“Por qué he debido amar
la rosa y la justicia,
el mar y la justicia,
la justicia y la luz?”
Juan Gonzalo Rose, Carta a María Teresa.
El relato lleno de bellas imágenes visuales y auditivas, va transcurriendo desde el regreso de las cruzadas y la muerte del rey Ricardo Corazón de León, hasta la traición al pueblo inglés por su hermano el rey Juan, quemando la Carta Magna (Bill of Rights) y proscribiendo a Robin Hood, de por vida con la pena de muerte.
Al final, la utopía se atisba en los Bosques de Sherwood, se inicia una comunidad humana, valiente, honesta e inocente, donde no hay ricos ni pobres, que rememora a Tomás Moro, en su obra maestra, Utopía.
Ridley Scott, es un maestro de la recreación histórica realizada con una cultura y un rigor excepcionales. Sus filmes históricos suscitan controversias con historiadores sin solidez y creatividad. El Siglo XII, la cúspide de la cristiandad, fue ya recreado por el gran director en, El reino de los cielos (2005), bello poema fílmico. No digamos el Siglo II, con Gladiador (2000), obra excepcional, por la historia personal que relata del héroe trágico, así como, por el talento y el trabajo del artista de volver a crear la trama histórica de la Roma de ese gran siglo. El punto de visión teológico, es otra de las grandes riquezas de la obra de Scott.
En busca de tiempo retornado, evocamos en el Robin Hood de Ridley Scott, al hombre rebelde, la reivindicación nacional y la defensa del pobre, y sus ecos en nuestro tiempo de oscuridad y luz.