El estudio completo se encuentra en archivos personales de nuestro blog pucp, se puede hallar fácilmente por medio del Link que se encuentra al final de este breve opúsculo.
La encrucijada de fondo en un futuro no lejano es: o una trayectoria de reformas democráticas profundas, o un recorrido de militarización de las fuerzas de seguridad nacionales. Ambos caminos antitéticos han sido experimentados en el Perú, ciertamente más el segundo que el primer sendero.
Esta aproximación sobre etnicidad, Ejército y Policía en el Perú, a la luz del enfoque de la desigualdad horizontal, es una consultaría realizada para el Centro para la Investigación sobre Desigualdad, Seguridad Humana y Etnicidad (CRISE), Queen Elizabeth House, Universidad de Oxford, Reino Unido, y el Centro de Investigaciones Sociales, Económicas, Políticas y Antropológicas (CISEPA), Facultad de Ciencias Sociales, Pontificia Universidad Católica del Perú.
1. La idea crítica
La exclusión y discriminación de clase, de casta, étnica y racial están ancladas, como condiciones necesarias, en una base socioeconómica y en el factor educativo. Sin esta asociación positiva, validada por las cifras cuantitativas y por los datos cualitativos, no es posible encontrar esta conexión de sentido. En esa perspectiva, las relaciones de exclusión y discriminación señaladas tanto por el enfoque de la desigualdad horizontal como por la teoría de la sociedad sigma son sustantivas, no adjetivas.
Como ya señalamos, una pregunta metodológica y empírica fundamental en este estudio es si el Ejército y la Policía —o, más propiamente, el Estado y la sociedad peruana— han permitido o no el surgimiento de una «clase media indígena». Nuestra hipótesis es que la desigualdad horizontal entre grupos sociales y el bloqueo que establece la rígida inequidad en el acceso a la educación de calidad han determinado que en el Perú no exista una clase media indígena. El Ejército y la Policía, las instituciones de la defensa nacional y de seguridad pública más populares, no han constituido canales de movilidad social para el surgimiento de una clase media indígena; el personal militar y policial de origen indígena se encuentra en la base de la pirámide de estas corporaciones, subempleado tanto en términos de condiciones de trabajo como de ingresos.
El Ejército y la Policía tienen misiones diferentes frente a la sociedad nacional y relaciones distintas con la comunidad, pero inciden cotidianamente en los derechos humanos de los ciudadanos. En trayectorias nacionales límite de conflicto armado interno y coyunturas críticas de gobernabilidad, cometen de modo masivo y sistemático crímenes contra los derechos humanos, especialmente de los más pobres, desiguales y discriminados por razones de clase, etnia, raza, género y edad. El Informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación ha presentado pruebas testimoniales y estadísticas irrefutables al respecto.
Las clases dominantes militaristas, así como la muy baja calidad de la democracia y la muy baja cualidad de la ciudadanía en el Perú, son el terreno fértil para que la exclusión, la discriminación y la violencia contra la población indígena permanezcan intactas en los inicios del siglo XXI. Seamos más explícitos al respecto: por un lado, las mediciones sobre la baja calidad de la democracia en el Perú y en varias sociedades de América Latina con relación a la cualidad de los demócratas, ambivalentes y no demócratas; la aptitud de los liderazgos nacionales e internacionales; la índole del Estado, el régimen y la sociedad; así como la categoría de las ciudadanías política, civil y social, nos revelan una concentración de trayectorias límite y de coyunturas críticas en el Perú, en tanto existe una muy baja calidad de la democracia y una muy baja cualidad de la ciudadanía.
Por otro lado, los indicadores de la trama socioeconómica estructural de la democracia se anudan en la tesitura explosiva del Perú; las desigualdades horizontales son abismales y la sociedad sigma se muestra, en concreto, en sus extremas diferencias de clase, étnicas, raciales, de género, de edad y por razón del factor educativo, estrechamente relacionado con las inequidades socioeconómicas.
