El efecto Nobel sigue generando publicaciones sobre la vida y obra de Mario Vargas Llosa. En setiempre de este año, Ciudad Editorial publicó una selección de entrevistas sobre el novelista peruano realizadas por Cristian Ticona y Juan Carlos Soto. Excepto la última, las seis primeras tienen como interlocutores a personalidades muy cercanas a Vargas Llosa: Álvaro Vargas Llosa, Alfredo Barnechea, Juan José Armas Marcelo, Efraín Kristal, Alonso Cueto y Roland Forgues ofrecen distintas perspectivas sobre su trayectoria vital y literaria.
Un primer acierto en la organización de las entrevistas es precisamente la diversidad de aproximaciones y la proximidad de los entrevistados respecto al autor que los congrega. Desde la intimidad del hijo mayor que lleva a cuestas la impronta del padre, pasando por las amistades que analizan su pensamiento político, el admirador incontenible que recopila cuanta anécdota le sale al paso, el escritor que confiesa haber sido contagiado del vicio de escribir cuando Vargas Llosa lo tomó en brazos a los cuatro años y los críticos literarios, quienes, a su modo, interpelan la obra del novelista.
Sin embargo, en varios pasajes de las entrevistas, las preguntas redundan en tópicos bastante explorados anteriormente como el fracaso de la campaña presidencial, la influencia de los escritores franceses en su obra, la comparación entre sus novelas mayores o menores (pregunta que Roland Forgues responde con precisión: para la crítica literaria es irrelevante la grandeza o no de una obra, pues ello obedece a una experiencia de lector intermediada por variables muy complejas, que al final no inciden en una cuestión fundamental, sino que más bien sirven para instalar lugares comunes), el giro ideológico del socialismo al liberalismo, la exploración sucinta de sus novelas más reconocidas y los acontecimientos biográficos que mediáticamente el gran público conoce, como el puñetazo a Gabriel García Márquez o su experiencia como cadete en el Colegio Militar Leoncio Prado. Esto da lugar a que varias preguntas —aunque de manera parafraseada— se formulen recurrentemente.
La estructura de las entrevistas está diseñada de tal manera que el lector es situado brevemente en el contexto antes de tomar contacto con el cuerpo de las mismas. En general, nos muestran una semblanza del Vargas Llosa político, escritor y, en algunos casos, el ser humano detrás de ambos. En este punto, la intervención de J.J. Armas Marcelo, autor de Vargas Llosa. El vicio de escribir (1991) resulta la más entretenida por la espontaneidad y pasión que el periodista canario le imprime a sus respuestas, además de la manifiesta admiración por Vargas Llosa y su obra. Armas Marcelo responde como amigo íntimo, como admirador. Por ello sus respuestas son cerradas, no dan lugar a fisuras ni dejan traslucir alguna discrepancia que vulnere las emociones que le suscita hablar sobre un gran amigo. Cabe hacer una precisión sobre lo acotado por Alfredo Barnechea. Vargas Llosa no leyó a los pensadores liberales, Popper y Berlin a partir de 1980, sino durante casi toda la década del setenta, aproximadamente, a partir de 1971. Producto de esas lecturas deviene La guerra del fin del mundo (1980).
Las que me cautivaron más son las de Efraín Kristal y Roland Forgues. El oficio de críticos les permite distanciarse del escritor e indagar con mayor rigurosidad su obra, particularmente Kristal. Uno de los trabajos más consistentes, tanto en el contenido como en el registro escrito, que pude revisar para culminar mi tesis de maestría sobre el pensamiento político de Vargas Llosa fue Temptation of the Word (1998). En su intervención, Kristal expone con claridad sus análisis, relacionando textos, los de Vargas Llosa y los posibles referentes textuales que van más allá de los habitualmente conocidos. La obra de Bataille y Mann no suele ser mencionada como una de las fuentes de la poética vargallosiana, agudamente advertidos por Kristal. Por su parte, Forgues también se desmarca de los lugares comunes. Agrega a Guy de Maupassant como otro referente a tomar en cuenta y rastrea la teoría de la novela de Vargas Llosa, en lo concerniente a «la verdad de las mentiras», hasta Maurice Blanchot.
Vargas Llosa. Seis asedios, tiene el mérito de ser una publicación divulgatoria en formato de entrevista. Las notas a pie auxilian al lector interesado en saber un poco más sobre el autor, pero algunas abusan demasiado del acompañamiento, lo cual obliga a una lectura fragmentada. No obstante, la recurrencia de algunas preguntas dificulta profundizar más allá de los tópicos ampliamente discutidos sobre la obra de nuestro Premio Nobel de Literatura.
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