CANTABRIA: Abandonen la sala… que el techo del Juzgado se cae

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CANTABRIA: Abandonen la sala… que el techo se cae

09.04.11 – 00:10 –
ÁLVARO SAN MIGUEL | SANTANDER.
Los ciudadanos sufren la nula accesibilidad de las instalaciones y los funcionarios trabajan entre goteras, suciedad y desorden

Los juzgados de Laredo y Santoña, tal como denunció Tolosa, están en condiciones deplorables
Techos con goteras, ventanas que se cierran con cinta adhesiva, paredes desconchadas y lavabos que hacen las veces de trasteros. No exageraba el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJC), César Tolosa, cuando denunció el jueves las «serias deficiencias» de los juzgados de Laredo y Santoña, que son instalaciones dignas de cualquier pequeño país del Tercer Mundo.
El edificio de tres alturas que acoge el Juzgado de Laredo carece de ascensor. Para cualquier persona con escasa movilidad representa un auténtico desafío acceder a la Fiscalía, ubicada en la tercera planta, y son los propios funcionarios los que han tenido que subir a pulso a alguna persona en silla de ruedas.
Mientras camina por este departamento, sorteando con naturalidad los amasijos de cables que cubren el suelo, uno de los trabajadores explica que no se cumple la normativa de prevención de riesgos laborales. No da mucha importancia a las ventanas que se cierran con cinta adhesiva o a los estores fabricados por ellos mismos con papel de embalar para aliviarse del azote del sol. Aunque no es de extrañar que no se quejen en las oficinas, porque en la mismísima sala de juicios las cortinas cuelgan a duras penas de una anilla, y tras la puerta se amontonan las que ya perdieron todos sus anclajes.
La imagen pasa de triste a tristísima cuando se accede a uno de los baños que comparten los funcionarios y los visitantes en la primera planta. No sólo causa asombro el estado de una de las paredes, en la que se puede ver el momento exacto en que los obreros se quedaron sin azulejos: también es memorable la visión de un viejo ordenador abandonado entre los lavabos y los urinarios.
Pasando por alto algún desconchón en las paredes o la madera mellada de puertas y ventanas, las zonas de visita no resultan alarmantes. Pero en las áreas restringidas la cosa cambia. Las pruebas se amontonan en las escaleras y en los pasillos, junto a sillas rotas y enmohecidas. Y en el archivo principal, donde se guardan los documentos antiguos, una enorme y oscura mancha de humedad amenaza con devorar cualquier resto de tinta de los papeles de trámites judiciales.
De juzgado de guardia

El Juzgado de Santoña no le va a la zaga al de Laredo, aunque las zonas de mayor tránsito lo disimulan bien. Además, cuenta con un ascensor que, según explica una empleada, funciona siempre que no se inunde mucho el fondo del habitáculo.

Uno de los funcionarios llegó a Santoña varios meses atrás, procedente de un juzgado vasco. «Lo primero que hice fue pintar la pared porque estaba llena de mierda», afirma. Después, diseñó indicadores para que los visitantes pudieran encontrar las distintas dependencias e, incluso, se llevó las cortinas de la oficina para lavarlas en su casa. Sin embargo, el mayor problema que sufren en este Juzgado son las temperaturas extremas. «La calefacción se estropeó y compramos algunas estufas, pero en verano es un auténtico horno y tuvimos que poner ventiladores», cuenta resignada otra trabajadora pública.

En el último piso, un cubo lleno de mugre rebosa bajo una gotera y los cascotes que se desprenden del techo se acumulan a su alrededor. Después de atravesar una puerta cerrada con llave espera un espectáculo surrealista. Bolsas de basura llenas de ropa falsa se alternan con archivadores desparramados por el suelo, una raqueta de tenis, zapatillas deportivas o un televisor de plasma.
Los empleados de ambas sedes judiciales dicen que sacan los casos adelante pese a que no cuentan siquiera con una sala de detenciones y, lo que es peor, «aunque nos manden el material de oficina con cuentagotas».

FUENTE: EL DIARIO MONTAÑES ESPAÑA

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