2. Memoria y relato
La exploración en la historia y la política durante la Conquista, la Colonia y la República, en sus relaciones con el mundo indígena, acude a la memoria y al relato. La política no es el producto ni de rígidas leyes de la naturaleza ni de la historia; es la palabra y la acción humanas como remembranza narrada, y como novedad y libertad de la palabra y la acción en la esfera pública. La historia y la política no tienen designios.
Durante la Conquista y la Colonia se manifiesta la sombra impalpable del otro lenguaje: el exterminio indígena en la fundación del Estado colonial, el Ejército colonizador, una fuerza de ocupación totalitaria cuya misión consistió en emplear el terror y la violencia a escalas inconcebibles, hasta llegar a un megasacrificio humano que diezmó a la población indígena.
La independencia criolla y la iniciación de una república ficticia nos revelan cómo el Ejército caudillista entra en conflicto con el mundo indígena, tanto dentro de la propia organización militar como hacia fuera, con la población aborigen. La rebelión indígena de Huancané y la masacre de Pusi constituyeron hechos emblemáticos de este violento conflicto étnico, de casta y racial.
Hemos realizado un recorrido sobre los temas de campesinado y violencia, y acerca de las tensiones con las fuerzas de seguridad profesionales desde fines del siglo XIX hasta finales del siglo XX, en lo que podemos llamar más propiamente la República. En esta época asistimos a la profesionalización del Ejército y la Policía, y se transparenta la primera incursión democratizadora republicana, que queda trunca con el primer civilismo. Luego, las fuerzas de seguridad se mantendrán al servicio de la oligarquía peruana desde 1919 hasta 1963. Se encuentra en nuestro recorrido histórico que los intentos de profesionalización de las fuerzas de seguridad van de la mano con la búsqueda del control político de estas por los gobiernos de turno, lo cual se repite como un patrón, salvo excepciones.
El punto de inflexión de mayor escala en la historia republicana se produjo con el gobierno militar reformista encabezado por el general EP Juan Velasco Alvarado. Sorprendentemente, en contraposición con esta tendencia, pocos años después irrumpió un nuevo genocidio contra la población indígena, que se produjo en el conflicto armado interno entre 1980 y 2000, a una escala de extensión e intensidad nunca experimentada en la historia republicana. Los civiles militaristas de las décadas de 1980 y 1990, junto con las fuerzas de seguridad militarizadas al límite, estuvieron comprometidos en crímenes y violaciones masivas y sistemáticas de los derechos humanos de la población indígena. No podemos dejar de señalar la presencia de Sendero Luminoso, un partido político altamente militarizado, de ideología fundamentalista marxista-leninista-maoísta, que hizo un uso masivo del terror y el exterminio, incendiando la fogata del conflicto armado interno.
3. El perfil del militar y el policía peruanos hoy
La reforma de las Fuerzas Armadas para la defensa nacional y de la Policía para la seguridad pública se inició en los primeros tiempos del gobierno de Alejandro Toledo, y se produjo en una circunstancia histórica y un contexto político singulares. Nos referimos a la abrupta caída del régimen autoritario y corrupto de Alberto Fujimori, luego de diez años de haber mantenido un poder autoritario, y la transición democrática que se abrió primero con el breve gobierno de Valentín Paniagua y luego, por medio de elecciones libres y limpias, con el de Alejandro Toledo. En ese lapso se generó una atmósfera política e institucional especialmente propicia para el cambio y la reforma.
Lamentablemente, el impulso reformista se perdió. Poco quedó de lo iniciado por las fuerzas políticas y sociales que conformaron un acuerdo en la lucha contra el régimen corrupto y autoritario de Fujimori, y que sustentaron la transición democrática. La medianía y la muy baja calidad de la democracia volvieron a instalarse en la forma de gobierno; los poderes fácticos retomaron su iniciativa para capturar los centros neurálgicos de decisión. En medio de ello, quedaron bloqueadas las reformas, instituciones y trayectorias desatadas en la transición a la democracia, trunca una vez más en la historia republicana.
