Juan, 10-18.
Se aproxima la hora, signo sacramental de un principio y un fin —“aún no ha llegado mi hora” o “mi hora ha llegado”—. En la aventura amorosa de Jesús, el ser en el tiempo es el ser para otros, el morir por otros se revela como un acto de libertad. Es la manifestación suprema del amor al prójimo, de la justicia y la caridad para los asesinados y los despojados.
Jesús da la vida y la recupera por amor a la humanidad. El Nazareno, tuteándose con la muerte —“mi hora ha llegado”—, se debate en la angustia del morir. La vida es recuperada luego del asesinato del inocente. La vida vence a la muerte, la libertad vence a la esclavitud, la luz vence a la oscuridad. La muerte no es la última palabra en la existencia humana ni en la fenomenología de esa existencia.
Post scriptum
El Cristo de San Juan de la Cruz (1951), de Salvador Dalí, inspirado en el originalísimo dibujo de san Juan de la Cruz, del Siglo XVI. Sólo dos grandes poetas, san Juan de la Cruz y Salvador Dalí, han podido, crear y recrear esta magia de la humanidad, con cuatrocientos años de diferencia en el tiempo. La pintura de Salvador Dalí y el dibujo de san Juan de la Cruz, son de una belleza que nos hace libres.
Fuente: http://fcom.us.es/blogs/vazquezmedel/files/2009/06/cristo_san_juan_de_la_cruz_1.jpg