Si existe un nexo mediado (no mecánico ni simplista) entre violencia urbana y marginación social, la seguridad pública es entonces una lucha por la paz, la justicia, la inclusión de todos los habitantes de las sociedades urbanas. Violencia y marginación, paz y justicia, como el contenido concreto y práctico de la seguridad, constituyen la razón de fondo de este breve boceto que intenta articular datos, ideas y propuestas. Lo sorprendente es que está reflexión fue realizada en el año 1998, sin embargo, los datos revelan que nada de fondo ha cambiado en el año 2008, diez años despues.
1. LOS DATOS HABLAN
Estratificación social en Lima metropolitana
En Lima metropolitana la población del estrato alto es de 347,750 personas (4.9%), en el medio alto es de 691,499 (9.8%), en el medio es de 903,183 (12.8%), en el medio bajo es de 1’912,207 (27.1%) y en el bajo es de 3’203,477 (45.4%), sobre el total de la población de Lima metropolitana que alcanza a 7’056,116 (100%)1 .
Los estratos precarios, pobres y muy pobres constituyen alrededor del 85% de los habitantes de la ciudad. La clase media típica de antaño ha ido achicándose y precarizándose con la crisis y el ajuste, su ingreso familiar mensual equivale al del estrato pobre (medio bajo), entrando en un proceso de marginación. Los cascos urbanos viejos y sus tugurios, los conos y sus barriadas y los barrios medios deteriorados conforman su hábitat. Los estratos acomodados y ricos alcanzan sólo cerca del 15% de los habitantes de Lima metropolitana, pueblan los ghettos conformes y opulentos de la ciudad.
Estimamos que estas relaciones desiguales entre grupos sociales en el escenario de la ciudad, las relaciones sociales, culturales e institucionales polares entre ellos, la existencia de una mayoría de marginados multidimensionales labran el terreno fértil para la violencia, la infracción y el delito.
El Perú, la ciudad de Lima y el resto del mundo
El informe del Banco Mundial del año 1998 sobre indicadores de desarrollo ubica al Perú con 12 millones de pobres, casi la mitad de su población total. En materia de pobres el Perú ocupa el décimo lugar en el planeta2. El Perú sube trágicamente al cuarto lugar en el ranking de los doce países más desiguales del mundo3.
La pobreza y la desigualdad, fusionadas en un círculo vicioso en una metrópoli como Lima (y en otras importantes ciudades de América Latina), constituyen una poderosa fuente de la espiral de violencia y delincuencia que refiere el informe del Banco Mundial4.
Desigualdad y violencia urbana en la Ciudad de los Reyes5
La violencia infractora y delictiva en el Perú tiene una línea de tendencia ascendente. Lima metropolitana es el escenario principal de la violencia y la delincuencia. Las infracciones y delitos contra el patrimonio (hurtos y robos) son ampliamente mayoritarios, siendo el robo a la persona el delito más importante del total de los delitos representativos. Las agresiones y el vandalismo tienen una significación bastante menor.
Los ladrones comunes, jóvenes adultos y adultos, dominan la escena de las infracciones y delitos contra el patrimonio y, ciertamente, el robo a la persona. Las pandillas juveniles tienen una significación menor en las faltas y delitos contra el patrimonio, pero protagonizan las agresiones y el vandalismo. Estas últimas faltas y delitos están estrechamente vinculados al consumo de alcohol y drogas, principalmente los fines de semana.
La distribución y concentración de infracciones y delitos según estratos socioeconómicos llama la atención: en los estratos bajo y medio bajo se reúnen más de la mitad de los delitos, decrece la ocurrencia de delitos en los estratos medios y se produce una caída en los estratos medio alto y alto.
Ciertamente, la población victimada decrece significativamente en los estratos alto y medio alto, y crece sustantivamente en los estratos bajo y muy bajo. La población victimada en el estrato medio ha sido realmente mayor que en los estratos alto y medio alto, pero ha sido bastante menor que en los estratos medio bajo y bajo.
