Archivo por meses: enero 2014

¿ADIOS A LAS ARMAS?

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Sinesio López J

Ni los chilenos perdieron lo que temían, ni los peruanos ganaron lo que esperaban. Por eso los chilenos no protestan ni los peruanos celebran. Los que están “complacidos” son el gobierno, los políticos y los medios peruanos. Al gobierno y a los políticos chilenos, en cambio, el fallo de la Haya les ha dejado un “sabor amargo”, pero ellos han declarado que lo acatarán y lo cumplirán en forma gradual y con condiciones. Están pagando el error de no haber aceptado la negociación bilateral que, en su momento, les ofreció el gobierno peruano.

¿Por qué los peruanos no están satisfechos con el fallo?. Hay varias razones, pero la más importante parece ser la fusión y la confusión en su imaginario de la historia con la política. Desde la perspectiva histórica, las heridas de los peruanos son tan profundas que ninguna solución política moderada las puede curar. Las injusticias históricas no se resuelven con medidas de justicia presentista. Descartada la guerra, su solución exige compensaciones materiales y simbólicas que ayuden a sanar las heridas del pasado.

Desde la perspectiva política, los peruanos hemos ganado, no lo que erróneamente esperábamos, sino  una parte del mare nostrum que no teníamos bajo control. Es lo que se podía ganar en la Corte Internacional de la Haya que tiende a emitir fallos, no salomónicos, sino equilibrados (cuando se trata de bienes divisibles) para que sean acatados por las partes. ¿Había otra salida? Descartada la guerra, el gobierno peruano propuso una negociación bilateral que el gobierno chileno no aceptó. Esa negación fue un error de la élite chilena y una suerte para el Perú.

En una negociación, que es sostenida no sólo por las habilidades de los diplomáticos  sino también por las correlaciones de fuerza de diverso tipo (militares, políticas, económicas, etc), el Perú no  hubiera obtenido lo que La Haya le ha dado. ¿Qué viene ahora?. Se van a producir muchos cambios en las relaciones de Perú con Chile, pero el principal es probablemente el tránsito gradual de las relaciones de enemistad a las de cooperación. Como estados soberanos, Chile y Perú siempre tendrán, sin embargo, un tipo de enemistad, pero se disiparán lentamente las amenazas de una guerra.

En esa medida van a disminuir tanto en Chile como en Perú los abultados gastos militares que estarán disponibles para atender los problemas de la educación, la salud y la seguridad interna en ambos países. Desaparecidos los conflictos limítrofes entre los estados, los lazos y las políticas de cooperación y de integración entre Chile y Perú y entre los países de América del Sur se fortalecerán y consolidarán.

¿Y qué va a pasar con las FF.AA de ambos países?, ¿seguirán teniendo un rol político significativo dentro de sus respectivos países?. Es probable que sí porque su importancia no depende sólo de los conflictos internacionales sino también del déficits de los civiles de cada país. En el Perú no existe un sistema de partidos y en Chile ha comenzado a resquebrajarse. En esa medida, seguirán siendo un poder fáctico gravitante en la política de ambos países.

 

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LAS FOTOGRAFIAS DEL DESBORDE

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Sinesio López Jiménez

Las fotografías comunican, por lo general, más que muchas palabras. Ellas atrapan los momentos de una historia individual o colectiva y las congelan en imágines expresivas. Cuentan una historia congelada en imágines decidoras. Sospecho que esta idea es la que inspira la excelente exposición realizada por el Museo Metropolitano de Lima de las fotografías de lo que José Matos Mar ha llamado el desborde popular. En realidad, es la exposición de fotografías que José Matos ha ido acumulando para ilustrar sus estudios de las barriadas limeñas y del crecimiento de Lima gracias al protagonismo de los de debajo de la escala social.

Debajo de la historia congelada en fotografías hay una historia viva que Matos ha contado con claridad y pasión en sus libros, en particular en el Desborde Popular y la crisis del Estado. El libro rescata lo que Nathan Wachtell ha llamado la historia de los vencidos, la historia de los que nunca la tuvieron porque la que se ha impuesto es generalmente la historia de los vencedores. La lucha  por la historia es, en el fondo, la pugna por la memoria de los protagonistas que la construyen.  El libro fue y es un éxito de librería y forma parte de una galería de producciones intelectuales de la década del 80 que relataban historias parecidas: El otro Sendero de Hernando de Soto, Buscando un Inca de Alberto Flores Galindo, La  otra modernidad de Carlos Franco, entre otros.

