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CONFUSION E INCERTIDUMBRE

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Sinesio López Jiménez
Existe confusión e incertidumbre en el proceso electoral que tienen distinta procedencia. Una primera fuente es la frondosa normatividad partidaria y electoral hecha para aplicar rigurosamente a los partidos cuando estos prácticamente no existen. Llamar partidos a los pequeños caudillos con franquicia electoral es un abuso del lenguaje. Algunas normas electorales han sido dadas en pleno proceso electoral y han generado más confusión. ¿Se aplican o no esas normas a este proceso electoral o son para el siguiente?. Si son para el siguiente, ¿por qué darlas ahora?. Si son para el actual proceso, ¿ por qué cambiar las reglas de juego cuando ya comenzó el partido?.

Una segunda fuente es la actuación de los organismos electorales que, sometidos a una fuerte presión política y mediática, se mueven confusamente entre dictámenes que declaran inadmisibles o improcedentes a las decisiones de los actores políticos. Sospecho que sus dictámenes no son uniformes frente a casos parecidos. Una tercera fuente es la excesiva fragmentación partidaria que genera caos en la administración electoral, llena de siglas al país, pero produce un vacío de ideas y propuestas sólidas. Además, hace difícil la elección del ciudadano.

Una cuarta fuente es el enorme poder de los medios concentrados empeñados en imponer y mantener a determinados candidatos del establishment y en bloquear a los del antiestablisment económico o político. Ellos despliegan sus propias campañas y contracampañas cuya efectividad miden las encuestas que contratan. Hasta ahora su éxito es muy pobre. Casi todos los candidatos del establisment están cayendo y no han podido contener la emergencia, en algunos casos vigorosa, de los pitufos (Guzmán, Verónica y Barnechea). Su éxito se reduce a la demolición de Acuña y al mantenimiento de Keiko como favorita.

En quinto lugar, las encuestas inciden no sólo en el estado de ánimo de los candidatos sino también en los organismos electorales. Cuando las encuestas los favorecen, no se quejan. Cuando muestran su caída, sostienen que las encuestas son manipuladas. El nivel de apoyo electoral de los candidatos incide probablemente en las decisiones de los organismos electorales. Es menos riesgoso sacar del juego a un candidato que araña el subsuelo que echarse abajo un candidato que sube aceleradamente en las encuestas. ¿Manipulan o no las encuestadoras?. Las vinculadas a partidos, manipulan, pero las serias no arriesgan su prestigio ni su dinero.

Los candidatos que caen y ven difícil remontar y los pitufos que no pueden despegar son la sexta fuente de confusión e incertidumbre. Dramatizan demasiado, pierden el sentido del ridículo, se encadenan a las rejas de Palacio de gobierno, presentan quejas, apelan las decisiones de los organismos electorales, buscan culpar a estos y al gobierno de su inminente fracaso. Es probable que, in pectore, quieran que el proceso electoral naufrague.

Llama la atención que los ciudadanos, pese a su volatilidad y en medio de la incertidumbre, sean los que ponen orden superando la fragmentación y concentrando sus votos en candidatos viables. Ellos no son solo votos (Schumpeter), ni sólo electores (Weber) sino también ciudadanos plenos y muchos de ellos contestatarios.