La Reconstrucción Nacional: la economía de exportación

No resulta difícil imaginar el nivel de destrucción en que quedó la economía peruana al final de la guerra. A esto se sumaba otro asunto: el país debía resolver una serie de problemas anteriores al estallido del conflicto. El principal se refería al pago de la deuda externa a los acreedores británicos. Desde la firma de la paz con Chile ellos presionaron al Perú para que cancele los compromisos pendientes.

El problema es que el país no contaba con los recursos para el pago de la deuda. Además requería urgentemente capitales para iniciar la reconstrucción sin la cual era imposible cumplir con los acreedores británicos. La deuda ascendía a cerca de 51 millones de libras esterlinas cuyo pago anual exigía casi dos millones y medio de libras, suma imposible de reunir en aquellos años.

Esta difícil situación condujo, como vimos hace días, al gobierno de Cáceres a firmar el polémico Contrato Grace (1889) en virtud del cual el Perú entregó a sus acreedores, a cambio del pago de la deuda, el control y administración de sus más importantes recursos. A partir de ese momento un nuevo camino se abría para las actividades del capital foráneo en el país. De este modo la clase política diseñó un nuevo plan de desarrollo para el país: orientar los recursos naturales a la exportación.

Ahora la agricultura asumió el papel dinámico en la economía que el guano había desempeñado unos años antes. De este modo los hacendados se transformaron en el grupo dominante hasta 1919. En este período también se hizo presente el capital norteamericano y se consolidó el modelo exportador que entraría en crisis cuando quebró de la Bolsa de Nueva York en 1929.

Como sabemos el Perú inició su etapa exportadora en el siglo XIX con el guano y el salitre. La ineficacia de sus gobiernos y la Guerra del Pacífico interrumpió bruscamente esta etapa. Ahora se iniciaría otra más larga que duró desde la década de 1880 hasta después de la primera guerra mundial (1919).

En esta segunda etapa, los productos de exportación fueron más diversos. La sierra proporcionó lana (de oveja y de alpaca), junto con minerales como plata, oro y cobre, entre otros. La amazonía contribuyó con café, coca y caucho. Y la costa con azúcar y algodón. Los precios de la mayoría de estos artículos aumentaron, con leves fluctuaciones, en el mercado mundial, lo cual demostraba una creciente capacidad productiva del país.

La agricultura: La agricultura de la costa quedó luego de la guerra reducida a un nivel de subsistencia. Su recuperación fue muy dolorosa. No había crédito, la mano de obra era escasa y la poca maquinaria que quedaba en funcionamiento era obsoleta. Había que tomar medidas para revitalizarla. En primer lugar conseguir créditos y facilidades para que se formen empresas de irrigación, favorecer la inmigración de mano de obra y crear institutos agrícolas.

En 1896 por iniciativa de un grupo de agricultores se fundó la Sociedad Nacional de Agricultura. La intensión era empujar al país en pro del desarrollo agrícola y canalizar las demandas de los hacendados. Bajo sus demandas se introdujo, por ejemplo, la enseñanza agrícola en nuestro medio al fundarse, en 1902, la Escuela Nacional de Agricultura. También se iniciaron los estudios para combatir las pestes y enfermedades de los cultivos de la costa.

Remontándonos a los días que siguieron a la firma de la paz con Chile, muchos hacendados habían abandonado los valles, especialmente en los del departamento de La Libertad. Ya no existían las espléndidas casa-haciendas y las adornadas capillas que durante tantas décadas caracterizaron la zona. También fueron desapareciendo los pastos y campos de algodón y arroz que antaño se entreveraban con los sembríos de caña.

Pero hacia la década de 1890 empezó a configurarse otro paisaje, más moderno aunque menos bello. Desde las faldas de los Andes, todo visitante al valle de Chicama podía contemplar un mar inmenso, casi ininterrumpido, de caña y chimeneas de negro azabache que humeaban en un cielo siempre azul. Se trataba de nuevas y gigantescas plantaciones industriales que concentraron la tierra en pocas manos.

