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Las paradojas de la soledad, por Manuel Piqueras, en Amazon

“Las Paradojas de la Soledad, es una obra literaria escrita en las fronteras de géneros distintos. Con gran libertad creativa, se desplaza entre la lírica, la reflexión y la narrativa breve. Es el diario de un alma, escrito a lo largo de casi una década y decantado en un intenso período de meditación. Manuel Piqueras, recorre en pocas páginas el extenso territorio que va desde la infancia hasta la madurez, marcado por rupturas y continuidades en un mundo que integra lo hispano, lo andino y lo universal. Dos poemas de San Juan de la Cruz y César Vallejo, puestos como epílogo del libro, son a la vez resumen y fundamento de toda su exploración.”. Luis Delboy.

“The Paradoxes of Solitude, is a literary work written in the borders of different genres. With great creative freedom, moves between lyrical, reflection and short stories. It is the diary of a soul, written over nearly a decade and decanted into an intense period of meditation. Manuel Piqueras, runs in a few pages the vast region extending from infancy to maturity, marked by ruptures and continuities in a world that integrates Spanish, Andean and universal. Two poems of San Juan de la Cruz and Cesar Vallejo, placed as epilogue to the book, are both abstract and foundation of exploration.”. Luis Delboy.

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Patria de mí pecho

Desde estas Páginas Libres, publicamos fragmentos de un bello poema cargado de sentido y lucidez, Noción de patria, de Mario Benedetti. Si patria es humanidad, como el mismo escritor titula otro de sus poemas ¿Por qué tanta inhumanidad en la existencia de una mayoría de compatriotas que son los olvidador de la patria? Siento la patría en mí pecho -esa notable pintura de Salvador Dalí-, pero siento la patria en mi pecho desde la memoria del sufrimiento “del más chiquito y del más olvidado” en esta Tierra de nuestros dolores y alegrías: “quizá mi única noción de patria sea este regreso al propio desconcierto”.
“Noción de patria, por Mario Benedetti

Cuando resido en este país que no sueña
cuando vivo en esta ciudad sin párpados
donde sin embargo mi mujer me entiende
y ha quedado mi infancia y envejecen mis padres
y llamo a mis amigos de vereda a vereda
y puedo ver los árboles desde mi ventana
olvidados y torpes a las tres de la tarde
siento que algo me cerca y me oprime
como si una sombra espesa y decisiva
descendiera sobre mí y sobre nosotros
para encubrir a ese alguien que siempre afloja
el viejo detonador de la esperanza.

Cuando vivo en esta ciudad sin lágrimas
que se ha vuelto egoísta de puro generosa
que ha perdido su ánimo sin haberlo gastado
pienso que al fin ha llegado el momento
de decir adiós a algunas presunciones
de alejarse tal vez y hablar otros idiomas
donde la indiferencia sea una palabra obsena.

Confieso que otras veces me he escapado. […]

Miré
admiré
traté de comprender
creo que en buena parte he comprendido
y es estupendo
todo es estupendo
sólo allá lejos puede uno saberlo
y es una linda vacación
es un rapto de imágenes
es un alegre diccionario
es una fácil recorrida
es un alivio.

Pero ahora no me quedan más excusas
porque se vuelve aquí
siempre se vuelve.
La nostalgia se escurre de los libros
se introduce debajo de la piel
y esta ciudad sin párpados
este país que nunca sueña
de pronto se convierte en el único sitio
donde el aire es mi aire
y la culpa es mi culpa
y en mi cama hay un pozo que es mi pozo
y cuando extiendo el brazo estoy seguro
de la pared que toco o del vacío
y cuando miro el cielo
veo acá mis nubes y allí mi Cruz del Sur
mi alrededor son los ojos de todos
y no me siento al margen
ahora ya sé que no me siento al margen.

Quizá mi única noción de patria
sea esta urgencia de decir Nosotros
quizá mi única noción de patria
sea este regreso al propio desconcierto.

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El canto universal del pequeño

“Yo te bendigo, Padre, porque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes, y se las has revelado a pequeños”. Mateo, 11: 25.