El protagonista del Desborde es el migrante y su historia comienza en 1940. El censo de ese año revela que solo 7 de cada cien peruanos estaban fuera del lugar en donde habían nacido, algo parecido a lo que pasaba en Europa a mediados del siglo XVIII en donde 5 de cada 100 europeos eran migrantes (Hobsbawm, 1962). El argumento del libro de Matos Mar es el siguiente: existe dos Perú que discurren paralelamente dándose de topetazos pero sin con­verger en un curso histórico común: el Perú oficial y el Perú marginado. El primero impone reglas de juego excluyentes para bloquear la incorpo­ración de las clases populares a los diversos campos de la vida social ofi­cial. El segundo pugna por incorporarse al mundo oficial cambiando las reglas de juego o ensanchándolas, objetivo que no consigue siempre. Cuando esto sucede y los movimientos populares son masivos, ellos desbordan a las instituciones oficiales y emerge la inestabilidad, la con­vulsión social o la anomia social.

En realidad, la historia del migrante, de las invasiones urbanas, de la consolidación del espacio ocupado y del reconocimiento de la propiedad es una parte del desborde popular. Hay otras historias de los de abajo que forman parte de ese desborde: el movimiento obrero, particularmente el clasismo de los 70, los masivos movimientos campesinos de los 50 y los 60 del siglo pasado, el boom educativo, etc. Expresan protagonismos sociales que han construido la historia del país desde los intereses y las aspiraciones de los de abajo en pugna con las historias que han sido impuestas desde arriba y desde afuera.

Es una historia inconclusa, abierta que no encuentra el camino para construir su propia representación política y para culminar en la conquista del gobierno. Su comportamiento social puede ser heroico, pero su conducta política es sorprendentemente pragmática y abre las puertas, sin quererlo quizás y en todo caso sin poderlo evitar, a historias impostadas como la del neoliberalismo actual.

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EL PODER TOTAL

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Sinesio López Jiménez

El Comercio y sus satélites quieren no sólo la libertad total para ellos (sin límites ni regulaciones como existen en los países desarrollados) sino también el poder total que, en realidad, ya lo tienen y pretenden consolidar. ¿Qué es el poder total?. Es la capacidad que ellos tienen no sólo de influir en el comportamiento de otros (sus lectores), sino también de poner la agenda pública y de bloquear las decisiones de los actores sociales y políticos y del Estado y, sobre todo, de hacer que otros quieran lo que ellos quieren. Ejercen un control individual, sociopolítico y mental de la gente (Steven Lukes, 1974, 2007).

La influencia del grupo empresarial de El Comercio en diversos sectores del país es indiscutible, pero esa influencia no se ejerce dentro de un esquema pluralista y competitivo como ellos quieren hacer creer a la gente con falacias y sofismas. No es la libertad de elección de los lectores la que explica el 80% de lectoría sino el capital con el que compraron Epensa. Tampoco es la calidad del “producto”. A mí, al menos, cualquiera de sus diarios se me cae de las manos a los 5 minutos porque ya no encuentro nada interesante que leer. En esa situación cuasi-monopólica ya no se puede competir en igualdad de condiciones ni en la formación de nuevas empresas periodísticas, ni en publicidad, ni en la comunicación socio-política, ni en la lucha democrática por el poder político.

En esa situación ya no hay libertad de elección ni de expresión de todos. Sólo hay libertad de expresión de la familia Miró Quesada y sus amigos. Pero el poder de El Comercio y sus satélites no se limita a la influencia monopólica sobre el comportamiento de los ciudadanos sino que avanza hasta el control de la agenda pública. Sugiere y ordena muchas veces lo que los actores sociales y políticos y los poderes del Estado tienen o no que discutir. Imponen una agenda de acuerdo a sus intereses. Basta ver los titulares de sus diarios: “Líderes del Congreso están en contra de legislar sobre medios”-dicen- olvidando que el Congreso, independientemente de su calidad, es el representante de todos los ciudadanos y es soberano para discutir la agenda que libremente decida.

