Irlanda: la isla esmeralda de grandes poetas universales

Irlanda, simbólicamente la isla esmeralda es el tesoro perdido de la poesía, en esta Tierra del padre irrumpe un cruce de caminos de una historia de larga duración de afirmación nacional y defensa del pobre, de encuentros y desencuentros de la lengua originaria, el gálico, y el inglés, que nos alumbra en el crisol de sus grandes escritores y poetas sin parangón en la Historia de la Literatura universal. Los grandes pensadores poéticos surgen, muchas veces, de la creación artística del hombre herido del alma, por su historia personal y su circunstancia histórica, a la vez.

Como señala el estudio de la profesora de literatura, Viviana O’ Connel, mixtura irlandesa argentina, muchos de estos grandes pensadores poéticos han sido confundidos por la “cultura general” interesada, como autores británicos, debido al largo tiempo de dominio de Irlanda por el Imperio Inglés : “Mencionaré sólo algunos de los más conocidos: Jonathan Swift, Bram Stoker, las hermanas Bronte, Oliver Goldsmith, María Edgeworth, James Joyce, Samuel Beckett, James Stephens, Frank O’Connor, Richard Sheridan, George Bernard Shaw, William Buttler Yeats, Lady Gregory, Lady Wilde, John Millington Singe, Oscar Wilde, Sean O’Casey, Brendan Behan, Arthur Connan Doyle, Thomas Moore, Patrick Kavanagh, Flann O’Brien, Eavan Boland, Seamus Heaney, entre otros.”

“Para comenzar a hablar de la literatura irlandesa hay que partir de la base de que no se parece a ninguna otra, en ningún lugar del mundo. Ocupa un espacio social impensable en otro país que no sea Irlanda. La tradición literaria está entroncada con la historia de este pueblo desde sus orígenes. Los escritores son considerados en gran medida la voz del pueblo y tienen una especie de rol profético. Se involucran en los acontecimientos histórico-políticos y son una parte fundamental de los mismos en muchos casos. Como lo explica Seamus Heaney: “Irlanda es uno de esos lugares donde el escritor se encuentra en el cruce de la ambición artística, de la implicación política y de la conciencia de la patria”.

Entre los escritores irlandeses, cuatro han recibido premios nóbeles y varios de ellos son internacionalmente reconocidos. Muchos han sido clasificados como británicos debido a la época en que Irlanda pertenecía a Gran Bretaña. Mencionaré sólo algunos de los más conocidos: Jonathan Swift, Bram Stoker, las hermanas Bronte, Oliver Goldsmith, María Edgeworth, James Joyce, Samuel Beckett, James Stephens, Frank O’Connor, Richard Sheridan, George Bernard Shaw, William Buttler Yeats, Lady Gregory, Lady Wilde, John Millington Singe, Oscar Wilde, Sean O’Casey, Brendan Behan, Arthur Connan Doyle, Thomas Moore, Patrick Kavanagh, Flann O’Brien, Eavan Boland, Seamus Heaney, entre otros.

Mucho se ha hablado de los motivos por los cuales un país tan pequeño -apenas 84.000 km cuadrados- puede generar una literatura tan rica, capaz de modificar la literatura mundial. Los motivos siempre son muchos y no sé hasta que punto reales. Apuntaré a dos cuestiones que pueden haber sido relevantes: por un lado los conflictos idiomáticos que debió sobrellevar Irlanda a través de su historia y por el otro la necesidad de diferenciarse del conquistador, la pelea por la identidad.

Irlanda recibió varias invasiones a través de su historia, las de los celtas, vikingos, normandos e ingleses. Además de la cristianización que comienza en el siglo V con San Patricio. El dominio inglés -el que realmente nos interesa en este caso- sobre la isla comienza en el 1200 aproximadamente, hasta la actualidad en el caso de Irlanda del Norte (los seis condados del Ulster que siguen en manos de la corona después de la división de la isla en 1921).

Los escritores irlandeses viviendo en Irlanda o fuera de ella siempre escriben acerca de la isla. No tienen una relación pacífica con su país, varios de ellos han escrito desde el exilio -en muchos casos autoimpuesto-. La autoreferencia permanente de la literatura irlandesa tiene que ver con la necesidad de mantener la identidad propia de un pueblo conquistado y oprimido por siglos.

