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Literatura y política: los ejes de la obra de Mario Vargas Llosa

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UNIVERSIDAD PERUANA DE CIENCIAS APLICADAS

DIÁLOGO DESDE LAS HUMANIDADES

CONVERSATORIO

LITERATURA Y POLÍTICA. LOS EJES DE LA OBRA DE MARIO VARGAS LLOSA

Viernes 5 de noviembre 3pm.

1. “El conflicto con el poder y las utopías. Una lectura panorámica a la novelística de Mario Vargas Llosa”

Henry César Rivas Sucari

En esta presentación, se brindará un panorama literario de las novelas más representativas de Mario Vargas Llosa con el objetivo de explicar merecimiento que la Academia Sueca otorgó a su trayectoria literaria: “por su cartografía de estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, sublevación y derrota”. Es decir, se intentará descifrar la nominación que la Academia concedió a la obra vargallosiana mediante la discusión de conceptos como “cartografía”, “poder”, “individualismo”, “sublevación”, etc.

2. “Fuentes del pensamiento político de Mario Vargas Llosa”

Carlos Arturo Caballero Medina

Se explicará las nociones de libertad y cultura a través del pensamiento político de Vargas Llosa. En esta intervención, se abordará sobre todo su obra ensayística. Además, se rastrearán las fuentes del pensamiento político vargasllosiano y los vínculos que mantiene con su teoría de la novela.

3. “Cómo se hace un gran escritor. Concepción de lo literario y método de trabajo de Mario Vargas Llosa”.

Paul Llaque Minguillo

A lo largo de su trayectoria literaria, Mario Vargas Llosa ha demostrado poseer, desarrollar y poner en práctica una determinada concepción de lo literario en general y de la novela en particular. Al mismo tiempo, ha difundido un método de trabajo personal que le ha permitido escribir novelas con resultados altamente exitosos. La disertación expone, críticamente, los principales componentes de la concepción y el método literarios vargasllosianos.

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Dificultades en la enseñanza de la Literatura

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Es muy extendida la idea de que los cursos de letras no son tan importantes como los cursos de ciencias —oposición errónea, ya que se sugiere la idea de que las humanidades o letras no son ciencias—. Esta idea tiene mucho arraigo en la actualidad, sobre todo en los directivos de escuelas privadas y de colegios preuniversitarios, así como en los padres de familia, quienes están convencidos de que los alumnos deben prepararse para la universidad, es decir, solo para un examen de admisión. Tal idea se ve reforzada por el prestigio que tienen ciertas profesiones vinculadas a carreras técnicas en las cuales los conocimientos prácticos son más importantes que la especulación teórica.

Sin embargo, creemos que desde las humanidades, específicamente desde la Literatura, es posible fomentar el pensamiento crítico si se toman en cuenta algunas consideraciones que durante muchas décadas, han sido ignoradas, lo cual trajo como consecuencia que la Literatura sea percibida como “un curso de relleno” y no como una vía que conduce no solo al disfrute de una experiencia artística, sino a la reflexión.

La primera dificultad que encuentra la Literatura tiene que ver con la manera en que se la define. Según Miguel Ángel Huamán (2001), la definición de Literatura es compleja, puesto que en esta disciplina el objeto de estudio coincide con la denominación de la disciplina. Por ello, convendría hacer una primera distinción. ¿De qué hablamos cuando hablamos de Literatura? Huamán señala que la Literatura puede ser entendida como creación artística, donde tenemos a los diversos géneros literarios; como historiografía (épocas, contextos, movimientos literarios, autores, etc.); y como teoría y crítica, es decir, como reflexión científica sobre el quehacer literario y como valoración de dicha experiencia; y, finalmente, como enseñanza de la Literatura, o sea, la transmisión de algunos de los saberes antes mencionados.

