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SOBRE LA CARTA ABIERTA

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La carta abierta dirigida por Orlando Mazeyra a Carlos Meneses Cornejo, director del diario El Pueblo me suscita una breve intervención. Coincido en que un diario como El Pueblo no puede permitirse ignorar la feria del libro ni los homenajes a Reynoso, Colchado o Rivera Martínez, escritores invitados a esta cuarta edición, y a la vez brindarle una cobertura desproporcionada a la presentación del libro de Vanessa de Oliveira, ex prostituta brasilera. La razón por la cual un mismo evento es ignorado y posteriormente cubierto por el decano de la prensa en el sur solo se explicaría, como señala Orlando, por chismografía y escándalo. Una grosera muestra de inconsecuencia, por decir lo menos.

Pero también considero que Orlando tuvo en sus manos la oportunidad de revertir la indiferencia de El Pueblo ante la FIL 2012 y sus invitados más notables, pues como él mismo testimonia al inicio, colabora publicando en este diario. No he leído el artículo de José Carlos Mestas, pero su interés en publicar una nota sobre Vanessa de Oliveira demuestra cuan involucrado está con el acontecer literario nacional. Finalmente, tal vez es su agenda particular y hasta ahí qué se va a hacer… pero Orlando, como él mismo lo indica al inicio de su carta, ha entrevistado a varios escritores, es decir, su compromiso con esa labor está claro. Visto así ¿por qué no envió notas a El Pueblo sobre la FIL y los escritores ninguneados hasta ese momento por el diario? ¿o acaso habiendo sido enviadas, prefirieron publicar el texto de Mestas? Orlando publicó en su blog una entrevista a Fernando Ampuero, (29 de septiembre y 4 de octubre en Lima gris), con motivo de la presentación de su último libro en la FIL, cuatro días después de publicada su carta abierta en el mismo blog y cuatro antes de que finalice la feria. No se precisa la fecha de la entrevista a Ampuero pero al parecer es algo anterior a la FIL. Sobre la feria del libro, concretamente, solo está en su blog la carta abierta dirigida a Carlos Meneses.

En ello observo también inconsecuencia: el diario donde el autor de la carta escribe regularmente ignora la feria del libro local y a sus invitados más distinguidos, pero el autor de la carta también los ignoró en su blog. Un breve seguimiento semanal o un artículo final que dé cuenta de las incidencias, sus impresiones, objeciones, etc., escrito con contundencia como suele hacerlo, sobre la FIL hubiera sido el contrapeso más idóneo a la miopía de quienes tienen a su cargo en El Pueblo la decisión de publicar los contenidos sobre cultura y a los que hallan en la chismografía y el escándalo una motivación para publicar un artículo.

Incluso habría que ir más allá de la cobertura a los escritores canónicos e indagar en lo que la oficialidad no ve o no quiere ver; en entrevistar al autor de un primer libro; en los gestores culturales que organizan presentaciones cuya descripción está ausente del programa oficial en la web de la FIL, a pesar de no ser uno, dos o tres eventos los que realizaron; en las políticas de las editoriales independientes o alternativas, que reproducen la lógica a nivel micro de las grandes editoriales, diría yo, aun más agresivamente.

Mi otra discrepancia es con la invocación a Mario Vargas Llosa para sustentar una postura a favor de la cultura y en contra de su banalización. La idea que VLL posee sobre “cultura” es la de un producto artístico en peligro de extinción porque ya no es apreciado como antes, específicamente, como era apreciado por su generación. Así cultura es definida como obra de arte, representativa de la alta cultura o de la cultura popular, definición adyacente a la de buen gusto, buenos modales y depósito de saberes o erudición. La Kultur alemana se refiere a la creación espiritual de los pueblos y se opone a Zivilisation, empleada para el desarrollo técnico, científico, jurídico, etc., que una sociedad lleva progresivamente hacia adelante, y que de algún modo sirve como referente para establecer una jerarquía entre una sociedad y otra. No en vano VLL reflexiona sobre la “cultura” en clave de “civilización”.

