¿Y los derechos humanos de los migrantes en la globalización?

Alrededor de 200 millones de personas son migrantes en el mundo -0.4 % de la población mundial-, sin contar a sus familias que están o en el país de origen o en los países de tránsito. Los migrantes, sin patria y sin hogar, son con muchísima frecuencia maltratados como no personas, no ciudadanos, no huéspedes, no vecinos. Los migrantes siendo personas en la plenitud de sus derechos y libertades, son estigmatizados como peligrosos y criminalizados como delincuentes, sufriendo violaciones permanentes a sus derechos humanos y en muchos casos crímenes de lesa humanidad. En este horizonte, presentamos la Declaración surgida del Coloquio Internacional, Los migrantes en la era de la globalización, realizado en la sede del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, en México, D. F., en los días 7 y 8 de mayo de 2007.

“Durante los días 7 y 8 de mayo de 2007 nos hemos reunido en la Ciudad de México, en la sede del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, líderes de organizaciones y movimientos de migrantes de diversas regiones del mundo, funcionarios de organismos internacionales, representantes de organizaciones de la sociedad civil y funcionarios públicos de México y académicos especialistas en la materia, con el objetivo de analizar y debatir el fenómeno de la migración en la era de la globalización.

Como resultado de los diversos paneles y mesas de trabajo realizadas en el marco de este coloquio internacional –cuyos resultados específicos podrán consultarse en las relatorías del coloquio-, consideramos necesario dar a conocer públicamente la siguiente declaración dirigida a todos los pueblos, organizaciones sociales, civiles y gobiernos del mundo, iglesias, partidos políticos, así como a los organismos multilaterales del sistema de Naciones Unidas y a los medios de comunicación en general”.

“DECLARACIÓN

La migración internacional es uno de los fenómenos que definen y expresan el rumbo de las sociedades del siglo XXI, por lo que su atención con carácter prioritario es impostergable en las agendas públicas multilaterales, regionales, nacionales y locales, teniendo en cuenta su complejidad ─como dejan en evidencia diversos estudios, los flujos migratorios se dan ahora no sólo en la dirección sur-norte, sino sur-sur, al punto de ser cuantitativamente equiparables, carácter estructural la multiplicidad de impactos.

Aunque la mayoría de los casos la decisión de migrar se da en un marco de libertades básicas y responde a un legítimo derecho a aspirar a mejores niveles de vida, es un fenómeno directamente relacionado con los modelos de desarrollo puestos en práctica en países emisores y receptores, y responde directamente al comportamiento de mercados vinculados entre sí, muchos de ellos, a través de tratados de libre comercio, como es el caso entre México, Estados Unidos de América y Canadá. También guarda estrecha relación con los grados de desigualdad nacionales e internacionales.

Aunque el impacto más difundido es el de las remesas que los migrantes envían a sus países de origen, sabemos que más importante aún es el de su participación como motor del crecimiento en las economías receptoras, pero también en el plano político, social, cultural y humano, en general.

Aunque la migración ha sido una constante de la historia de la humanidad, en la era de la globalización se caracteriza por un crecimiento constante y por los enormes impactos que está alcanzando en la definición y rumbo económico, político, social y cultural de las sociedades de los países emisores, de destino, de tránsito y de retorno. Sobresale en estos momentos, como aspecto crítico del fenómeno, la persistente violación de los derechos humanos y ciudadanos de los migrantes tanto en países receptores, como de tránsito y origen, así como la dificultad para su acceso a los sistemas de justicia, y su enfrentamiento a situaciones de discriminación y de ruptura comunitaria y familiar. Existen cuatro grandes polos que constituyen las zonas más críticas de las migraciones en el mundo: 1) El desplazamiento de jóvenes a las ciudades del noroeste al sureste de China (90 y 100 millones anuales) que circulan en función de las cosechas; 2) Los flujos migratorios dentro de Africa, producto de las guerras, las luchas políticas y las fricciones internas; 3) El flujo latino hacia Estados Unidos; y 4) El del Mediterráneo, del Magreb, hacia Europa.

Son particularmente vulnerables los niños, adolescentes y personas de la tercera edad, las mujeres, los indígenas, las personas con capacidades o con preferencias sexuales o religiosas diferentes, así como los desplazados por razones económicas y políticas y en busca de asilo político.

