La «tendencia a la caída libre» de Chávez no está en la otra esquina

Las muestras de opinión pública revelan que el respaldo al presidente Hugo Chávez sufrió en el reciente referendo consultivo, así mismo padeció ante los problemas de inseguridad ciudadana y del alza del costo de vida en la vida diaria de los venezolanos y venezolanas. Como consecuencia de la violación de la soberanía territorial de Ecuador por Colombia, para cercar y aniquilar a un líder y a una base de las FARC, las conexiones de Chávez con las FARC se hicieron más transparentes, estas no lo favorecen ni en la opinión pública nacional ni en la internacional. Lo que dudamos seriamente leyendo los análisis de encuestas de la oposición es que Chávez se encuentre en “una tendencia a la caída libre”.

El populismo simbólico y fáctico hacia los estratos pobres y extremadamente pobres de los venezolanos, el uso como arma política de una mixtura de una estrategia de expansión hegemónica y de bonanza petrolera a escala nacional e internacional, confrontando con unos y negociando con otros, lo coloca en un teatro de operaciones con un margen de maniobra donde puede revertir sus sinsabores. El paraíso de la caída libre de Chávez no está en la otra esquina.

1. La bonanza del oro negro

Venezuela es el tercer exportador de petróleo a los Estados Unidos de Norteamérica en el mundo. El 14 % de las importaciones estadounidenses de petróleo vienen de Venezuela, incluyendo un gran porcentaje del consumo doméstico de la Costa Este de la superpotencia. El precio del petróleo ha tenido un auge asombroso en el mercado internacional, entre 2002 y 2006 se ha duplicado el precio del petróleo cada dos años, una subida del precio de un 40 % anual, obteniendo el gobierno del presidente Chávez una poderosa arma política, tanto en la polarización nacional como en la confrontación con los Estados Unidos.

“El golfo Pérsico, la cuenca del Mar Caspio, África y América Latina constituyen objetivos estratégicos del Plan energético de la administración estadounidense, justificados por razones de la seguridad nacional y del bienestar doméstico de los Estados Unidos. En ese contexto de la petropolítica global: “El gobierno de Bush (…) proyecta un incremento significativo en las importaciones petroleras de México, Brasil y los países andinos. Ya obtiene de América Latina buena parte de su abastecimiento petrolero -Venezuela es el tercer proveedor de petróleo a Estados Unidos (después de Canadá y Arabia Saudita), México es el cuarto y Colombia el séptimo-, y Washington planea depender aún más de la región en el futuro. De acuerdo con Spencer Abraham, secretario de Energía, “el presidente Bush reconoce no sólo la necesidad de un incremento en el suministro de energía, sino también el papel crucial que tendrá el hemisferio en la política energética del gobierno”, en Michael T. Klare, Petropolítica global. Implicaciones del Plan energético de Estados Unidos en el extranjero. Nueva York: 2001, y el libro del mismo autor, Resources Wars: The New Lanscape of Global Conflict. Metropolitan Books. Nueva York: 2001.”

El caso venezolano es más complejo que el del empleo de la bonanza del oro negro como arma política, se combina con la crisis terminal del arreglo bipartidista que gobernó la democracia de electores durante dos décadas de estabilidad. El “Pacto de punto fijo” de los partidos tradicionales: ADECO, de orientación socialdemócrata, y COPEI, de orientación socialcristiana, fue prolongado pero estalló.

En el vacío de poder, causado por la ruina de los partidos políticos tradicionales, irrumpió el caudillismo autoritario popular de Hugo Chávez, que simbólicamente ha conquistado progresivamente la adhesión de las masas más pobres del país. El ascenso de Chávez al poder fue recorrido primero por medio de golpes de Estado militar fracasados, luego a través de una participación electoral victoriosa, llevando gradualmente a un clímax límite la polarización nacional con la oposición y la confrontación internacional con los Estados Unidos.

2. El colapso del arreglo bipartidista de la vieja democracia de electores venezolana

En 1958, con la caída de la dictadura militar del general Marco Pérez Jiménez, se inició un prolongado acuerdo bipartidista que le dio una estabilidad relativamente duradera a la democracia de electores venezolana. El “Pacto de Punto Fijo” entre los dos mayores partidos políticos de Venezuela, la ADECO y el COPEI, se plasmó en la Constitución de 1969. En los años ochenta e inicios de los noventa el arreglo constitucional comenzó a resquebrajarse, el presidente Carlos Andrés Pérez, líder histórico de ADECO, a la vez, aplicó las medidas económicas dictadas por el Consenso de Washington y se destapó la enorme corrupción de su gobierno. La combinación de una crisis de legitimidad con una criba de legalidad, desplazó el poder a las calles. La pregunta era ¿Quién recogía este poder que nace del pueblo en las calles?.