Los distritos de mayor ocurrencia de delitos son los de los viejos cascos urbanos hoy deteriorados, cuyo centro vital son los tugurios; les siguen los conos y las barriadas; a una escala bastante menor continúan los distritos deteriorados de la clase media y, finalmente, los distritos de estratos medios altos y altos que son una ínfima minoría social y donde la ocurrencia de infracciones y delitos es la más baja de la ciudad.
La ocurrencia de violencia, infracciones y delitos tiene una asociación positiva con las relaciones desiguales y polares entre los grupos sociales más representativos de la ciudad, como lo muestran las cifras.
2. UNA REFLEXIÓN DE SENTIDO
La referencia estadística a una mayoría social silenciosa de seres humanos viviendo en la precariedad, la pobreza y la extrema pobreza en el escenario de la ciudad evoca una situación de hecho dinámica y no estática de la marginación social6.
La marginación social de estos seres humanos es multidimensional, se trata de una mayoría de personas excluidas de la «labor de nuestros cuerpos», que se refiere a todas aquellas actividades humanas para «ganarse la vida» (comer, beber, vestir, dormir, etc.), para reproducir el ciclo biológico de sí mismos, reproducir la especie y reproducir toda la naturaleza; excluidos del «trabajo de nuestras manos» y nuestra mente, que fabrica la interminable variedad de cosas, cuya suma total es el artificio del mundo humano.
Excluidos de la ciudadanía, de la acción y la palabra en la esfera de los derechos políticos, y excluidos del conocimiento y el pensamiento que permite empinarse con capacidad, habilidad, identidad y libertad en el mercado automatizado de la sociedad de masas y en el sentido de la existencia de la especie humana7, los marginados no pueden «ganarse la vida». El marginado es un desempleado o subempleado cíclico y crónico, él está desciudadanizado y no tiene acceso al conocimiento y al pensamiento. Su vida, especialmente en las sociedades urbanas pobres y periféricas, transcurre dentro de esta experiencia de la exclusión social y cultural, padeciendo una honda humillación8, pérdida de autoestima e impotencia en medio de la sociedad de masas y de consumo de la nueva época. El marginado contrapone polarmente su vida de carencias e inseguridades múltiples y los prototipos de una vida de opulencia, poder y despilfarro que le ofrece la sociedad de masas y de consumo a través de la vitrina de los medios electrónicos y las tiendas.
Como en los notables grabados de Daumier, el marginado mira vitrinas en su transitar callejero de desempleado o subempleado o en la intimidad de su vivienda, dormitorio en el corazón del tugurio o la barriada. Es un no invitado a la cena de los beneficios y las seguridades de la nueva época. Camus, en una bellísima y doliente transposición poética, fue capaz de explorar en lo más íntimo de la intimidad del «reino de miseria», en la existencia del marginado en la tierra moderna, en el pobre que se empina hasta la cumbre de la especie humana desde el llano de la marginación social. El niño pobre que, transitando entre la rebeldía y la luz, se irguió desde el corazón mismo del reino de la miseria.
La sociedad de masas y de consumo de la cual está excluido el marginado inunda todo su hábitat privado y público con prototipos violentos y viciosos a través de la «seducción de la tele». La ruptura de normas y reglas hasta la anomia se va extendiendo como una mancha de aceite en las representaciones colectivas y en las conductas cotidianas de los que habitan los cascos urbanos viejos y los tugurios, los conos y las barriadas, los distritos medios precarizados y alcanza como una proteina entrópica hasta la cúspide de la escala social, a los habitantes de los barrios acomodados y opulentos de la ciudad de los Reyes.
El terreno fértil de la violencia social y de la delincuencia tiene su raíz profunda en el hecho social macizo de la existencia del marginado con su impotencia multidimensional a cuestas. La violencia que padecen y ejercen las grandes masas de marginados (no sólo, pero sí mayoritariamente) se hace comportamiento cotidiano arraigado. H. Arendt había sostenido ya un lúcido argumento sobre los nexos profundos entre impotencia y violencia9. Diría que la condición de no persona del marginado, de desciudadanización, de no poder, de impotencia tiene un vínculo retroalimentador con la violencia.