De todas estas definiciones, la más extendida entre los profesores de Lengua y Literatura, hoy denominada Comunicación Integral, es la Literatura como historiografía, pero muy poco o casi nula la valoración e interpretación del fenómeno literario. De esta forma, se tiene que para la gran mayoría de profesores y estudiantes de secundaria, el curso de Literatura consiste no tanto en analizar obras, sino en memorizar argumentos, biografías de autores, contextos históricos y características de movimientos literarios. Todo ello, si bien es importante, no debería ser lo central al momento de enseñar Literatura, porque se trata de conocimientos extraliterarios que no contribuyen directamente a la valoración del texto que tendría que atravesar ciertas etapas previas.

En consecuencia, los análisis literarios que se plantean bajo este enfoque historicista rodean el texto pero no lo interpretan. Se concentran en la vida del autor, pero no demandan al estudiante a que plantee una interpretación propia del mismo. Y cuando se pretende esto, se suele transmitir las reflexiones más consolidadas y se tiende a desvalorar aquello que el alumno pueda plantear, por considerarlo poco elaborado.

El historicismo y el biografismo en la enseñanza de la Literatura en la escuela se explican por la seguridad que brindan estos enfoques al maestro (Sánchez 2004). Es más fácil refugiarse en un saber establecido e inamovible que plantear nuevos desafíos, tal como lo exigiría la interpretación personal de una novela, cuento o poema. Al respecto, existe mucha resistencia por parte de un sector importante de los maestros de la especialidad en cambiar estos enfoques por otros más innovadores.

Esto a su vez se explica por una deficiente formación en los que respecta a los estudios literarios. En las facultades de educación, no es común que los docentes de Lengua y Literatura tengan como profesores a especialistas de Lingüística y Literatura, sino más bien a otros educadores que también fueron formados bajo el mismo paradigma, lo cual conduce a que se repita el mismo modelo ciclo tras ciclo. Se necesitaría revertir esta situación para que los planes curriculares cambien y así cambie la manera de enfocar la Literatura desde la educación. En general, debería balancearse la didáctica con los contenidos. Conocimientos básicos de narratología, análisis estructural del relato, nociones de teoría literaria servirían mucho para aclarar tantos malentendidos en torno a la ciencia literaria como la confusión entre el autor, narrador y el personaje, o la excesiva confianza en la biografía como método para interpretar la obra.

El segundo paso luego de resolver lo referente a la formación del docente en estudios literarios tiene que ver con la didáctica de la literatura. Lo que se busca no es que el alumno se convierta en escritor ni que memorice datos sobre escritores o épocas o que recite versos de memoria y mucho menos que piense que un texto está cerrado a la interpretación única que le da su libro o su profesor. El objetivo es que el alumno dialogue con el texto y que contraste valoraciones en un ambiente en el que el propósito mayor es mucho más que comprender un texto: se trata de formar individuos capaces de intercambiar posturas diversas acerca de un mismo hecho sin negarse a la posibilidad de exista la pluralidad. El reconocimiento de una realidad cultural diversa en un país como el nuestro es una de las tareas pendientes que se debe asumir desde la educación (Córdova 2007) y la Literatura puede colaborar con este objetivo. Una educación en democracia no puede dejar de lado el hecho de que cada sujeto posee una perspectiva que podría ser diferente, pero no necesariamente incompatible con las demás, sino complementaria.

Bibliografía

Huamán, Miguel Ángel. Educación y Literatura. Lima: Mantaro, 2003.
—————————–. Problemas de Teoría Literaria. Lima: Signo Lotófago, 2001.
Sánchez Mejías, Rolando (ed.) Obras maestras del relato breve. Barcelona: Océano, 2004.
Córdova, Paula. ¿Cambio o muerte de las lenguas? Reflexiones sobre la diversidad lingüística, social y cultural del Perú. Lima: UPC, 2007.
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El pensamiento político y la teoría de la novela de Mario Vargas Llosa

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El pensamiento político y la teoría de la novela de Mario Vargas Llosa

A cargo de Carlos Arturo Caballero Medina

Fecha: Del 10 de junio al 16 de julio
Hora: Jueves de 6.30 a 9:00 p.m.