El 16 de febrero de 1989 la política económica de schok y el descrédito por la corrupción del presidente Pérez, su entorno y los partidos políticos tradicionales cayó como una onda expansiva en las representaciones colectivas del pueblo venezolano. El 27 de febrero se inició una protesta social masiva en las calles —quema de vehículos públicos, destrucción de locales comerciales, saqueo—. El movimiento social irritado se extendió desde las ciudades del interior hasta la ciudad capital, Caracas. El 28 de febrero, el gobierno declaró el estado de emergencia, suspendiendo las garantías constitucionales, hasta controlar el territorio y la población.

“El resultado de los sucesos de febrero y marzo de 1989, según cifras oficiales, fue un saldo de 276 muertos, numerosos lesionados, varios desaparecidos y cuantiosas perdidas materiales. Esta protesta masiva y su violenta represión se conoce como el Caracazo”

Unos años después se produjeron dos intentos de golpes de Estado, el 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992. Ambos intentos golpistas fueron conjurados por el gobierno, pero la suerte del acuerdo bipartidista estaba echada. El liderazgo golpista militar emergente estuvo simbólica y realmente acaudillado por el Comandante Hugo Chávez Frías.

3. El ascenso de Hugo Chávez: de golpes de Estado a victorias electorales

El 6 de diciembre de 1998, Hugo Chávez, líder del fallido golpe de 1992, gana las elecciones presidenciales, con el 56.2 % de los votos, encabezando una coalición llamada Polo Patriótico (PP), que congregaba su propio “Movimiento Quinta República” y otros movimientos políticos nacionales y regionales.

El 27 de febrero de 1999, Chávez inició su Plan Bolívar 2002, en el aniversario del Caracazo, lo que produjo descontento en la oposición. El epicentro de la política nacional se ubicó en el proceso constituyente, cuyo propósito era fortalecer el poder presidencial. El 25 de abril fue celebrado un referéndum nacional para sancionar con el voto popular la Asamblea Constituyente, ganándola el gobierno chavista, aunque con un 50 % de ausentismo, que fue visto por la oposición como carencia de legitimidad del acto de sufragio.

La Constitución elaborada por la Asamblea Constituyente creó instituciones nuevas —Poder Público Nacional, Poder Ciudadano y Poder Electoral— y amplió el mandato presidencial a 6 años, así como la reelección inmediata por una sola vez. El 15 de diciembre fue realizado el referéndum para aprobar la nueva Constitución, el SI obtuvo el 71 % de los votos, pero se mantuvo más de la mitad de la población electoral sin acudir a las urnas. El régimen presidencialista se fortaleció como ordenamiento jurídico y como soberanía popular, generándose una polarización muy dura con la oposición y una politización de las instituciones del Estado.

La Coordinadora Democrática que congregaba a la oposición se constituyó liderada por los poderes fácticos tradicionales: el empresariado nacional y transnacional, el sindicalismo asociado a los partidos tradicionales —trabajadores petroleros, de educación y de salud—, los medios de comunicación de masas más importantes —televisión, radio y prensa escrita—, los partidos políticos tradicionales y sectores militares antichavistas. Todo este frente político, social y militar estaba auspiciado por la administración de los Estados Unidos.

4. La prueba de fuego: la polarización política llevada al límite

El gobierno del presidente Chávez tuvo que sortear una prueba de fuego durante los años 2002 y 2003, en una peligrosa escalada de violencia entre su gobierno y la oposición: el golpe de Estado del 12 de abril fracasado y el Paro Nacional del 2 de diciembre del 2002 en una espiral de violencia.

El gobierno de Chávez emplea a los Comités Bolivarianos como fuerzas de choque y a francotiradores en las manifestaciones, a parapoliciales estaduales en el interior de Venezuela amedrentando y asesinando a periodistas opositores, y condenando a las organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos humanos. Así mismo, se ocupó con su entorno de la politización de los poderes públicos autónomos como la administración de justicia y la legislatura.

En Venezuela el centro no existe políticamente, lo generó la comunidad internacional como el espacio de negociación y búsqueda concertada de una salida democrática y legal a la confrontación sin fin. La comunidad internacional tuvo que intervenir a raíz del golpe del 12 de abril contra el presidente Chávez. La iniciativa de la OEA con su secretario general César Gaviria y especialmente la del ex presidente Jimmy Carter, con su gran autoridad moral, lograron sentar a negociar a las partes enfrentadas, en la Mesa de Negociación y Acuerdo entre el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y la Coordinadora Democrática.

El presidente Jimmy Carter presentó a la Mesa de Negociación y Acuerdo dos propuestas de solución a la crisis institucional: “Las propuestas comprendían la realización de una enmienda constitucional, que cambiaría la duración del mandato presidencial y de los miembros de la Asamblea Nacional, o en su caso, la realización de un Referendo Revocatorio del mandato presidencial”. En medio de la confrontación política extrema se logró aceptar por las partes de modo constitucional y legal, un referéndum revocatorio del mandato presidencial.

