Walter Benjamin: la interrupción mesiánica en la historia

En la biblioteca de mi jardín secreto se encuentran algunas “obras de escritores” que se van tornando involuntariamente en profundos interlocutores. Walter Benjamín es uno de ellos, “pensador poético” que amaba el lenguaje.

Apátridas en París, Hannah Arendt —quien “consideraba a sus amigos el centro de su vida”— y Heinrich Blucher, su esposo, se congregaron en una comunidad de la amistad a la que también pertenecía “el amigo intelectual que más respetaban y al que lloraron mucho cuando se suicidó en 1940… Walter Benjamin” . El tema central de la inocencia y la amistad en Arendt —”mezcla de inocencia y experiencia” e “inocentes conscientes”— está referido también a “Benji”.

La amistad y la influencia mutua de estos dos excepcionales pensadores judíos alemanes apátridas es notoria. Interesa resaltar sólo tres acontecimientos de esa amistad dialógica y polémica, inocente y consciente. Antes de su pequeña muerte, Benjamin forma parte del círculo intelectual íntimo en el cual Arendt discute su obra en elaboración sobre Los orígenes del totalitarismo.

Benjamin entrega a Hannah Arendt y Henrich Blucher el manuscrito de su notable testamento Tesis sobre la filosofía de la historia. En Estados Unidos, Arendt lucha durante años contra la rigidez de las ideologías para lograr que se publiquen las obras de Benjamin, que Adorno y la Escuela de Frankfurt cuestionaban por su insuficiente marxismo, y Scholem y la literatura judía rechazaban por su critica al sionismo.

Mirar al límite

“El antisemitismo” y “El antiimperialismo”, primer y segundo ensayos de Los orígenes… son sobrecogedores, pero el último ensayo, “El totalitarismo”, como indica el epígrafe que coloca Arendt, tomando una frase de David Rousset (“los hombres normales no saben que todo es posible”), devasta tus cimientos humanos y morales más hondos: nada queda en pie.

En Estados Unidos, cuando Arendt, su esposo y sus amigos se enteraron en detalle de lo ocurrido en los auschwitz nazis, evocaron a Benjamín, y a su vuelta iluminada al simbolismo y al pensamiento apocalíptico. En ese momento lúcido, Arendt escribió un poema bajo el sencillo titulo de “WB”,

Ernst Bloch, pensador alemán, autor de la notable obra El principio esperanza, afirmaba que, en Benjamín, la experiencia es la de un “mundo que hubiese que leer cuidadosamente (…) como sí el mundo fuese escritura”. La lecturas estéticas, excepcionalmente lúcidas y originales, de Benjamin sobre los grandes pensadores y poetas del siglo XIX —Johann Wolfang Goethe, Friedrich Holderling, Marcel Proust, Franz Kafka, Herman Melville, Fedor Dostoiwski, etcétera—, iluminaron la visión de la catástrofe del antisemitismo y de los imperialismos continental —eslavo y germano— y de ultramar —totalitario y burocrático— del siglo XIX.

Esta avalancha que se inicia en el siglo XIX se torna en el “gran criminal” y en la “violencia pirata” de los Estados totalitarios racionales e irracionales, de sus campos de exterminio y de la militarización generalizada de Europa entre las dos guerras mundiales en el siglo XX. Benjamin, en busca del tiempo perdido, desarrolla una crítica demoledora a las concepciones activas del mundo y la historia que dieron soporte al horror; premonitoriamente nos anunció el tiempo de la remembranza y el despertar.

Filosofía de la experiencia

El método filosófico de Benjamin se inscribe en la tradición —desde Platón y Aristóteles, alcanzando su cima en Kant, hasta los pensadores poéticos de los siglos XIX y XX—. El método benjaminiano quiebra la herencia filosófica grecolatina y occidental y plantea las tareas del pensamiento de sentido paradojalmente como no intencionales e irrealizables .

Benjamin reelabora la idea de experiencia como sabiduría de lo singular, con su fuerza histórica y política. Lo singular es el ser y específicamente el ser aquí y ahora; la cuestión de la vida y la muerte es central en su ontología. El ser aquí y ahora, en la remembranza y el despertar, se vuelca en el sujeto de lo singular, lo político y lo histórico. El concepto de experiencia reelaborado por Benjamin tiene su principio y fundamento en el misterio de la irrupción mesiánica.

