Los jesuitas en Lima (3)

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LAS HACIENDAS JESUITAS EN EL VALLE DE LIMA:

Hacienda San Borja.- Los terrenos de lo que hoy es San Borja pertenecieron a la familia Brescia y se ubicaban en la jurisdicción de Surquillo. Recién en 1983 se independizó y cobró vida propia. Su nombre viene de la antigua hacienda San Francisco de Borja, que en los tiempos coloniales fue propiedad de la Compañía de Jesús (en este caso, de los jesuitas del Noviciado de San Antonio Abad). Aquí se cultivó, hasta el siglo XVIII; alfalfa, olivos, trigo, cebada y maíz; también algunas frutas como pepino y zapallo. También había corrales con ganado ovino y vacuno.

Hacienda Chacarilla del Estanque.- Esta elegante urbanización, entre los distritos de Surco y San Borja, debe su nombre a que fue un fundo donde, en los tiempos virreinales, se mandó construir un Estanque para regar estos terrenos sino también las haciendas de San Juan y Villa, más al sur. En efecto, este Estanque, por el cual sus dueños cobraban un “estanco”, se nutría de las aguas de los ríos Surco y Ate, y las distribuía a otras zonas (es por ello que también en otros documentos se habla de este fundo como “Chacarilla del Estanco”). Desde el siglo XVII, la hacienda “Chacarilla del Estanque” fue propiedad de los jesuitas, quienes la convirtieron en un exitoso complejo agrícola con huertos de árboles frutales y olivares, cercados por tapias. El valor de esta propiedad, entonces, no solo dependía de su producción agrícola sino también del agua que distribuía su Estanque a otras propiedades y por el cual se sacaba una buena renta. Ya en la República, a finales del siglo XIX, la hacienda era propiedad del inmigrante italiano Vicenzo o Vicente Risso, quien calculó el valor de la propiedad en 21 mil soles.

Hacienda San Juan.- Inicialmente, fue una Provisión que el cabildo limeño concedió, en 1559, al vecino Diego de Porras Sagredo, nacido en Sevilla, y miembro de la generación de conquistadores del Perú; fue alcalde de Lima en 1572, 1575 y 1580. En la Provisión decía que “en el camino de Pachacamac junto al arenal hay un pedazo de tierra, sin agua y sin acequias abiertas que es baldío”. En efecto, no se le daba a Porras una buena tierra, pues era muy arenosa y sin suministro de agua. Fue así que quiso desprenderse de ella, para buscar una mejor propiedad agrícola, y se la concedió a la Compañía de Jesús en 1581, concretamente al Colegio de San Pablo. Huérfana de riegos y mediocre en su capacidad productiva, San juan se vio en la necesidad de expandirse en busca de agua, hacia Villa u otro lugar. Fue así que, en 1600, los jesuitas adquieren Chacarilla (del Estanque) para drenar aguas a la sedientas tierras de San Juan. A lo largo de los siglos XVII y XVII, los jesuitas supieron explotar las posibilidades de San Juan con cañaverales (rubro más importante), viñedos, olivares y ganado, así como arrendando partes de la extensa propiedad; casi 250 esclavos trabajaban en estas tierras. Con la expulsión de la Compañía, la hacienda pasó a manos de Temporalidades que, a su vez, vendió la propiedad a Joseph García y Urbaneja, antiguo arrendatario de los jesuitas. Luego, durante los tiempos previos a la Independencia, pasaría a manos de José Alzamora Ursino y Mendoza, quien la retuvo hasta los tiempos tempranos de la República. Más adelante, San Juan fue testigo de la tragedia de la guerra con Chile, a tal punto de regalar su nombre a una de las batallas que sellaron el triste destino de Lima con la ocupación del enemigo. Fue uno de los trofeos del Ejército Expedicionario chileno. Hoy aún podemos observar, en estado ruinoso, un sector de sus instalaciones, incluida la vieja iglesia.

Hacienda Villa.- Por Real Cédula de 1590, se confirió de plenos poderes al visitador de tierras Francisco Cuello para repartir y asignar predios en el valle de Surco entre quienes estuvieran dispuestos a adquirirlos. Grandes extensiones de tierras extensiones de tierras surcanas fueron declaradas en libre disposición. Así, la siempre despierta Compañía, a través de su Colegio Máximo de San Pablo fue favorecida con una merced Real (emitida por el cuarto virrey Marqués de Cañete) el 7 de mayo de 1795, que le concedió la propiedad del “Valle de Villa”, donde vivían naturales del pueblo de Surco. Solo eran 60 fanegadas, pero los jesuitas, con el tiempo, ampliaron la propiedad comprando más tierras circundantes (entre otros factores para procurarse de recursos hídricos), especialmente a Juan Tantachumbi, cacique y gobernador de Santiago de Surco. Los jesuitas también compraron esclavos, en un principio 100, para dar brazos a la nueva propiedad, que empezó a producir caña. Hasta la expulsión de la Compañía, en 1767, los jesuitas, a pesar de la falta de agua, lograron convertir a Villa en un complejo azucarero muy próspero, combinando el trabajo de algunos indios de la zona con más de 200 esclavos. Tras la expulsión, comenzó otra historia, que empezó con la intervención del oidor Pedro Antonio de Echeverz y Zubiza, a los pocos días de la orden dictada por Carlos III. Luego, la oficina de Temporalidades pone en subasta la hacienda (1778) y la adquiere, por 200 mil pesos, el comerciante Pedro Tramarría y Barreda, quien moriría en Lima en 1803. La hacienda entró a un proceso de transición, siendo administrada por el marqués de Montemira, uno de los albaceas de Tramarría. Hubo un remate y fue adquirida, en 1806, por José Antonio de Lavalle y Cortés, natural de Trujillo y acaudalado comerciante del Tribunal del Consulado de Lima. Lavalle y su descendencia serían los que tuvieron que encarar los trastornos desatados por la guerra de Independencia y los turbulentos años de la temprana República. En la década de 1850, la familia Lavalle se desprendería de la Hacienda Villa, que fue adquirida por el coronel Juan Mariano de Goyeneche y Barreda, patriarca de una de las más aristocráticas familias arequipeñas, quien, tras la abolición de la esclavitud inició la introducción de trabajadores chinos a la hacienda. La Guerra del Pacífico, con el saqueo de Villa y la sublevación de sus culíes, marcaría el fin de la era decimonónica de esta emblemática hacienda del sur de Lima.

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