Mucho más compleja es la cuestión del idioma. Para poder comprenderla creo que se pueden diferenciar dos momentos fundamentales. El primero comprendería desde los siglos V a VII en los cuales la tradición literaria oral se transforma en escrita. Los Filidh y Bardh eran los guardianes de la sabiduría, la historia y las tradiciones, primer antecedente del escritor actual, no eran otra cosa que categorías druídicas. Los druidas eran quienes ostentaban el poder real en la antigua Irlanda, mayor que el de los reyes o jefes de clanes.

El bardo tenía una educación que llevaba veinte años de su vida, durante la que aprendía de memoria las historias, cuentos, epopeyas y genealogías de su pueblo. Era la voz del pueblo y su memoria, a la vez que componía sus propios versos. Con el advenimiento del cristianismo en Irlanda esta tradición no se perdió. Sólo se modificó y adaptó a los nuevos tiempos. En el siglo V San Patricio comienza su campaña evangelizadora de Irlanda. A medida que iba fundando monasterios ordenaba sacerdotes con una escasa formación cristiana. Más de uno de estos sacerdotes puede que proviniera del grupo social druídico, lo que con toda seguridad haría más fácil su aceptación por el pueblo. Aquí la literatura irlandesa da un vuelco. Estos monjes con escasa formación cristiana conocían muy bien las historias de su país, aislados del resto de Europa, crean un cristianismo a su medida que modifican de manera ostensible legándole cosas tan importantes como la confesión privada de los pecados. Este cristianismo irlandés, menos rígido y con independencia del de Europa continental, es el que hace llegar hasta nosotros toda esta literatura temprana.

Cuando los monjes irlandeses conocen el latín fuerzan el alfabeto y lo hacen hablar en gaélico. De este modo son transmitidas estas viejas historias con algunos agregados de la tradición cristiana. Es importante destacar que los celtas irlandeses no desconocían la escritura, pero el alfabeto OGHAMICO era sagrado, de carácter ritual y reservado a la casta sacerdotal.El IRISH GAEL o irlandés pasa por cuatro períodos históricos: las inscripciones oghámicas entre los 300 y 500 D.C., el Archaic Irish (irlandés arcaico o antiguo) entre el 600 y 900, el Middle Irish (irlandés medio) del 900 al 1200, y la Modern Irish (irlandés moderno) desde el 1200 a nuestros días.

Esta literatura temprana condiciona en cierta medida toda la literatura posterior irlandesa. El otro momento fundamental se da en el siglo XIX, cuando el gaélico, prohibido por los colonizadores estaba prácticamente desapareciendo. Sólo se hablaba en las regiones rurales del oeste, de más difícil acceso por su ubicación geográfica. Durante el tiempo de la colonización se pasó por diferentes políticas desde Inglaterra: desde la prohibición a los irlandeses de educarse en un momento hasta una etapa posterior, en la que en las escuelas inglesas se castigaba a los niños cada vez que hablaban en gaélico, y hasta se les cambiaban los nombres, Flann O’Brien en “La Boca Pobre” trata este tema con gran ironía.

A fines de siglo un grupo de escritores se aboca a evitar la desaparición del idioma y a rescatar toda la literatura temprana. Los motivos tenían que ver con la necesidad de rescatar la identidad irlandesa, de diferenciarse. De este modo nace el Irish Literary Revival (Renacimiento literario irlandés) de la mano de autores como William Butler Yeats -primer premio nobel de Irlanda- que rescata los viejos escritos junto a Lady Gregory, Samuel Ferguson, Standish Hayes O’Grady, Douglas Hyde, Thomas McDonagh, Aubrey de Vere, entre otros. Traducen del gaélico cuentos, historias, epopeyas y leyendas, escriben poemas y obras teatrales referidas al pasado mítico irlandés y les dan nuevo impulso.

Se fomenta la enseñanza de la lengua y fundamentalmente se le da a los irlandeses un pasado, una historia y una literatura de los cuales enorgullecerse. Douglas Hyde funda la Liga Gaélica, cuyo objetivo fundamental era la restauración de la lengua y cultura gaélicas. Es importante tener en cuenta que los antiguos manuscritos son traducidos del gaélico antiguo a un inglés posterior en varios siglos. Sumándole a los inconvenientes lingüísticos las inevitables diferencias de mentalidad y realidad social e histórica de los traductores con los traducidos.