Los y las migrantes y sus familias son los principales, aunque no los únicos, actores de este proceso. En su carácter de personas, como cualquier otra, tienen derechos consagrados universalmente que deben ser respetados y garantizados por los Estados, con independencia del estatus de su condición jurídica tanto en los países de tránsito, como en los de destino, de origen y de retorno. Ellos son y deben ser el centro en la definición de cualquier política relacionada con el fenómeno de la migración

La migración en escalas masivas y con una composición y comportamientos cada vez más diversos que caracteriza esta era de la globalización, está abriendo las pautas para redimensionar el concepto y el marco jurídico en que se sustenta la condición de ciudadanía, hasta ahora delimitada al marco territorial y a la soberanía de los Estados nacionales. La ciudadanía binacional o multinacional es ya parte integrante de la condición y modo de vida de millones de personas y son cada vez más las que aspiran a un reconocimiento y ejercicio de sus derechos ciudadanos tanto en los países de destino, como en los de origen, tránsito y retorno. Se trata de una nueva dimensión de la ciudadanía en el desarrollo y consolidación de los sistemas democráticos.

Al respecto, se hace impostergable que todos los países pertenecientes al sistema de Naciones Unidas pero principalmente los países receptores más importantes, firmen y ratifiquen la Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares, así como otros convenios y normas relacionadas con el tema migratorio.

La gobernabilidad del fenómeno migratorio en el plano internacional exige que el tema se eleve al más alto nivel en las agendas de diálogo entre los gobiernos nacionales y en los foros e instituciones multilaterales. Su abordaje ha sido hasta ahora limitado como subtema de foros temáticos y de asambleas de dichos organismos, sin la debida participación de los propios migrantes; tampoco ha tenido el peso debido en el debate sobre las reformas al sistema de Naciones Unidas.

En ese sentido, resultaría estratégica la realización de una Cumbre Mundial sobre Migración en la que se establezca un diagnóstico preciso del estado que actualmente guarda este fenómeno y sus perspectivas a corto, mediano y largo plazos, las principales estrategias para abordar las causas estructurales del mismo, sus efectos multidireccionales en los países de origen, de tránsito, de destino y retorno, la problemática humana de los y las migrantes y sus familias, así como las principales estrategias institucionales, gubernamentales y sociales para garantizar el pleno goce y respeto de sus derechos humanos, laborales, civiles, educativos y de salud, entre otros.

Por otra parte, es urgente que los derechos y principios consagrados en los instrumentos internacionales hasta ahora existentes, bajen al nivel de las normas jurídicas nacionales, tanto en el orden constitucional como en el de las legislaciones secundarias y reglamentos, a fin de garantizar su efectivo cumplimiento y hacerlos consistentes con esos instrumentos.

Preocupación especial merecen los procesos de reformas a las leyes migratorias nacionales, particularmente las de los países de destino más importantes –como los Estados Unidos de América, Alemania, Francia, Canadá, Australia, Japón y Reino Unido, entre otros- ya que, con independencia de la soberanía que corresponde a cada Estado, es obvio que dichas reformas afectan la relación con terceros países e impactan el estatus de los derechos consagrados en normas internacionales. Una visión restrictiva y unilateral será, la más de las veces, el camino menos indicado para encontrar una solución realista y acorde con la observancia universal de los derechos humanos, pero también con los derechos civiles, laborales, educativos y de salud, entre otros.

El diálogo bilateral o multilateral entre gobiernos y con las comunidades organizadas de migrantes que residen en cada país, será siempre la ruta más indicada, intentando superar los enfoques economicistas y coyunturales o centrados en la seguridad nacional, para abordar el fenómeno en su integralidad y con una visión global de largo plazo.

El reconocimiento de derechos, los acuerdos bilaterales o regionales de ordenamiento y regulación, las reformas a los tratados de libre comercio existentes y un mayor impulso a la cooperación para el desarrollo, son algunas de las vías por las que podría avanzarse en la atención del fenómeno migratorio internacional, en tanto pueda llevarse a cabo la mencionada Cumbre Mundial sobre Migración.

En cualquier caso, el estudio, análisis y evaluación de este fenómeno, así como el diseño, programación, aprobación y ejecución de las políticas públicas sobre esta materia deben, para ser exitosas, desarrollarse bajo esquemas sustentados en los principios de la participación democrática –en el que se otorgue voz y voto a los directamente afectados-, y del diálogo y la cooperación internacional, atendiendo las causas estructurales del mismo, las circunstancias históricas específicas que afectan a cada diáspora y teniendo en cuenta un enfoque integral del fenómeno migratorio.

