El punto de visión de Libro de Emmanuel es la contemplación de lo bello como consumación de la libertad. Significa que el juicio del gusto es opuesto al juicio lógico, que la lógica del corazón es contraria a la lógica calculadora, la contemplación de lo bello es siempre personal y no universal. Desde René Descartes, Blas Pascal e Immanuel Kant en los siglos XVII y XVIII hasta Martin Heidegger, Walter Benjamin y Hannah Arendt en el siglo XX, cuando se pretende demostrar por el juicio lógico que una obra del gran arte es bella, “soy ciego y sordo”. No existe en la lógica racional calculadora posibilidad alguna de demostrar nada sobre la obra de arte que surge de la lógica del corazón, es interior y es invisible, gratuita e inútil.
Recojo en estas páginas intuiciones que se hallan en un recorrido de más de dos décadas en mis libros: Lectura del siglo XX: tiempo de tragedia y esperanza (1999), La edad de la utopía (2001), Solidaridad frente a homicidio: ensayos sobre la no violencia militante en el siglo veintiuno (2003), Las paradojas de la soledad (2012), y en mis artículos: “En busca de la tierra de padre” (2004) y “Hablar de Dios desde las Indias y las Américas” (2008). Así también, el pensamiento y la acción antecedente y precedente, que se transparentan en mis textos, contra la violencia extrema como siniestra producción cultural humana.
Las guerras internacionales y civiles, los campos de concentración y exterminio de inocentes dejaron orfandad en mis ancestros e hirieron desde el alma a mi propia familia. Este horror de la violencia puede regresar en una nueva y aún desconocida edad.
La contemplación de lo bello como condición sine qua non de la libertad existencial por la paz auténtica se manifiesta en la historia y filosofía del arte, como una exploración en lo más hondo y bello de la tragedia de la condición humana que no se desliga de la esperanza. Constituye el significado y el significante de estas páginas. Soy un peregrino en busca del significado de los insignificantes.
Ancestros hispanos, andinos y universales
En tiempo de crisis, a horcajadas entre la historia personal y la circunstancia histórica, mis fuentes culturales familiares (excepcionales) −paternas y maternas− (Piqueras Luna), generacionales (La generación de 1968) e históricas (el advenimiento de una y aún desconocida edad en el cambio de milenio, la Iglesia y la sociedad contemporánea que se debaten entre la felicidad y la redención, y su contrario, etcétera) se vuelcan en la remembranza, el despertar y la vigilia, intrínsecos a mi vida y obra, nutrida de la memoria viva.
Bebiendo del pozo de los ancestros y descendientes en la Tierra del llanto, de la que surge la risa y en la que el cielo se abre, encuentro en vivos y muertos una voz que clama desde las paradojas de la soledad, una pasión intelectual y vital donde la cultura como producción humana adquiere una altura que es su principio y fundamento. Estamos ante una autoficción personal, familiar, generacional e histórica.
Paradigmas culturales: la trascendencia de sus obras
¿Qué es cultura en su sentido integral? El gran arte arquitectónico y escultórico del Pabellón del Perú en Sevilla, obra genial de Manuel Piqueras Cotolí, mi abuelo paterno. El artificio científico técnico del reservorio que surgió de la irrigación del Hornito en el Valle de Jequetepeque, obra del talento de Roberto Luna Vargas, mi bisabuelo materno. La gastronomía en la ciudad de Nueva York que se extiende a todo el mundo hispano en USA, obra del chef y artista, Emmanuel Piqueras Villarán, mi hijo, quien se desgajó de esta tierra y se vio arrastrado a una región extraña. Pensadores y científicos, narradores y poetas entre nuestros sucesores y vínculos familiares. En busca de la tierra del padre y de la tierra del hijo, hispana y andina, provinciana y universal, rescato desde el pensamiento poético un tesoro de sabiduría. Libro de Emmanuel, tensión existencial entre Lima y Pakatnamu, entre el Perú y el mundo, se revela en su espíritu más íntimo.
Manuel Piqueras, Libro de Emmanuel, en proceso de publicación. Corrección Carmen Ollé. Lima: 2016