La crisis económica y las medidas propuestas por los dos candidatos consumieron sesenta de los noventa minutos del debate desarrollado en la universidad de Belmont, en Nashville, y que fue moderado por el veterano periodista de la cadena NBC Tom Brokaw. Una encuesta de la CNN concedió la victoria a Obama con el 54% contra el 30% de McCain. En la misma línea se pronunciaron la mayoría de los comentaristas de las grandes cadenas que siguieron el debate.
“McCain no consiguió introducir a lo largo de la noche ninguno de los asuntos de crítica personal, incluidas las supuestas amistades peligrosas de Obama, que la campaña republicana promovió en todos los mítines y a través de espacios propagandísticos. La gran mayoría de las preguntas del público versaron sobre seguridad social, cobertura médica y el reciente plan de rescate aprobado por el Congreso, presupuestado en 700.000 millones de dólares (cerca de medio billón de euros). Como se demostró en el anterior debate, el senador por Illinois controló la situación e incluso puso a la defensiva a su rival en varios momentos.
“La clase media necesita un plan de rescate, un plan de alivio fiscal, de ayuda con sus hipotecas”, dijo Barack Obama, que conectó más convincentemente con las expectativas de la mayoría de los norteamericanos. McCain responsabilizó a los demócratas y al propio Obama por la quiebra de las instituciones de crédito hipotecario, Freddy Mac y Fannie Mae. “Algunos estuvimos en contra de esa situación. Otros sacaron provecho de ellas”, dijo. El candidato demócrata recordó, sin embargo, que los republicanos tienen mayor vinculación con los poderosos grupos de poder en Washington y recordó que el jefe de la campaña de McCain fue un lobbista de Fannie Mae.
Prioridades en economía
El candidato republicano intentó, sin mucho éxito, situar a Obama en el sector más izquierdista del Congreso norteamericano: “Se trata del senador más liberal de los últimos años. Yo en cambio tengo un claro historial de bipartidismo”. No obstante, el senador por Arizona fue incapaz de establecer las prioridades de su agenda económica, contrariamente a Obama, que citó la energía, en primer lugar, y el seguro médico como las dos medidas más urgentes de su eventual programa de gobierno. Una y otra vez el público hizo preguntas relacionadas con la política fiscal de los candidatos. McCain quiso retratar a Obama como alguien obsesionado por subir los impuestos. “El secreto que Obama esconde es que va subir los impuestos”, dijo.
Obama despejó cualquier duda al respecto al afirmar que el 90% de la población no sufrirá una subida impositiva y sólo se verían alcanzados las rentas superiores a los 250.000 dólares anuales. La situación económica, según reconoció, obligará a la reducción de gastos. “Los buenos hábitos de ahorro tienen que empezar en Washington”, dijo.
Política internacional
El temido rearme nuclear de Irán, la situación en Afganistán e Irak y el papel de Pakistán como aliado centraron las preguntas sobre política internacional. McCain intentó presentar a Obama como un político sin experiencia, incluso ingenuo, cuyas decisiones pueden poner en peligro la seguridad nacional. La reacción de Obama fue, en algunos momentos, irónica. “Es verdad que hay algunas cosas que no entiendo. Por ejemplo no entiendo por qué hemos invadido un país (Irak) que no tiene nada que ver con el 11 de septiembre”, señaló Obama. “Como consecuencia de la decisión de intervenir en Irak, Estados Unidos no cuenta en estos momentos ni con los recursos ni con los aliados para hacer lo que tenemos que hacer en el mundo”. El candidato republicano, al igual que en el primer debate, destacó su experiencia y su patriotismo en el manejo de los asuntos relacionados con la seguridad nacional: “La seguridad de sus hijos en el campo de batalla es mi primera responsabilidad”.
McCain acusó a Obama de imprudencia por apuntar la posibilidad de intervenir militarmente contra las células de Al Qaeda en Pakistán, mientras que el candidato demócrata instó a un cambio de política con Islamabad, ya que “no podemos seguir entregando millones de dólares a un dictador (en referencia al depuesto Pervez Musharraf) para que haga acuerdos de paz con las milicias radicales”. El momento en que el candidato republicano se expresó con más convencimiento fue cuando denunció a Rusia como “un país que está fuera de las normas que esperamos de las naciones civilizadas”. Ambos coincidieron en defender a Israel con todos los medios, incluidos los militares, y en rechazar la posibilidad de un Irán con armas nucleares.”
EL PAIS. COM., Miércoles 8 de octubre de 2008.