Esta Obra reciente es resultado de casi una década de pintar intensamente, lo que para el artista significa todo y nada. Su trabajo hace transparentes los estallidos de la vida y de la muerte que llegan a lo profundo del alma. Sólo hay que mirar las imágenes de las transfiguraciones en sus lienzos para afrontar la belleza que nos hace libres. “En verdad, saber mirar es la profesión que me hizo sobrevivir”, reveló Jorge Piqueras hace unos años en una entrevista.
Tengo conciencia de que la muerte de Manuel Piqueras Cotolí (1885-1937), padre de Jorge y abuelo mío, ese genial artista de la escultura, la arquitectura y el urbanismo, causó un dolor muy grande, por lo que tuvo de imprevista, instantánea y prematura, a mi padre, su hijo mayor, con apenas quince años, a mi joven abuela Zoila viuda con sólo treinta y siete años, y a los más pequeños, entre ellos, a Jorge. ¡Disculpen si no hemos sido amables con ustedes, la orfandad nos ganó la mano, la angustia nos hizo ariscos!