En los relatos de Ciudad lineal (Travesía, 2013), el horror es narrado como un asunto cotidiano. A través de un eficiente empleo del suspenso y un lenguaje conciso, así como desenlaces inesperados y la inserción de lo fantástico, Dennis Arias perfila una atmósfera emocional acorde a las historias narradas. Y aunque el título podría anunciar relatos de corte urbano-marginal, en realidad los escenarios son muy diversos y en varios relatos, desterritorializados, es decir, sin referencias espacio-temporales explícitas.
Cuentos como «Redada», donde ovejas fungen de verdugos subvirtiendo la perspectiva convencional al modo de Julio Cortázar; «Reunión familiar», en el cual un muchacho cuenta cómo su familia resolvió suicidarse en grupo; o «Parches», que narra el macabro afecto de una pareja de vecinos por alimentar a un cerdo con mascotas, nos remiten en seguida a Horacio Quiroga. Asimismo, «Muñeca rota» es una diligente reescritura de «Tema del traidor y del héroe» de Jorge Luis Borges.
También hay lugar para la ironía; en «Apuntes para una novela kafkiana» extrapola el tema de la transformación pero amplificando colectivamente sus resonancias, y en «El manuscrito» un ferviente admirador de Roberto Bolaño se encuentra con el borrador de una de sus novelas; o el melodrama como en «Apuntes para una telenovela mexicana».
Ciudad lineal narra el horror en tanto dimensión consustancial a la naturaleza humana a través de una madura expresión de recursos narrativos.