Arte y utopía: opresión y liberación

Ilustración de la Divina Comedia, de Dante Alighieri.

Ilustración de la Divina Comedia, de Dante Alighieri, por Salvador Dalí.

A San Romero de América, testigo de la vida, la muerte y la resurrección de los Cristos azotados de la Patria grande de nuestros dolores y alegrías.

1.   El Rostro del Ángel 

El mar es

el Lucifer del azul.

El cielo caído…

por querer ser la luz.

Federico García Lorca, Mar.

La imaginación simbólica revela la lucha sin fin en la Tierra y en el universo, entre ángeles y demonios, entre la opresión y la liberación, entre el infierno y el paraíso del amor. Paradoja de la aventura de la existencia, que irrumpe en el mundo interno y externo a la vez, de toda la especie humana.

Lucifer

La tormenta del ángel Lucifer, el lado de la oscuridad, representado por la civilización del dinero: pobreza y violencia amalgamadas. La pregunta sobre cuál de estas identidades satánicas, únicas y excluyentes, es más peligrosa y letal no tiene respuesta, porque todas ellas están inexorablemente relacionadas entre sí, como causa y efecto, en el infierno terrenal.

La visión de Lucifer, de Salvador Dalí con sus acuarelas y litografías que ilustran la  Comedia de Dante Alighieri es magnífica en la belleza de su fealdad extrema, es el infierno moderno y posmoderno de la civilización del dinero cuyas víctimas en masa se insinúan en la creación del poeta Luis Buñuel, en sus películas Los olvidados  y El ángel exterminador.

Gabriel

La suave brisa del ángel Gabriel, el lado de la luz, el Dios humilde, en un sentido poético: “el gran arte poético que la humanidad ha creado, la mayor lucidez de la que es capaz la especie humana en la Tierra y el universo”[i]. Una gran espiritualidad y un gran realismo político han interrumpido la historia como un haz de luz, un conjunto de iluminaciones plurales, nunca únicas y excluyentes, en confrontación con la civilización del dinero, la pobreza y la violencia: el triángulo de la muerte, donde la humanidad naufraga.

 2,   Arte y utopía 

La historia del arte es una dimensión esencial de un hondo y bello insight de la condición humana. Podemos indagar en tres grandes creadores del arte moderno: Salvador Dalí, Luis Buñuel y Federico García Lorca, y vincularlos con una reflexión que se mueve en torno a un triángulo, dentro del triángulo hay dos bandos.

El triángulo del arte abstracto que contiene las dos facciones del Bhagavad Gita, el libro sagrado más antiguo del hinduismo, el príncipe Arjuna combatiendo al bando del mal, y los dos bandos en los Ejercicios Espirituales, de Ignacio de Loyola, donde hay un combate entre el bien y el mal. Metáforas maravillosas de la espiritualidad surgidas de la literatura universal.

Salvado Dalí, Luis Buñuel y Federico García Lorca exploran a Lucifer y a Gabriel en la Comedia, con una belleza sin igual, cada uno con su propia fuerza y delicadeza creadora, los dos bandos dentro del triángulo. Me interrogo si una pregunta sin respuesta, la hegemonía y dominación del dinero, la pobreza y la violencia en el mundo son realidades triangulares enlazadas una con la otra, no hay causa, no hay efecto, porque las tres son causa y efecto una de la otra. Esta tensión de la condición humana contemporánea nos coloca en dos filas, la de la opresión y la de la liberación.

Es un relato trágico. No sé adónde llegaré, no importa, pero tengo una pasión intelectual y vital que me empuja hacia adelante, inspirativamente, sin intención o como diría Walter Benjamin, gran pensador poético, solo acompañado por la “muerte de la intención” de una obra acabada.

[i] Manuel Piqueras, Las paradojas de la soledad, 2012.

Corrección: Carmen Ollé.

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