Resulta igualmente importante que la reflexión y el compromiso en torno a la migración y los migrantes se convierta también en un tema transversal de las agendas de las organizaciones de la sociedad civil en todo el mundo (internacionales, regionales, nacionales o locales), a fin de que cada una de ellas realice el trabajo y los aportes necesarios bajo esquemas de corresponsabilidad con las organizaciones de migrantes, así como con los gobiernos y organismos multilaterales y las iglesias.

Entre tanto, debe destacarse la celebración en México de la Primera Cumbre de Comunidades Migrantes Latinoamericanas, del 10 al 13 de mayo en Morelia, Michoacán, así como de la Conferencia: Las Legislaturas y el Fenómeno Migratorio: Contexto Actual y Opciones de Políticas Públicas, en el marco de dicha cumbre, ya que se trata de un acontecimiento estratégico en el abordaje del tema migratorio, donde serán los propios migrantes quienes ofrezcan su visión y propuestas.

Como una modesta aportación a dicha cumbre y al debate general en el contexto internacional, los asistentes a este coloquio reunidos en mesas de trabajo, establecimos diversos consensos en torno de las siguientes propuestas:

1. Trabajar en la conformación de una alianza internacional de migrantes con carácter autónomo y como resultado de un proceso horizontal (desde lo local a lo regional y a lo internacional), que avance a partir de la conformación de redes, uniones, federaciones, conexiones virtuales, entre otras formas posibles, y que permita dar pasos adelante en primera instancia, hacia la construcción de una visión común más que en la construcción de un aparato formal. Dicha alianza, además de prestar especial atención a los casos de violación de derechos entre los sectores más vulnerables de migrantes, pueda establecer las grandes líneas estratégicas de acción internacional en este terreno y favorecer la interlocución con gobiernos y organismos multilaterales.

2. Avanzar en la realización de una Cumbre Mundial de Migración y en la construcción y aprobación de una Carta Mundial de los Migrantes, en el marco del sistema de Naciones Unidas, así como la instauración de un Día Mundial de los Derechos de los Migrantes.

3. Avanzar en la construcción de causas y agendas comunes entre las organizaciones de migrantes y las organizaciones de la sociedad civil en general y las iglesias, a fin de avanzar en la construcción de nuevos paradigmas de construcción de ciudadanía en el marco de la globalización.

4. Impulsar campañas sistémicas de educación, concientización y de opinión pública a través de los medios de comunicación masiva y medios alternativos y escuelas, sobre el fenómeno migratorio y la condición de los migrantes entre los ciudadanos de los países de origen, de tránsito, de destino y de retorno. Dichas campañas deben poner especial énfasis en cuáles son los aportes de los migrantes a cada país y la responsabilidad que compete a cada actor de este proceso.

5. Impulsar la formación académica, el estudio y la investigación especializada y el trabajo de campo relacionado con el fenómeno migratorio y la condición de los migrantes, a fin de borrar estigmatizaciones y lugares comunes (como las de delincuentes o posibles terroristas, entre otras), y contribuir a una profesionalización en el diseño, programación, ejecución y evaluación de las políticas públicas relativas a la atención de este fenómeno. El intercambio internacional de las investigaciones y sus resultados, debe alimentar y reforzar el proceso de organización mundial de los migrantes

6. Impulsar en los contextos nacionales por la construcción de políticas de Estado sobre migración, así como en las reformas jurídicas e institucionales necesarias para la debida atención de los migrantes y sus familias”.

DECLARACIÓN. COLOQUIO INTERNACIONAL. LOS MIGRANTES EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN. Sede del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. México, D. F.: 7 y 8 de mayo de 2007. (Publicado en este Blog con pequeñas modificaciones de forma). GRUPO CONVOCANTE

Centro Lindavista.
Cumbre de Comunidades Migrantes Latino Americanas.
Fundación Leopoldo Charles Meyer para el Progreso de Humano.
Iniciativa Ciudadana para la Promoción de la Cultura del Diálogo.
Instituto José María Luis Mora.
Instituto Michoacano de los Migrantes en el Extranjero.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Red de Migración y Desarrollo.
Secretaría de Relaciones Exteriores.

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