3. SEGURIDAD PARA LA PAZ Y LA JUSTICIA CIUDADANA
El hecho social macizo es la violencia y la marginación social
Las raíces profundas socioculturales de la violencia están en el hecho social macizo de la marginación, cuando se trata de infracciones y delitos, víctimas y victimarios estadísticamente más representativos. Es una delincuencia popular que nace de la marginación social.
Estimo que el crimen organizado está vinculado a una causalidad multidimensional diferente. Se trata del afán de lucro como fin último de la existencia que se instituye en el espíritu de la acumulación ilícita de riqueza a gran escala10. El desprecio a la vida humana, el enorme daño a la víctima (homicidios) es una secuela del afán de lucro sin fin y de los costos y beneficios de la acumulación ilícita de riqueza. El negocio ilícito y criminal de las drogas es la expresión del lado más oscuro de la sociedad de masas y de consumo globalizada de la edad moderna y del mundo moderno, del desprecio por la vida humana y de la insolidaridad.
Los carteles del narcotráfico, la corrupción en las altas esferas de la administración pública, los delincuentes de cuello blanco y las bandas profesionales en delitos contra el patrimonio son la expresión en América Latina, y a escala internacional, de estos empresarios y empresas sembradores de muerte.
Los vínculos del gran crimen organizado con los infractores y delincuentes populares, niños, adolescentes, jóvenes y adultos son conocidos. Los marginados incursos en la infracción y el delito son los «esclavos modernos» de los poderosos ciudadanos impunes de las megalópolis, donde las grandes empresas del delito y del crimen ponen su tienda. Asesinatos (sicarios) y tráfico de drogas por encargo (mulas o burros), etc. Siempre por encargo, recogiendo las migajas de la mesa del rico Epulón de las organizaciones profesionales de la muerte. El afán de lucro como sentido único de la vida y la anomia se fusionan, pero unos son los «ganadores» y otros los «perdedores», como lo señala acertadamente la criminología moderna.
La propuesta es seguridad para la paz y la justicia ciudadana
La seguridad es lucha contra la violencia y contra la marginación social, contra sus causas y sus consecuencias. La seguridad se identifica con la paz y la justicia. La seguridad es integral. Su nombre es seguridad pública en el sentido práctico y concreto de seguridad humana o seguridad democrática integral.
Por ello, se hace necesario pasar del desorden al orden social, del desorden al orden público, de la injusticia a la justicia, de la violencia a la paz, de la marginación a la integración, de la desarmonía a la armonía. La agenda democrática de la región debe contemplar el tema de la seguridad y la violencia prioritariamente desde tres tipos de reformas simultáneas que apunten a eliminar los factores de riesgo de la violencia y la marginación:
Reforma integral del Estado y de la seguridad pública
a. El Estado de derecho, el equilibrio de poderes, los derechos humanos fundamentales son una condición esencial para una seguridad orientada por la paz y la justicia, contra la violencia y la marginación. En la nueva época hay que volver la mirada al Estado en el contexto del mercado y la globalización, fortaleciéndolo en su capacidad y eficacia en el desarrollo económico, el bienestar de la población y la seguridad pública.
b. Un Estado capaz y eficaz es esencialmente integral, descentralizado y participativo. Hay que descentralizar el Estado hacia los gobiernos regionales y locales para una efectiva seguridad ciudadana y hay que abrir la democracia local a la participación de los ciudadanos en la seguridad pública.
c. La seguridad pública debe estar bajo la autoridad de un civil, el cual presidirá de manera independiente, democrática y eficiente una Defensoría Nacional de la Seguridad Ciudadana, ente rector técnico y político máximo de la seguridad pública nacional. La Defensoría Nacional de Seguridad Ciudadana deberá trabajar cercanamente con las Defensorías del niño y el adolescente y del joven de los gobiernos locales.