Los humanos vivimos un complejo, difícil y largo proceso entre el ver y el no ver, entre el amor al mundo y el mal radical. Ver significa romper con los condicionamientos de la esclavitud interior y de las coacciones externas que nos aprisionan en la miopía y en la ceguera. El ver indica el amor al mundo cuyo principio y fundamento es el valor de la vida y de la libertad, y cuyo portador es el pequeño. Resumo mi mirada al mundo humano crepuscular y matinal desde el pequeño, en quien el valor de la vida en el claroscuro simboliza la metáfora del hallazgo del sentido del siglo XX hacia el nuevo milenio.


Una actitud global

La inocencia constituye la actitud global de los pequeños. La condición de pequeño no se refiere sólo a los niños sino a cualquier ser humano abierto a la experiencia de la “infancia espiritual” o de la “inocencia con experiencia”, tanto en su estilo de vida como en su proyecto de vida y en el sentido último que otorga a su condición humana. El corcel negro y El jardín secreto, dos bellísimas películas de Carol Ballard y Agnieszka Holland producidas por Francis Ford Coppola, y el Imperio del Sol, de Steven Spielberg, nos aproximan a ese mundo.

Sólo un pequeño puede domar a la bestia

En la transposición poética de Ballard se establece un paralelismo con la leyenda antigua en la que un niño pequeño —quien en su adultez se llamó Alejandro El Magno— doma a Belcebú, un corcel salvaje, en un enorme arenal frente al mar. Muchos siglos después, un niño moderno, luego de un naufragio en el que muere su padre, subyuga a Negro (Black), un caballo árabe hasta entonces indomable. La belleza de la naturaleza —la playa, la arena y el mar, la luz solar y lunar, el hermoso sonido de la música— conforma el escenario de este amaestramiento de la bestia.

La narración artística de Ballard sobre los pequeños evoca, por oposición, la tragedia moderna que nos muestra Coppola en su obra cumbre, El padrino, o en Apocalipsis Now. A las bestias salvajes e indomables de la mafia siciliana y del horror de la guerra de Viet Nam les contrapongo al único sujeto humano capaz de amaestrarlas: el pequeño. El pequeño se nos muestra como portador de la vida de todos. Simbólicamente, el niño se manifiesta investido del poder de domar a la bestia moderna de la brutalidad, de la violencia y del asesinato, del afán de lucro sin fin y del poder sin límite.

El jardín secreto: el mundo de los pequeños

En El jardín secreto, la maestría de Holland nos coloca frente al misterio; trata este filme de la curación de un niño por una niña en el hábitat del jardín del Edén. Como señalaba Albert Camus, la condición necesaria para la creación es el secreto y es ésa precisamente la metáfora de Holland. El juego de los niños es el proceso de la creación que permite transitar de la enfermedad a la curación, de la tristeza a la alegría. Inocencia, celebración de la amistad, belleza poética y naturaleza van creando, en ese ámbito íntimo y escondido, la sinfonía del renacimiento de la vida.

Los adultos frecuentemente sembramos enfermedad, tristeza y muerte en los otros; los pequeños, en cambio, son portadores, a través de su inocencia, de la risa y el juego, de la curación y la alegría para todos nosotros. En contraste, siempre se muestra el reverso de la historia desde los pequeños. Al final, todos, niños y adultos, convergen hacia la nueva natalidad, la curación y la alegría.

La gesta del pequeño

El imperio del Sol, bellísima película de Steven Spielberg, narra la historia de un niño inglés creativo y alegre, que vivía con sus padres en una mansión ubicada en el gueto imperial británico de la ciudad china de Shanghai, durante la Segunda Guerra Mundial. En medio de la invasión japonesa a la ciudad, huyendo con sus padres para protegerse de los invasores, Jimmy pronto se encuentra perdido entre la multitud buscando infructuosamente a su madre y a su padre; queda envuelto en el submundo de la guerra y cae prisionero en un campo de concentración nipón.

La mirada, los sueños y los juegos del niño se van constituyendo en la atmósfera envolvente de todo el relato de Spielberg. En esta fábula se desarrolla un combate simbólico entre la infancia valiente, creativa y astuta del niño, y el horror de los poderosos combatientes de la Tierra que pusieron en movimiento la guerra mundial, la guerra chino-japonesa, la invasión nipona a Shanghai, los campos de concentración y la explosión de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.