La trascendencia de Mario Vargas Llosa dentro del panorama intelectual contemporáneo no se circunscribe exclusivamente a su producción literaria ficcional. La crítica literaria y el ensayo de investigación, el reportaje periodístico y los artículos de opinión constituyen una parte muy importante de su obra, puesto que han mantenido las ideas del autor en permanente contacto con la comunidad académica política y literaria, así como con el gran público en general que no era necesariamente el mismo que frecuentaba sus novelas o piezas teatrales.

Se desentrañarán los fundamentos ideológicos que sustentan el pensamiento político de Mario Vargas Llosa y, paralelamente, someterlos a crítica. Para cumplir dicho fin, se ha convenido discutir las nociones de cultura y libertad en los textos de Mario Vargas Llosa.

Para inscribirse en el curso, haga click aquí.

Perfil: Carlos Caballero Medina

Licenciado en Literatura y Lingüística, Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Ha dirigido la revista de literatura Náufrago (2004) y dirige la revista de investigación Letras del Sur. También, ha publicado ensayos de investigación en revistas académicas locales y en el extranjero vinculados a la obra de Mario Vargas Llosa. Además administra los blogs Letras del Sur y Náufrago digital en los cuales aborda temas sobre cultura y política. Actualmente, ejerce la docencia universitaria en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y en la Universidad César Vallejo.

Inversión: S/. 180.00 público en general
S/. 100.00 estudiantes

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Conversatorio sobre Mariátegui en el Dominó

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Arturo Caballero Medina

El sábado último, tuvimos la oportunidad de reencontrarnos después de mucho tiempo, algunos colegas de Literatura de Arequipa, Lima y Puno que desde hace algún tiempo radican en Lima donde ejercen la docencia universitaria. El encuentro ocurrió a propósito de una mesa de debate entre un grupo de profesores y alumnos de la Escuela de Literatura de San Marcos, convocados por Dorian Espezúa. El tema de la reunión fueron los Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana de José Carlos Mariátegui. En el café Dominó de la Plaza San Martín estuvimos reunidos, además, Giuliano Terrones (UNFV), Henry Rivas (UPC), Mauro Mamani (UNMSM) y Nécker Salazar (UNFV).

Algunos aspectos de la obra más emblemática del Amauta fueron tratados a lo largo del conversatorio. Respecto a la originalidad de Mariátegui, los presentes coincidimos en que su prosa ensayística sentó un precedente respecto a la estética literaria del ensayo. Si bien Facundo de Sarmiento o Ariel de Rodó transitan entre la novela y el ensayo, en los Siete Ensayos queda muy claro que se trata de una prosa de no ficción, pero que no deja de lado el aspecto estético de la prosa ensayística, es decir, en lo referente a la persuasión, la claridad y el abordaje directo y sin digresiones excesivas que caracterizan los ensayos de Mariátegui. Otro aspecto original de esta obra tiene que ver con su visión de la cultura. Los Siete Ensayos han sido considerados por la crítica contemporánea latinoamericana como un antecedente de los estudios culturales. El Amauta hizo lo que en los años 60 y 70 los marxistas ingleses disidentes de la militancia ortodoxa, entre ellos Raymond Williams, hicieron con el marxismo: aplicarlo como método para la explicación de fenómenos culturales, lo cual trasciende el ámbito tradicional de la economía y la sociedad. Los Siete Ensayos son precisamente eso, una aplicación del marxismo como método de interpretación de la cultura peruana. Sin embargo, la impronta de la determinación económica atraviesa todos los ensayos, aunque en el último, “El proceso de la literatura”, es más evidente el sesgo culturalista que el económico.

En relación con lo anterior, tenemos que en su análisis sobre la literatura peruana, Mariátegui es conciente de que su filiación marxista está presente; sin embargo, ello no es obstáculo para que elabore una lectura desprejuiciada de la obra de autores como Eguren o Martín Adán, cuyos textos no encajaban en lo que se consideraba como literatura revolucionaria o progresista y que, además, fuera catalogada por algunos críticos marxistas locales como no comprometida, esteticista o burguesa. Por el contrario, a Mariátegui, el marxismo no le impidió desarrollar un juicio estético de la literatura.

