez

Desde la antigüedad la política ha sido el campo de la incertidumbre y de la volatilidad. Para hacerla predecible y estable los políticos han creado y crean las instituciones que son reglas de juego, normas y leyes que regulan la conducta de las gentes y de sus asociaciones. Los políticos y las sociedades han buscado también darle a la política un mayor grado de certidumbre inventando las constituciones que, como su nombre lo dice, tiene un sentido constitutivo de la política y de las asociaciones políticas (estados, gobiernos, regímenes políticos).

Lamentablemente no siempre los políticos y las sociedades logran dotarse de constituciones duraderas. Este es el caso de AL en general y del Perú en particular. La política peruana del siglo XIX fue taquicárdica: la duración promedio de sus presidentes fue de un año. Lo mismo puede decirse de las constituciones. Entre 1821 y 1845 el Perú tuvo 8 constituciones (Aljovín dixit). El siglo XX mostró un cierto progreso: la política tuvo un carácter cíclico en el que se turnaban las dictaduras y las democracias. La duración de los gobiernos en el siglo XX fue de 3 años y medio.

Las constituciones más duraderas han sido la conservadora de 1860 (que duró hasta 1920), la oligárquica de 1933 (que llegó hasta 1979) y la neoliberal de 1993 que está llegando a su fin. Las constituciones liberales (algunas entre 1821- 1845 y la de 1856)  han sido muy volátiles. La actual no es liberal sino neoliberal. ¿Cuál es la diferencia?. Las constituciones neoliberales como el mismo neoliberalismo son “liberistas” (Sartori dixit), esto es, son liberales en la economía, pero son conservadoras o autoritarias en su relación con la sociedad y con la política.

Cuando los políticos y las asociaciones crean las constituciones asumen el papel de soberanos, es decir, toman decisiones y crean normas sin dar cuenta a nadie. En el mundo antiguo y en el tradicional el ejercicio de la soberanía recayó en reyes, monarcas y en asambleas ciudadanas de las democracias clásicas y de las repúblicas clásicas. Fue una soberanía práctica. Ejercían la soberanía sin saberlo. Como concepto la soberanía fue inventado por Bodino en 1576.

En el Perú republicano han asumido el papel de soberanos las dictaduras y las asambleas constituyentes. La constitución neoliberal de 1993, por ejemplo, fue hecha a imagen y semejanza de la dictadura de Fujimori y de la coalición (el fujimorismo, los militares conservadores, las élites económicas y los organismos financieros internacionales) que la cobijaba. Los cambios fundamentales que estableció fueron la reelección de Fujimori, la eliminación de los derechos de los trabajadores y la conversión del Estado en subsidiario de los intereses de las grandes empresas y corporaciones, en desmedro de la sociedad y de los ciudadanos.

La tesis según la cual la constitución neoliberal del 93 es la causa del crecimiento económico, de la reducción de la pobreza y del supuesto milagro económico es un mito. Ella confunde expresamente el modelo neoliberal con el boom de las exportaciones o afirma que este es obra de aquel. El fin del boom exportador ha evaporado este mito. La mayoría de los peruanos cree que es necesario cambiar la constitución del 93. El Perú vive ya, como Chile, un momento destituyente (Luna dixit).

TODO TIENE SU FINAL

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Sinesio López Jiménez

Estamos terminando el año turbulento del 2020. En seis meses más vamos a terminar también el ciclo en el que hemos vivido la concentración dramática de tres crisis: la crisis política, la crisis de la corrupción y la pandemia del COVID-19. Estas crisis están evaporando algunos mitos neoliberales: El modelo económico neoliberal ha producido un crecimiento nunca visto en historia peruana, ha reducido la pobreza, ha generado un milagro económico. Todos estos logros se deben a la Constitución de 1993. A estos mitos se añaden dos más: Todo lo que choca con el modelo neoliberal es populismo, el modelo neoliberal es el único modelo viable.

Todos estos mitos se fundan en un falseamiento consciente de la historia. Confunden a propósito el modelo neoliberal con el boom de las exportaciones, como si este hubiera sido generado por aquél. El largo boom exportador se produjo gracias a la demanda sostenida de materias primas y alimentos proveniente de China, USA y Europa que se convirtieron en los tres grandes motores de varias economías exportadoras del mundo, independientemente del modelo económico que tuvieran.  Bolivia, con un modelo de desarrollo distinto, tuvo iguales o mejores resultados que el Perú. Cuando esos motores se apagan, en nuestros países exportadores se produce la oscuridad. Y los mitos comienzan a evaporarse.

Las altas tasas de crecimiento económico que hemos tenido en más de una década y la reducción de la pobreza se deben, no al modelo neoliberal, sino al boom exportador más largo que hemos tenido en la historia del Perú. La economía primario-exportadora y de servicios se caracteriza, no por ofrecer empleo (la minería solo tiene el 1% estable de la PEA y ofrece empleo indirecto, la mayoría del cual es informal), sino por brindar altas tasas de rentabilidad empresarial e ingresos fiscales fáciles al Estado que sirven para desplegar políticas sociales que no eliminan la pobreza sino que la alivian.

Y ¿el milagro económico?. Este no es un mito sino un cuentazo. Invito a los lectores a mirar el mapa del Indice de Competividad Regional del Perú (ICRP) del 2019, elaborado por CENTRUM-PUCP), en particular el pilar de la economía (de los cinco que lo componen) que mide en cierto modo el crecimiento económico de las regiones. Este pilar tiene 15 indicadores entre los cuales están la inversión, el tamaño del PBI, el PBI per cápita, el empleo y el porcentaje de exportaciones. En una escala de septiles que va de muy bajo a muy alto, 25 regiones están en el nivel muy bajo y 1 (Lima) en el nivel medio bajo. El mapa del ICRP del 2013 (en pleno boom exportador) es igual. Ese mapa no muestra un milagro económico sino un abismal atraso.

Habría que mirar el Indice de Desarrollo Humano (IDH) que, con los indicadores de esperanza de vida, nivel de vida, alfabetización y nivel de educación),  mide un cierto nivel de bienestar de la gente. El IDH no ha cambiado significativamente. El PNUD ha cruzado el IDH con la localización agropecuaria, manufacturera y minera de las regiones y encuentra una relación inversa con la agricultura (a más agricultura menos IDH), directa con la manufactura (a más manufactura más IDH) y ninguna con la minería, la engreída de nuestros liberales. ¿Qué les parece?. Vuelvo sobre los otros mitos.