En la universidad de la vida, el niño aprende de la mujer que lo cuida, del médico que le enseña, de un cínico que le instruye acerca de la forma de sobrevivir como una pantera en los escenarios de la guerra y del jefe japonés del campo, quien se paraliza ante su inocencia, su inventiva, su forma de hablar en japonés y sus bellísimos juegos y cantos de combate. La historia de Spielberg nos muestra a un niño excepcional, inocente, astuto, amigo y servidor de todos.

Hacia el final del relato, con los aliados vencedores y con Japón y la Alianza vencidos, el pequeño se hunde en la más profunda tristeza ante la visión de Hiroshima y de sus 100,000 muertos. La luz blanca en el cielo, la imagen luminosa del hongo nuclear, enmascaran las tinieblas que ocultan al Goliat moderno que extermina a los inocentes. El niño, el pequeño David, se instituye en la metáfora del único sujeto capaz de vencer a Goliat.

Vivir según el espíritu de los pequeños

El texto del Evangelio de Mateo que narra la inversión que opera el mensaje de Jesús de Nazaret entre los sabios e inteligentes y los pequeños, es la clave de todas las demás inversiones mesiánicas del proyecto de amistad de Jesús que notablemente registran los otros evangelios. Sólo si se tiene una actitud global de infancia espiritual, la lucha por la justicia queda envuelta en gratuidad, se humaniza y se cristianiza.

Estableciendo una relación de sentido entre las bellas historias sobre los niños de Ballard y de Holland y las notables tragedias de Coppola, estamos frente a una polaridad ética entre, por una parte, el cinismo, la mentira, el crimen y la muerte, y por la otra la vida, la integridad, la verdad y la inocencia. El bello himno de Spielberg evoca al pequeño como el sujeto personal, histórico y trágico -y cómico- de la nueva fundación de un campo global y comunitario de vida en la tierra de los hombres.

Nuestra experiencia nos muestra que la existencia humana es un combate espiritual entre los pequeños y los sabios e inteligentes; una lucha cuyo escenario se sitúa al mismo tiempo en el mundo interior y en el exterior, en la historia personal y en su circunstancia histórica. Sólo es posible domar, curar y combatir en la condición humana viviendo según el espíritu de los pequeños.

Manuel Piqueras,”El canto universal del pequeño”, La edad de la utopía. Ideele. Lima: 2001. (con modificaciones).
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William Faulkner: Yoknapatawpha

Si hubo un autor admirado por las letras latinoamericanas, a raíz de su estilo para describir la vida pobre y violenta del viejo sur de Estados Unidos, ese escritor se llamó William Faulkner, fallecido hace medio siglo, el 6 de julio de 1962. Hacemos memoria de William Faulkner, en el 50 aniversario de su muerte.

Como nos reveló Gabriel García Márquez, el rincón real y mágico de Macondo, en Cien Años de Soledad, fue inspirado originariamente en Yoknapatawpha, esa utopía de la imaginación creadora de William Faulkner. Como afirmaba García Márquez, en El Olor de la Guayaba, la notable entrevista que le hizo Plinio Apuleyo Mendoza, en 1982: “En el caso de Faulkner, las analogías son más geográficas que literarias. Las descubrí mucho después de haber escrito mis primeras novelas, viajando por el sur de los Estados Unidos. Los pueblos ardientes y llenos de polvo, las gentes sin esperanza que encontré en aquel viaje se parecían mucho a los que yo evocaba en mis cuentos”.

Más allá de estos rincones imaginarios magníficos de estos dos grandes creadores, Yoknapatawpha y Macondo, toda gran creación artística crea un lugar utópico, como Ítaca de Homero o Utopía de Tomás Moro, en el fondo recreamos la porción de la Tierra y el universo donde vivimos, en un espacio de vecindad, en una ciudadanía universal, en una metáfora arquetípica, como nos ilumina Walter Benjamin: “La utopía más que de esperanza de un futuro mejor, viene de la memoria del sufrimiento”.

