¿Por qué este estallido desde el depósito de mi memoria? Estoy empezando a tomar conciencia de los arquetipos poéticos que están en mis escritos. No sabía nada de su presencia silenciosa que ahora escucho, un silencio que se escucha como un eco, desde Amadeus Mozart hasta Hannah Arendt, y qué seguirá Dios mío. Esta explosión de mi alma me mueve hasta los conchos, quedo exhausto luego de cada irrupción de imágenes e ideas tan cargadas de humanidad y belleza.
Las imágenes e interpretaciones, muchas de ellas cuestionables sobre Hannah Arendt, a raíz del filme de Margarethe Von Trotta, sobre la investigación que realizó la gran pensadora, en el juicio en Jerusalén a Adolf Eichmann, que acaba en la creación de su concepto genial sobre la banalidad del mal, sólo han sido un estímulo exterior, que ha movido mi insight interior. Sólo el bien tiene profundidad y puede ser radical, ir a la raíz de la condición humana en nuestro tiempo extremo de tragedia y esperanza.
“En mi opinión, en efecto, que el mal no es nunca “radical”, que sólo es extremo, y que no posee ni profundidad ni ninguna dimensión demoníaca. Puede crecer desordenadamente y arrasar al mundo entero precisamente porque se extiende como un hongo en la superficie. “Desafía al pensamiento”, según dije, porque el pensamiento intenta alcanzar alguna profundidad, ir a la raíz, y en el momento en que se ocupa del mal, se ve frustrado porque allí no hay nada. Ésta es su “banalidad”. Sólo el bien tiene profundidad y puede ser radical”.”.
Hannah Arendt, The Life of the Mind (La vida del espíritu) (Nueva York. Hancourt Brace Jovanovich, 1978). 1: 3-5.
Fotografía: Hannah Arendt, gran filósofa de nuestro tiempo de tragedia y esperanza.