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¿Quién juzga al Tribunal de la Tele?

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Sobre la independencia de los conductores de RBC y una desacertada pregunta

El último sábado, vi el programa que Ángel Ganoza y Mónica Cabrejos conducen en RBC: el Tribunal de la tele. La pregunta de la noche decía textualmente: “¿Le parece correcto que algunos conductores de TV utilicen sus programas para hacer apología a la homosexualidad?”. Interesante pregunta si es que se pretendía establecer el grado de rechazo que existe en nuestra sociedad frente al tema de homosexualidad con la finalidad de criticar dicha actitud aunque fuera mayoritaria. SIn embargo, tal como fueron analizados los resultados (18% – Sí / 82% – NO) solo sirvió para respaldar la posición que Ganoza (me cuesta pensar que Mónica Cabrejos también la sostenga) y por supuesto Ricardo Belmont asumen frente a la participación de homosexuales en los medios de comunicación. Ambos dijeron al final antes del cierre musical, que “el pueblo ha hablado, ha dado su veredicto, y ello lo deberían considerar muchos conductores…”, como si el criterio de la mayoría fuera suficiente para establecer una verdad, es decir, como si las mayorías estuvieran exentas de equivocarse. Este tipo de preguntas cerradas al televidente no deja espacio para analizar los matices o los problemas que contiene. Me recuerda a las descabelladas preguntas que se formulaban en La Ventana Indiscreta de Cecilia Valenzuela.

Buenas intenciones le sobran a Ángel Ganoza, pero no solo tiene que lidiar con las limitaciones propias de su impericia como conductor, sino con el afán intervencionista de Ricardo Belmont. Desde que Luis Alfonso Morey, primero, y Fernando Anchorena, segundo, dejaron RBC, al “hermanón” le cuesta convencerse de que el mayor obstáculo para el desarrollo de su canal es él mismo. No le bastó con forzar la salida de Hildebrandt, cuyo programa era el de mayor sintonía en RBC; no dudó en hacerlo para lucir disuesto ante el Congreso y servir como canal (en todos sentidos) para levantar la alicaída imagen de los parlamentarios (debería primero preocuparse por levantar la suya). Ahora que fue designado como reemplazo de Andrade en el congreso esta inquietud se ha revelado con mucha fuerza. En lugar de Hildebrandt, continúa conservando a los periodistas más leales (mejor dicho, más dóciles al pensamiento único errebecista) como Rafael Romero, encargado del análisis político.

Volvamos al punto anterior. La pregunta formulada al público televidente en ese programa del sábado es abiertamente discriminatoria y tendenciosa, además de que parte de un supuesto equivocado: la posibilidad de considerar incorrecta la apología a la homosexualidad supone también la posibilidad de considerar correcta o incorrecta la apología a la heterosexualidad. ¿Alguien en sus cabales podría preguntar si se considera correcto hacer apología a la muerte, injusticia, la envidia o el dolor; o incorrecto hacerla a la vida, solidaridad, justicia, felicidad o el amor?

La pregunta que alegremente leyó Ángel Ganoza a los televidentes ubica, según las definiciones académicas sobre apología, a la homosexualidad como una actividad censurable. La Real Academia nos ofrece, como siempre, definiciones neutrales y asépticas, usualmente desprovistas de ideología. Consigna para apología lo siguiente: “Discurso de palabra o por escrito, en defensa o alabanza de alguien o algo”. Hasta aquí no habría problema, en el sentido de que se podría hacer apología hacia causas nobles. El asunto es que tal apología tendría que estar enmarcada en un contexto adverso que la convierta en un acto controversial, es decir, si realizo una apología al amor, debo suponer que la situación que rodea tal apología considera al amor como un valor muy venido a menos. En otras palabras, se hace apología para defender o justificar una idea o a alguien (recordemos, sino, la Apología a Sócrates) que es controversial o que está en desventaja. Este es el sentido que le da el lenguaje jurídico al término “apología” al cual no desvincula de la noción de delito: “elogio o alabanza de hecho delictivo”; “(«defensa», «justificación») es un argumento generalmente escrito (aunque puede ser hablado), en el que se defiende, elogia o justifica a una persona, idea, acción o inacción que está usualmente bajo controversia y que es, o puede ser un delito. La aclaración formal de un problema, creencia u opinión”. Una causa noble o legítima no tendría necesidad de justificarse, puesto que es en sí misma un valor que no lesiona la integridad humana. Solo tendría que hacerlo siempre y cuando vea amenazada su existencia. En consecuencia, ¿es lógico asumir la posibilidad de considerar incorrecta la homosexualidad o la heterosexualidad? ¿Es incorrecto un terremoto, un tsunami o una gripe?