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La habitación vacía: poema ganador del XX Premio de Poesía de España

Desde estas Páginas Libres, publicamos, “La habitación vacía”, de Juan Vicente Piqueras, poeta valenciano, excepcional poema ganador del XX Premio de Poesía Manuel Alcántara, uno de los concursos poéticos más importantes de España, donde se premia al mejor poema, al único. La palabra poética habla por sí misma.
LA HABITACIÓN VACÍA
a Carlos Edmundo de Ory

Era uno de tus juegos preferidos.
¿Qué hay en una habitación vacía?,
preguntabas. Guardábamos silencio.
¿Qué hay en una habitación vacía?

Los que no conocían el juego
tal vez decían: Nada, y tú decías: No.
Nada es nada, he dicho qué.

Hasta que alguien decía, por ejemplo: El silencio.
Y tú decías: Sí
Y otro decía: Polvo.
Y el juego comenzaba a tomar vuelo.

Unas huellas de pasos en el suelo.
Un fantasma. Un enchufe. El agujero
de un clavo. La penumbra.
El cuadrado que deja en la pared
la ausencia de un cuadro. Un hilo.
Una carta en el suelo.
La huella de una mano en la pared.
Un rayito de sol que entra por la ventana.
Una telaraña. Un trozo
de papel. Una uña. Una hormiga extraviada.
La música que llega de la calle
(¿hay música sin alguien que la escuche?).
Una mancha de humo o de humedad.
Garabatos o pájaros o nombres
o un dibujo de Laura en la pared.

Tú ibas diciendo sí o no.
Tú lo sabías. Eras el inventor del juego.
Tú ya sabías, Carlos, lo que hay
en la habitación vacía donde acabas de entrar.

Era uno de tus juegos preferidos.
– ¿Qué hay en una habitación vacía?
– Un fantasma.
– Ya lo han dicho.
– Sí, pero el que yo digo es otro.

Juan Vicente Piqueras

http://wp.fundacionmanuelalcantara.org/?p=7080

http://cultura.malaga.eu/portal/menu/seccion_0003/secciones/subSeccion_0008d/subSeccion_0001
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Maestría y vocación artística

“[…] pues si con algo un pueblo puede definir su personalidad en la historia y transmitirnos lo que fue, en algo es en su arte, en el más amplio sentido de la palabra, pero no solamente su gran arte, sabio, música, literatura, pintura, escultura, arquitectura, etc. sino más todavía en el que se dice pequeñas artes, artes industriales, artes populares, folklore arquitectónico o musical, etc. qué forma su espíritu, que influyen en todas las otras facetas de su vida (intelectual, política, etc.), artes vivas que nacen de la sangre, de la entraña, de la raza, que son producto de su psicología y que forman su psicología”. Manuel Piqueras Cotolí, Plan de reorganización de la Escuela de Artes y Oficios del Perú.
Manuel Piqueras Cotolí (1885-1937), como profesor de escultura de la Escuela Nacional de Bellas Artes (1919-1930), así como asesor de la dirección de la Escuela Nacional de Artes y Oficios (1930-1937), va a revelarse como un notable maestro, gestor de un proyecto de calidad de la educación artística y como un formador vital de vocaciones consagrado a sus alumnos artistas y artesanos.

La formación de los artistas y artesanos constituía, para el maestro, un proyecto integral en el que las actividades intelectuales y manuales poseen igual valor: “Eso mismo puede decirse de todos sus oficios: esas actividades manuales que algunos quieren separar de las intelectuales, pero que no es posible hacerlo pues ellas dos juntas forman el complejo hombre, sin una o sin otra, nada de lo realizado en el mundo hubiera sido realizado, la mano es tanto como la cabeza, y la cabeza tanto como la mano”.

