El qué y el para qué de la Literatura

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Qué es la Literatura? Los manuales escolares la definen como “la belleza de la palabra”, refiriéndose a un estilo depurado, sublime, proclive a la perfección de lo escrito. Otros la vinculan con el estudio de la “obra literaria”, en la cual la Literatura estaría conformada por un determinado corpus de textos pertenecientes a distintas épocas, autores y corrientes literarias que aparecen y desaparecen como el día que sucede a la noche. Autores, obras y corrientes literarias que la historia de la Literatura ha ido catalogando como clásicas e imprescindibles para la comprensión de una determinada época, agregando a ello una fuerte dosis de anécdotas y vivencias del autor. De esta manera, la Literatura se convierte en un vistazo panorámico donde lo que importa no es la interpretación del texto, sino más bien, recopilación de biografías, apelativos, obras y corrientes literarias.

La pregunta central que debemos plantearnos es ¿sentir o entender la Literatura? Y es que definir el término “Literatura” o más bien la “literariedad” no es asunto sencillo porque el nombre de nuestra disciplina coincide con el nombre del objeto de estudio. La Biología estudia a los seres vivos; la Psicología, la conducta y los procesos mentales; la Química, la composición de la materia; la Literatura estudia a la literatura.

Y es que aquí es pertinente hacer una distinción entre Literatura como creación, los estudios literarios, la historia de la literatura y la teoría y crítica literaria. ¿Qué pretende ser y hacer un estudiante de Literatura de cualquiera de las cuatro únicas escuelas de Literatura que hay en el Perú ? Muchas personas estamos seguros pensarán que dicho estudiante es un soñador, un individuo que escribe poemas y que vive en un mundo de ensoñación y fantasías (entre ellas la de convertirse en escritor); o en el mejor de los casos que desea convertirse en profesor de Literatura a nivel escolar (a sabiendas de que para ello existe la especialidad de Lengua y Literatura en Educación). Esta forma de ver la Literatura, solo como un arte, es la más extendida y eso da lugar a muchos malos entendidos, cuando hoy en día y desde hace más de medio siglo, la Literatura, entendida como los estudios literarios, posee la categoría de ciencia.

Una ciencia es una disciplina que busca explicar algún fenómeno de la realidad a partir de sus manifestaciones. Las ciencias poseen un objeto de estudio específico, metodologías particulares, y diversas teorías que intentan explicar sus presupuestos. Las hay formales como la Matemática y la Lógica; naturales como la Física, la Química y la Biología; y humanas como la Psicología, Antropología y Literatura. En un primer momento el objeto de estudio de la Literatura fue la obra, luego pasamos al texto y finalmente, estamos en la etapa del discurso. Si algo estudia la Literatura eso es el discurso. Y por discurso debemos entender una cosa hecha de lenguaje, que atraviesa distintas manifestaciones del conocimiento humano. Por ello es tan difícil definir el espacio que le toca a estudiar a la Literatura porque el discurso así como el texto, está en todas partes.

El hecho fundamental para que las ciencias humanas alcanzaran el nivel de reconocimiento de las ciencias formales y naturales ocurrió hacia principios del siglo XX. Antes hacia mediados y fines del siglo XIX las ciencias naturales representaban el modelo más confiable para analizar la realidad debido a la exactitud de sus mediciones y a la objetividad de sus estudios. En esto tuvo mucho que ver el positivismo de Augusto Comte, el cual consideraba que para que una ciencia obtuviera tal categoría, debería estudiar objetivamente la realidad, y sus objetos de estudios tenían que ser sensibles, y posibles de estudiar a través de la experimentación y la observación.