La miseria periodística de un conductor fanatizado

Es frecuente que aquellos que enarbolan ideales nobles y los defiendan con entusiasmo transiten con facilidad hacia el lado oscuro. La línea divisoria entre el idealista y el fanático es muy tenue. Esto se agrava en la medida que estos individuos actúan convencidos de que lo que guía sus actos tiene como finalidad el bien común, es decir, que lo hacen por el bienestar del grupo. Ángel Ganoza está absolutamente convencido de que él encarna la cruzada moralista contra la TV basura; por ello, no duda en utilizar los mismos recursos repudiables que censura cuando critica a Magaly Medina. Señalar esto no significa estar a favor de esta periodista a la que, ciertamente, no se puede justificar en ninguna circunstancia; significa establecer lo contradictorio de una actitud que termina cometiendo lo mismo que critica. En su cruzada contra la TV basura, Ángel Ganoza ha sido partícipe de la misma al exhibir y exponer a su co-conductora a una situación incómoda. Observen Uds. como es que Mónica Cabrejos de una manera cordial y prudente le sugiere no propalar un video que podría comprometerla con una denuncia legal. A pesar de ello y en aras, nuevamente, de “lo que le gusta a la gente” Ganoza propaló el video. Muchas veces oí tanto de él como de Belmont que no les importaban las mediciones, sino la calidad de programas que producían. El argumento de que el gusto general manda fue muchas veces rebatido en sus intervenciones. A ello se agrega la ofensiva falta de solidaridad para con una compañera de trabajo, de quien es obvio que cometió una imprudencia al anunciar anteladamente que tenía un video con imágenes de otro personaje de la TV que levantarían escándalo (nuevamente, asumen que será un éxito escandaloso porque son fotografías de un joven con amistades gay). A mi parecer, Ganoza aprovechó la oportunidad para forzar la salida de la Cabrejos quien tiene más dominio de escena y quien le venía quitando protagonismo (no faltaban momentos tensos en los que se notaban abiertas discrepancias entre ambos). Rectificarse públicamente, no es cobardía ni falta de convicción, señor Ganoza, es un acto que enaltece a una persona y Ud. muchas veces lo ha exigido de Magaly. ¿Por qué no facilitó la rectificación de su co-conductora? ¿Por qué contra la voluntad de ella y Ud. propaló el video y forzó su retiro del programa? ¿Lo hizo realmente porque la gente lo pedía (algo que siempre criticó) o para deshacerse de la Cabrejos? ¿Por qué no pregunta a los televidentes si prefieren que vuelve Ok tv o que se quede RBC? ¿También propondrá que Belmont abandone el canal porque la gente así lo quiere? Solo Ud. lo sabe.

En fin, se trata de una más de las fallidas intervenciones de Ángel Ganoza en la cual se nota la injerencia de Ricardo Belmont, quien hace mucho debería dar un paso al costado si es que se da cuenta que él es el mayor obstáculo para el despegue de su canal. Sin embargo, resulta comprensible que periodistas como Rafael Romero y conductores como Ángel Ganoza laboren con él: la gente se junta por afinidad.

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