El problema con la noción de cultura utilizada por MVLL es que está concebida en términos de jerarquías fijas, donde hay un horizonte superior al que las sociedades más alejadas deben apuntar para salir de la barbarie, en contraste con aquellas que habrían llegado a ese horizonte: Europa. Recurrir a MVLL para refrendar una posición a favor de la cultura implicaría reducirla a una pieza de arte en peligro porque ya no hay un criterio sólido para mantenerla en el pedestal. Cultura es un modo de habitar el mundo, un estar-en-el-mundo, históricamente permeable. Lo que es funcional para algunas, podría ser fatal para otras. Por ello establecer horizontes comunes para todas deviene jerarquías autoritarias.

Lo más importante de la carta de Orlando no es tanto la manifiesta inepcia de El Pueblo para estar a la altura de los acontecimientos, (este es solo el síntoma) sino que nos exige repensar de qué hablamos cuando hablamos de cultura en Arequipa.

ACTUALIZACIÓN

Orlando me acaba de enviar este comentario. Seguidamente, mi respuesta.

Hola, Arturo. Creo que si no somos amigos, al menos somos conocidos, ¿verdad? Me ayudaste con información para mis talleres de escritura creativa y siempre estoy agradecido contigo por eso. Me tienes como contacto en esta red social y, además, sabes mi correo electrónico porque he colaborado con el Náufrago con ficción y algún que otro artículo en Noticias.
Me hubieras consultado antes de escribir…tu nota, ¿no te parece? Yo he mandado a el diario El Pueblo notas sobre los escritores en mención: Oswaldo Reynoso (publicada el día sábado 21 de setiembre) y sobre Edgardo Rivera Martínez que no les dio la gana de publicarla. Sobre Colchado Lucio: su editor, Arthur Zeballos Herrera, te puede aclarar que pedí una entrevista con él, pero su agenda estaba muy apretada. Además colaboré con notas para Martín Zúñiga quien me pidió que escribiera también sobre Fernando Ampuero (aparte de Reynoso y el homenajeado Rivera Martínez, artículos que han aparecido en su revista Máquina de Leer y en la sección cultural del semanario Vista Previa de Arequipa). ¿Qué quiere decir entonces? Que los señores del diario El Pueblo tenían a la mano un artículo mío sobre E. Rivera Martínez pero no le dieron espacio: sólo hubo espacio para la ex-prostituta brasilera (el domingo y el lunes: dos días consecutivos). Te pido, por favor, que cuando quieras suponer cosas sobre mí tengas la amabilidad de ponerte en contacto conmigo para evitar malos entendidos. Muchas gracias,
ORLANDO

Seguidamente, mi respuesta.

Hola Orlando, lo que mencionas sobre los intentos de entrevista, los artículos publicados en otros medios y la aceptación y la negativa del El Pueblo a publicar uno y otro respectivamente era indispensable en tu carta abierta. En ella solo indicas que El Pueblo no publicó textos previos, mas no que rechazó el que me dices de Rivera Martínez y que sí publicó el de Reynoso (esto último también cambia un poco el panorama: parecía que El Pueblo se mantuvo a espaldas de la FIL hasta el texto de Mestas pero veo que publicaron tu artículo sobre Reynoso el mismo día que el de la De Oliveira o al día sgte. [¿21 o 22?]). En la carta abierta no señalas que se publicó un texto tuyo sobre Reynoso. Lo que menciono se limita a tu blog, (“los ignoró en su blog”) donde no hay algo directo sobre esta cuestión, (siendo el lugar que asignaste para la carta abierta y para los artículos que publicas en simultáneo en otros medios, el espacio más autónomo, personal y a la mano para manifestarse sin censura). De lo escrito no se sigue que la FIL no haya sido de tu interés (la carta lo demuestra) o que no hayas escrito absolutamente nada sobre ello. Pero entre la carta abierta y el resto de los textos que has escrito sobre la FIL hay un impacto diferente, notorio. La carta terminará pesando más. No hubo suposición alguna porque no concluyo nada fuera de lo que muestra la carta y tu blog. Voy a actualizar el post con lo que me señalas. Veo que la carta abierta tenía algunas claves cerradas. Sigue leyendo

