En homenaje a Rodrigo Franco, asesinado, mártir de la democracia

El notable y valiente testimonio de Cecilia Martínez del Solar, esposa de Rodrigo Franco Montes de Peralta, en audiencia pública de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), nos ha traído a la memoria los aciagos días del conflicto armado interno, donde reinaba el asesinato, por una parte, por el terrorismo subversivo de Sendero Luminoso, por otra, por un  grupo paramilitar, el terrorismo no subversivo, que vilmente usurpó el nombre de Rodrigo Franco. El cobarde asesinato de Rodrigo Franco se produjo el 29 de agosto de 1987, el testimonio de Cecilia Martínez ante la CVR, se da el 21 de agosto de 2002, quince años después.     

Es sorprendente el perfil del escuadrón de la muerte que asesinó a Rodrigo Franco, según el impecable testimonio de Cecilia Martínez: “Mientras salía a reconocerlo al jardín, miré hacia al lado derecho y vi a personas, todas de perfiles homogéneos, vestidas de negro que caminaban hacia el río.”

Consideramos el  testimonio de Cecilia Martínez, viuda de Rodrigo Franco,  un  documento histórico invalorable sobre el asesinato y la impunidad en el Perú. Quince años después del asesinato de Rodrigo, Cecilia logró elaborar desde el dolor más hondo un relato riguroso y conmovedor. “Luz, más luz”, como se expresaba Goethe. Testimonio que nos ayudará  a todos los peruanos y peruanas a elaborar una memoria histórica fuerte sobre el valor de la paz y la no violencia, y sobre la infamia de los crímenes de lesa humanidad y de su  impunidad.  

¿Quién era Rodrigo Franco?

“Gracias. A todos los miembros de la Comisión de la Verdad, les agradezco, a todos los presentes y a todas las, dedicado a todos los que hemos sido víctimas y sobrevivientes de estos lamentables hechos. Quisiera empezar diciendo que estar acá dando este testimonio lo siento como una obligación moral y lo hago para que otras personas no tengan que pasar lo que mis hijos y yo y las personas que nos rodean, nos rodearon, tengan que pasar lo que nosotros pasamos, para que se pueda saber la verdad y no vuelva a ocurrir, como yo temo que puede ser.

Rechazo la idea de que estos hechos queden impunes, creo que la única forma de acabar con la violencia y con el abuso es sancionando a los responsables, para que el resto de la población o el resto de las personas sepan que estos hechos no se pueden quedar, que se hacen y que no pasa nada. Creo que sólo en ese sentido se puede entender un proceso de reconciliación. Voy a hablar como testigo del asesinato de Rodrigo Franco Montes, que fue mi esposo.

Cuando murió Rodrigo, tenía treinta años, tenía tres hijos y un poco menos de diez años de matrimonio. Siempre fue un hombre honrado y transparente. Militante del Partido Aprista, de familia. Su padre fue aprista y su abuelo fue fundador del APRA. Rodrigo fue una persona con una clara vocación de servicio, dedicada hacia los más pobres. Vi, presencié todo el esfuerzo que él dedicaba, en ese sentido. Creo que de no haberme conocido esto se hubiera concretado en una vocación religiosa, hecho que evidentemente no ocurrió. Pero sí le quedaron firmes los principios y valores con los que siempre en el mundo laico practicó.

Su paso por la política lo asumió con conciencia de que iba en contra de nuestros propios intereses. En la época que él trabajó en el gobierno, no había estas planillas magníficas del PNUD y el sueldo que él recibía era un sueldo, era un sueldo magro, muy por debajo de lo que él recibía en esos tiempos, en el sector privado. Sin embargo, consultó conmigo porque consideraba que la familia entera iba a sentir las repercusiones de esta decisión y tomó la decisión de aceptar el cargo que le ofrecían para trabajar en el gobierno. Su primera función pública la desarrolló en el Ministerio de Agricultura, como Secretario General del mismo.

Posteriormente, pasó a ser Presidente del Directorio y Presidente Ejecutivo de Enci. Enci, es una empresa, era una empresa muy grande, tanto que llegó a manejar el veinticinco por ciento del presupuesto nacional. Era una empresa pública que tenía el monopolio de todas las importaciones. Que dentro de una economía cerrada era muy poderosa. El año que estuvo en Henchí, porque sólo estuvo un año ahí no dejó ningún día de sorprenderse de las cosas que veía. Vio desde coimas y cheques muy grandes que tuvo que rechazar, hasta una serie de irregularidades tratando con su trabajo de que estas cosas no ocurrieran. Nunca tomó un centavo que no le correspondiese. Esa etapa la pasamos evidentemente en, muy ajustados económicamente pero Rodrigo era, estaba satisfecho del trabajo que lograba y lo hizo con cariño y dedicación, sin lamentarse nunca en ese sentido.