“El giro copernicano de la visión de la historia… El nuevo método dialéctico de la historia se presenta como el arte de experimentar el presente como mundo de la vigilia, al cual, en verdad, se refiere todo sueño al que denominamos algo sido. ¡Experimentar (durehzumachen) lo sido en el recuerdo onírico! —Por lo tanto: recuerdo y despertar están emparentados de la manera más estrecha. El despertar es, pues, el giro dialéctico, copernicano de la remembranza (Eingedenken).”

El médium del lenguaje

El médium del lenguaje es la clave de interpretación del pensamiento poético de Benjamín, de su mirada al límite, de su filosofía de la experiencia, de sus lecturas creativas de las obras de arte como iluminaciones, de la reelaboración de las “tesis” sobre la controversia acerca de la filosofía de la historia, de la lucha del inocente consciente por transmitir lo pensado. “Lenguaje no sólo significa comunicación de lo comunicable, sino de lo que constituye el símbolo de lo incomunicable”.

“El lenguaje de una entidad es el médium en que se comunica su entidad espiritual. La corriente continua de tal comunicación fluye por toda la naturaleza, desde la más baja forma de existencia hasta el ser humano, y del ser humano hasta Dios… Cada lenguaje relativamente más elevado es una traducción del inferior, hasta que la palabra de Dios se despliega en la última claridad, la unidad de este movimiento lingüístico.”

La obra de arte como iluminación

Las lecturas de Benjamín de las obras de arte de los pensadores y poetas de los siglos XIX y XX constituyen auténticas recreaciones, transposiciones poéticas de la realidad y lúcidas visiones de la experiencia. El pensador de sentido congrega una idea estética sobre la belleza, en los mismos términos y bajo el mismo ángulo que el artista:

“Hay un cuadro de (Paul) Klee que se llama Angelus Novus, En él está representado un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que mira atónitamente. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, abierta su boca, las alas tendidas. Tiene el rostro vuelto hacia el pasado. En lo que nosotros nos aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una sola catástrofe, que incesantemente apila ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. Bien quisiera demorarse, despertar a los muertos y volver a juntar lo destrozado. Pero una tempestad sopla desde el Paraíso, que se ha enredado en sus alas y es tan fuerte que el ángel ya no puede plegarlas. Esta tempestad lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al que vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Esta tempestad es lo que llamamos progreso.”

Las “tesis” sobre la filosofía de la historia

Benjamin critica en forma demoledora tanto “las falsas imágenes del pasado creadas por el historicismo para guiar a los hombres según sistema de valores de pueblos victoriosos” —la socialdemocracia y el continuum lineal del progreso absoluto—, como “las falsas esperanzas del futuro que el materialismo histórico construyera” —el bolchevismo, la lucha de clases, el desarrollo histórico y la sociedad sin clases—. El nazismo es el remate, surge y se expande ante la impotencia de las izquierdas, la desaparición de la historia y la aparición de la rígida naturaleza, el factum brutum de la actualidad con pura facticidad, la voluntad de dominio total, la violencia y el exterminio llevado hasta sus ultimas consecuencias.

La historia no tiene designio, la “interrupción mesiánica” en el tiempo del aquí y del ahora (Jetztzeit) —que reúne la remembranza y el despertar— es la “la pequeña puerta por la que podría entrar el Mesías”. La historia abierta simboliza y conceptúa “esta imagen del tiempo (que) produciría un sentimiento realista y orientado a la acción del pasado y el futuro”. La ubicación de Benjamin en el imaginario simbólico y en el pensamiento poético apocalíptico le permite reconciliarse con el mundo y la historia con un espíritu de amistad, como poetiza en Understanding Brecht.

La lucha del inocente por transmitir lo pensado

En 1955, muchos años después de la muerte de Benjamin —que se produjo en 1940—, el Instituto de la Escuela de Frankfurt —y en particular Adorno— dispuso la publicación de algunos de sus artículos, y en 1966 Scholem y Adorno decidieron la edición de las cartas de Benjamin. Arendt, impulsada por la lealtad a su amigo y a su obra, cuidó la edición del volumen en inglés de lluminations y escribió la introducción al mismo. Se hallaba trabajando en el segundo volumen, Reflections, en 1975, cuando le sobrevino su propia muerte.

“Apocalipsis: el amor nunca muere”, en Solidaridad frente a homicidio: ensayos sobre la no violencia militante en el siglo veintiuno. Ideele. Lima: 2003.

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