¿Qué es un cuento?

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La verdad es que nadie sabe cómo debe ser un cuento. El escritor que lo sabe es un mal cuentista, y al segundo cuento se le nota que sabe, y entonces todo suena falso y aburrido y fullero. Hay que ser muy sabio para no dejarse tentar por el saber y la seguridad.

Augusto Monterroso (Tegucigalpa, 1921 – México D.F., 2003)

Enrique Laura
(enrique_l69@hotmail.com)

La respuesta ha resultado tan difícil que a menudo ha sido soslayada incluso por connotados críticos. Pero puede decirse que el cuento es el relato de un hecho que tiene indudable importancia. Aprender a discernir dónde hay un tema para crear un cuento es parte esencial de la técnica, esa técnica es el oficio peculiar con que se trabaja el esqueleto de toda la obra de creación: es la “tekne” de los griegos o, si se quiere, la parte de artesanado imprescindible en el bagaje del artista.

El cuento es un género escueto, al extremo que en un cuento no debe construirse más de un hecho. Lo difícil para el cuentista es que su cuento no tenga ni altos ni bajas caídas, pues se sabe bien, que el cuento debe ir en línea recta, desde que parte hasta que llega. Es así, como el lector no llegará a aburrirse por esos altos y bajas caídas que un mal cuento tenga. El buen cuentista no debe darle oportunidad de recuperarse: tiene que mantener siempre en suspenso al lector. Pero en los cuentos es mejor no decir suficiente que decir demasiado. Considero que hay tres pasos: el primero de ellos es crear al personaje, el segundo crear el ambiente donde el personaje se va a desenvolver y el tercero es como va a hablar ese personaje, como se va a expresar. Esos tres puntos de apoyo son todo lo que se requiere para contar una historia. Concretando, se trabaja con: imaginación, intuición y una aparente verdad. Cuando se consigue, entonces se logra la historia que uno quiere dar a conocer, el trabajo es solitario, no se puede concebir el trabajo colectivo en la literatura, y esa soledad lo lleva a uno a concentrarse en una especie de médium de cosas que uno mismo desconoce, pero sin saber que solamente el inconsciente o la intuición lo llevan a uno a crear y seguir creando.

Como dijo Horacio Quiroga, en su decálogo del perfecto cuentista:

– No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego; si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.

– Cree en un maestro, Poe, Maupassant, Kipling, Chejov, como en dios mismo. Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en dominarla, cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tu mismo.

– Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Mas que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.

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