Jugamos concentrados, relajados y riéndonos mucho con las niñas mayores cuando las acompaño en sus tareas escolares, el aprendizaje debe tener gusto y alegría sino no es aprendizaje. Más bien, pueden venir los traumas ante la enseñanza de las matemáticas, típica de la crisis múltiple de la calidad de la educación en la mayoría de los países de América Latina, malestar que es el mayor índice del bloqueo al desarrollo como libertad. La medición de que el promedio latinoamericano alcanza a un 50 % de analfabetos funcionales que han pasado por casi toda la escolarización primaria y secundaria en la escuela pública, pero que no pueden comprender ni la lectura de un texto escolar básico ni una operación aritmética elemental, así lo señala trágicamente.
Un poema como “¿Infierno o paraíso?” del gran artista Víctor Hugo -poeta, novelista y dramaturgo francés del siglo XIX- recoge el conflicto de amor frente a odio que pueden engendrar las matemáticas, sobre todo cuando a uno le obligan a engullirlas !Abominables escuelas y maestros!. Sin embargo, después de sufrirlas se acaba por descubrir la belleza simbólica y real de las matemáticas, y surge la intuición de que no está reñido ser poeta y matemático:
“¿Infierno o paraíso?, por Víctor Hugo.
Yo era entonces presa de las Matemáticas.
¡Tiempo oscuro! niño conmovido por el escalofrío poético
Se me entregaba vivo a las cifras, negros verdugos
Se me obligaba a la fuerza a engullir el álgebra
Se me retorcía desde las alas hasta el pico
En el horroroso potro de tortura de las x y las y
Desgraciadamente, me atiborraban bajo los huesos maxilares
Del teorema adornado con todos sus corolarios
Sin embargo, se puede ser poeta y matemático.”