Carlos Arturo Caballero
acaballerom@pucp.edu.pe
Hace dos años que dirijo un Taller de Escritura Creativa y desde que comencé esta satisfactoria labor constantemente desafío mi propia creatividad al momento de diseñar los ejercicios que considero más idóneos para combatir la temible página en blanco o el indeseable bloqueo. Vista en perspectiva, me doy cuenta de que esta tarea ha ido progresando, pues los alumnos vienen respondiendo a las propuestas planteadas y se manifiestan interesados por adquirir o desarrollar sus habilidades para la creación literaria. Prueba de ello es que, actualmente, me encuentro trabajando en la edición de una antología que reúne los “mejores textos” (si cabe el término) obtenidos en el taller.
¿Y cómo calificar la producción de un taller de escritura creativa? Si bien el reglamento de la universidad exige colocar una nota a los participantes, soy muy consciente de que en este caso mucho más que en otros, dicha nota es referencial, pues ¿cómo reprobar a un tallerista cuya aspiración es aprender a escribir o simplemente disfrutar de la escritura? ¿es posible identificar la obtención de un logro a través de un poema, un cuento o un crónica? El principal criterio que he venido utilizando ha sido la disposición de los participantes a corregir sus textos y a desarrollar una rigurosa noción de lo que significa examinar una creación propia sin menospreciarla por completo o sobrevalorarla en extremo. Finalmente, lo que más aprecio en ellos es la paciencia y la actitud para corregir y recibir críticas o sugerencias tanto mías como de sus compañeros.
El rescate de la corrección como una actitud fundamental para quien se inicia en la escritura es corroborado por Marcelo Di Marco (Buenos Aires, 1957) escritor, editor, ensayista y docente de literatura creativa en el Taller de Literatura Fantástica en la Facultad de Letras de la Universidad de Buenos Aires. Dentro de la amplia producción literaria de Di Marco, me interesa destacar la importancia de «Taller de Corte y Corrección», un libro que constituye una guía de gran utilidad para todos aquellos que se inician en la tarea de la escritura creativa. Su propuesta es clara y directa: no se puede enseñar a escribir, pero sí a corregir. De acuerdo a ello, el autor ha diseñado diversas actividades de manera no lineal sino más bien aleatoria, es decir, los apartados del libro no están ordenados a manera de capítulos que inician o terminan temas como requisitos para el avance posterior, sino de notas numeradas que facilitan el retorno o el salto cuando se las necesite. De este modo, el tallerista retroalimenta constantemente su aprendizaje, ya que todas las actividades están interrelacionadas sobre la base de un eje central: el corte y la corrección.
Di Marco no promete lo que no va a cumplir. No desarrolla teorizaciones eruditas sobre la creación literaria ni expone información paraliteraria como biografías de autores, corrientes literarias o contextos histórico-sociales que sobrevuelen el texto literario sin profundizar en la naturaleza o comprensión de la creatividad literaria. En cambio, destaca por ofrecernos una variedad de ejercicios y consejos cuya aplicación resulta útil porque facilita, mediante la práctica, la comprensión y adquisición de habilidades escriturales sin la necesidad de incorporar formatos que limiten la creatividad.
Otra cualidad del libro es su espontaneidad. Se nota que los ejercicios propuestos son resultado del avance del taller y de la experiencia acumulada por el autor. Ello permite que cualquier interesado en la escritura creativa no se intimide por la densidad o complejidad de los contenidos ni por requerir conceptos previos o especializados sobre narratología o teoría literaria. A ello se agrega un estilo ameno, dosis motivadoras de humor, breves entrevistas a escritores y directores de talleres literarios, e inteligentes referencias al cine y la literatura universal como ingredientes para despertar y conservar el interés.
El libro cierra con un apéndice que reúne ejercicios para aplicar las principales operaciones de corte y corrección desarrolladas a lo largo del libro. La idea es reafirmar la tesis central del autor: evitar la verborragia y cultivar el hábito de la corrección.
De lo anterior no debe deducirse que la abundancia verbal sea perjudicial en sí misma. Varios alumnos me preguntaban visiblemente confundidos si mi recomendación por soltar la pluma no se contradecía con el mandato de escribir frases claras y concisas y evitar hacerse el artista. De ninguna manera. Di Marco precisa que es el contexto el que establece el criterio para decidir cuándo la exuberancia o el adornamiento verbal resultan útiles. Lo que sí es preciso comentar es que este manual será de mucha utilidad para aquellos interesados en la narrativa, ya sea cuento, novela, crónica o relato en general, mas no para quienes escriben poesía, ya que este género posee una dinámica distinta. Sin embargo, algunas de las notas acopiadas por Di Marco apelan a textos poéticos para ilustrar algunas de sus propuestas.
Recomiendo Taller de Corte y Corrección a todos los interesados en la escritura creativa, pero con la siguiente salvedad: no existen fórmulas ni esquemas ni recetarios ni estrategias que aseguren el éxito en la escritura. Lo fundamental es mantener la “pluma caliente” para que el fuego creativo no se extinga, pero, a la vez, cultivar el hábito de la corrección y la rigurosidad sin llegar al punto de la hipercorrección. La verborragia inútil puede dar lugar a un Frankenstein literario y la obsesión perfeccionista podría terminar consumiendo nuestra creatividad. Sigue leyendo