Aquí debemos detenernos y aclarar que para aquellos que conocen de lenguas, no deben existir dos lenguas más diferentes que el inglés y el irlandés. A esto debe sumársele que el inglés que se habla en la isla presenta al menos tres variedades: el Scottish English, el Anglo Irish (lengua traída por los ingleses implantados en el siglo XVII modificado por sus contactos con el irlandés) y el Hiberno-English (utilizado por los irlandeses con poca educación y muy modificado por el irlandés). Por otra parte y siguiendo a Jorge Fondebrider “la experiencia indica que las formas extranjeras tarde o temprano terminan adaptándose a la expresión local, modificándose sutilmente hasta que se perciben como propias”.

En Irlanda todo se mezcla con todo y el escritor no puede apartarse de la realidad política y social que lo circunda. En gran medida porque esa realidad lo condiciona y hace propio. Lo convierte en vocero y profeta. No es casual que Yeats retome las viejas tradiciones en el momento que le tocó vivir. Tampoco que Joyce y Beckett hayan sido capaces de desmenuzar el lenguaje y modificar las formas existentes hasta entonces, o que se hayan ido de Irlanda sin poderse desprender de ella. Del mismo modo es completamente entendible que Seamus Heaney se haya negado a integrar una antología de poetas británicos pese a ser nor-irlandés; porque como bien dijo ” mi pasaporte es verde -aludiendo a su documento irlandés- y ninguno de nuestros vasos ha sido levantado para brindar por la reina”.

El escritor irlandés actual habla en inglés y convive con el gaélico. Toda la toponimia del país está expresada en ese idioma que a la vez no es único -Existen varios dialectos derivados del gaélico: East Munster, West Munster, Connacht y Ulster. Con pequeñas diferencias entre sí-. El gaélico es de enseñanza obligatoria en los colegios de la República de Irlanda, hay radios y canales de televisión en ese idioma. Hasta ahora la mixtura ha dado un producto riquísimo que sigue alimentando la literatura mundial y posiblemente nos siga sorprendiendo.

En la actualidad los irlandeses utilizaban sus nombres en gaélico o en inglés opcionalmente. Por ejemplo mi apellido familiar es O’Connell en su forma inglesa y Ní Coghnnaill en gaélico. Flann O’Brien fue uno de los tantos pseudónimos con que se presentó Brian O’Nolan (1911-1966), uno de los mas importantes narradores irlandeses del siglo XX, sólo reconocido bajo ese título, en los últimos treinta años.

Quizás convendría decir que el elogio de James Joyce, Dylan Thomas, Jorge Luis Borges, Graham Green, Anthony Burgess y Guillermo Cabrera Infante, entre otros, se anticipó al reconocimiento del público masivo, siempre dispuesto a llegar tarde en la apreciación de los grandes escritores.

En su descargo, conviene agregar que, fuera de Irlanda, O’Brien fue durante mucho tiempo un escritor secreto. No fue editado en el exterior, algunas de sus obras estaban escritas en gaélico y su genio se apoya en la disparatada historia de su país, del cual se rió con una risa impiadosa, tanto en sus artículos periodísticos, firmados por Myles nGopaleen, como en sus principales novelas. Estas son The Hard Life, At Swim-Two-Birds, An Beal Bocht (traducida al inglés como The Poor Mouth), The Dalkey Archive y The Third Policeman. A diferencia de Joyce y de Beckett, con quienes integra la trilogía de los grandes novelistas irlandeses, O’Brien no experimenta ni con la forma ni con el lenguaje.

En sus libros importa la coherencia de la trama, el humor negro y la dureza con que trata todos los mitos y tradiciones de su patria. Sin pompa, apenas con una sonrisa amarga, a medida que se vuelve conocido, continúa ganando adeptos y ocupa, por fin, el merecido lugar que le corresponde entre los grandes narradores de este siglo.”

“Viviana O’ Connel, “La isla de la poesía”, en Poesía Irlandesa Contemporánea, selección de poemas, prólogo, traducción y notas de Jorge Fondebrider y Gerardo Gambolini y editado por Libros de Tierra Firme.”

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