Arturo Caballero Medina
La luna (1979), de Bernardo Bertolucci, narra la historia de una relación crecientemente incestuosa entre una exitosa cantante estadounidense de ópera y su hijo adolescente que, conflictuado por la ausencia de su padre, se va haciendo adicto a la heroína. En esta nota, analizaré el complejo de Edipo a través de Joe, personaje que desarrolla una relación incestuosa con Catherina, su madre.
Durante la trama de la película, asistimos a la exposición del drama edípico que protagonizan Joe, la madre y el padre, éste último ausente la mayor parte del tiempo. Pero este drama edípico tiene una evolución: aparición, desarrollo y desenlace o superación que culmina con la ubicación ,en el lugar que le corresponde, a Joe, personaje que protagoniza este drama; ubicación que le es puesta de manera violenta por el padre (de un cachetazo). Pero veamos cuáles son los momentos de la evolución del drama edípico puestos en escena en la cinta La luna.
La primera etapa corresponde a la infancia del sujeto con la madre. El sujeto entra en contacto con la realidad circundante (objetos, ambiente, personas) de la cual tiene una imagen difusa; etapa a la cual Lacan denomina estadio del espejo (6 a 18 meses), caracterizada por esta visión fragmentada de la realidad que tiene el sujeto antes de la aparición de este estadio. El niño tiene como primer objeto de deseo a su madre, la tiene cerca, pero la figura del padre surge como rival. Él es quien se la arrebata. El trauma que provoca en el niño contemplar las relaciones sexuales de sus padres, las cuales interpreta como lucha, son representadas en la cinta como el baile al ritmo de twist, el padre con el cuchillo y el pescado; el niño siente que su madre sufre y llora. Se refugia en la abuela y debe dejar a su propia madre disfrutar del padre rival. Aparece el drama edípico en su fase inicial.
La segunda etapa corresponde a la muerte del padre. Joe está en la edad de transición entre la pubertad y la adolescencia. En este periodo el sujeto ve acentuadas sus contradicciones, conflictos de identificación y busca acercarse efectivamente y sin enfrentamientos tanto al padre como a la madre. Ella, en tanto objeto de deseo, ya no está tan cerca como en la infancia; padre y madre se deben mutuas obligaciones y Joe intenta encajar en ellas: viajar con la madre, reemplazar al padre en sus actividades de manera eficiente, etc., con lo cual obtiene la negativa de la madre. Explicación importante: el padre es insutituible en su función, el hijo no puede aspiara a usurpar ese lugar. El camino hacia la segunda muerte del madre es duro. La desaparición del padre no ayuda a Joe a superar el drama, sino que lo lleva a una intensa búsqueda de la imagen paterna, tormentosa hasta derivar en la adicción a la heroína y a relaciones incestuosas debido a su vacío existencial.
La tercera etapa se podría llamar de unión con la madre. El padre difunto ya no es obstáculo para Joe quien tiene el campo libre y, en ese propósito, la madre lo eleva de categoría. Es la etapa más sustancial de la películo donde tienen lugar las experiencias más interesantes y radicales, por no decir, inesperadas. La madre quiere hacer de Joe un hombre, pero Joe es un niño-hombre u hombre-niño amorfo que sigue en intensa búsqueda de su referente paterno. Tenemos desde el consumo de drogas, el asentimiento de la madre ante la impotencia de no poder evitarlo, el hijo-padre que no encuentra su lugar y que los quiere encontrar reemplazando al padre, lo cual lo conduce a una relación incestuosa con su madre: ésta lo cela cual pareja de enamorados y obtiene la confirmación de su propósito con la reacción de Joe quien golpea los platos con los cubiertos, actitud infantil, el niño cree mandar con solo gritar. Esto significa una regresión hacia los estadios donde disfrutaba de la madre. Pero el desengaño es inevitable porque Catherina no puede hacer de Joe un hombre ya que él es aún un niño-hombre a la deriva.
La última etapa es la del descubrimiento del padre o superación del complejo de Edipo. Joe descubre a su verdadero padre e increpa el porqué su madre se lo había ocultado. Está cerca del padre que siempre buscó y obtiene de él una actitud que nunca había recibido. Es el padre verdadero, el padre nunca deja de ser padre, autoridad, quien devuelve de un cachetazo a Joe al lugar que le corresponde, y éste lejos de rechazarlo, pareciera que se lo agradeciera. Él nunca tuvo el referente masculino de autoridad y determinación de límites; por el contrario, lo único que obtuvo de su madre fueron contemplaciones, permisividad, que finalmente no lo ayudaron a superar su problema.
Esto en cuanto a las partes claves en el desarrollo de la película. Explicaré a continuación el simbolismo de la luna. Luna y madre son, a mi parecer, aquí símbolos análogos, cumplen los mismo roles, más allá de los significados que histórica y antropológicamente poseen. La película abre y cierra con la luna; ésta es funcionalmente como la madre que primero es la mujer maternal (Joe bebé y su madre paseando en bicicleta a la luz de la luna); la madre inquisidora (Joe y Ariadna en el cine, el techo se abre y ven la luna; Joe se tiene que retirar); y finalmente, la madre reveladora del padre o la madre que une (escena final, padre, madre e hijo y sobre ellos la luna).
Tales son, entonces, las posibles conclusiones respecto a la cinta de Bertolucci que, de manera muy explícita, nos muestra el drama edípico acentuado por la ausencia del padre y la analogía del simbolismo lunar con la madre.
Video completo de La Luna (1979) de Bernardo Bertolucci