La historia de los valles de La Libertad es simple. Las haciendas de los terratenientes trujillanos fueron absorbidas por tres grandes empresas agrícolas: Casagrande, Roma y Cartavio. Los Gildemeister (familia alemana), Larco (familia italiana) y la Compañía Grace (empresa británica), sus propietarios respectivos, simbolizaban los nuevos tiempos: inyección de capital extranjero y trabajo de los indios “enganchados” que formaron el proletariado agrícola. El mercado internacional favorecía las exportaciones de azúcar: en 1889 se exportaron 45 mil toneladas y hacia 1900, unas 50 mil hectáreas estaban dedicadas al cultivo de la caña

El sorprendente desarrollo de Casagrande se remonta a la década de 1870 cuando la firma Gildemeister y Co., propiedad del inmigrante alemán Juan Gildemeister, quien compró varias haciendas, incluyendo Casagrande, que se convirtió en el centro de sus operaciones azucareras. Cuando falleció en 1898, Gildemeister había comprado 8 grandes haciendas azucareras y era el segundo gran terrateniente del valle, después de la familia Larco.

Siguiendo con el mapa azucarero del país, la zona más estable fue Lambayeque, en donde el impacto de la guerra fue menos dramático. Las dos familias azucareras más importantes de la región, los Pardo (Tumán) y Aspíllaga (Cayaltí), se habían establecido en la década de 1870 y fueron capaces de sobrevivir y expandirse con la ayuda del crédito de las casas comerciales y bancos extranjeros.


Hacienda Casagrande a finales del siglo XIX

Respecto al algodón, su exportación siguió en importancia a la del azúcar. Los departamentos de mayor producción fueron Piura e Ica, dedicados al cultivo de “algodón de hebra larga”; otras zonas de cultivo eran los valles ubicados al norte de Lima (Santa, Pativilca, Supe, Huaura, Chancay y Chillón). Los tipos de algodón que se cultivaban eran: peruano, egipcio y, en menor cantidad, argeliano, Mitafifí y Sea Island. Su cultivo cubría, en 1905, cerca de 20 mil hectáreas y daba ocupación a cera de 16 mil personas. Pero los cultivos del “oro blanco”, como se le llamaba al algodón, estaban casi siempre expuestos a la enfermedad del Wilt hasta que, en 1908, luego de infatigables trabajos, Fermín Tangüis una planta resistente al Wilt que se hizo famosa en el mundo por su gran calidad.

Por su lado, el arroz era sembrado en Lambayeque donde existían haciendas con molinos propios para su pilado. Este cultivo se orientaba básicamente al mercado interno y una pequeña parte era vendida a Chile, Ecuador y Bolivia a través de los puertos de Eten y Pacasmayo.

La minería y el petróleo: Hubo seria preocupación por dotar al sector minero de un marco legal capaz de fomentar su desarrollo. Por ello, en 1890 se exoneró por 25 años a la industria minera de todo impuesto. La ley benefició a los siguientes minerales: oro, plata, cobre, cobalto, plomo, fierro, níquel, estaño, antimonio, azufre, carbón de piedra, cinabrio y petróleo.

También se exoneró de impuestos aduaneros a la importación de maquinarias, útiles, herramientas y demás productos necesarios para su explotación (dinamita, carbón, madera y azogue, entre otros). Otro hecho, esta vez de carácter geoeconómico, se dio en 1892 cuando el Ferrocarril Central llegó a Casapalca y, al año siguiente, a La Oroya. En 1904 la Peruvian Corporation lo hizo llegar hasta Cerro de Pasco.

También se fundó la Sociedad Nacional de Minería con el propósito de representar y fomentar los intereses de la industria minera. Y para coronar este esfuerzo nacional por el sector minero, en 1901 empezó a regir el nuevo Código de Minería, inspirado en principios liberales, que reformó radicalmente al sector y permitió el sorprendente desarrollo que alcanzó la minería en los primeros años del siglo XX.