El cuasi-monopolio mediático está empeñado también en romper el acuerdo entre Gana Perú y Perú Posible para maniatar al Parlamento, aislar al Ejecutivo, generar ingobernabilidad e imponer su concentración. Su poder culmina con el secuestro de la voluntad y de la mente de algunos ciudadanos y de algunos políticos. Sorprenden sobre todo las declaraciones de total sumisión de algunos políticos de derecha, en particular del Apra y del PPC y de sus líderes. La caricatura de Carlín ha mostrado a García y a los dirigentes del Apra como guachimanes de El Comercio, ante la sorpresa de Haya de la Torre.

Más sorprendente aún es la penosa entrevista en El Comercio (13/01/14) de Lourdes Flores en la que expresa, además de pobreza en el análisis de la situación política, la voluntad de ser la humilde y sumisa servidora de la concentración mediática. El control de la mente y de las ideas (por parte de El Comercio) llega también hasta sus contrincantes (incluido Mario Vargas Llosa) que coinciden en circunscribir todo el conflicto al poco edificante poder judicial. Nadie parece escapar a las garras de El Comercio. Yo mismo me veo obligado a comprar algunos diarios del cuasi-monopolio mediático por oficio: Tengo que saber lo que piensa (!!!) la caverna.

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UNA FOTOGRAFIA DEL MOMENTO

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                                               Sinesio López Jiménez

En Perú y en Lima (en particular) existe un clima político enrarecido. Los titulares de los diarios parecen anunciar una gran tempestad política. Algunos columnistas creen (incluso) respirar un aire pre-golpista. La sociedad, en cambio, no se mueve o casi no se mueve (por ahora). O sus movimientos son tan lentos y silenciosos que no se llega a percibirlos. La vidriosa economía marcha al ritmo de la demanda china y de la inversión pública. Los sobresaltos vienen, pues, de la política.

¿Qué está pasando en la política?. Lo de siempre: lucha por el poder (no perderlo, mantenerlo o acrecentarlo), corrupción, ambiciones, voluntad de dominio, inseguridad ciudadana. Para decirlo con más precisión: mientras Toledo pugna por no ser  acusado de corrupción por el Congreso y la Fiscalía, García lucha para evitar la acusación constitucional y la inhabilitación política, Fujimori pelea por salir de la cárcel en la que se encuentra condenado por crímenes y corrupción, Humala y Nadine Heredia se empeñan en consolidar su poder y en recuperar el favor público; mientras, en resumen, los políticos tratan de no ir a la cárcel o de salir de ella (acusados de corrupción) o de afirmarse en el poder, la gente se siente desprotegida, insegura y abandonada por los organismos estatales encargados de protegerla.

Aprovechando el despelote político y moral que vive el país, Kuczynski, trajinado ex-ministro a gusto del cliente, alucina con hacerse del gobierno en el 2016. Después de todo, soñar no cuesta nada. Mientras tanto la izquierda está desperezándose, saliendo de una larga siesta y tratando de superar sus diferencias y su fragmentación a través del Frente Amplio. Los poderes fácticos juegan un papel central en la lucha por el poder. La CONFIEP exige al gobierno  más gollerías y concesiones que brinden confianza al empresariado para invertir y acumular en grande. El Comercio y sus satélites están desesperados por consolidar la concentración de los medios y, para lograr ese objetivo, buscan aislar al gobierno, que la combate, para infligirle otra derrota.

La bronca política presenta algunas peculiaridades. En primer lugar, es una lucha de caudillos apoyados por sus entornos. Brillan por su ausencia el calor espontáneo de las masas y el cálculo político de las organizaciones partidarias. Los partidos casi no existen. En segundo lugar, los caudillos en problemas buscan formar coaliciones con los poderes fácticos o con el  gobierno para salir de la situación difícil en la que se encuentran. Fujimori y García son respaldados por el cuasi-monopolio que lidera El Comercio y por la CONFIEP (además de la Fiscalía y del Poder Judicial), Toledo busca el blindaje del gobierno y Humala y Nadine consolidan su poder mediante el control de las regiones militares, la mayoría de ellas en manos de generales de la promoción del Presidente.