El artista y educador va a orientar su actividad docente dando cara a la crisis de vocaciones. Suscitar vocaciones pareciera ser el centro intelectual y vital de su pedagogía: “La crisis que aquí sufrimos no es sólo de conocimiento ni de preparación técnica; de esto en comparación hay mucho, demasiado tal vez. La crisis es de espíritu, de orientación, de afición, de vocaciones. […] Ésta es la raíz del problema […]”. La escuela nueva de artistas y artesanos debe, simultáneamente, huir de la enseñanza estandarizada, tener una sólida unidad en torno a propósitos claros y poseer sentido práctico. En esta perspectiva, la disciplina es concebida como el estímulo de vocaciones y no como el castigo que prejuzga y estereotipa a los alumnos. El gran maestro propone una educación personalizada que desarrolle la inteligencia, la cultura, la destreza artesanal y la vocación artística por encima de todo.

Manuel Piqueras Luna, En busca de la tierra del padre, Revista Páginas, Nº 186, CEP-IBC, Abril, Lima: 2004.

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Jorge Piqueras: el estallido de la vida y de la muerte

La muestra pictórica de Jorge Piqueras “Obra reciente (2010-2012)”, tercera entrega, en la Galería Lucía de la Puente, logra grandeza por su madurez en relación con su obra primigenia de arte abstracto, “De la estructura al estallido: una geometría en proceso, 1952-1959”, que se expuso en el Museo de Arte de Lima el año pasado. Tal como señala Jorge Villacorta, quien ha estado a cargo de la muestra, y es uno de los principales conocedores de su trabajo: “El arte de Jorge Piqueras es una manifestación inquietante; evidencia cómo la pintura –si de pintura se trata- no es nunca una puesta al día con sus sumas y restas, sino simple y llanamente una apuesta por más vida. Combustiones, y luego bifurcaciones y encrucijadas se suceden sin tregua en cada entrega. Y todas ellas provocan en el artista más deseo, mayor sed de conocimiento, y mayúsculos cuestionamientos de las dos dimensiones y las múltiples posibilidades de crear espacios al interior del plano. En desconcertante silencio, se ve impelido en la aventura de construir en su pintura un presente y de abismarse en el sueño de un futuro, un futuro que plasma desde su consciencia de hombre contemporáneo.”

Esta Obra reciente es resultado de casi una década de pintar intensamente, lo que para el artista significa todo y nada. Su trabajo hace transparentes los estallidos de la vida y de la muerte que llegan a lo profundo del alma. Sólo hay que mirar las imágenes de las transfiguraciones en sus lienzos para afrontar la belleza que nos hace libres. “En verdad, saber mirar es la profesión que me hizo sobrevivir”, reveló Jorge Piqueras hace unos años en una entrevista.

Tengo conciencia de que la muerte de Manuel Piqueras Cotolí (1885-1937), padre de Jorge y abuelo mío, ese genial artista de la escultura, la arquitectura y el urbanismo, causó un dolor muy grande, por lo que tuvo de imprevista, instantánea y prematura, a mi padre, su hijo mayor, con apenas quince años, a mi joven abuela Zoila viuda con sólo treinta y siete años, y a los más pequeños, entre ellos, a Jorge. ¡Disculpen si no hemos sido amables con ustedes, la orfandad nos ganó la mano, la angustia nos hizo ariscos!

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!Hija mía!: te amo en tu grandeza y en tu pequeñez

Hija, estamos orgullosos de ti, en tu grandeza y en tu pequeñez, a la vez.

Éramos muy jóvenes cuando tu madre y tu padre te concebimos, en medio de un amor sin límites en todos los sentidos.

La edad de la inocencia se paga, porque no sabíamos nada de nada: ni maestros, ni libros, no teníamos una sabiduría de la crianza de una niña maravillosa como tú. ¡Perdona amor mío!

Nos consagramos a ti con amor, pero tu padre y tu madre éramos unos soñadores irredentos, sólo el bien era verdadero, el mal no existía. ¡Tú nos diste una lección de realismo!

No tengo culpa, ni vergüenza por las ingenuidades que cometimos, el amor es así de paradojal: “del llanto surge la risa y el cielo se abre”, como nos enseña el Thora.

