Manuel Piqueras Cotolí: gran artista hispano, andino y universal

“Cervantes pinta dos caracteres típicos de una raza y pinta los de la humanidad. Shakespeare busca las pasiones en la vida y la historia de un pueblo y son las pasiones de la humanidad.” Manuel Piqueras Cotolí.
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“Manuel Piqueras Cotolí”
Manuel Piqueras Cotolí (1885-1937), artista español dotado de una sólida formación cultural, intelectual, escultórica, arquitectónica y urbanística, desarrolló una visión estética, una obra artística y un principio de humanidad que fueron a contracorriente de las visiones estéticas hegemónicas en España y en el Perú. Este artista inconformista se fue haciendo en el tiempo y en el espacio, en la humanitas española y americana. Echar raíces en el Perú constituyó una revelación y un estímulo decisivos en la maduración y originalidad de su obra monumental.

El artista tuvo que simbolizar el horror de la violencia y sus heridas abiertas, que marcaron su historia personal y su circunstancia histórica. La muerte de su padre, oficial español, en la guerra entre España y Estados Unidos, acaecida en Cuba en 1898, sumada a la muerte inmediata de su madre, lo dejaron en una dolorosa situación de orfandad infantil.

Hacia atrás, la remembranza de la destrucción de la Indias durante la conquista y la colonización española en el siglo XVI despertó en él una vocación de restitución. La Primera Guerra Mundial (1914-1918), que él vivió mientras estaba formándose en Roma, lo sacudió hondamente.

La Guerra Civil Española, ocurrida entre 1936 y 1939; que él intuyó como una tragedia de conflagración y genocidio, y cuyo desenlace devastador no conoció porque murió intempestivamente en 1937; fue el motivo capital de su preocupación y desvelo durante sus últimos días. La monstruosidad de la violencia condujo al artista a elaborar una idea fuerza de restitución personal y comunitaria; andina, hispánica y universal que rubricó los cimientos más íntimos de su obra.

Su idea cardinal de articulación de fragmentos enfrentados violentamente, su propuesta de una unidad compleja y difícil de elementos distintos que, redivivos en una relación de alteridad, debían ir formando una identidad personal y colectiva en el Perú y en América, tenían su fuente en la experiencia de todas las violencias que lo signaron biográfica e históricamente.

Su temprana muerte se debió, probablemente, a estos dolores que cargaba como un vía crucis. Antes de cruzar la frontera, transpuso magistralmente el diálogo entre dos mundos en el collage arquitectónico-escultórico del Pabellón del Perú en Sevilla, llevando hasta sus últimas consecuencias su idea de las identidades diversas en la universalidad.

Reconocemos póstumamente a este gran artista, más de 50 años después de su muerte temprana, que dejó trunca su obra. La paradoja es que a inicios del siglo XXI, recién estamos descubriéndolo e intuyendo que su trabajo es fundacional para la cultura y el arte de nuestro tiempo, tanto en el mundo americano como en los centros hegemónicos mundiales.

Manuel Piqueras Luna, En busca de la tierra del padre, revista Páginas 186. Instituto Bartolomé de Las Casas, Centro de Estudios y Publicaciones. Lima: Abril, 2004.

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“El Pabellón peruano en la Feria Ideroamericana de Sevilla (1929)”

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