En el nombre de Soraida Caso, por Patricia del Río

Desde estas Páginas Libres, publicamos este escrito de Patricia del Río Labarthe, en el nombre de Soraida Caso, niña asesinada por la espalda, a secas. La periodista y escritora nos ofrece un bello y hondo texto en la frontera entre el microrelato y la poesía en prosa, verdadero y valiente, fuerte y delicado a la vez.

Si te llamas Soraida, por Patricia del Río.

Si te llamas Soraida Caso, y naciste en un pueblo perdido de la región Junín, llamado Ranrapata, un día te puedes morir de un balazo en la espalda, sin que a nadie le interese siquiera recoger tu cuerpo.

Si te llamas Soraida Caso y tienes ocho años, tu cadáver puede aparecer días después, tirado en un barranco; y nadie se tomará el trabajo de hacer un minuto de silencio por tu muerte.

Si te llamas Soraida Caso, el ministro de Defensa, Pedro Cateriano, le echará la culpa a los ladridos de los perros, y el ministro del Interior señalará a tu madre de insensible por no avisar (no sabemos muy bien a quién) que te habían matado por la espalda en un operativo confuso, torpe, al parecer improvisado.

Si te llamas Soraida Caso, la ministra de la Mujer y la señora Nadine Heredia, que tiene por esposo al presidente, irán a recibir a tus hermanitos al aeropuerto, dirán que los rescataron de las garras de Sendero Luminoso, no se tomarán el trabajo de corroborar los hechos y, por supuesto, ignorarán tu muerte, porque claro, eso les malograría la foto.

Si te llamas Soraida Caso, te enterrarán en un ataúd blanco, sin que una sola de esas autoridades que insisten en insinuar que tus padres son terrucos sin presentar una sola prueba, se dignen asistir a tu entierro, mandar una corona de flores, ofrecer siquiera unas disculpas.

Si te llamas Soraida Caso, el congresista oficialista Freddy Otárola dirá que el operativo que te mató fue impecable.

Si te llamas Soraida Caso, el cardenal Juan Luis Cipriani pedirá que recemos por ti, pero también nos recordará que en lugares como Ranrapata hay que entrar a matar, sin mayor cuidado, y no con mandil y guantes blancos, porque ahí todos son pobres como tú, y segurito que todos son terrucos.

Si te llamas Soraida Caso, y te moriste solita, en medio del campo, con tu carita contra el suelo, mientras todos corrían aterrorizados por las balas, tu muerte llenará titulares solo una semana, los políticos la usarán para atacarse, y luego alguna otra noticia te mandará al olvido.

Si te llamas Soraida Caso, y naciste en Ranrapata, lo más probable es que no acabes el colegio, que te embaraces a los quince años, que trabajes desde tus primeros años de vida, que te rapte un senderista, o que presentes altos índices de desnutrición. Pero también existe la posibilidad, que un día mientras juegas en tu chacra, ladre un perro, entren hombres disparando, y a ti te mate una bala por la espalda, y te quedes ahí tirada, agonizando y solita. Y ese día nadie se avergonzará de tu muerte, ningún ministro renunciará, la Primera Dama no se parará en la foto de tu entierro. No habrá pésame ni condolencias para tus padres.

Porque te llamas Soraida, porque te apellidas Caso, porque naciste en Ranrapata y hace años que nos acostumbramos a que muertes como la tuya no le importen a nadie.”.

El Comercio.com, Jueves 20 de setiembre de 2012.

Puntuación: 5.00 / Votos: 9