En tercer lugar, las estrategias desplegadas por los caudillos y los poderes fácticos configuran una especie de confrontación política entre las derechas comandadas por El Comercio, García y Fujimori y el centro-derechista gobierno de Humala y Nadine, debilitado en su base social, pero fortalecido por su base militar. Es una confrontación política que no llega a ser una polarización política y social. ¿Se mantendrá esta confrontación hasta la culminación del gobierno de Humala?. Eso depende de la emergencia de nuevos actores, ante el agotamiento y desprestigio de los antiguos caudillos. No todo está dicho y cualquier cosa puede pasar. Depende, sobre todo, del despabilamiento de la izquierda y del despertar de los movimientos sociales que han sido casi siempre su poder fáctico.

 

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LOS INTOCABLES

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Sinesio López Jiménez

El Comercio y sus satélites informativos atacan sin piedad al gobierno, al centro derecha que lo apoya y a la izquierda y miman a todas las derechas. A este ejercicio discriminatorio de la opinión y de la información lo llaman libertad de expresión. Es su derecho. A la respuesta tímida a su crítica despiadada la llaman atentado a la libertad de expresión. No tienen razón porque niegan a otros el mismo derecho que ellos ejercen. Los Comercios se sienten intocables y exigen ser tratados como tales. En nombre de la libertad de expresión quieren arrebatársela a sus adversarios. Se sienten todopoderosos porque concentran el 80% del mercado mediático, hecho macizo de la realidad que ha sido criticado por Mario Vargas Llosa y por Ollanta Humala.

¿La concentración atenta contra la libertad expresión? Según el decano no porque los ciudadanos tienen la libertad elegir.  Si no les gusta El Comercio y sus satélites –dicen- pueden optar por otros medios. El argumento es, sin embargo, falaz. La libertad de elegir requiere la pluralidad de medios que es negada justamente por la concentración. Con esta no existe pluralidad informativa ni posibilidades de elegir. Esta es una vieja argumentación liberal. John Stuart Mill, un liberal clásico,  sostenía que lo que caracteriza a los seres humanos es, más que la racionalidad, la capacidad de elegir y que para que ésta sea posible es necesario que haya diversidad de opiniones. Rechazaba, por esta razón, la uniformidad, el conformismo y la estandarización que trae la modernidad.

La concentración, además, impide la competencia en todos los campos: económico, socio-comunicativo y político. No se puede competir en publicidad, fuente central de los recursos de los medios, con los cuasi-monopolios mediáticos. Es difícil, sino imposible, competir en informaciones y opiniones con un pulpo comunicativo. En el campo político la situación es peor. No hay democracia si no hay pluralidad en las fuentes de información para todos los ciudadanos y para todos los políticos de diversas orientaciones. Sin ciudadanía informada no hay democracia. Esta es una las tesis centrales de Robert Dahl  uno de los teóricos más importantes de la democracia contemporánea. La ingenua tesis de que hay libertad de empresa para competir con los  monopolios informativos no entiende nada de economía ni de los problemas de libertad de expresión en el mundo actual.

Lo que está en el centro del debate es la libertad de expresión y otros conceptos que la acompañan: libertad de empresa, libertad de prensa y libertad de información. Los temas centrales de discusión son los siguientes: La naturaleza de la libertad de expresión (es civil o política o ambas a la vez; es un derecho individual o es también un derecho de las sociedades); sus alcances (es absoluta o tiene límites); las tensiones y contradicciones entre libertad de expresión y otros conceptos asociados (libertad empresa, prensa e información); si la libertad de expresión tiene límites (¿es necesario regularla o no y quienes son los encargados de regularla?.

Volveré sobre estos temas complejos. En la teoría política moderna hay dos grandes posiciones sobre la libertad en su relación con el Estado: Los que piensan que la libertad se da dentro del Estado y de la ley (los republicanos, los pluralistas y los liberales) y los que piensan que la libertad solo es posible fuera de  ellos (los anarquistas, los marxistas y los libertarianos). Los partidarios de los monopolios dejan ser liberales para convertirse en libertarianos o en anarquistas por conveniencia. O por sobones de los monopolios mediáticos. En este tema, yo asumo una posición republicana.

 

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