En la poesía de San Juan de la Cruz, el romance entre el amado y la amada transfigurado en la pareja humana, predomina sobre cualquier otro tema literario: “Abrazado de su esposa […] festejando el desposorio que entre tales dos había […]”. “Dios en el pesebre allí lloraba y gemía […]. Y el llanto del hombre en Dios, y en el hombre la alegría, lo cual del uno y del otro tan ajeno ser solía […]”. Este genio para la humanización de lo divino en toda su poesía, hace de este poema, bellísimo y único. Estamos acostumbrados a una poética dulzona sobre Navidad. San Juan de la Cruz rompe con estos poemas almibarados.
“Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía,
abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía,
al cual la graciosa Madre
en su pesebre ponía,
entre unos animales
que a la sazón allí había,
los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,
festejando el desposorio
que entre tales dos había,
pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía,
que eran joyas que la esposa
al desposorio traía,
y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía:
el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.”.