La crisis del positivismo y la esperanza en la modernidad y la razón, se acentuaron con los movimientos históricos de vanguardia durante los primeros veinte años del siglo XX. Tales movimientos cuestionaban la idea de una razón sólida que explicara la realidad, la cual aparecía fragmentada y confusa a los ojos de los nuevos artistas. El proyecto racionalista de la modernidad entraba en crisis y un nuevo periodo de incertidumbres y escepticismo dominaba Europa. Las vanguardias se fueron cuestionando a sí mismas, tanto en la práctica tradicional como en la institucionalidad del arte; es decir, a los artistas tradicionales y a los críticos que no podían explicar este nuevo fenómeno artístico que cantaba las bondades de la incoherencia, la escritura automática y todo aquello que no obedeciera a un plan predeterminado para la creación.

Nietzsche, Freud, Marx y Darwin, fueron los primeros en asestar los golpes mortales a la modernidad al cuestionar la idea del progreso, la racionalidad y acentuar las diferencias estructurales que subyacen a la sociedad y a la mente humana. ¿Qué función desempeñaron los estudios literarios en este contexto? René Wellek apunta que “en Europa, especialmente desde la Primera Guerra Mundial, se ha producido una reacción contra los métodos de estudio literarios tal como venían siendo aplicados desde la segunda mitad del siglo XIX: contra la simple acumulación de datos que no guardaban relación entre sí, y contra toda la presuposición subyacente de que la literatura debía ser explicada por los métodos de las ciencias naturales, por la causalidad, …”

Es decir, que las ciencias humanas fueron poco a poco adquiriendo mayor importancia al demostrarse que las ciencias naturales y formales no podían ofrecer modelos explicativos acerca de la conducta humana tal como lo aplicaban con éxito al estudio de la materia. El ser humano no es totalmente racional. La teoría del inconsciente de Freud penetró en la mente humana aportando la tesis de una división entre el ello el yo y el superyó. El ser humano no era una unidad armónica, sino una estructura en constante conflicto interno.

La Literatura pasó a ser estudiada desde diversas disciplinas: Filosofía, Antropología, Psicología, Sociología, etc. Se enriqueció con el aporte de todas ellas y desarrolló a la vez sus propios métodos. Lo que aconteció es que a la tradicional y arcaica forma de estudiar la Literatura, o sea, recurriendo a la historiografía o a la vida del autor, se agregaron métodos extrínsecos que diluyeron las fronteras de lo que se estaba denominando estudios literarios. Tal es así que hoy en día, en las universidades más prestigiosas de los EEUU y Europa, los cursos impartidos en las escuelas de Literatura tienen lugar en otras facultades, sobre todo las de ciencias sociales.

Y es que ahora no basta con preguntarse qué es literatura sino más bien qué no es literatura. Una definición lo más amplia posible la determina como la ciencia del texto o la ciencia del discurso. Por Literatura se puede entender la historia de la literatura, la enseñanza de la literatura, la creación literaria y la crítica o los estudios literarios. No son lo mismo pero están relacionados entre sí. ¿De qué se habla cuando se trata de Literatura? Depende a cual de las nociones antes mencionadas nos estemos refiriendo. Lo cierto es que el estudiante de literatura no es necesariamente (y no es condición indispensable) un creador o escritor. Es formado para la investigación dentro del área de las ciencias sociales y humanidades; pero dadas las condiciones de nuestro país, ve cada vez más alejada dicha posibilidad y son muy pocos realmente logran posicionarse como investigadores, críticos literarios o profesores universitarios (la gran mayoría pasan a engrosar las filas de profesores secundarios o preuniversitarios).

¿Qué debemos esperar de la enseñanza de la Literatura en los colegios? Que primero deje de ser una inútil recopilación de nombres, biografías y títulos de libros para convertirse en una praxis en la cual el alumno lea, discuta y, finalmente, produzca un texto que de cuenta de su capacidad crítica para dialogar no con los resúmenes, ni tampoco con las dramatizaciones actorales de sus profesores, sino directamente con los textos, ya sean estos de ficción (novelas, poesía, teatro) u otros (periodísticos, películas, canciones). Porque en vano no han desarrollado tanto los estudios literarios como para seguir considerando a la Literatura como “la belleza de la palabra”.

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