300: la ideología detrás de la pantalla

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Durante el 2007, George W. Bush solicitó al Congreso de los EEUU una ampliación en el presupuesto para solventar la guerra en Irak. Este objetivo era muy importante con vista a las elecciones de 2008, lo cual evidenciaba la premura por obtener resultados positivos y concretos que convencieran a la opinión pública norteamericana de que la “guerra contra el terror” la ganaría EEUU, por lo que, era vital no capitular en ese momento decisivo. En este contexto, se estrenó 300, a nivel mundial, a mediados del año pasado.

Frente a la afirmación de que los medios de comunicación no poseen mayor influencia en la difusión de una ideología dominante y que, en consecuencia, sus productos resultan inocuos o inofensivos, que, a lo sumo, inducen u orientan al consumidor, me adhiero a la postura que sostiene lo contrario, es decir que los mass media, efectivamente, son los vehículos que transmiten y amplifican una determinada ideología. En este sentido ¿cuál es la ideología detrás de la película 300?

Existen antecedentes acerca de producciones mediáticas creadas especialmente con una finalidad más allá que la comercial: el cómic Capitán América fue muy popular durante la Guerra Fría y sirvió para levantar el animo de los soldados estadounidenses destacados en plena guerra de Corea. Durante los años de la gran depresión del 29, Walt Disney diseñó al famoso ratón Mickey Mouse que, deliberadamente o no, contribuyó a disipar las preocupaciones de los norteamericanos acerca de la crisis económica. 300 cumple un papel similar. Cabe resaltar que estas repercusiones no siempre están contempladas por quienes crean el producto.

El filme, dirigido por Zack Snyder, es una adaptación del cómic de Frank Miller basado a su vez en la batalla de las Termópilas. Según la trama, Leónidas, rey de Esparta, enfrenta el dilema de acatar las leyes religiosas que impiden combatir durante determinada época y defender a su pueblo contra la amenaza persa. Leónidas no había obtenido de los éforos, especie de consejeros cuya ascendencia sobre los reyes era notable, concesión alguna: debía renunciar a combatir durante las celebraciones religiosas. En el diálogo que sostiene Leónidas con su esposa Gorgo, ella lo emplaza a que siga sus propias convicciones, ya que la lucha por la libertad es una razón suficiente por la cual combatir. Situación análoga a la que el presidente de los EEUU enfrentó, salvando las distancias históricas y éticas, luego del 11 de septiembre: acatar la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, cuyo veto a la intervención era inminente, o actuar de manera arbitraria, como finalmente lo hizo la coalición EEUU-Reino Unido-España.

Por otro lado, la petición de la reina Gorgo ante el senado espartano bien podría evocar las que el Ejecutivo de los EEUU demandaba de su Congreso. La paráfrasis del discurso de Gorgo es más o menos así: nuestros soldados se encuentran combatiendo lejos de la patria, en inferioridad de condiciones, por nuestra libertad y nosotros tenemos el deber moral de apoyarlos. ¿Vamos a abandonarlos ahora cuando más nos necesitan? Está en juego no solo el bienestar de Esparta, sino de todo el mundo libre. Basta de discusiones inútiles, es hora de pasar a la acción. De esta manera, las instituciones que se encargan de velar porque las leyes no se transgredan quedan reducidas a un obstáculo burocrático e impráctico que no hace más que dilatar la victoria final.