Los días de antes de morir, decidió renunciar. Para que no lo hiciera se le ofrecieron tres cargos: el Ministerio de Industrias, la Presidencia del Instituto Nacional de Planificación y hasta la Presidencia del Banco Central. No siendo él economista, él era abogado. Algo lo había afectado y decidió alejarse ¿Qué fue?, no me lo dijo. Pero ya había muchas divergencias con el gobierno. Por un lado, había bases apristas de jóvenes y provincianos que venían a buscarlo, pidiendo que lidere un proceso de moralización dentro del APRA. Por otro lado, no estaba de acuerdo con mucho de las políticas que se practicaban en ese gobierno. No estaba de acuerdo, no estuvo de acuerdo con la estatización de la banca, no estaba de acuerdo con el dólar MUC, no estaba de acuerdo con la importación de tantos alimentos. No estaba de acuerdo con los subsidios indiscriminados. Sobre todo, no estaba de acuerdo con el subsidio a la harina. El subsidio a la harina se reflejaba en el pan y en el fideo. Y eso, él veía claramente que condenaba a muerte a todo el campesinado peruano. Tampoco, estuvo de acuerdo con el subsidio a la leche. Y condenaba así mismo a todos los ganaderos del Perú. (…) Rodrigo decidió tomar distancia del partido, pero no tuvo tiempo para hacerlo..”.

¿Cómo lo asesinaron?

“Sobre los hechos mismos del asesinato de Rodrigo, puedo decir lo siguiente. Era sábado veintinueve de agosto de mil novecientos ochentisiete, hacía un mes que nos habíamos mudado a vivir en Lima, sólo pasábamos los fines de semana en la chacra de Ñaña, chacra que era de su mamá. Llegamos el viernes en la noche, muy tarde, los chicos ya habían llegado más temprano, cuando llegamos ya estaban dormidos. Nos recostamos inmediatamente. Despertamos con un fuerte ruido que yo, personalmente pensé que era un temblor. Sin embargo, para Rodrigo fue evidente que no lo era, porque antes de que hubiera una segunda detonación, él ya había estado, él ya había traído a los chicos y a las empleadas hacia el cuarto de nosotros. En la segunda detonación, ya para mí era claro que eso se trataba de un ataque terrorista. Estábamos totalmente cercados en un dormitorio que tenía ventanas por muchos lados. Rodrigo recorría las ventanas, mirando lo que pasaba. Yo nunca llegué a mirar hacia fuera porque iba detrás de él. Y en un momento oímos más detonaciones y finalmente una de ellas fue en la puerta de nuestro cuarto.

Sonó la puerta y abrió un hueco en el techo. Todo era un, todo eran escombros, tejas, adobes, una cosa horrible. Hubo una voz que lo llamó y le dijo: ¡Rodrigo Franco, entrégate porque sino entramos por toda tu familia!. Cuando oí eso supe que él lo iba hacer. Me prendí de su cintura, impidiendo que avanzara, la amenaza se volvió a repetir. Forcejeamos, discutimos, él molesto me tomó de los hombros, mientras que me hacía retroceder. Finalmente, me gritó para que lo suelte y reaccionara. ¡Cecilia, por favor!, ¡por nuestros hijos! Y me tiró hacia mi cama. Y él salió caminando.

Inmediatamente lo ametrallaron. En la puerta del cuarto, él abrió la puerta, la única puerta que quedaba cerrada, fue ametrallado inmediatamente. Y después de unos segundos, oímos que una voz contaba hasta tres mientras daba tiros. Tres tiros se dieron. Volvió a hacerse el silencio y en breves segundos que para mí fueron muy largos, este salí a verlo y lo encontré tirado al lado de un cafeto que él mismo había plantado en la puerta de nuestro jardín. Estaba tirado, estaba sangrando. Pero no podía aceptar yo la idea de que estuviera muerto.”

¿El perfil de los miembros del escuadrón de la muerte que asesinaron a Rodrigo Franco?

“Mientras salía a reconocerlo al jardín, miré hacia al lado derecho y vi a personas, todas de perfiles homogéneos, vestidas de negro que caminaban hacia el río.”

http://www.cverdad.org.pe/ingles/apublicas/audiencias/trans_lima02d.php

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