En esta trama político-institucional y sociocultural, que duró casi tres años, se desarrolló el experimento de la reforma militar para la defensa nacional y de la reforma policial para la seguridad pública. Aunque parezca una ilusión, en el imaginario del personal de estas corporaciones —especialmente del subalterno— aún queda la esperanza de que es posible el cambio profundo hacia adentro y hacia fuera de las instituciones. Ciertamente, no podemos predecir con exactitud qué sucederá en el futuro: si nos esperan reformas democráticas o un proceso de neomilitarización de las fuerzas de seguridad en el Perú.
En nuestro estudio empírico sobre etnicidad en el Ejército y la Policía peruanos, desde el enfoque de las grandes desigualdades horizontales y desde las abismales inequidades de la sociedad sigma, podemos señalar que estas atraviesan tanto las tensiones hacia adentro de las corporaciones militar y policial como las tensiones hacia fuera en el tratamiento de los conflictos con la población. Muchas veces, estos son procesados desde la discriminación y la violencia jerárquica, especialmente contra aquellas personas y comunidades que se encuentran en la base de la pirámide socioeconómica y educativa, que son quienes sufren la discriminación de clase, étnica y racial más aguda de la sociedad peruana.
Notas:
1. El enfoque de la desigualdad horizontal se refiere a grupos humanos —a diferencia de la perspectiva de desigualdad vertical, que se refiere a individuos—, lo que no quiere decir que la desigualdad horizontal no dé cuenta de que la inequidad entre grupos humanos no rubrique a las personas y a las relaciones interpersonales. El punto de visión de la desigualdad horizontal es una propuesta conceptual y operativa multidimensional que explora, a la vez, las dimensiones económicas, sociales, políticas, culturales, étnicas y raciales de la desigualdad, signadas muchas veces por conflictos que conducen a la violencia. Ver Centro para la Investigación sobre Desigualdad, Seguridad Humana y Etnicidad (CRISE), Queen Elizabeth House, Universidad de Oxford y Centro de Investigaciones Sociales, Económicas, Políticas y Antropológicas (CISEPA), Facultad de Ciencias Sociales, Pontificia Universidad Católica del Perú. Desigualdades horizontales y conflicto: Bolivia, Guatemala y Perú: ¿qué pueden hacer las políticas públicas? América Latina, Taller de Políticas en Lima. Lima: 30 de marzo de 2007.
2. La idea incisiva de la sociedad sigma es que el factor educativo de las capacidades humanas cobra una relevancia estratégica y operativa cardinal. El stock acumulado de talento, salud, estimulación temprana y lenguaje originarios depende de los niveles socioeconómicos familiares en la estratificación de clase y étnica del grupo de pertenencia. La calidad de la educación en la escuela -primaria, secundaria, técnica y universitaria-, también depende de los niveles socioeconómicos en la estratificación de clase y étnica del grupo de pertenencia, y define la ubicación en la cúspide o en la base de la pirámide de empleo e ingresos. Ver Adolfo Figueroa. El problema del empleo en una sociedad sigma. Documento de trabajo 249. Centro de Investigaciones Sociales, Económicas, Políticas y Antropológicas (CISEPA), Departamento de Economía, Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Lima: 2006.
Manuel Piqueras (Consultor), Etnicidad, Ejército y Policía en el Perú. Una aproximación. Centro para la Investigación sobre Desigualdad, Seguridad Humana y Etnicidad (CRISE), Queen Elizabeth House, Universidad de Oxford, Reino Unido. Centro de Investigaciones Sociales, Económicas, Políticas y Antropológicas (CISEPA), Facultad de Ciencias Sociales, Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima: 2007.
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