“Si Barack Obama fuera candidato a unas elecciones mundiales, arrasaría. Todos y cada uno de los países encuestados en el informe de Actitudes Globales del Centro Pew aseguran preferir al candidato demócrata a la Casa Blanca sobre su contrincante, el republicano John McCain. Este apoyo es especialmente fuerte en España, donde un 72% de los ciudadanos dice tener una buena imagen del senador afroamericano, frente a sólo un 19% que optaría por McCain.”
El valioso periodista de investigación del diario The New York Times, David Brooks, sostiene que: “existe un efecto Obama en el mundo, y es un efecto real. La imagen del candidato ha acabado mejorando las cifras de aceptación de Estados Unidos en el extranjero”. La cuestión que nos planteamos en esta breve reflexión es que la batalla electoral en USA esta recién en el partidor. Ciertamente será una lucha por el poder muy doméstica girando en torno a los problemas de la recesión de la economía y del poderío económico internacional USA, así como en una retirada gradual y con honores de los escenarios de la desastrosa guerra en el Medio Oriente. En los dos teatros simbólicos y reales el combate se dará en confrontación con la catastrófica administración Busch.
Una cuestión fundamental a tomar en cuenta es que anchas franjas del electorado estadounidense han tenido un lavado de cerebro por muchos años, el terror al enemigo externo, el pánico a la inestabilidad y el conservadurismo que estos sentimientos siniestros encierran, se ha acentuado significativamente en las representaciones colectivas de porciones relevantes de la mayoría silenciosa. Esa característica ideológica es la naturaleza misma de la conciencia falsa que sostuvó las atrocidades y la torpeza de la democradura imperial de George W. Bush. Será el candidato que ofrezca la mayor “estabilidad” a los votantes en materia de la economía, de la guerra y de la reversión de la imagen internacional devaluada de USA a su mínimos históricos, quien muy probablemente ganará. Según los sondeos actuales Obama gana ya la elección en la casa del mundo pero es prematuro aún proyectar que la gane ya en la casa doméstica, donde se decide macizamente el resultado de la elección presidencial el próximo 4 de noviembre.