Mientras que la minería colonial se había concentrado en los metales preciosos, el nuevo despegue minero respondió a las necesidades (principalmente de cobre) de la industria europea y norteamericana. En este sentido, al igual que en la agricultura costeña, los empresarios peruanos demostraron capacidad para responder las demandas del mercado mundial. Sólo entre 1896 y 1899 se invirtieron casi 13 millones de dólares en este sector. Parte de este capital provenía de los propios mineros que habían alcanzado éxito el resto se reunió entre los hacendados y comerciantes limeños.

Hasta 1900 se puede hablar de una “pequeña minería” donde destacan los esfuerzos de estos empresarios peruanos Es la época heroica de las exploraciones, los estudios y los experimentos arriesgados financiados con un pequeño porcentaje sus ahorros.

El petróleo, por su parte, era conocido ya desde los tiempos virreinales. Desde finales del siglo XVII el padre José de Acosta informaba que existía un manantial de brea al que se le llamaba copé y que era utilizado por los marinos para alquitrar sogas y aparejos, o para pintar sus embarcaciones. Luego, en 1863 A.E. Prentice realizó la primera perforación en el país en un lugar llamado Caña Dulce en la costa de Zorritos.

A partir de 1890 se explotó sistemáticamente el petróleo de Piura donde la Lobitos Oil Company desarrolló la extracción en los yacimientos de la Brea y Pariñas. Según algunas cifras, en 1892 eran 30 los pozos abiertos ubicados casi todos en la zona de Negritos; su producción era de 500 mil litros de petróleo diarios. En 1890 los yacimientos de la Brea y Pariñas rindieron poco más de 8 mil barriles y 10 años más tarde su producción anual sobrepasaba los 200 mil barriles.


Cerro de Pasco (1894)

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Comentarios

  1. eduardo salazar escribió:

    excelente articulo, estoy escribiendo un ensayo sobre la hacienda casa grande, sabes donde puedo encontrar bibliografia al respecto? gracias

  2. Juan Gildemeister escribió:

    La Hacienda Casa Grande fue comprada al Sr. Luis G. Albrecht por el Sr. Juan Gildemeister después de que terminó la guerra con Chile y BLA263no en 1870.

  3. allison escribió:

    me parecio que hay una buena infirmacion y que , sigua asi ps !!!

  4. isabel escribió:

    Excelente, se deja entender, continúa así.

  5. TEÓFILO SERRANO FLORES escribió:

    Excelentes datos sobre las haciendas costeñas.
    Por la década de los 70 supe de la existencia de dichas haciendas, ;Casagrande, Cayaltí, Cartavio, Tumán, Paramonga,etc.
    Me parece que actualemnte ya no existe la Sociedad Ncaional de Agrícultura, mas bien subsiste la Sociedad Nacional de Minería.
    En Tacna también destaca entre dichos años aún la hacienda Forero en Para,antigua hacienda que pertenecióa a los Ara: Pedro Ara, Carlos Ara, Toribio Ara y finalemnte los Forero que llegó el 31 de enero de 1826 a Tacna con Bolívar y casó con Manuela Ara, hija de Toribio Ara y María Robles.
    Entre otras haciendas, dwebos destacar en el valle de Locumba la hacienda de Cinto, de los Jara y Ureta, los Ward, Mac Lean y Lévano hasta 1936. También a los mismos dueños pertenece la gran hacienda de Camilaca, en la parte alta casi cerca al Tutupaca. En la localidad de Candarave se perfilaba la hacienda Totra de los Pagés, me parece que era un francés y otras haciendas en Tarata como Tasabaya, otras en la zona de talajawira y Cotaña(Camilaca,Calacala)el Pairumani, Soajani, de los Quiroz.
    Este tema de las haciendas en el Perú me parece interesante por haber dejado desarrollo en el sector agrario, a pesar de la explotación al cual fueron sometidos los índígenas o lugareños.
    Gracias por compartir la información. Bien

  6. Camila Oñate escribió:

    Buena información y bastante clara por lo demás.

  7. yeny escribió:

    muy bueno me ayudo bastante con mi investigación
    gracias

  8. milena escribió:

    muy buena info felicitaciones

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