Reforma integral social, cultural y ética
d. Es fundamental producir una reforma social integral basada en un crecimiento económico alto y sostenido, que tenga un impacto positivo en el empleo, la reducción de la desigualdad y la pobreza. Es vital concentrarse en una política estable de empleo masivo para los jóvenes.
e. Es sustantivo proteger la familia, la comunidad y la escuela elevando la calidad de la educación y desarrollando una ética social en estas instituciones básicas de socialización primaria y secundaria de los niños y adolescentes. Una política de vivienda y de desarrollo urbano en el marco del gobierno de la ciudad es un complemento esencial.
f. Es de gran importancia la autorregulación y la ética en los medios electrónicos como la televisión; su impacto es decisivo en la familia, los niños y los jóvenes. La agenda democrática debe plantear el tema de la relación retroalimentadora entre medios electrónicos y violencia con una alta prioridad.
Reforma integral del poder penal del Estado
g. Es fundamental una reforma de la justicia penal y de familia y del sistema penal en su totalidad (policía, fiscalía, judicatura y prisiones), aboliendo el ejercicio inquisitivo del poder penal del Estado y edificando un poder penal garantista, que positivice los derechos fundamentales de la persona, de la víctima y del victimario.
En las sociedades urbanas de la región es urgente erradicar definitivamente las estrategias de «ley y orden», que están fuera de la ley y con una alta frecuencia recurren a la violencia criminal.
Notas
1 Encuesta de victimización de Lima metropolitana (Primeros resultados), INEI, Lima, mayo de 1998, p. 87.
2 World Development Indicators 1998, World Bank, Washington, D. C., 1998.
3 Ibid, p. 69.
4 Ibid.
5 Manuel Piqueras, Buen gobierno, seguridad pública y crimen violento, Instituto de Defensa Legal, Lima, agosto de 1998.
6 Personalmente no comparto la teoría de la marginalidad (no existe un adentro y un afuera de la sociedad de masas, la realidad es que existe una contradicción interna entre marginación e integración, entre incluidos y excluidos, entre no personas y personas dentro de la sociedad de masas. Siempre que me refiero a la marginación y a los marginados lo hago en su relación a situaciones de hecho. Mi indagación conceptual asume una perspectiva multidimensional en la situación de la marginación y los marginados, sin caer en el simplismo unicausal y mecánico (pobreza y violencia, etc). Ver en este horizonte, Franco Ferrarotti, Social marginality and violence in neourban societies, Social Research, Volume 48, Number 1, Spring, 1981, pp. 183-222.
7 Hannah Arendt desarrolla una creativa reflexión, realista e historicista de la condición humana, anclando su exploración conceptual en la «labor», el «trabajo» y la «acción», que constituyen las dimensiones concretas y prácticas por las cuales transcurre la existencia del ser humano. Sin embargo, la existencia de los países pobres y periféricos poblados mayoritariamente por marginados multidimensionales es un dato esencial que la gran pensadora no incorpora a su reflexión en el conjunto de su obra. Ver Hannah Arendt, La condición humana, PAIDOS, Barcelona, España, 1998.
8 James Gilligan establece una relación conceptual muy sugerente entre humillación y violencia: «Asomarse al misterio de la condición humana» (Entrevista a James Gilligan), Susana Villarán, Ideéle, Nº 107, mayo de 1998, pp. 22 y 23.
9 Hannah Arendt establece una oposición entre violencia y poder. La violencia surge de la impotencia, del no poder. Esta reflexión me parece de una notable lucidez. Hannah Arendt, «Sobre la violencia», en Crisis de la República, TAURUS, Madrid, 1973, pp. 109-186.
10La hipótesis conceptual hace referencia a un comportamiento anómico como el espíritu pervertido de la acumulación ilícita de riqueza, opuesta a la que Max Weber nos muestra en su sugerente obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo.
Publicado en la revista Páginas, n° 153, Lima, Octubre de 1998.