Te tuve conmigo y volaste hasta el cielo.
Te cogí toda y te esfumaste como un sueño.
La vida no es el cielo, ni el sueño, es libertad y ternura cotidiana, como la rosa de, El Príncipito, de Antoine de Saint-Exupery: tan real.
Tú te fuiste al cielo sin avisar e irrumpiste por un instante en el sueño, mujer te hiciste humo, como la muerte.
Mujer, eres una paloma del amor, de la imaginación y de la irrealidad, del enigma y del misterio.
Gracias por lo que me diste, en esa noche iluminada e imprevista del 3 de julio de este buen año de acción de gracias.
Adiós, palabra de acogida.
Fuente:
http://1.bp.blogspot.com/_IemWwf1XWjk/SXx-
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