La soledad y la escritura

Manuel Piqueras, destacado sociólogo y prolífico pensador político, publicó en 2001, La edad de la utopía. En las líneas que siguen, el autor da cuenta de las ideas maestras que organizan esta publicación. Revista Ideele, Nº 137, junio, 2001.

Personalmente, soy un crítico del mundo adulto (“los sabios y prudentes”), amo a los niños y a los jóvenes, me identifico con ellos, como Hannah Arendt testifica con su espiritualidad secular de la “inocencia con experiencia”. Ésta es mi perspectiva, la de un inconformismo integral que espera contra toda desesperanza, que nada ni nadie torcerá. Manuel Piqueras, La soledad y la escritura.

Los ensayos que reúne La edad de la utopía giran en torno al pensamiento y al lenguaje, y alrededor de la historia personal y la circunstancia histórica. El pensamiento que indaga el sentido, la escritura que busca trasponer la realidad y establecer una relación con otros.

La historia personal que surge de la memoria y el recuerdo, y los acontecimientos que se manifiestan como historia y relato en el presente eterno. La memoria, el pensamiento y el lenguaje se instituyen en las tres piedras angulares de lo que llamo la soledad y la escritura.

Los ensayos reunidos

La edad de la utopía reúne pensamientos espontáneos e inadvertidos. “El rostro del prójimo, el despertar de Emmanuel Levinas”, “Pensar el sentido de la muerte: Heidegger y Levinas” y “El espíritu del tiempo, aproximación a Hannah Arendt y a Amartya Sen” son ensayos que buscan un nuevo paradigma filosófico y ético que ilumine nuestros estilos y proyectos de vida tanto personales como colectivos. Desde la Ética a Nicómaco de Aristóteles, pasando por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, hasta la “ética del rostro del otro” de los pensadores de la vida y la libertad, el programa del prójimo nos cuestiona y compromete desde el corazón hasta las entrañas.  

“Lectura del siglo XX, tiempo de tragedia y esperanza” es un inventario espontáneo del siglo pasado que se interroga sobre la crisis de larga duración de la Edad Moderna y sobre el nacimiento de la nueva edad. Es una mirada al tiempo de tragedia y esperanza desde el punto de visión del pequeño, no desde el de los sabios y prudentes. “La belleza nos hace libres, reflexiones desde el arte y la filosofía” junta escritos en busca de palabras e imágenes que nacen de los jardines secretos de la memoria.

Pensamiento y escritura

Este libro surge de una inquietud intelectual y vital que me ha llevado a indagar y a escribir una respuesta frente a la crisis de la Edad Moderna y al advenimiento de una nueva y aún desconocida edad. En la avalancha de todas las crisis, me anclé en mi mundo interno y desde ahí organicé el mundo externo. Ejercí el derecho humano a pensar irreductiblemente con libertad, a pensar y comprometerme.

El pensamiento de sentido y la escritura de la alteridad proponen una actitud global de humildad y de gratuidad. El único principio ha sido “cuanto más sé, menos sé”. La única regla ha sido “lo que indago y escribo es inútil”. En cierto sentido, el oficio de la soledad trata de lo gratuito e inútil. Éste ha sido el método que inspiró La edad de la utopía.

La sabiduría del pequeño

La imagen mental y visual que quiero que sea vista, oída y leída en mi obra es que, en la aventura de la existencia humana, en un tiempo de discopía y utopía, el sentido del vivir y del morir sólo son posibles de alcanzar desde la inocencia del pequeño. Éste es el argumento central de mi libro. Mi texto es, en cierto sentido, semejante a la interpretación de los juegos entre niños que creó el notable artista y pensador Erik Erikson.

La sorpresa de un niño ante la inmensa luz-oscuridad del mundo –¿máscara o rostro?, ¿trampa o verdad?–. En el trasfondo de la bella y trágica gesta del pequeño se encuentra el niño David combatiendo con la fuerza de su inteligencia contra el Goliat del horror moderno y posmoderno.

La edad de la utopía es el discurso del pequeño, paloma y serpiente, en tiempo de tragedia y esperanza, es el lugar significante de un pensamiento y un lenguaje hispano, andino y universal.

El hombre rebelde, de Albert Camus, propone un inconformismo social frente a los autoritarismos, los totalitarismos, los asesinatos y los despojos de los inocentes. Personalmente, soy un crítico del mundo adulto (“los sabios y prudentes”), amo a los niños y a los jóvenes, me identifico con ellos, como Hannah Arendt testifica con su espiritualidad secular de la “inocencia con experiencia”. Ésta es mi perspectiva, la de un inconformismo integral que espera contra toda desesperanza, que nada ni nadie torcerá.

La historia personal

Los jardines secretos –lugares únicos de formación, juego y creación–, son las fuentes del depósito de la memoria. El testamento artístico de Manuel Piqueras Cotolí, mi abuelo, transmitido a través del recuerdo, y de los inteligentes y cálidos relatos de mi abuela viuda, marcaron mi mirada al mundo.

La herencia intelectual y vital del aggiornamento de las grandes religiones de la humanidad en el testimonio de Juan XXIII y del mahatma Gandhi me lanzaron en busca de los asesinados y despojados, amigos del Dios humilde. En esta trama histórica –rica de acontecimientos– encontré un gran estímulo en Gustavo Gutiérrez y en mi grupo de la generación del 68.

En continuidad y discontinuidad, el insight -“un modo general de intelección mediante el que aprendemos algo esencial sobre nosotros mismos al tiempo que dominamos la realidad que nos rodea”-, el desarrollo de la propia identidad y libertad en la envoltura de la soledad, se tornó en un lugar significante de indagación y escritura. En este jardín secreto, se gesta y nace La edad de la utopía.

Estos ensayos reunidos recogen los archivos vivos transmitidos desde mi niñez, confrontados con el pensamiento y propuestos como una palabra a la circunstancia histórica vista como “actualidad absoluta”, como señala Mirko Lauer en el prólogo del libro.

La circunstancia histórica

Me interesa sólo resaltar mi punto de visión frente a la circunstancia histórica y mi profundo sentido de ser una persona seducida por su tiempo, el siglo XX y el cambio de época.

“Todo tiempo pasado fue mejor” es una frase masivamente popularizada que expresa una mirada equivocada del presente y del futuro de la humanidad. El pasado no es percibido como memoria para la libertad; el pasado, en esta expresión popular, es defensivo, temeroso y conservador. Esta mirada en retirada del siglo XX y el cambio de época que tienen los profetas de calamidades no sólo está presente en el hombre común sino en el docto.

El siglo XX y la nueva edad, en tiempo de tragedia y esperanza, me recuerdan al Renacimiento europeo y al Siglo de Oro español. Nuestro siglo y la nueva y aún desconocida edad son un tiempo propicio para la creatividad y para los grandes cambios históricos.

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http://www.idl.org.pe/idlrev/revistas/137/pag82.htmhttp://www.idl.org.pe/idlrev/revistas/137/pag82.htm

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