5. El auge simbólico y fáctico del caudillo autoritario popular

El presidente Chávez, con un frente popular y estatal cohesionado, tuvo una victoria electoral de envergadura -con supervisión internacional de las elecciones por a OEA, la ONU y el Centro Carter-, en el referéndum que quería revocar su mandato presidencial, acordado política, constitucional y legalmente por el gobierno y la oposición en la Mesa de Negociación y Acuerdo. Meses después, el presidente Chávez y su movimiento político ganaron masivamente las elecciones de gobernaciones y municipios en todo el país. En la otra orilla, fue derrotada electoralmente la Coordinadora Democrática, muy heterogénea en los intereses particulares que congregaba, alejada simbólicamente de los más pobres por los poderes fácticos que reunía, el rechazo de su intento fracasado de derrocamiento del presidente constitucional, así como el amedrentamiento y la represión selectiva de sus dirigentes y de las movilizaciones opositoras por la democradura chavista.

6. La democradura de Hugo Chávez: un volcán en erupción en los Andes

El presidente Chávez tiene una poderosa arma política de doble filo con la enorme riqueza del control del oro negro venezolano, tanto en la polarización nacional como en la confrontación con los Estados Unidos. Pero ésta se sustenta en el auge del caudillo simbólico popular autoritario respaldado en las urnas contra viento y marea. La estrategia de comunicación de masas, por ejemplo, del programa radial orientado a los más pobres, “Alo Presidente”, es de una gran eficacia simbólica y comunicativa. El poder no nace de la violencia, el poder nace de una acción concertada de voluntades respaldada por las elecciones, la violencia sólo puede destruir el poder del adversario pero no puede construir ningún poder.

El recorrido político ha llevado al presidente Chávez de los intentos frustrados de golpes de Estado a las victorias electorales y a una fusión simbólica con la mayoría nacional de los pobres. Pero el control presidencialista de los poderes del Estado, judicial y parlamentario, el empleo del amedrentamiento y la violencia contra los opositores, conduce a su régimen a una forma mixta entre autoritarismo y democracia, que denominamos democradura.

De un lado, el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, asociado a la democracia imperial estadounidense -pero que es un gobernante encaminado que sabe lo que quiere-, para la nueva estrategia más sutil de militarización del Plan Colombia. De otro, el presidente Hugo Chávez -pero que es un gobernante auto enaltecido que no es conciente de sus límites-, con su confrontación internacional con los Estados Unidos, sus lazos estrechos con Cuba, sus nexos con la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Ambos países, como el factum brutun de la actualidad de sus conflictos, constituyen un volcán que puede erupcionar involucrando a toda la región andina. No sería impensable la hipótesis de una conflagración entre Colombia y Venezuela con la participación —directa o indirecta— de los Estados Unidos.

En medio de una hostilización de los países más poderosos de los Andes, los países andinos más pequeños como Ecuador, Perú y Bolivia que se encuentran cíclicamente al borde del colapso, sufrirían un daño irreparable, entre el conflicto armado colombiano y los negocios de la bonanza petrolera asociada a “todas las formas de lucha” -legales e ilegales, pacíficas y violentas- por la apuesta a la dominación y hegemonía de la porción andina que tiene el proyecto de Chávez.

7. La creación del centro político para una democracia de ciudadanos y una paz auténtica

En Colombia el centro es la muerte segura de quienes lo intentan—Walking Ghost—, en Venezuela el centro es el aislamiento político o el exilio entre los que los que lo intentan —Outsiders—, sólo la comunidad internacional pudo crear este centro de concertación de voluntades para una salida política dentro del marco de la legalidad nacional y supranacional. En Venezuela el protagonismo desarrollado por la OEA, la ONU y especialmente por la gran autoridad moral y la notable inteligencia de la iniciativa del ex presidente Jimmy Carter al sentar a la mesa de negociaciones a fuerzas enfrentadas polarmente para buscar una salida política, constitucional y legal a la coyuntura crítica fue decisiva.

La lección es clara, sólo generando un centro político para la concertación de voluntades es posible la lucha por una democracia de ciudadanos, por la transformación del Plan Colombia y por una paz auténtica. Los extremos amenazan con una crisis sin precedentes y una violencia generalizada en los Andes, devastaría a cada comunidad andina en sus singularidades nacionales.

8. Una consideración final

Hugo Chávez no las tiene todas consigo, un análisis desinteresado de los hechos recientes muestra el inicio de un desgaste que no lo llevará a la tendencia a la caída libre en la otra esquina, pero sí lo obligara a redefinir su estrategia nacional e internacional: los extremos desgastan como los hechos lo revelan, hay que acercarse al centro para sobrevivir políticamente en la escena contemporánea. Así mismo, tiene como condición necesaria que concentrarse en la economía doméstica en la era de los alimentos caros y en la seguridad ciudadana frente a la alta violencia y delincuencia que castiga su base social popular, y no dilapidar recursos en propuestas geopolíticas ilusorias con costos beneficios adversos. Se trata de consideraciones de relaciones de fuerza internas y externas frías y descarnadas.

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