En la gesta heroica de Lisbeth Salander, en el filme sueco Milleniun, Los hombres que no amaban a la mujeres, recreación de la novela de Stieg Larrson, se me ha revelado el dolor y la alegría, la inhumanidad y la humanidad de una gran mujer joven. Ella le da sentido a esta obra literaria y cinematográfica mágica. Como tematiza Mario Vargas Llosa acerca de esta narración: “Suecia aparece en estas novelas, según Vargas Llosa, como «una sucursal del infierno, donde los jueces prevarican, los psiquiatras torturan, los policías y espías delinquen, los políticos mienten, los empresarios estafan, y las instituciones en general parecen presa de una pandemia de corrupción de proporciones fujimoristas».”.

Sí, te puedo decir, que entregaría la vida por ti, porque te quiero más allá de la vida y de la muerte.

Amadeus andino y universal, Cristo azotado de América, libera y salva a nuestra hija. Sólo tú sabes los misterios del amor entre padres e hijos, y los de toda la humanidad doliente.

Los hombres que no amaban a las mujeres - Larsson

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La pobreza es la forma más mortal de la violencia

La pobreza es la forma más mortal de la violencia.
Mahatma Gandhi.
Los datos hablan: la pobreza es la forma más mortal de violencia, causa alrededor de 18 millones de muertos al año en el mundo, mientras que todos los conflictos armados causan aproximadamente 100 mil muertos al año. Asimismo, la pobreza ocasiona más muertos que el crimen violento en el planeta. En el caso de los Estados Unidos de Norteamérica, la criminalidad causa 10 homicidios por cada 100,000 habitantes por año y la mortalidad origina 286 muertes de afrodescendientes por cada 100,000 habitantes por año. Las mediciones estadísticas más serias revelan que la pobreza victima más seres humanos que las guerras mundiales, regionales y civiles, y que los campos de concentración y exterminio del Siglo XX. Manuel Piqueras, Solidaridad frente a Homicidio.

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A veces los sueños se desensueñan y se encarnan

Pedro Salinas (1891-1935), gran poeta español de la generación del 27 del siglo pasado, poetiza el amor y el desamor desde los sueños que, a veces se desensueñan y encarnan. La realidad de la aventura humana del amor y su transfiguración poética se fusionan: sólo un sueño es verdadero cuando es amor, sólo el amor se manifiesta en un sueño creativo. El ser humano es en última instancia un animal amoroso, un corazón pensante, allí reside el centro de su tragedia y su esperanza.

“Torpemente el amor busca.
Vive en mí como una oscura
fuerza extrañada. No tiene
ojos que le satisfagan
su ansia de ver. Los espera.
Tantea a un lado y a otro:
se tropieza con el cielo,
con un papel, o con nada.
Ni aire ni tierra ni agua
le sirven para salir
desde su mina a la vida,
porque él ni vuela ni anda.
Sólo quiere, quiere, quiere,
y querer no es caminar,
ni volar, con pies, con alas
de otros seres. El amor
sólo va hacia su destino
con las alas y los pies
que de su entraña le nazcan
cada día, que jamás
tocaron la tierra, el aire,
y que no se usaron nunca
en más vuelos ni jornadas
que los de su oficio virgen.
Y así mientras no le salgan,
fuerzas de pluma en los hombros,
nuevas plantas,
está como masa oscura,
en el fondo de su mar,
esperando que le lleguen
formas de vida a su ansia.
Se acerca el mundo y le ofrece
salidas, salidas vagas:
una rosa, no le sirve.
El amor no es una rosa.
Un día azul; el amor
no es tampoco una mañana.
Le brinda sombras, espectros,
que no se pueden asir,
llenos de incorpóreas gracias;
pero un querer, aunque venga
de las sombras,
es siempre lo que se abraza.
Y por fin le trae un sueño,
un sueño tan parecido
que se siente todo trémulo
de inminencia, al borde ya
de la forma que esperaba.
Que esperaba y que no es:
porque un sueño sólo es sueño
verdadero
cuando en materia mortal
se desensueña y se encarna.
Y allá se vuelve el amor
a su entraña,
a trabajar sin cesar
con la fe de que de él salga
su mismo salir, la ansiada
forma de vivirse, esa
que no se puede encontrar
sino a fuerza
de esperar desesperado:
a fuerza de tanto amarla”.

Pedro Salinas
(de Razón De Amor – 1936)”.

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