Uno de los puntos finales con el que cerramos el conversatorio estaba relacionado con la vigencia de su pensamiento. En lo referente a la cultura, podemos afirmar que Mariátegui tuvo una visión dualista de la realidad cultural peruana. Al inicio de “El proceso de la literatura” puso especial énfasis en que la literatura y la cultura peruana estaba dividida entre los hispánico y lo quechua y que, en consecuencia, subsistía una jerarquía en la que lo quechua era marginal. Esta apreciación dualista de la cultura deja de lado todas aquellas manifestaciones no hispánicas y no quechuas que también luchan por obtener reconocimiento. Hoy en día, esa postura es insostenible si tenemos en cuenta la realidad multicultural del Perú. También hubo espacio para comentar las afirmaciones del Amauta sobre las razas. Su valoración del aporte de la raza negra es peyorativa: para Mariátegui el elemento negro aportó su sensualidad y fue casi inocua su participación como enriquecimiento de lo local; sobre los coolíes chinos que llegaron a cultivar los campos de arroz en la costa aportaron solamente su fuerza de trabajo pero fueron reticentes a integrarse a la cultura local. En contraposición, pareciera lamentar que los conquistadores españoles carecieran del espíritu aventurero y verdaderamente colonizador del pioner norteamericano. Flota la idea de que Mariátegui hubiera preferido que los ingleses hubieran conquistado estos territorios.

Respecto a la política y a la sociedad, el proyecto de la modernidad fue vital para el autor de los Siete Ensayos. La modernidad fue un anhelo para el liberalismo y el socialismo solo que diferían en la manera cómo llegarían a ella, o sea, en quien concentraría el control de los medios y los modos de producción. El liberalismo no se desarrolló a plenitud en la naciente República porque el espíritu feudal persistía en el inconsciente de nuestra burguesía, a la cual Mariátegui critica por no ser emprendedora como la chilena, sino más bien, acomodaticia, depredadora y corrupta. Censura a la burguesía peruana por no contribuir al desarrollo de un proyecto nacional y por coludirse con los intereses comerciales de corporaciones extranjeras. No obstante, se desliza la idea de que a Mariátegui el liberalismo no le es tan nefasto, es decir, el liberalismo político que apunta a la igualdad de todos individuos frente a la ley y que rechaza la sociedad estamental o de castas y que propone una sociedad constituida por ciudadanos. Al respecto, Mariátegui reflexionó extensamente sobre el rol protagónico del indio en la sociedad peruana. Siguiendo la línea de González Prada, quien consideradaba al indio como el elemento más representativo del verdadero Perú, al Amauta le preocupó mucho la integración del indio al aparato económico. No podría existir una real modernización de la sociedad (tanto económica como sociocultural) si es que persistía aquella actitud característica de nuestra naciente burguesía: liberales en la sala, pero feudales en la cocina. Como señaló en su ensayo sobre el problema del indio, este era de carácter eminentemente económico. Mariátegui concibe que mientras el indio no sea “ciudadano” poco o nada se podrá hacer para consolidar una República moderna en el Perú, porque subsistirá el espíritu feudal-oligárquico en la clase dirigente.

Muchas otras ideas quedaron pendientes de discusión, pero el conversatorio estuvo muy animado, sobre todo por la participación de los alumnos quienes no tuvieron reparos en exponer sus propios puntos de vista acerca de la obra de Mariátegui y sobre la bibliografía crítica de los Siete Ensayos. Mi conclusión particular es que si la crítica renuncia a la toma de postura, a la aventura de lanzar una interpretación propia, pierde originalidad, no porque siempre debamos tener el imperativo de decir algo totalmente nuevo, sino porque si la crítica y la teoría se limitan a repetir sin procesar, nos convertiríamos en simples divulgadores cuando de lo que se trata es de dialogar con los discursos, apropiarnos de ellos, hacerlos nuestros en el mejor de los sentidos, imprimiéndoles nuestro sello personal. Esto fue, a mi parecer, la mayor lección que nos dejó José Carlos Mariátegui: “ni calco ni copia”. El marximo no puede ser dogmático.

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