Otro aspecto que merece ser analizado es el estereotipo reforzado en la trama de la cinta. Los persas son retratados como la encarnación misma del mal, de la barbarie y de todas las tragedias que asolarán al mundo libre. Se trata de una perspectiva dicotomista que no admite matices intermedios: espartanos-occidente-civilización-libertad-sacrificio; persas-oriente-barbarie-mercenarismo. Mientras los espartanos son presentados con unos cuerpos apolíneos, perfectamente cultivados para la guerra, los persas conforman un ejército multiétnico que no lucha por convicción, sino por temor al tirano Jerjes. Estos últimos carecen de estrategias, son cobardes, estéticamente desagradables -los inmortales cubren un rostro deforme con una máscara; los generales de Jerjes son gordos e ineptos para la guerra- y parte de una cultura degradada (los gigantes deformes, las mujeres mutiladas que participan de la fiesta orgiástica de Jerjes, lesbianismo, brujería entre otros dan cuenta de esto). Esta visión maniquea sobre las culturas tiene su principal ejemplo en el contraste entre Leónidas y Jerjes. Aquel es un hijo de Esparta criado para luchar hasta morir por sus ideales, es valiente y físicamente esbelto, lo cual resalta su masculinidad; en cambio, el androginismo de Jerjes lo expone como un ser totalmente opuesto a los valores que encarna el rey de Esparta: no lucha, es delgado y enclenque, y parece más un estilista amanerado que un estratega militar.

Todo esto calza en el discurso que George W. Bush enarbolaba en su lucha contra el terrorismo mundial. EEUU, a la cabeza del mundo libre, tenía el deber moral de combatir a aquellos que quieren imponer el terror y acabar con la cultura de la libertad -a la cual asume como propiedad exclusiva de occidente-. Si 300 hubiera sido estrenada entre 2002 y 2004 (la filmación se inició el 2005) de seguro que habría sido de mayor utilidad para el gobierno estadounidense, aunque, en aquellas circunstancias, lo “políticamente correcto” era apoyar la guerra en Afganistán e Irak. Osama Bin Laden y Sadam Hussein reunían el perfil del tirano que los EEUU necesitaban para justificar su intervención en nombre de la libertad, la democracia y la seguridad mundial. En alguno de los alucinados discursos de Bush, estoy seguro que lo oí decir que esta era una lucha entre el “bien y el mal” y, por supuesto, occidente, en su conjunto, el modo de vida que habían construido, dependía de lo que los EEUU hicieran o dejaran de hacer en ese instante.

La escena final es también muy sugestiva: la batalla de Salamina congregó a todo el mundo griego en una especie de cruzada en defensa de la libertad y contra la barbarie que viene del oriente. En las palabras del soldado que combatió con Leónidas, los espartanos lideraron ese variopinto ejército multinacional cuyos gobernantes comprendieron al fin que el sacrificio de los 300 espartanos en las Termópilas no debía ser en vano.

Entonces, ¿cuál es la ideología subyacente al discurso de 300 en el contexto en el que aparece? Que ciertas culturas son propietarias de valores universalizables y, por consiguiente, tienen la potestad de defenderlas a toda costa, aun si para ello hay que quebrantar la institucionalidad jurídica. Estar convencido de que la libertad y la democracia son consustanciales solo a occidente es una idea muy peligrosa porque implica no solo defensa de estos valores, sino, eventualmente, hacerlos extensivos a otras civilizaciones “por el bien de ellas mismas”. Sin embargo, aunque ello sea justo, racional y correcto, no se justifica la imposición de sistemas por la fuerza.

Antes de que los 300 espartanos fueran aniquilados por los persas, un niño le preguntó a su papá en el cine “si los buenos iban a morir”. No oí la respuesta del padre. En vez de eso, vimos cómo los 300 espartanos fueron traicionados por Efialtes y que entregaron sus vidas por un ideal del cual estaban plenamente convencidos. Por su parte, los soldados norteamericanos seguramente pronto caerán en la cuenta de que ellos también creyeron en Efialtes-Bush: el traidor que nunca les dijo la verdad. Afortunadamente, al menos en esto, acertó Snyder “sin querer queriendo”.

VIDEO PROMOCIONAL DE 300

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